CAPITULO 9

YO

¿Yo le gusto?

¿Yo, le gusto a Herónimo Mon?

Imposible.

Él me detesta y no pertenezco a su target de gusto femenino.

Vuelvo a mi computadora.

- Si eso es gustar, no quiero saber cuando este hombre odia... - Acoto.

- ¡Todo esto, es tan emocionante! - Continua Mel en su mundo y sin siquiera prestarme atención. - Ya era hora...por fin...cuando le cuente a Rodo ¡Se emocionará tanto!

- Ahh no...tu no le dirás nada, Mel. Es pura conjetura tuya y lo que dices, es imposible...él no puede...

- ...le gustas Van...y mucho. - Me interrumpe.

Mierda con sus ojos.

- Te puedo asegurar de ello. Tuvo un pasado de mierda y que no me corresponde a mí, que te lo cuente. Solo él, puede. Y hoy yo vi algo en Hero que nunca pensé que existiría en él. - Me intenta explicar. - Ese enojo y odio que tú, dices que tiene por ti. Si es bronca, pero no va dirigido a tu persona, es hacia él mismo, porque a Herónimo no le gusta sentir. A todo lo que es sentimiento, le puso un muro. Uno grande para que nadie pueda pasarlo. No le gusta ningún tipo dominación sobre su persona y tú, puedes contra ello, chica...

Sí, como no.

Le blanqueo los ojos.

- Lo que sea... - Le digo, siguiendo la corriente y riendo burlona.

Se pone de pie y se inclina al nivel de mi oreja, para que yo sola escuche lo que me va a susurrar.

- ¿Sabes, que veo?

Niego pestañeando.

- A una chica que resulta ser que en 48h se convirtió en mi super amiga y estoy aprendiendo a querer mucho. Que le gusta el jefe y la muy cobarde no confía en mí, todavía para decir lo que siente. Y a un hombre incomprendido, un inseguro de mierda y que cubre eso con la fama déspota que ganó. Pero, que busca que alguien le de esa seguridad y un poco de cariño. Él no es mala persona, Van...si lo fuese, no se hubiera preocupado por mí, defendido a Rodo, su madre y por unos niños que también lo hace...y sabrás de que estoy hablando, si el sábado me acompañas. - Suelta, tomándose unos segundos para mirar todo.

Para luego a mí, otra vez sin perder esa postura.

- No puedo decir mucho, porque Herónimo es el que se tiene que abrir y mostrarte su pasión. Se que la búsqueda de entenderlo un poco la vas a encontrar si le das tiempo... – Finaliza, seguido de un beso con cariño y se va.

Que.Me.Jodan.

No entendí una mierda.

Y puta lucha la del sábado.

Y putos días, que pasan luego.

Porque la semana transcurre muy lenta.

Siendo una maldita rutina mecánica cada día.

Despertar, vestirme, bus al Holding, trabajar, bus de vuelta, casa y dormir en mi cama abrazada en mis dos docenas de almohadas.

¿Les dije, que tengo como una obsesión fanática por los almohadones?

¿No?

Pues, sí.

Y comenzó para mi décimo primer cumpleaños, cuando me dieron uno como regalo. 

Amo cada uno que tengo, en especial el que Siniestra lo catalogó como el impresentable y horrible almohadón. 

Es de color rosa chicle, con piel de peluche y bordado de muchos corazones de diferentes colores y tamaños.

¿Feo?

Nop.

Yo diría que dulce y pintoresco.

Resoplo, cansada sobre mi escritorio.

Y no me mal interpreten, adoro trabajar en TINERCA.

Como dije antes, fue y es mi sueño.

Pero por más que intenté con todas mis fuerzas concentrarme en mi trabajo este par de días y en el curso que dieron ayer, de Logística Corporativa. Fallé miserablemente cuando empecé a soñar despierta con Herónimo Mon otra vez, en estos días que no supe nada de él.

Después del almuerzo compartido con él y Rodrigo, y luego de esa extraña confesión de Mel diciendo que yo le gustaba.

Nuestro señor oscuro y jefe de los jefes.

Desapareció de la faz de la tierra o por lo menos, de lo que es TINERCA. 

Siendo lo que dicen todos en esa leyenda que recorre los pasillos.

El fantasma de que está, pero nunca se lo ve.

Ya que detesta interactuar con sus activos.

¿Cómo, lo sé?

Porque caminé por los pasillos y corredores con la fantasía de cruzarme con su endemoniada cara hermosa y dominante.

Y nada.

Lo hice con disimulo en la cantina, tratando de distinguir esa mole de cuerpo y altura, finamente vestido con sus trajes de tres piezas.

Tampoco.

Rodrigo almorzó con nosotras y con un grupo de compañeros y mordí mis labios, para no preguntarle por su mejor amigo. 

Moría de ganas de hacerlo, pero no lo nombré como él tampoco.

Aunque capté varias veces en la cantina o a mi paso por nuestro piso, su mirada larga hacia mí, pensativo, para luego sonreírme con sinceridad.

Estoy segura que sospecha que siento algo por Herónimo y creo que le doy lástima. 

Una tarde no lo soporté más y le confesé a Mel este sentimiento absurdo para con el jefe.

Se limito a sonreír y darme un prolongado abrazo.

- Dale tiempo... - Me dijo suave con palmaditas en la espalda. - ...se pone en nena histérica, cuando tiene que reconocer algo que sea con los sentimientos.

Solo eso.

Sin saber, si reírme o abofetearla.

***

Ya era viernes y la hora de salida se acercaba, quería terminar un escrito que me mandaron por mail unos días atrás de un proyecto de balance semestral para hacer. 

Era complicado y especifico a detallar, pero me gustaba los desafíos. 

Unos minutos más y a casa, ducha y cenar con mi hermana y su familia, ya que me llamó atacada de los nervios, por no haberle mandado un solo sms en la semana. 

Luego de reprenderme, pasé a comentarle mi semana laboral a muy grandes rasgos y evitando, la presencia de Herónimo en mi historia.

Oigan, Siniestra puede ser muy terrorífica si descubre que alguien me lastimó.

Y una sonrisa se dibuja en mi rostro, en pensar que voy a ver a mis lindos sobrinos.

Extraño tanto a ese par de dinamitas.

Son gemelos y tienen siete años.

Tomas y Lucas.

Tan hermosos como traviesos, los amo.

- Y bien ¿A qué hora pasa por ti, Mel?

La voz de Rodrigo suena apoyando su brazo, mientras abre un paquete de galletas de chocolate.

Se la come de a dos.

¿A dónde va, todo lo que engulle este hombre?

Tiene un cuerpo atlético que denota trabajo de gimnasio.

¿Cómo hace, para no engordar un miserable gramo?

Lo miro fijo.

¿En serio, me lo pregunta?

Después de no mencionar más la dichosa lucha en estos días, como el paradero del implicado en cuestión, pensé que era un tema ya aclarado.

¿Lo bueno?

Es que por lo menos sé, que nuestro querido jefe vive y no fue secuestrado, ni inducido por extraterrestres.

Mel aparece, poniéndose su abrigo.

Mira a Rodrigo y luego a mí, con mi cara negativa.

- ¡Ay, por favor Van, di que dijiste si y que vendrás! - Me ruega.

Pero hoy, los ojitos de cachorro mojado no me hacen efecto.

- Lo siento chicos, no voy...no puedo... - Me giro sobre mi silla, para volver a mi computadora. - Prometí a mi hermana cenar con ella.

- ¿Pero eso, no es hoy? - Se cruza de brazos Mel, entrecerrando sus ojos.

Mierda.

Cierto que se lo comenté ayer.

Bien.

No me dejarán en paz.

Aquí voy.

Enderezo mis hombros y deposito con fuerza mi bolígrafo sobre mi escritorio y los miro con dureza.

Capaz, que les doy miedo.

- No voy, chicos. Dije, que no. - Mel me mira divertida y Rodrigo muerde su labio para ocultar su carcajada.

Y mierda, otra vez.

Capaz, no.

- Vangelis, mientes y finges como el culo. - Sí, eso es verdad. - ¿Recuerdas? ¡Salida de super amigas!

Relajo mis hombros.

Carajo contigo, Melissa Greidy.

- Una lucha sangrienta, no me seduce como salida de chicas...

- Holaaa... - Chasquea sus dedos sobre mí. - ...no es solamente la lucha, cariño. Es cuerpos musculosos y sudorosos con esos shorts ceñidos a traseros duros, que gritan muérdeme...testosterona de machos flotando en el aire, con esa adrenalina sexy tan alfa. - Prosigue. - Mujeres gimiendo sus nombres y gritando obscenidades a cada hombre caliente que sube a ese ring...

- Joder Mel, no sigas. Me estoy excitando y soy hombre... - Interrumpe Rodrigo, apretando ambas manos sobre su pecho.

Nuestras carcajadas resuenan en el piso, casi vacío ya por el horario de salida que pasó hace diez minutos.

- ¿Entonces? - Me pregunta Rodrigo, comiendo las últimas dos del paquete.

- ¿Dónde, guardas todo lo que comes, Rodo? - Tenía que preguntarlo, necesito su secreto.

Necesitamos, ese secreto.

Se encoje de hombros.

- No lo sé. Necesito alimentarme, soy un niño en crecimiento. - Ríe y esboza una media sonrisa, que lo hace tan bonito y simpático. 

Rodrigo sonriendo a toda potencia, debe ser un arma de destrucción termo nuclear masiva.

Suspiro.

- Ok chicos, ustedes ganan... - Susurro resignada.

Mi amiga da un grito de alegría y me abrazan con Rodrigo.

- Te llamaré antes de pasar por tu departamento. - Dice Mel, colgando su cartera.

Afirmo, haciendo seña con mi mano de que se larguen del lugar.

Ríen.

- ¿Te llevamos? - Pregunta Rodo.

Niego.

- No, estoy bien. - Señalo la pantalla de la computadora. - Unas correcciones, lo mando por mail y termino.

- ¡Adiós cariño, entonces te veo mañana! - Mel me lanza un beso en el aire, el cual se lo devuelvo mientras se toma del brazo de Rodrigo.

Y suspiro otra vez.

Lástima que a Mel le guste Áaron, porque serían una linda pareja con Rodrigo.

Minutos más tarde, la corrección está hecha y enviada.

Con un bostezo me levanto y acomodo mi escritorio, tirando a la basura un envoltorio de una barra de cereal y guardo en el cajón el cuaderno de notas. Cruzo mi cartera sobre mí y me dirijo a la salida, saludando a Lorna y a un par de compañeros que aún quedaron. 

Mi nombre suena cuando el ascensor se abre, miro por sobre mis hombros y es Áaron sonriente que camina en mi dirección. 

Entramos en un cómodo silencio con él, mientras con una mano en el bolsillo de su pantalón y la otra su saco de vestir en mano, aprieta planta baja por ambos.

- Y bien chica ¿Cómo estuvo, tu primera semana de trabajo?

- Totalmente agradable y llena de sorpresas. - Río.

- Pues déjame decirte Van, que tu desempeño laboral ha sido muy satisfactorio. Te has quedado después de hora hoy. - Me lo nota con una sonrisa agradable.

Me ruborizo.

- Gracias. Sí, no quería dejar pendiente el proyecto Trimestral del Balance. Aunque la fecha de entrega es para el lunes al mediodía. Pensé en enviarlo hoy para que lo chequees y si ves algún margen de error, por mail me lo reenvíes.

Áaron balancea sus pies hacia atrás, riendo.

- Van, yo no corrijo los Balance trimestral, semestral, ni anuales. Yo, solo puedo ayudarte en orientarte o dirigirte si lo necesitas, pero de eso se encarga el señor Mon. - ¡Qué! - El visto bueno solo lo da él al final, porque eso va directo una vez que sacias esa información a archivos... - Señala con su índice a arriba. - Piso 26...

Y mi cuerpo se pone rígido al escuchar su nombre.

O sea, que todo este informe que desarrolle por el mail que recibí.

Pidiendo en detalle fechas, vigencia, caducación de cada elemento, diagrama evolutivo de cada uno por mes en lo que va del año o fraccionándolo en trimestre y de ser necesario con los efectos de cada spoiler de venta comparado al anterior.

¿Y con una opinión personal sobre los pro y los contras explayando en 450 caracteres, va a ser evaluado en las próximas horas por el obseso, controlador y puntillosa evaluación de Herónimo?

El destinatario en el correo, decía HRNMetalurgica.

Carajo.

HRNM es el seudónimo, sin vocales de Herónimo.

Arrugo mi nariz.

Inteligente.

<< Periodo de prueba >> su voz con esa frase, pasa por mi mente.

Él me lo advirtió en su momento.

Cabrón.

Sabía que me lo mandaba a mí.

Las puertas del ascensor se abren y siento un escalofrío en todo mi cuerpo que me hace rodear mi cuerpo con mis brazos. 

No sé, si es un fresco por la noche llegando o el repentino miedo, de saber que mi examen fue conspirativo y a prueba.

- ¿Tienes frío, Van? - Me pregunta Áaron con preocupación. - ¿No trajiste abrigo? - Toca con su mano, mi brazo cubierto solo un saco liviano de tela. - Esto no abriga, chica...

- Lo que llevo puesto. - Le sonrío. - Pero no te preocupes, estoy bien.

Me ofrece su saco, pero me niego.

Él solo lleva camisa.

De golpe una voz que es inconfundible para mis oídos y para mi torpe corazón, resuena en la recepción de la planta baja.

Y nos giramos sobre nuestros talones.

Santa.Mierda.

Para encontrar a Herónimo caminando alrededor del gran salón y en el ingreso del Holding, hablando con un grupo de personas mientras señala el techo y rincones específicos en él. 

Jesús, él solo lleva una simple camiseta blanca y unos jeans gastados claros.

¿Podía verse tan caliente, una persona con ropa tan simple?

Sí.

Herónimo Mon, podía. 

Porque, él es como el santo grial del sexo. 

Su pelo al natural lleno de rulos rebeldes, cae por sus lados coronándolo como rey que es en su perfecto rostro, haciéndolo más joven. 

Parece universitario, con ese aire libre de trajes caros y peinado riguroso.

Unos lentes 3D no me hubieran venido mal, para absorber como se debe ese paquete completo de esculpido cuerpo hecho por los mismos dioses.

Dios, es hermoso este hombre.

Y no le hice justicia en mis recuerdos este par de días que no lo vi.

¿Qué edad, tendrá?

Hay bastante gente aún en el salón, pero con pasos apurados por la hora de salida. 

Solo Áaron y yo, estamos inmóviles en nuestro sitio. 

Y ganas de recorrer con mi índice esa espalda marcada y sentir con mi dedo la rigidez de esa piel dorada bajo esa tela, invade mi mente.

Voltea sobre sus talones explicando no sé qué, porque no llega a mi cerebro esa información por tenerlo a unos metros justo frente mío.

Cuando mis ojos, se encuentran con los suyos.

Mejor dicho.

Los de Herónimo se encuentran con los de Áaron, luego en mi persona y vuelven a Áaron.

Y su ceño, se frunce.

Mucho.

Respiro duramente al notar que entre el grupo que escucha sus peticiones y a su lado, hay una mujer con vestido muy a lo Kennedy con maletín en manos, cual lo come con los ojos de arriba abajo descaradamente y con mal disimulo.

La ira me colma y mi estómago se retuerce en señal de celos y saber que no es mío.

Acostúmbrate, Vangelis.

No puedes hacer nada.

Suspiro triste.

Porque él, debe coger cada noche con una mujer diferente. 

Y mis ojos se encuentran con su profunda mirada, que me acorrala con esa oscuridad tan suya.

- Estas pálida, Van... - Apoya con suavidad su palma en mi mejilla.

Y su contacto me despierta de mis pensamientos.

- Fiebre no tienes, gracias a Dios... - Murmura Áaron.

- Si...es solo cansancio... - Corro mi rostro avergonzada por esa caricia.

- Te llevaré a tu casa, Vangelis. - Dice con sincera preocupación. - No puedes viajar en bus.

- No se hace falta, Áaron. - La voz grave de Herónimo, interrumpe.

Levanto mi vista.

Él se encuentra frente nuestro con su mirada glacial y sus manos como puños a los lados.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top