CAPITULO 28
HERÓNIMO
Las siguientes 48h en regresiva, son caóticas.
¿Por qué, preguntan?
Un minuto.
Necesito respirar.
Porque me di cuenta, que soy un novio ansioso y del tipo nervioso.
Pero de felicidad.
Aire.
Respira, Mon.
Bien.
Ahí respondo.
Por.Que.Jodidamente...
¡LLEGA EL DÍA DEL CASAMIENTO!
¿Captan?
¿Y nuestra casa por eso?
La del pueblo.
Sí, mucha gente.
Mientras bajo las escaleras recién despierto, solo con pantalón pijamas y descalzo, rasco mi cabeza intentando focalizar con mis lentes y medio dormido, mirando como todo el mundo entra y sale.
Y cuando digo todo el mundo, es porque todo el maldito mundo está en mi sala, en la cocina, jardín y alrededores.
Y juro que la mitad no tengo idea quienes son, ni para que mierda están.
Me apoyo en la encimera de la cocina con una taza de café (descafeinado) que me ofrece Marcello a mirar toda la puta movida de extraños de diferentes servicios nupciales descargando cosas y armando, que para mí "gusto," demasiada aglomeración de gente en mi radio personal.
Paciencia, Mon.
Busca tu zen interior, hombre.
Paz.
Eso es.
Piensa en cachorritos Dálmatas, focas bebés liberadas en el mar, la película Hachiko.
Bien.
No debo, echar a nadie.
Yo amo el tumulto de gente.
Es el día de nuestra boda y todo, por mi rayo de sol.
Bien.
Sonrío al ver a Hollywood con sus manos como cuello, rodeados de guirnaldas y una docena de ayudantes siguiéndolo como él yendo y viniendo con adornos y escaleras, dando indicaciones de último momento y a punto, de un colapso nervioso de glamour por el jardín.
¿Preguntan, por Gloria?
Desde ayer, mi abuela sentada en una banqueta con sus lentes de sol y un cigarrillo en la boca en un extremo del gran jardín, pintando ochentosamente y con arte muy Pop, la Combi que perteneció a Moisés de la vieja que es, con su paleta de colores.
¿Rodrigo?
Adivinaron.
En la cocina, obvio.
Degustando y probando todo al alcance de su paladar del Maitre Chef y sus maestros cocineros, las entradas, postres, aperitivos y platos principales, que en horas servirán.
¿Mi nena?
Con Marleane y Mel o con Siniestra.
Suspiro, resignado.
No tengo idea...
Me echa cuando me asomo, intentando saber algo de "las cosas de novia."
Sea en las prueba de vestido, compras, la música y toda esas mierdas que a las mujeres les encanta hacer en grupo y solas.
Robando "las chicas" a mi nena de mis brazos, dejándome solito.
Y la no menos importante, la elección del pastel de bodas que demás está decir, no quisieron en absoluto mi opinión personal tampoco.
Mi cuñada, me mandó al carajo.
Sip.
A sí, de simple.
Cuando con sutileza y caballerosidad, la llamé por teléfono a su negocio SugarCream desde el Holding días atrás, de lo aburrido y solito que estaba, queriendo acotar o guiarla en su diseño y decoración.
Mierda.
Me parece que a los maestros pasteleros, no les gusta que lo guíen.
¿Que, qué hago yo mientras tanto entonces?
Cuido a Rata.
Siento sus risas.
Lo sé, lo sé...
Pero oigan, no desvaloricen el trabajo que me dio a cargo mi nena, para que no la siga a todos lados.
A ver.
¿Cómo, les explico?
La cosa y esta vez sí, hablo del fenómeno de cuatros patas.
Se está convirtiendo en algo enorme.
Y cuando hablo de enorme, es del verbo gigante.
Muy jodidamente, gigante.
Resulta ser que el escualidón cachorro abandonado en el estacionamiento del Hospital Infantil, no es cualquier perro. Es un alto porcentaje Mastín Napolitano con labrador, según los dicho del veterinario a Vangelis en su última visita de su dosis de vacuna y que en breve, se convertirá en algo así, como unos 70kg de cosa peluda.
Un puto sofá más para la casona, pero con cuatro patas y babas colgando.
¿Cómo llegó semejante cachorro de raza a ese destino en el basurero?
No tengo la menor idea.
Extraño...
YO
- ¡Corazón! - La voz de Hollywood, me saluda apareciendo desde un rincón de la casa en el jardín trasero de esta y se hará la fiesta.
Observo de pie asesinando mi pulgar en mis labios, como terminan de montar la gran carpa blanca con las mesas y sillas decoradas en raso blanco con moños rojo bermellón.
El primo y clon de mi jodido príncipe azul, me abraza por sobre mis hombros, sonriente y mira como yo, como todo marcha perfectamente en el armado.
- ¿Nerviosa, princess? - Me pregunta haciendo seña al grupo de obreros de la puesta en escena, que eleven más una gran decoración de guirnaldas de flores naturales en la entrada principal de la misma.
- Tanto, que me hago pipí encima... - Formulo, abrazándome más a él.
Resopla divertido.
- Do not worry, be happy...sweet heart. - Me consuela divertido. - ¡Está, casi todo listo! - Prosigue alegre y mira la hora de su reloj. - Deberías ir preparándote, my darling... - Me observa de cuerpo entero.
Río.
Desperté muy temprano para ver la organización final de todo y solo llevo una gruesa bata de cama atada a mi cintura y con mi cabeza envuelta por una especie de cofia, manteniendo mi pelo recogido en su interior con ruleros y pinzas por órdenes del estilista exclusivo de Hollywood que temprano en la mañana me ordenó, de no quitármelo hasta la hora del cambio para la boda.
Un gruñido mezcla de temperamento exasperante, se siente desde los ventanales abiertos del interior de la cocina.
Un gran gruñido de T- Rex de escala 8 para ser exactos, que hace reír a Gloria de pie y bajo un gran árbol haciéndose aire con su capelina en su break de pintura, de mi bonito clásico de los '70.
- El asno de mi otro nieto. - Exclama sonriente, dando una calada a su cigarrillo y un sorbo a su vaso de limonada fresca.
Hollywood se acerca y la besa sobre su pelo esponjoso y blanco.
- Asnos, pero te amamos, abuelita...
Gloria sonríe.
- Lo sé. - Me mira. - Calabacita, creo que tu futuro marido está con uno de sus ataques de pecho.
- Angina, abuela. - Corrige Hollywood.
- La mierda que sea. - Dice, volviendo a su pintura.
Suelto una risita.
- Debe ser por tanta gente a su alrededor. - Murmuro, caminando en dirección a la puerta trasera de la cocina.
Hollywood resopla, blanqueando sus ojos.
- Está con una pataleta tremenda de niño malcriado...
Me cruzo de brazos y lo miro divertida.
- ¿Qué le hiciste?
Vuelve a blanquear sus ojo, apoyando una mano en su mentón de forma aburrida.
- Le dije que no puede verte, hasta la hora de iniciación de la boda y que se vuelve conmigo en un rato al Pen, para cambiarse y que sea una surprise para él, la entrada con tu ajuar de novia sobre la alfombra roja...
Lo pienso.
Sonrío.
Porque en verdad, es una buena idea.
Niego riendo y retomando mi camino a la cocina, acariciando mis bebitas.
Herónimo Mon es muy bueno dando órdenes, pero pésimo para acatar alguna.
Estos últimas 48h su control, se intensificó de forma inquisidora la de este hombre frustrante como hermoso. Ha querido indagar, informarse y averiguar mi movimientos de novia y preparativos.
Eso incluye principalmente, la información del diseño del mi vestido, lo que conlleva eso hasta el extremo de dar órdenes a Collins de ello con fotos incluidas.
Pero Collins dentro de su forma siempre reservada, se le río en la cara y Herónimo se tuvo que conformar con una simple palmada de hombros de consuelo de su mano derecha de forma cariñosa mientras se retiraba.
Sip.
Al señor oscuro.
Al rey del acero.
Al jefe de los jefes.
Al que todos temen pero amamos, porque él es especial, le dijeron que no en la cara.
Y una sonrisa silenciosa se dibuja en mis labios.
Porque quiero ver su cara, cuando me vea vestida de novia...
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