CAPITULO 91


YO

Herónimo de pie ante el gran ventanal de vidrio y con vista exclusiva a la pista de aterrizaje del aeropuerto.

Lo observa, sin dejar de dar directivas desde su celular, abriendo su saco de vestir.

Posa su mano en la cintura, mientras mira de forma impaciente su avión.

El Impala I.

En los reservados exclusive vip, ubicados en planta baja y para ser precisos a metros de la pista.

No puedo dejar de admirar y sentirme algo intimidada, por el tamaño y proximidad de su avión a metros de distancia.

Su color negro lo completa, con una doble franja en gris y las inscripciones con la leyenda T8P Enterprise, en rojo mate en los lados.

Es un Boeing 767, un Commercial Airplanes me cuenta Marcello sentado a mi lado.

Con motores gemelos y modelo de gran avance, por ser único con cabina de cristal para dos tripulantes y el primero en tener fuselaje ancho.

En su interior, está rediseñado en cuatro secciones con una cabina para albergar, 30 personas en primera clase con cocina chef y barra de bebidas, más una oficina ejecutiva para Herónimo y dos dormitorios más de gran lujo e independientes.

Lo miro raro.

Porque, sacando esto último no entendí nada.

Se sonríe palmeando mi hombro con cariño, poniéndose de pie para llevar mi taza de té, ya frío sin tomar.

Me mira curioso y me encojo de hombros.

Mi estómago sigue revuelto por los nachos de ayer.

El cóctel de licuado de cereza, nachos y dos barras de chocolate.

Bomba nuclear para mi hígado.

Tal vez uno de hiervas naturales digestivas, hubiera sido una mejor opción.

Me levanto también de uno de los sillones de cuero para ir al ventanal.

La estancia es agradable con sus sillones en cuero blanco, un enorme plasma pasando las noticias del día y una fina mesa ovalada en madera lustrada a juego con silla como para doce personas y cuadros vintage relacionados a la aviación.

Herónimo cuelga su llamado, mirando fastidiado su celular y se gira buscándome con la mirada.

Estoy en el otro extremo, apoyada sobre el gran vidrio y con las manos en los bolsillos de mi abrigo.

Lo que no puedo deducir es, si el frío que tengo es por ser las primeras horas de la mañana o por la partida próxima de él.

Al verme le sonrió.

Viene hacia mí, con pasos largos y decididos, aflojando su corbata y me envuelve entre sus brazos.

Lo rodeo por abajo de su saco abierto su cintura y apoyando, mi mejilla en su pecho y bonita camisa azul oscura.

Su perfume caro e importado y tan masculino, me embriaga y cierro mis ojos para impregnarme de el.

- Viaja conmigo, Vangelis. - Me ordena autoritario.

- Herónimo... - Lo reprendo, sonriendo.

- Maldita sea, tenía que intentarlo sobre la hora... - Gruñe de mala gana.

Y suelto una risita, mientras resopla besando mi "llego tarde."

Un hombre de pelo canoso y abundante, con uniforme de capitán nos interrumpe abriendo la puerta y Herónimo me lo presenta como el capitán Dorian.

Su piloto personal, por más de 15 años.

- Señor Mon, ya estamos listos. A '30 del Takeoff flight. - Dice.

- Bien. - Responde Hero girando hacia mí, cuando el hombre con otro ademán respetuoso se despide.

Me levanta su índice, autoritario.

- Vangelis recuerda, prometiste obedecer en mi ausencia. Ángel, cuidará de ti... - Dios me habla como si fuera una cría, pero que pendejo.

- ...siempre encendido y con carga, tu celular. Volveré en días, lo prometo... - Baja su mirada al piso por un segundo, con postura rígida y mordiendo su labio superior, pensativo.

Para luego, mirarme estrechando sus ojos raritos.

- ...no quiero enterarme, que sales con algún tipo de locura estúpida, porque te juro... - Y lo interrumpo, colgándome de su cuello para tapar esa boca jodida y controladora con la mía.

Importándome una mierda, la presencia de Marcello, Pulgarcito, Collins y su abogado en la sala.

Se sonríe en mis labios.

- Hablo muy en serio, Coppola. - Dice al fin.

- No hacer locuras. - Le guiño un ojo, juguetonamente.

-Jesús, vas acabar con mi angina de pecho... - Gruñe, indeciso de reír o enfadarse más conmigo.

Pero, se decide por soltar un suspiro y con su pulgar, acariciar mi mejilla sin dejar de mirarme, con nuestras frentes unidas.

Susurra, para que yo sola pueda oír.

- Yo.voy.a.volver.pronto... - Me murmura muy bajito.

Si viene de mi señor oscuro, es una dulce promesa amenazante.

Me encanta.

Asiento.

Collins abre la puerta de vidrio con Millers, a la espera de él y Herónimo tomando su maletín, besa mi frente y se encamina a ellos.

Miro apoyada sobre el vidrio como este hombre de genética patea culos, tanto de tamaño como belleza, sigue a un empleado de tráfico aéreo con su abogado al lado y su mano derecha en dirección a su avión.

Suben las escaleras, donde los recibe una bonita aeromoza de uniforme en color oscuro y rojo con una sonrisa.

Y Herónimo se da vuelta para mirarme por última vez y muerdo mi labio nostálgica, para luego sumergirse en el interior de su Impala I.

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