CAPITULO 94



YO

- ¡Qué! - Grito a Pulgarcito en el medio del estacionamiento vip del Holding a la hora de la salida.

- Lo siento chica. Órdenes de HRNM. - Dice, dentro de esa calma que siempre lleva con él y no hace juego para nada, con su imagen de matón.

Abre la puerta trasera de la Hammer como si ya con eso, se aclaró el tema.

Y se la cierro de un manotazo enojada.

Su risa ruge en el lugar, abriendo la puta puerta otra vez.

Arrugo mi nariz.

- O me llevas o voy sola, Ángel. - Advierto, sin un atisbo a moverme de mi lugar y cruzando mis brazos.

Arquea una ceja.

- ¿Ángel? - Dice.

Asiento.

- Cuando me enfade contigo, serás Ángel a secas y no, mi Pulgarcito que quiero tanto... - Le amonesto.

Rasca su calva cabeza tintineando la joyería en oro, de su mano gigante por ello.

- ¿Y ahora, estás enfadada?

- Sip.

Rebuzna.

- Chica no me la compliques sin haber pasado siquiera 24h de su ausencia. HRNM cortará mis pelotas si lo sabe... - Me ruega.

Junto mis manos.

- Por favor, será rápido Pulgarcito. Es mi padre... - Suplico.

Frota su frente pensativo, para luego asentir de mala gana.

- Esta bien, chica. - Eleva su gran moreno índice. - Un rato...solo un rato y directo después al Pen...carajo... - Maldice. - ...HRMN acabará conmigo, cuando se lo notifique...

Y yo grito de júbilo y me lanzo a su cuello, para abrazarlo y darle un beso ruidoso de agradecimiento en su mejilla, lo cual lo toma por sorpresa pero sonríe feliz.

- ¡Gracias! ¡Gracias, Pulgarcito! - Otro beso y entro al coche mensajeando a mi padre, que voy en camino. - Y no te preocupes por Hero, yo hablaré con él después...

Algo intangible para mis oídos farfulla por lo bajo, cuando cierra la puerta y rodea el coche para entrar.

Ya en la ferretería, me pongo el delantal de trabajo y tomando la canasta de plástico con pequeños paquetes y accesorios como elementos de jardín, repongo en los estantes correspondientes.

Y suspiro recordando como de chicas con Siniestra, lo hicimos tantas veces ayudando a papá en su negocio.

Necesitaba algo de cariño y consuelo paternal.

No había pasado ni 12h de la ausencia de Herónimo y pese a que la mayoría de las veces, nos dedicábamos a discutir con mi señor oscuro, para después matarnos a polvos cuando estábamos bajo el mismo techo, lo extrañaba horriblemente.

Mis lágrimas comenzaron a amenazar mis ojos, al pensar en cómo iba a sobrevivir tantos días sin él.

Puto Herónimo, que había hecho añicos mi alma libre, femenina e independiente.

En la vieja radio de la ferretería del negocio, suena los viejos acordes de Barbra Streisand.

- Estoy saliendo con mi jefe, papá. - Suspiré, colgando unos guantes de jardín en el exhibidor.

Carajo.

Si hasta parece el título de una novela lo que dije.

Río.

- Lo sé, cariño. - Me responde, dando su cambio a una clienta detrás del mostrador.

Me doy vuelta.

- Siento que te enteraras por los periódicos y no por mí... - Titubeo. - ...en ese momento, no estaba segura y las cosas eran...

- ...hijita, no me enteré por los periódicos, aunque los vecinos y el pueblo, sí. Fue tu hermana la que lo leyó y me informó... - Se sonríe. - ...cosa que se molestó muchísimo que le robaran la primicia de contarme...

Ladeo mi cabeza sin entender y se sonríe más, acomodando unos papeles y guardándolos en una gaveta baja.

- Fue el mismo Herónimo Mon, quien tuvo la amabilidad de comunicarse por teléfono conmigo, pidiéndome disculpas por los paparazzis... - Mis mejillas arden.

¿Pero, cómo?

¿Y cuando?

- ...y tras una breve charla por teléfono, vino una tarde hasta aquí personalmente, para ponerme al día de la situación de ustedes.

Jesús.

No sé, si besar los pies de ese hombre por semejante atención con mi padre o darle con el martillo nuevo que tengo entre mis manos, por ser un metido controlador y no decirme nada.

- Oh...¿y qué, te dijo? - Intento parecer casual, acomodando unas herramientas.

Sacude sus manos del polvo.

- Se presentó como tu novio. - Si será... - Y aunque todo era muy reciente, me dijo que eras la puta horma de su zapato. - Se sonríe, sincero.

Raro.

- ¿No te asusta que sea quién es papá?

Se encoge de hombros, de forma desinteresada.

- Pequeña, hay dos tipos de hombres ricos. El hombre que hace al dinero y el dinero que hace al hombre. Y este hombre, está en el grupo de estos primeros. ...el muchacho, me agrada.

- ¿No te intimida su alter ego?

- No. - Responde, caminando por los pasillos.

Lo sigo en silencio y maldiciendo a mi padre por ser una mujerzuela fácil de cautivar.

Atiende a un cliente, pidiendo información por cual máquina de cortar césped comprar.

Cuando termina de evacuar sus dudas y lo deja a su elección por cual optar, se gira hacia mí.

- Vangelis, un hombre puede tener muchos defectos y virtudes. Pero, cuando un defecto lo convierte en virtud a lo largo del tiempo naturalmente, eso es lo que vale. - Me dice. – Porque, viene de aquí... - Se toca su pecho con una mano. - ...y no, de aquí... - Su mano, sube a su sien. - ...porque, no fue programado para algún tipo de beneficio materialista. Es algo tan simple y de corazón, que hasta a veces la misma persona no la ve.

Ok.

Como que, no entendí mucho.

Mil disculpas, últimamente mi cerebro mucho no quiere cooperar.

Solo se limita a pedirme glucosa.

En preferencia que tenga forma, sabor y color del chocolate negro.

Pero, lo que estoy bien segura es que mi padre y Hero conversaron largamente, cuando vino aquí y abrió un poco su alma.

Creo.

El tintineo de las campanas de la puerta de entrada, nos avisa un nuevo cliente.

Y la figura esbelta de Siniestra en compañía de mis dos sobrinos, aparece.

Los niños corren a mi encuentro y yo, los llenos de besos.

- ¡Cupcakes, familia! - Exclama, abriendo la caja que lleva entre sus manos y mostrando una docena de ellos, de diferentes sabores y colores.

Y mi boca babea.

Porque los cupcake de mi hermana son los mejores.

- ¡Dios! Te amo tanto... - Murmuro, sacando dos.

Sip.

Ya que uno no me alcanza.

Y gimo al sentir ese suave y esponjoso biscochuelo de sabor coco, derritiéndose con el dulce de leche y crema en mi boca.

- Creo, que debí traer dos cajas. - Dice, dejándola sobre la mesa del mostrador para sacarle las mochilas a los niños.

- Debiste. - Le corrijo bajo la risa de nuestro padre, mientras como el segundo de caramelo y vainilla crocante. - ¿Cómo sabías, que estaría acá?

- Llamé a tu piso. - Y sus dulces ojos zafiro cambian a tempestuosos, mientras abre la puerta para que los pequeños corran a jugar afuera, con un cupcake en mano cada uno. - ¿Me debías una cena, recuerdas? - Mira a nuestro padre. - ¿Puedes creerlo? Desde que se independizó y tiene ese sexy y caliente novio suyo, se olvidó de su pobre hermana mayor controladora...

La risita de papá me contagia.

- ...no es gracioso, porque nunca hiciste la llamada... - Me reprocha. - Y tuve que hacerlo yo y una tal Lorna me comunicó, con otra tal Mel... - Sonrío. - ...quien en 10 minutos, me puso al tanto de tu vida en todo estos días. - Piensa. - Que dicho sea de paso la Mel esa, me cae muy bien.

Lo sabía.

Se vuelve a papá otra vez.

- ¿Sabías que su chico, está en la lucha libre de las MMA?

Si será, pendeja.

Porque una exclusividad tenía que dar.

No puede con su genio.

- ¡Siniestra! - Chillo, mirando nerviosa a papá y los cupcake que me comí, se retuercen en mi estómago.

- Claro que lo sabía, es el jodido HRNM. - Murmura de lo más tranquilo.

La mandíbula de Karla cae y yo, le muestro la lengua por perra.

- ¿Qué? - Dice mi hermana. - Yo, me enteré recién ¿Cómo tú...?

- Soy hombre, hija. Y me gustan los deportes rudos. - Le explica papá. – Herónimo, es el puto Messi del ring.

- ¿Sabías de sus peleas? - Pregunto.

- Pues, claro. - Se sirve café de un termo y roba un cupcake. - No fui a ninguno, porque tienes que ser socio...

- Un Latrans... - Digo.

Papá asiente.

- ...pero, no quita que me entere de ello por los periódicos o lo que dice la radio. Sin contar la televisiva, que es una vez al año por el título...

- Hero, nunca nombró esa lucha por el título... - Digo, eligiendo mi tercer cupcake y ganándome una levantada de ceja de mi hermana.

Disculpen, las noticias nuevas abren mi estómago.

¿Se preguntarán, que paso con mi estómago revuelto de recién?

No tengo idea.

Lo único que sé, es que si no pruebo con urgencia la de crema de menta granizada con chocolate que cubre una, desesperaré.

Extraño, porque nunca me gustó la menta granizada.

- Será, porque no tiene ninguna. - Prosigue mi padre, mientras cuelga unos productos y dando un último bocado a su cupcake.

- Entonces, no entiendo. - Murmuro. - Me dijo, que no perdió peleas arriba del ring. Sacando, algunas en la adolescencia. - Acoto.

- Eso es, porque Herónimo, cariño, nunca peleó por el título ya que eso no le interesa... - Dice papá, tomando otro sorbo de su café. - ...lo hace amateur, aunque es el puto corazón de todo ello.

Y cuando sus demonios necesitan salir, pienso para mí.

Suspiro, tragando mi dulce.

Herónimo...


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