CAPITULO 21

YO

- ¿Repítanme de vuelta por qué, estoy haciendo esto? - Digo a Hollywood y Mel, con una pistola escaner, en una casa de bazar de grandes regalos y marcas del centro comercial.

Hollywood me guía con mis hombros a otro sector.

El más caro.

Y marca por mí, un hermoso jarrón de cristal con el láser.

- Porque esto se supone, que hacen las novias con la lista de regalos, corazón...

- ¡U$D 2000! - Chillo, al ver el precio por un pedazo de vidrio que sirve para poner flores con la risita de mi amiga a mis espaldas.

Hollywood ríe, mientras escanea otra cosa por mí.

- Toda novia merece, lindos regalos querida para su casa nueva... - Finaliza, marcando otra tercer cosa ridículamente cara.

- Pero resulta, que esta novia tiene todo. - Digo. - ¿Crees que Herónimo Mon, necesita de esto? - Levanto una cuchara de plata para sopa que vale una fortuna.

- No, porque podría comprar el mundo si quisiera. Pero a su primo querido... - Se señala. - ...le encantaría tener esta lámpara de pie, en mi departamento de Milán. - Contesta, escaneando una hermosa lámpara de bronce blanco y plata para lectura.

Y rompemos en risas.

Hago una mueca pensativa y con Mel nos sonreímos.

Ella está pensando lo mismo que yo.

- ¿Hollywood de cuantos invitados por protocolo, estamos hablando para la boda?

Saca sus lentes de sol glamorosos de color violeta de sus ojos y lo acomoda en su pelo rubio y desordenado, pero muy chic.

Apoya un dedo pintado de negro en su linda boca llena y esculpida, tan parecida a la de su primo.

- ¿Sacando parientes y amigos?

Asiento.

- Hoy temprano descargué la lista... - Piensa. - ...entre funcionarios, ambiente mercantil y artísticos, unos 200 invitados más.

Sonrío más, entregando a cada uno una pistola escaner.

- ¿Esta es la sección más cara, no?

- Esta y la de electrodomésticos grandes. - Me indica Mel la escalera mecánica, que lleva al piso siguiente.

Suelto una risita.

- Vamos a patear sus bolsillos. - Pongo en posición mi pistola. - Y todo lo donaremos al Hospital Infantil. Muchos papis son de escasos recursos y Gladys, se encargará que darle a quién sus necesidades.

Hollywood, palmotea feliz.

- ¡Siempre quise ser un Robin Hood...con estilo y elegancia!

- ¡Y yo, un Ángel de Charlie! - Exclama Mel, apuntando el escaner con ambas manos y en una posición sexy, para disparar como un arma.

La siguiente media hora como un juego de niños, pasamos de estand en estand, marcando todo lo que supera miles y miles de dólares divertidos.

Como una linda competencia, quién marca más, bajo la mirada de desaprobación de algunos de los empleados de la tienda.

Obvio que ellos dos me ganan, porque voy más despacio por mis bebas.

Mel dispara contra un refrigerador industrial de tres puertas con una risa victoriosa, me ganó de mano.

Pero desahogo mi frustración con un hermoso lavavajillas en acero.

Le vendrá bien, uno extra al Hospital.

Hollywood con pasitos al ritmo de la canción de fondo del local, escanea de corrida toda una sección de sistemas de sonidos del última generación, como regalos y yo por detrás, lo sigo también bailando haciendo volar los pliegues de mi falda rosa.

Mel se tumba en un gran sillón de cuero en exhibición y marca todo a su alrededor, hasta el lindo trasero del encargado de muebles que pasa por su lado asistiendo a otro clientes.

Lo mira raro por ello y Mel le sonríe sexy.

Disparo a un lindo frigobar, cuando siento mi nombre.

- ¿Van? - Caminando a mitad de pasillo, en la parte de cafeteras express, me detengo.

- ¿Áaron?

Me abraza feliz.

- ¿Qué haces por acá, nena? - Pregunta desconcertado y alegre de verme.

Sonrío y elevo el escaner.

- Los regalos de boda ¿Y tú? ¿Te hacía en tu pueblo?

Ríe de buena gana, elevando otro entre sus manos.

- También.

Reímos a coro.

Busco su novia, pero el lugar está bastante concurrido y atestado de gente.

- ¿Quién es? ¿Está contigo?

Señala todo y rueda sus ojos.

- Sí...eligiendo divertida como tú, sus futuros obsequios. - Mira la pantalla de su escaner. - Yo voy recién por una alfombra...no soy bueno en esto.

Empujo su hombro con cariño con el mío, riendo.

- Déjala, toda chica sueña con esto. - Me acompaña caminando por el pasillo.

- ¿Tú, no? - Se detiene y me mira curioso.

- ¿Esto? - Señalo la tienda.

Asiente.

- Si es por una buena causa, sip.

Me mira sin entender con esos ojos grises, profundos y lindos que tiene.

Río a carcajadas.

- ¡Áaron! - Chilla feliz Mel al verlo seguido de Hollywood, apareciendo de un extremo.

- ¡Hey, Mel! - La abraza y mira a Hollywood con sorpresa.

- Tranquilo cariño, relaja ese bello rostro que tienes. - Se presenta. - Por lo que veo conoces a mi primo.

Ruedo mis ojos.

- Áaron, él es Hollywood, primo de Herónimo.

- ¡Guau, el parecido es sorprendente! Solo que usted es...

- Rubio, más sexy y homosexual, corazón. - Finaliza por él.

Muerdo mi risa.

Áaron me mira y le encojo mis hombros.

Se sonríe.

- Áaron. - Pero se presenta, estrechando la mano que le extiende Hollywood. - Trabajé en el Holding. - Mira su hora. - Debo irme...lo siento. - Busca para ambos lados. - Me ausenté bastante y mi chica debe estar por algún lado, preguntando por mí.

Nos saludamos mutuamente.

Hollywood se acerca a mí, con sus lentes de sol en los labios y lo señala mientras lo vemos irse.

- Es caliente y muy lindo...

Le ruedo otra vez mis ojos.

- Hollywood, Áaron es hetero y se va a casar en días...

- No soy celosa. - Me dice como si nada.

Río, mirando yo ahora la hora en mi reloj.

- Hora de regresar, chicos. - Suelto.

Y los dos se desinflan, se estaban divirtiendo.

- Estoy en horario con la última inyección de Herónimo, su última dosis de las tres.

- Voy contigo, esto no me lo pierdo. - Dice Mel.

Cuando Hollywood estaciona su coche en la casona seguido por el Jeep de Grands, nos recibe Collins en la entrada sacando bolsas con cosas para tirar.

Viste casual, pantalones de jeans con camiseta.

Él y Rodo lo iban a ayudar a Herónimo a terminar de levantar el gimnasio con su armado y con la instalación de la seguridad de la casona.

- ¿No bajas? - Pregunto a Hollywood desde su ventanilla del auto.

- No, corazón. Mucho para hacer con tu boda y el desfile... - Me levanta un índice. - ...recuerda que mañana tenemos cita con Pnina Tornai querida, para el vestido. - Beso su frente y se sonríe. - Vengo por ti, en la mañana...

Lo veo marcharse, él ya no vive con nosotros.

Con la mudanza de la casona decidió quedarse en el Pen, contando con las habitaciones extras para su personal que vino de Francia y para la locación de su equipo como dotación para el armado del desfile y con la ex oficina de Herónimo, para hacer una propia y comandar desde ahí.

Bajamos los escalones que llevan al gimnasio.

Herónimo de pie y cruzados de brazos sobre su pecho y apoyado en una pared, observa como un técnico encargado de la instalación de luces y alarma de la casa, arriba de una escaleras pone una especie de reflectores individuales y de seguridad en un sector de la gran habitación.

Y yo babeo, porque solo llevar puesto una simple camiseta blanca de esas tipo "desintegradoras de bragas" y jeans.

Unos calientes jeans claros, con esos rulos rebeldes que le dan esa apariencia siempre de ángel caído.

El típico y bello ángel que viene del mismo infierno a enseñarte como pecar.

Al verme se sonríe, pero rápidamente su linda sonrisa desaparece y golpea su frente contra la pared con un gemido torturado, al ver mi falda rosa.

- ¡Ay, por favor, no empieces, jefe... - Suelta Mel, al ver su cara abrazada a Rodo. - ...le queda adorable el rosa en su estado y yo, elegí su bonita falda.

- Sabía que tenía que venir a casa antes de que tú y Hollywood pasaran por rayo... - Gruñe para luego venir hacia mí y besar mi frente. - ...hola, mi hermosa... - Me saluda y acaricia mi abdomen con ternura. - ¿Cómo están mis chicas?

- Movedizas y con hambre. - Contesto. Miro todo. - ¿Cómo va todo por aquí?

- Un par de horas y todo listo. - Me señala un gran panel con botones todo iluminado a un costado del ring. - El control maestro de todo rayo, en cuanto a la seguridad. - Me guiña un ojo, apoyando una mano en las cuerdas - Está sectorizado, pero es fácil de aprender...yo te enseño, nena...

El verbo aprender, conjugado con esa boca y el ring a su lado, era lo más jodidamente erótico que había escuchado.

HERÓNIMO

- ¡Ni una mierda! - Exclamo una vez que todos se van después de cenar, inclinado sobre la gran chimenea tirando unos leños para avivar el fuego.

Lo que sea, antes de hacer lo que Vangelis dice.

Suficiente con que tuve que empujar a Mel con celular en mano rogando, bajo la risa de Rodo que se la lleve, para que no sea testigo de eso.

Luego de reírse a su gusto Van y Marcello a mi cuesta desde los sillones, me rueda los ojos y viene hacia mí, sacándose sus tacones.

Su nariz se arruga y enfrenta a mi ceño fruncido.

Jesús, si hasta parece más chiquita y dulce con su barriguita a centímetro mío.

No te rías Mon, si quieres tus pelotas en su lugar.

- ¿Quién es el que se comporta como una criatura ahora, Herónimo?

No le respondo.

De pronto encuentro super interesante el capítulo de la novela de la noche de Marcello, que está dando en el gran plasma.

Mi nena, suelta un suspiro y levanta un dedo acusador para señalarme lo que jodidamente cabreada está.

Hago un ruego en silencio al Todopoderoso, para que me de fuerzas para no besarlo o mucho peor, chupárselo.

- ¡Cobarde! - Me dice.

Pero, que atrevida.

Le entrecierro los ojos con odio.

- No soy cobarde. - Replico. - Solo, que no va a pasar.

Me arquea una ceja con las manos en las caderas.

Carajo.

- Esta bien. - Me dice.

- Bueno. - Digo yo.

-Perfecto.

- Genial.

Rayo, suma.

- Bien.

Un momento, Mon.

¿La decisión, es suya o mía?

Y la miro feo.

Me hace el mismo juego de palabras que utilizo yo siempre a mi favor.

- ¡Tramposa! Vas a ser madre, se supone que tienes ser linda y tierna. - Reclamo. - Eso no se hace, nena.

Ríe a carcajadas tomando mi mano y me jala, para que la siga a nuestro dormitorio.

Me dejo llevar y antes de que dijera algo más, me inclino para poder besar a mi bajita chica en sus labios, que siempre hace que todas las cosas malas parezcan nada en mi día a día.

YO

Muerdo mi risa golpeando suave la jeringa con un dedo, para que el contenido tenga movimiento.

Pese a su miedo a las agujas, Herónimo optó por esta opción conteniendo todo los analgésicos y calmantes necesarios para su ya final recuperación, que la administración por vía oral en diferentes horarios del día de distintos comprimidos.

- ¿Listo? - Pregunto.

Herónimo gruñe su respuesta boca abajo en la cama, mirando la noche estrellada que la gran ventana nos regala con sus cortinas corridas.

- Última dosis, aquí vamos... - Digo, bajando lo suficiente su pantalón pijama para inyectarlo y no le doy tiempo a que de otro gruñido de mala gana como respuesta.

Listo.

HERÓNIMO

Esa cosa duele como perra.

Mi archi enemiga.

Cuando finalmente levanté la vista hacia Van, era una imagen borrosa.

Este analgésico tipo sedante, me golpeó tan fuerte que mis condenados ojos estaban llorosos.

Pero, no estaba llorando.

Les aclaro.

Creo que ya todos sabemos que soy un cabrón, el chico rudo y no lloro.

Bien.

Y sonrío.

Porque, me siento muyyy tranquilo...

Jodido y relajante medicamento.

Ya que, empiezo a ver rosita.

YO

Lo ayudo a acomodarse en la cama.

Aunque ya la tercer y última dosis no es como la primera o segunda de fuerte, uno de los síntomas aparte de un alto sueño, es el adormecimiento de su pierna del lado inyectada.

- Quédate... - Me susurra adormilado, cuando lo tapo con las cobijas.

Suelto una risita.

- No voy a ningún lado Hero, solo voy por mi pijama... - Beso su frente.

Me despojo de mi ropa y mi sujetador rápidamente, buscando una vieja camiseta de él, del vestidor y mis amados pantalones de la pantera rosa.

Abro las sábanas de mi lado y con un suspiro me busca.

- Te amo, rayo de sol... - Murmura, abrazándome y descansando en mi hombro su barbilla.

- Y yo a ti, déspota controlador... - Susurro.

Se sonríe en mi piel y cae por unos segundos en el sueño de los medicamentos.

Me acurruco más en su pecho, cerrando mis ojos y se envuelve más a mi alrededor posesivamente.

Me hace sonreír.

Su mano en mi barriguita me acaricia y percibo sus dedos paseando en uno de mis pechos desnudos para luego el otro, seguido al dobladillo de mi pantalón pijama.

Río.

- Herónimo... - Murmuro.

- Amo tu piel... - Susurra entredormido por la droga, mientras extiende su mano otra vez por mi estómago para luego dibujar mi cadera con sus dedos.

- Herónimo, no puedes... - Digo, dando un besito a su brazo que me cruza.

- ¿Esperas algún otro hombre en la cama, rayo? - Besa mi hombro. Bosteza. - Porque, no estoy demasiado sedado para patear su trasero...

- No... - Río. - Solo que, tienes medio cuerpo dormido y tu cerebro también lo está por el medicamento...

- Lo sé... - Suena divertido y adormilado. - ...y no solamente eso tengo jodidamente dormido, nena...por el efecto de esta inyección... - Hace que palpe con una caricia, su pene en el estado como su dueño.

Y se me escapa una risa por su confesión.

- Es que quiero tanto tocarte... - Bosteza y hace una pausa. - ...puta inyección...

Y su cabeza cae con esa maldición al igual que su mano indiscreta, sin antes escuchar un gemido de frustración sexual.

Hasta que los medicamentos fuertes trabajen en su sistema, Hero duerme de a ratos dando vueltas y en sus "posturas imposibles" que únicamente él, puede hacerlo abriendo sus piernas o algún brazo, para luego aferrarse a mí, con intensa desesperación.

Hasta que por fin, el sistema de esa mole de hombre deja de luchar contra los sedantes y duerme plácidamente y como un bebé...


















Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top