CAPITULO 97


YO

¡Qué!

¡QUÉ!

¿Yo, embarazada?

No.

Era inaudito, ya que estaba tomando la píldora hacía dos años, para regularizar mi ciclo.

- Es imposible. - Miro a todos. - ¿Pero, cómo? - Pregunto.

- Bueno, cuando un hombre y una mujer que se quieren mucho, se juntan... - Rodo me dice a modo explicativo, uniendo ambos índices. - ...y después de besarse mucho, también ambos...

- ¡Rodrigo! - Chilla Mel.

Le rueda los ojos, para luego mirar a Marcello curiosa.

- ¿Cómo, puedes saberlo? - Levanta una mano. - Vangelis tranquilamente puede tener un malestar estomacal. Estuvo comiendo mucho últimamente, como si fueran dos person... - Su mandíbula cae y Marcello le da la razón, con un ademán de su mano.

Mientras me lleva a la cocina y ayuda a sentarme en una de las banquetas, imitando los otros, dice.

- Nací bajo el seno de una familia Portorriqueña de 11 hermanos, los cuales 9 eran mujeres y me dieron más de una docenas de sobrinos. - Se dirige a la cocina y pone agua a hervir, sacando tazas para té. - Y ninguna de mis hermanas, superó la prueba mis galletas estando embarazadas...

Y se sonríe, alegre.

- ...receta familiar... - Nos guiña un ojo, sirviendo el té a cada uno.

Pero, yo sigo sin entender.

- ¿Y mis píldoras? Yo, no siento nada... - Murmuro, tocando mi vientre plano.

- Las píldoras, pueden fallar. - Mel se encoje de hombros. - ¿Está ese 1% de mierda, no? ¿Fuiste religiosa en el horario de tomarlas? - Me pregunta, agradeciendo por la taza que le ofrece Marcello, con un plato con más galletas sobre la barra de desayunado.

- Creo que sí... - Dudo, tomando otra galleta y ganando que los tres me miren por ello. - ¡Qué! - Gruño. - ¡Tengo hambre, maldita sea!

Se sonríen.

- ¿También existe el caso de acostumbramiento de tu cuerpo a esas hormonas? - Continúa Mel, riendo. - ¿Tu ginecólogo, no pensó en ello?

Mastico una como si nada y me encojo de hombros.

- No, mi ciclo era irregular. No lo necesitaba, porque carecía de actividad sexual y...

Oh mierda.

- ...mi última visita al médico, fue hace tres meses... - Llorisqueo, derrumbando mi frente sobre la mesa y tapando mis ojos.

Mel se levanta de su silla para abrazarme.

- Nena, tranquila... - Acaricia mi pelo.

- ¿Eso quiere decir, que voy a ser tío verdad? - Dice feliz, Rodrigo. - ¡Sí! - Grita ante el silencio dudoso de los tres.

- Tíos, querido. - Corrige, Mel. Me mira. - ¡Jesús con Herónimo, cuando se entere que van a tener un bebé! - Exclama, festejando con Rodo tomados de las manos y dando saltitos de alegría.

¿Un bebé?

¿Yo?

¿Nosotros padres de un bebé?

Y sin darme cuenta, me encuentro acariciando mi vientre con cariño.

¿Un hijo, de Herónimo y mío?

- Yo, necesito confirmarlo... - Digo y Marcello lo aprueba.

Y los tres miramos a Rodo.

Sonriendo ante mí, Rodrigo se rasca la mejilla de forma confusa.

- ¡Un test de embarazo, Rodo! Para Van ¿Podrías ir por una? - Le aclara Mel. - ¡Si se hace la prueba esta misma noche, sabremos en concreto si somos tíos de verdad!

Se sonrió más.

- ¡Sí! ¡Puedo con ello! Está bien ¡vamos hacer esto, maldita sea! - Rodrigo aplaude y se frota las manos. - A una farmacia y por un test de embarazo. - Va hasta la sala por sus llaves, su abrigo y camina a la puerta principal.

Pero, duda antes de abrirla.

Y se vuelve hasta donde estoy, para besar mi frente con cariño y sacar del bolsillo de su abrigo, un muñeco de jengibre.

- Me lo había reservado para mañana, pero el pequeño Herónimito o Vangelis junior, tiene prioridad ahora... - Y sin esperar a que yo diga algo, desaparece tras la puerta.

Levanto en mis manos y miro emocionada, la última galleta con forma de hombre y sonrío por tener los mejores amigos del mundo.

Un rato después, Rodrigo aparece con una bolsa que la vacía en la mesa con seis test de embarazos de marcas diferentes.

- Es lo mejor. - Me dice al ver que levanto las cajas con mis manos y los miro curiosa. - Tenemos que sacarnos bien la duda, nena...

Le frunzo el ceño y le sonrío.

- ¿Cuándo, te volviste tan inteligente?

Se encoge de hombros divertido.

- Desayuné cereales esta mañana. - Me dice e infla su pecho con orgullo. - Y con un vaso de leche. - Agrega serio y muy asombrado con él mismo.

Lo miro por un rato largo y él también.

Para luego, echarnos a reír en una fuerte carcajada los dos, bajo la mirada atónita de Mel y Marcello.

Jesús.

Como quiero a este hombre.

Diez minutos después, los cuatro sentados en el borde de la cama en la habitación de Herónimo, esperamos por los 5 minutos más largos de la vida.

Los seis resultados que se encontraban detrás de la puerta del baño.

- Yo...no puedo... - Digo, cuando es la hora de ir por ellas y haciendo puños con mi manos de los nervios contra las sábanas.

- ¿Quieres que vaya yo, Vangelis? - Me pregunta con respeto Marcello.

Lo miro y sé, que él es el indicado.

Asiento.

- Por favor... Le suplico.

Entra al baño.

Mel a mi lado, apoya su mano en mi rodilla para darme tranquilidad y yo abrazo a Rodo nerviosa.

- Tranquila... - Me dice mi amigo.

- Lo estoy.

- No lo parece, estás interrumpiendo la circulación sanguínea de mi brazo, nena...

Solté mi agarre.

- Lo siento, Rodo.

Y me regala una sonrisa.

- Oye...lo que sea por mi sobrinito... - Me guiña un ojo.

Niego.

- No te emociones Rodo, tal vez no lo... - No puedo seguir hablando, Marcello aparece en la puerta del baño y enjugándose los ojos con lágrimas con un pañuelo.

- Tenemos un nuevo y pequeño integrante Mon en la familia... - Su sonrisa florece de sus labios, con un rostro lleno de emoción como su voz. - ...Virgen María, un bebé en esta casa... - Finaliza feliz.

Y Jesús Bendito.

Porque, la palabra en realidad era embarazadísima.

Así, lo estaba.

Los seis test, uno al lado del otro y sobre el lavado de mano en el baño lo confirmaban.

Seis grandes signos positivos, lo decían.

Guau.

Me dejé caer sobre la cama, mientras todos festejaban feliz.

Y mi mente voló a mi padre, a Siniestra, todos en el Holding y Herónimo, cuando sepan la noticia.

¡Oh mi Dios, Herónimo!

¿Le hará feliz la noticia?

Porque y aunque, jugó con ello esa noche en casa de Siniestra y después de mi borrachera, cuando me recostó, lo de ser padres.

¿Estará en sus futuras prioridades?

Oh, Santo Dios.

¡Me embriagué, teniendo mi bebé en mi vientre!

Lo abrazo de forma protectora y miro a todos.

- Necesito dos cosas y solo lo podré conseguir con ustedes chicos...

- Lo que sea, princesa. - Dice Rodo, acercándose a mí. - ¿Rábanos bañado en chocolate? ¿Banana con dulce de leche? ¿Un sabor de helado especial? - Cree que es por antojo y menta granizada piensa mi mente y babeo por ello, cuando se ofrece.

Y oh mierda, de verdad tengo un hijo de Herónimo.

Porque detesto ese sabor y ahora mismo mataría por una cucharada de el en mi boca.

Bueno, ok.

Lo haría por un pote de un kilo, para ser precisa.

Niego a su ofrecimiento.

- Yo necesito que me prometan silencio ante mi estado. - Los tres me miran raro. - Quiero primero, hacerme un chequeo con un obstetra y ... - Estrecho mis ojos a Rodo de forma amenazante con mi índice. - ¿Y la noticia a Hero se la daré yo, entendido?

Rodrigo junta sus talones y hace la señal del ejército con su mano en la sien, como afirmación.

Titubeo.

- En el momento que lo vea indicado...no debo estar de mucho tiempo, tal vez un par de semanas, pero necesito la confirmación del médico que todo está bien primero...

- ¿Cómo harás con Pulgarcito? - Dice Mel.

Mierda, era verdad.

Ángel, tendría que saber la verdad.

Y miro con desespero a Marcello.

Éste piensa por un rato y se sonríe.

- Déjalo por mi cuenta, hija. Y tengo un obstetra amigo...si te interesa. - Mira su reloj. - ..lo llamo. Estoy seguro que me dará un turno a primera hora mañana y yo, puedo llevarte...

No hay nada más que decir, salto sobre Marcello feliz y lo abrazo agradecida.

- ¡Oye! - Rodo nos separa. - No aplastes a mi sobrino y otra, no le des falsas expectativas de que piense que Marcello, va ser su mejor tío... - Hace un morrito. - ...yo, lo quiero ser...

Sonrío lagrimeando de felicidad y las limpio con el dorso de mi mano.

Putas hormonas sensibles del embarazo.

- Este fin de semana es la fiesta de la Summer Opening de las T8P. - Murmura Mel. - Puedes decirle la noticia esa noche...

Muerdo mi labio pensativa y cagada de miedo.

Porque, la duda que no lo quiera me preocupa.

Ya que, todo fue tan rápido...

- No lo dudes, hija. - Marcello me murmura, como leyendo mis pensamientos y palmea mi hombro con cariño. - Él amará la noticia...

- No tienes idea, lo que esto significaría para mi amigo... - Continúa Rodo. - ...es más que la felicidad, puedes apostarlo, nena... - Prosigue con Mel, afirmándolo.









Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top