CAPITULO 10


HERÓNIMO

Me había colocado en una esquina de la mesa para tener una vista panorámica de control como siempre.

Rodo estaba del otro lado con Mel y Holywood en uno de mis lados.

Activos míos de trabajo y por ende, compañeros de ellos se acercaban algunos a saludar, pero no podían dejar de mirar a Holywood.

Lo hacían con cierta fascinación sin poder creer de mi gran parecido frente al personaje de personalidad y vestimenta multicolor que tenía a mi lado.

Nadie hablaba, porque no se atrevían acotar por ello, pero estaban curiosos por este ying y yang genético.

Acomodo mis lentes, rodando mis ojos.

Sí, sí...maldita sea, la semejanza es mucha.

Ahora circulen.

Mis activas, era otra cosa.

Lo miraban abiertamente a mi primo con ojos folladores y charlaban entre ellas por lo bajo desde sus lugares o esperando ser atendidas en el buffet, por el encantador hombre que se robaba miradas a discreción de todos.

Y este, les devolvía con una media sonrisa seductora, dejando suspiros femeninos en el aire.

Utilizando mi pierna cruzada sobre mi rodilla como base para apoyar mi agenda electrónica y ponerme al día con la próximas reuniones, ya que la mesa se encontraba ocupada por las bandejas de las comidas de todos, hizo su aparición Vangelis en el salón.

Y mi cabeza gira con odio hacia Hollywood, porque rayo está hermosa y sexy.

Viene con esa confianza tan de ella con el mundo, sonriendo y siendo bonita sin esfuerzo hacia nuestra mesa.

Todos la miran con reserva.

Y acomodo mis lentes, otra vez.

Mierda.

Y recorro su cuerpo con los ojos.

Ella va vestida con una sencilla pero bonita blusa rosa y una linda falda blanca corta.

MUY CORTA.

Muerdo mi puño, ladeando mi rostro para otro lado.

Porque, yo...no puedo mirarla...

Ya que Vangelis, es un hermoso ángel de blanquito y rosa con algo CORTO.

- Awww...se le nota la barriguita... - Suspira Mel a coro de Holywood y Rodrigo.

¿Qué?

Me giro y me descompongo de felicidad, al notar su blusa levemente levantada por el vientre redondito de mi nena por los bebés.

Lo siento y pido disculpas.

Pero esto de ser padre, me tiene hecho un marica.

Controla tus putas emociones, Mon.

- ¿Hice un muy buen trabajo, no? Ella es... - Exclama Hollywood con un dedo apoyado en sus labios y mirada llena de satisfacción, tratando de buscar palabras inspiradoras.

- No termines con ese pensamiento...eres gay ¿recuerdas? - Lo interrumpo, antes de que pudiera molestarme por completo, bajo su carcajada.

Porque Hollywood la mira estático y al igual que todos los hombres en la maldita cantina.

Y me levanté farfullando y yendo a buscar lo que era mío, bajo la risa de los tres.

YO

Herónimo iba y venía en la sala de espera de Doctor Daniel Mitch.

Su estado de malhumor durante el almuerzo por mi "atrevido" vestuario, había pasado a ansioso con el turno del chequeo.

Todos nuestros amigos quisieron acompañarnos.

Y en sillas y en fila sentados uno al lado del otro Mel, Rodo, Hollywood y yo, observamos el ir y venir de Hero de forma nerviosa, frente nuestro y delante de otros futuros papás.

Sonreí para mis adentros.

Todo esto, era muy importante para él.

Nuestras miradas se encontraron, se detuvo de su andar y de la peligrosa posibilidad de hacer una huella en el piso.

Y la comisura de su boca se subió hacia arriba con una sonrisa de sinceridad y complicidad conmigo.

Se inclinó y besó en la unión de mi cejas en el momento que la secretaria del médico anunció mi nombre.

HERÓNIMO

Respiro aliviado y profundamente.

Hasta tengo ganas de reír a carcajadas.

Feliz.

Porque el doctor Mitch era una versión tierna, americana y más bajita de Santa Claus.

Y no un sexy y caliente médico obstetra, universitario en sus treinta como mi mente lo imaginaba.

Al ver mi mandíbula caída por verlo, Vangelis me arqueó una ceja de gozo por mi desconcierto.

Pero qué, perra.

Haciendo de mi sufrimiento, su propia satisfacción.

Después de hacerle su chequeo completo, bajo mi supervisión al lado de mi nena en la camilla, el tierno Santa Claus hizo pasar a todos los tíos a la hora de la ecografía.

Con la barriguita de Van expuesta con un gel, comenzó a escanear con el ecógrafo sentado a su lado.

- Mmnm... - Murmuraba Santa, sin dejar de mirar la pantalla. - Interesante...

¿Qué?

¿QUÉ?

- ¿Qué? - Me inclino ansioso a la pantalla, recolocando mis lentes.

Los apenas tres visibles puntitos blancos, ahora son tres pequeños y lindos garbancitos.

- ¿Ellos están bien? ¿Mi nena está bien?

El viejito, sonrió complacido.

- Ellas, están muy bien. - Afirma.

Y resoplo aliviado, besando la mano de rayo.

Sonreímos ambos y los tíos festejan.

Un momento.

Rebobina, Mon.

¿El doctor dijo, ellas?

Frunzo mis cejas.

- ¿Ellas? - Pregunto. - ¿Cuántas, ellas?

Santa, suelta una risa.

- Las tres niñas, señor Mon. - Murmura complacido. - Con su mujer, están esperando tres mujercitas.

Como que, no me la creo y lo miro de lado al viejito de tupida barba blanca y esponjosa.

- O sea... - Señalo el vientre de mi rayo y levanto tres dedos de mi mano. - ..ahí hay, tres mujeres... - Sumo otro dedo. - ...y con mi nena, serían cuatro?

El Dr. Mitch larga una carcajada para luego afirmar.

- ¡Un hombre afortunado con cuatro mujeres en su vida!

Y santas anginas futuras.

Yo, vuelvo a ver negro...

YO

- Ya era hora que despertaras, pequeña marica. - Dice Rodo a nuestro príncipe valiente, acomodado luego de su desmayo en un sillón cercano y bajo la risa de todos nosotros.

- Una reacción muy comprensible, para un futuro padre primerizo de tres niñas. - Dice el Dr. Mitch, limpiando sus manos con alcohol desinfectante.

Herónimo parpadea varias veces y su mirada va en mi búsqueda y frunce sus cejas al ver a Mel con su celular enfocándolo partida de la risa.

- Aquí estoy... - Le susurro a su lado, acariciando su brazo sano sin captarme ante su desconcierto mientras río.

Y me abraza fuerte, sonriendo.

Mel Levanta su celular, satisfecha.

- Y todo grabado, jefe. El desmayo y levantando entre cuatro, tu cuerpo en peso muerto. Solo me falta el desmayo del nacimiento y tengo la trilogía de desmayos completa para subirla a YouTube.

Pasa su mano por su cara varias veces negando, para luego extender su linda sonrisa en toda su cara.

- Soy un hijo de puta con suerte. - Exclama feliz, mirando a todos. - ¡Tres niñas! - Exclama.

Me envuelve más entre sus brazos y me besa.

Y todos festejamos abrazados, inclusive el dulce doctor Mitch.


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