CAPITULO 73
HERÓNIMO
La apreté más contra mí y con mi otra mano, le limpié su rostro de mechones de pelo castaño esparcidos por causa de movimiento de ira, mirándola con ternura.
Cristo.
Sí, con mucha ternura.
- Estoy jodido, nena. Y tienes razón, soy de mal genio exasperante y mi temperamento es volátil, controlador y obseso. - Le confieso. - Pero te metiste bajo mi piel como nadie. - Suspiro. - Nunca acierto cuando te tengo a mi lado y la cago y sé...que no te merezco... - Acoto sincero. - ...soy un hombre que solo respiro...
Y sus ojos van a mi brazo derecho.
A mi tatuaje escrito en Latín en mi piel.
- No, Herónimo...tú crees eso... - Susurra bajando su mirada al piso y su cabeza se apoya, donde apenas alcanzaba con sus tacones derrotada.
A mi pecho.
Tan pequeñita, tan frágil.
- Nena...
- Yo, necesito tiempo...
- Rayo... - Suplico. - ...enséñame a amar...
Y carajo.
Me quedo sin palabras.
Porque algo se bloqueó en mí.
Y de golpe, también algo del todo, comprendí.
Mis reglas.
Mis estúpidas reglas.
¿Ya que, cómo podía creerme?
Cuando ellas siempre estuvieron por sobre mi boca para cumplirlas, porque eran un puto mandamiento para mí.
Para establecer siempre mi dominio por sobre mi bienestar y mis demonios rigiendo egoístamente como una potestad en post a no sufrir con lo sentimental.
Su mirada se eleva.
Mierda. Mierda y mierda.
Es triste.
Muy triste y a punto de romper ese dique de lágrimas.
Sonrió levemente pese a eso, pero no llegó a sus ojos.
Putos ojos sinceros de mi rayo.
- No puedo enseñarte lo que tienes que aprender por ti mismo Herónimo y por él... - Posa su mano en mi corazón, palmeándolo con ternura.
Sacude su cabeza y se pone en punta de pies, para alcanzar mi barbilla y darme un beso sabor a menta, ron y amor.
- Eres mía. - Gruño, cerrando mis ojos por su contacto.
- Lo sé... - Dice, dándose la vuelta en dirección a nuestra mesa, donde unos atónitos Rodo y Mel observaban sorprendidos nuestra discusión.
Querido Dios.
Niego.
¿Qué, había hecho?
***
Unas horas más tarde.
¿Control de daños?
Una Vangelis y una Mel, ebrias totalmente por muchos brindis con tequila y titulados.
<< El amor apesta. >>
<< Carajo, mañana trabajamos, cómo no es viernes. >>
<< Mi vibrador tiene forma de conejito, es de color rosa y no me hace llorar. >>
Niego otra vez con mi cabeza y acomodando mis lentes.
Porque mierda.
No sé si excitarme, reír o enojarme ya que mi rayo de sol con su dulce vagina, son míos y no lo comparto.
¿Tiene un vibrador con forma de conejito y rosa?
¿En serio?
- Suficiente. - Digo, poniéndome de pie. - A casa, nena... - Le digo.
- No... – Niega, intentado sin éxito ponerse de pie de su silla. - ...quiero bailar y hasta que no pasen el tema Propuesta indecente de Romeo Santo, no me voy... - Me regala una sonrisa borracha y cínica.
- Simpática... - Gruño, tomándola por la cintura, bajo la risa de Rodo.
- ¿Romeo ofrece un millón de dólares a la chica, como en la película de Demi Moore? - Pregunta Mel a Van, haciendo seña al mesero por otra ronda de tequila.
Rodrigo le dice que no por sobre su cabeza al chico.
Suficiente para su chica también.
- N...nop... - Maldita sea, hizo una pausa para hipar.
Y mierda.
¿Por qué, tenía que pensar que mi rayo de sol ebria y con hipo era adorable?
- Es un bastardo creído, engreído y que se lleva a todos por delante con su soberbia...y se cree con el dere...cho de ella, por la pro..puesta indecente... - Me arquea una ceja y yo la miro con odio.
En realidad, no.
Y Rodo comienza a reír a carcajadas.
- Son tan geniales ebrias. - Ríe, limpiando lágrimas de sus ojos. - Pero nenas, es hora de ir a la cama. - Dice, abrazando a Mel y depositando un beso en su sien con cariño.
- No debimos dejar que bebieran tanto... - Digo entredientes y ayudando a Van a ponerse de pie.
Me da un manotazo, enfadada y rechazándome.
- No estoy borracha... - Estaba más que ebria, pero una ebria linda.
Trastabilla por sus altos tacos y se agarra del respaldo de su silla.
- Oh...mierda...es verdad, estoy muy ebria... - Gime.
Y observar sus labios diciendo mierda, fue mi perdición.
- Nena, tengo que llevarte a casa. - Miro a Collins. - Prepara el coche en la entrada. Llama a Marcello y dile que nos espere con una jarra de agua helada y analgésicos en mi habitación.
Este asiente, levantando su teléfono a su oreja y caminando en dirección a la salida.
Grands se acerca a Rodo para ayudarla con Mel.
- Yo no v..oy... - Hipa rayo. - ...a tu casa, Herónimo. Me voy a...la mía...
Ruedo mis ojos.
- Lo que sea, nena...
Me entrecierra los ojos tambaleante y la envuelvo entre mis brazos otra vez sonriendo.
No puedo evitarlo, es muy graciosa.
Me gruñe.
- No me voy contigo...M..me voy con...él. - Su cabeza descansa en mi pecho con todo su peso, mientras levanta con esfuerzo, su brazo al aire y señala a mi lado.
Demás decir, que no hay nadie.
Ahogo una risa.
-¿ Con él? - Acaricio su frente, despejándola de su pelo revuelto.
- Sí. - Se acomoda más en mí.
Suspira.
- Me voy, con el otro Heróni...mo... - Hipa.
Y mi pecho se sacude por la risa.
- ¿Hay, dos Herónimos?
Levanta su cabeza para mirarme con expresión de horror, como si le hubiera dicho que me encanta patear bebés panda por diversión.
- Sí. Tú... - Golpea mi pecho y se estira para tocar el aire, al supuesto otro yo. - Y tu otro, tú... - Pierde el equilibrio por el vacío. - ¿Ves? Y me voy a que...dar - Vuelve a hipar. -...con los dos. - Finaliza, mostrándome dos de sus deditos.
Mi sonrisa de lado nace y con Rodo nos miramos.
- ¿Si? - Pregunto.
- Míos. - Me dice, golpeando su pecho. - ...solo míos...y no le regalaré ni uno a la mega perra Amanda Adams. Por q...que tendré sexo pervertido y desenfrenado...con ambos...porque los dos son solo míos...
- Suertuda...yo solo...tengo uno... - Murmura Mel, dentro de su borrachera y escuchando atenta a su amiga, colgada de Rodrigo.
- Por favor hermano, deja que la suba a Youtube, ella es única. - Ríe. - Tendrá millones de visitas. - Exclama Rodo divertido tecleando con una mano su celular y con la otra, sosteniendo a Mel que intenta chocar los cincos con Vangelis, que suelta una risita por ello.
- Aprietas un botón de tu teléfono y juro que patearé tu culo. - Digo y sonrío para mis adentros.
Lo reconozco, era divertida.
Collins aparece para decir que estaba todo listo y Vangelis se niega.
- ¡Yo voy a mi departamento!
- Rayo estas en mal estado y no puedes pasar sola la noche así, necesitas cuidados...
- ¡No!
Y a la mierda mi paciencia.
- ¡Te vienes conmigo, maldita sea!
Se voltea hacia mí, con la intención de abofetearme y me agacho.
Y presionando contra su muslo, la cargo por sobre mi hombro con su trasero frotando mi mejilla.
Intenta resistirse.
- Shuu...amor. Tranquila... - La reprendo, acariciando la parte posterior de su trasero divertido y como si fuera un lindo perrito, mientras tomo mi abrigo para cubrir el mismo y nos dirigimos a la puerta de salida.
Un trasero era un trasero y más el de mi rayo.
Yo no quería un vistazo masculino de nadie.
Toda la puta noche la vigilé en este club y sin que ella se diera cuenta, Grands sacó dos imbéciles por el cuello y con sutileza, cuando los malditos buitres quisieron tocarla.
Y vi rojo cuando Andrew saltó por sobre la barra para hablar con ella.
Aún estaba cabreado con ella por usar ese pedazo de tela negra por vestido y desobedecerme, pero tenía que ocultarlo o correría sangre en este club.
Culpen a mis cromosomas XY posesivos por ello.
Sacude sus piernas.
- ¡Bájame! - Chilla.
- En el coche, amor. - Murmuro, siguiendo a Rodo con Mel y depositando un beso entre su cadera y muslo que estaba por sobre mi hombro, bajo la risa de la gente que nos cruzábamos en el club.
Su voz, el calor de su cuerpo y el dulce aroma de su perfume floral con su piel, me tenía seducido por completo.
Mi rayo, era una jodida droga para mí.
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