CAPITULO 77
YO
Sé, que quiere venir hasta donde estoy y aunque la distancia es grande, la oscuridad de su mirada me envuelve.
Es dominante, posesiva y únicamente para mí.
Tan territorial que no puedo evitar, envolverme entre mis brazos por el escalofrío que me produce sentirla.
Un capataz de la obra se une a ellos, para consultarle algo y detiene ese impulso poseso por eso.
Su mirada sigue sobre mí, aunque el hombre le pregunta algo de sus hojas que saca de una carpeta que lleva en sus manos.
Pero hace caso omiso a la presencia de la arquitecta como al hombre, sacando su celular y comienza a teclear.
Tres segundos después, suena el mío por un mensaje.
Herónimo:
12:28h - "¿Qué diablos llevas puesto, rayo de sol?"
Me mira inquisidor, cuando deja de escribir en la pantalla y firma con bronca los papeles que le alcanza el capataz de dicha carpeta.
Respondo.
Yo:
12:29hs - "Ropa, señor."
Y su ceja se arquea cuando lee mi respuesta y me entrecierra los ojos con odio, volviendo a su teclado ignorando nuevamente a su arquitecta para felicidad mía.
Herónimo:
12:31h - "Eso no es ropa, es un pedazo de tela color azul de 20cm de largo y que muestra mucha piel."
Que exagerado.
No tiene 20cm.
Ni me molesto en contestarle por escrito, me limito a responderle elevando mis hombros ignorándolo, cuando su secretaria personal y no muy fan de siempre mía, aparece en escena y con agenda en mano.
Carajo, por su ira se está poniendo de un rojo furioso sus mejillas.
Llevo mi mano a mi boca, porque tengo ganas de reír.
Vuelve a su celular.
Herónimo:
12:33h - "Me pediste distancia y lo estoy cumpliendo. Ahora concédeme a mí, y vuelve a tu casa y cámbiate, Santo Dios. Le diré a Pulgarcito que te lleve. O mejor aún, tienes la tarde libre. Dedícalo a tirar a la basura todo lo que llames falda, maldita sea. "
¡Qué!
¿QUÉ?
Fuerzo una sonrisa mientras abro la puerta doble de la cantina para entrar y nos comemos con la mirada.
Como también, con mi boca para gesticular prolijamente y pueda leer en mis labios, un "vete a la mierda."
Estoy a mitad de camino del buffet, cuando otro sms suena.
Herónimo:
12:36hs - "En el baño, AHORA!!"
Que te den Mon pensé, silenciando mi celular.
- Si te sirve de consuelo, se veía miserable. - Dice Mel, mientras toma asiento ya con nuestras bandejas con comida.
De pie separo una cajita de leche, uno de los dos vasos de café que pedí con un gran sándwich de pavo, para ponerlo en la mesa contigua donde se ubicó Pulgarcito.
Me mira raro atendiendo un llamado de teléfono, pero me sonríe agradecido por la colación.
Y yo también le sonrío.
- Dudo eso... - Digo, tomando asiento con Mel y abriendo la ensalada de pollo que me elegí.
Algo liviano.
Mi estómago sigue a la miseria por la resaca, mientras pienso que Herónimo Mon nunca se veía mal.
¿Recién duchado?
Era hermoso.
¿Arriba de un ring o en la bolsa entrenando y con solo sus holgados pantalones de lucha?
Era sublime.
¿Feliz?
Santo Dios, eso era impresionante.
¿Enojado y déspota?
Caliente.
¿Y ese hombre, sudoroso y sucio?
Santa.Mierda.
Porque, porno es poco.
HERÓNIMO
Me fui dejando a Rodo en su departamento para que la cuide, hecho una piltrafa humana y por esa puta reunión agendada a las 7:00h, con una empresa dedicada a la construcción de puentes estatales.
Habían ganado la licitación y querían cerrar negocio conmigo y mi acero.
Yo quería quedarme y desayunar e ir al Holding con rayo.
Pero también, le prometí a regañadientes un poco de distancia.
Necesitaba aclarar sus ideas y la mejor manera comprendí que sería, demostrándole los propios míos disipados.
Porque ella me ama.
¿Pueden creerlo?
Ella malditamente, me ama.
Y aunque ya lo sabía porque todo sus ser y cuerpo me lo gritó, desde esa mañana en la cafetería y luego, cuando subió a mi oficina lo terminé de comprobar.
Era diferente, escucharlo de sus labios y con bronca.
¿Cómo que vale más, no les parece?
Ya que, es más a flor de piel.
Sonrío.
Lo que se negaba a ver por cabrona y oigan lo reconozco que, como el refrán dice "Hazte la fama y échate a dormir" los míos propios, estaban en mí.
Y debía hacer algo con ellos.
Solo una considerable distancia y demostrarle que la amaba.
Paso a paso, pensé hoy temprano y mientras tomaba mi café apoyado en la encimera de su cocina esperando la llegada de Rodrigo y mirando sin poder creer aún, el tamaño de su departamento.
Carajo.
Que pequeño y melocotón era.
Aunque, simpático lo reconozco.
Solo una prudente y pequeña distancia, me repetí para intentar convencerme a mí, mismo.
Y nada más, Mon.
En cuanto a mis celos posesos y mi control, ni siquiera lo intenté.
Ya que, eso probablemente no sucedería y Van, tampoco lo mencionó anoche.
¿Aprovechamiento dicen?
Sip.
Puede ser.
Póngale el título que deseen.
Porque iba la proteger de todo y de todos, aunque me gane un nuevo enojo de su parte.
A la mierda, no me importaba.
¿Una mancha más al tigre que hace, no?
Porque si mi rayo de sol, estuviese con algún otro hombre y solo charlando, vería rojo.
¿Entienden?
No tiene sentido que haga promesas que no iba a cumplir y para eso, estaba Pulgarcito.
Para protegerla.
Llamé a mi agente de recursos humanos anoche tarde, mientras rayo dormía para dar de baja a Grands con una buena suma de dinero bajo su brazo y como regalo por su paternidad, hasta que se reincorpore en un par de meses.
Se lo merecía y Vangelis, me hizo notar eso.
Sonreí más.
Pequeña metida, rompe reglas.
Y acá estoy.
Podía sentir que esta mujer, la arquitecta y a cargo de mi proyecto de renovación del hall principal del Holding, no paraba de hablar frente a los planos que me mostraba.
Paciencia Mon, pensé tocando el puente de mi nariz, cuando sin sutileza al apoyarse sobre la mesa me expuso sus tetas bajo ese escote.
Mujer.
¿En serio?
¿No será mucho?
Oigan, soy hombre.
¿Captan?
No me pasaba inadvertido eso, más cuando siempre fui hombre de tetas y un buen catador de ellas.
Muy bueno.
¿Comprenden?
Pero...
¿No le había dejado en claro ya en nuestra entrevista por este proyecto, donde estaba puesto mi interés?
Hasta que elevo mis ojos de los planos, para encontrarme con los de mi futura esposa, aunque ella no lo sabe aún.
Y mi mente, dejó de funcionar a modo jefe de los jefes.
O sea, negocios, acero y construcción.
Para dar vía libre a mi corazón que pedía su turno ahora y a modo.
Haz lo que Vangelis diga, besos, ella es mi vida y la sexy madre de mis futuros bebés.
¿Qué?
Carajo, Mon.
¿Sigues con eso?
Y sorprendentemente, me doy la razón.
¿Mi cerebro y mi corazón, de acuerdo en algo?
Raro.
Dejé mis ojos vagar por sobre su cuerpo, cuando la vi allí parada con Mel y Pulgarcito, bajo ese pensamiento que me llenaba de júbilo en pensarlo hecho realidad.
Hasta que, se pudrió todo.
Falda.
Su falda de color azul era hermosa como el infierno, pero...
Putamente CORTA.
Mal.
Podía sentir a la arquitecta que no paraba de hablar como su capataz del proyecto, pero no podía apartar mis ojos de Van.
Aflojé mi corbata como si me debiera dinero.
Aire, porque necesito aire.
Y mi angina de pecho por erupcionar, me obliga a abrir los primeros botones de mi camisa.
Carajo.
Mis celos posesivos, no se calman con eso.
¿Ella estuvo, así vestida toda la mañana?
¿Y después, quiere que la deje sola?
¿Mostrando esas condenadas piernas expuestas y MÍAS a todo el mundo?
Recuérdenme tener unas palabras con mi mejor amigo, por permitirle salir así.
Hizo falta de toda la fuerza de mi buena y mala voluntad, pero mucho de esta primera, para no ir hasta ella.
Piensa rápido, Mon.
Tomé mi celular y escribí.
Y esperé.
Cuando su respuesta llega, lo leo y elevo una ceja.
¿No me jodas nena, en serio?
La miré con odioso amor, escribiendo nuevamente.
Y sí, ese sentimiento también existe.
Cortesía de Vangelis.
Y por Dios.
Que alguien calle a la mujer que tengo a mi lado, mientras miro a rayo apretando enviar.
Y espere otra vez su respuesta.
Esperé más.
Y seguí esperando.
¿Pero, que hizo la perra?
Me devolvió como respuesta, un que me importa con sus hombros tratando de ocultar su risita.
No.Me.Jodas.
Jesús, quiero reír a carcajadas.
Pero que, atrevida.
Marcia aparece con mi agenda, recordándome mi próxima reunión en 5 minutos en mi piso.
Y levanto mi mano en señal que calle para volver a mi celular.
Respiro profundo, para que ciertas palabrotas las deje para mis adentros y por la falta de obediencia de mi rayo de sol.
Busco mi zen interior, pensando en la paz mundial y unos lindos cachorritos pandas jugando en un prado y le escribo.
Y cuando eleva su vista de leer mi último sms entrando a la cantina, se detiene para gesticularme con esos malditos labios que amo, perfectamente su respuesta.
En una palabra, me mandó a la re mierda.
Sip.
Eso hizo.
Y carajo.
Eso me excitó y la amé, muchísimo más todavía.
La quería coger de cien maneras diferentes y hasta que sintiera que su puto mundo soy yo solamente.
Reacomodé mi entrepierna con disimulo y sin poder evitar sonreír, mientras sigo a Marcia hasta mi ascensor privado escribiéndole un último mensaje a mi rayo.
Sabía que la muy cabrona, no me lo iba a responder.
Cúlpenme, por ser un hombre ilusionado.
Y una risa se me escapó, ganándome la mirada horrorizada de mi secretaria y como si fuera un exconvicto, que su placer es patear bebés por diversión.
Sí, si chica.
Raro, pero a veces río.
No te asustes.
Elevo por última vez mi teléfono a mi oreja al introducirnos en mi ascensor.
Solo necesitaba hacer una última llamada.
A Pulgarcito.
Y mi media sonrisa de lado se dibuja en mi rostro, cuando atiende y las puertas de este, se cerraron llevándome a mi piso.
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