CAPITULO 71
YO
¿Qué genio que la inventó, decide llamarla solamente camiseta?
Eso es muy simple y lo que lleva Hero, no es una simple camiseta.
Es un incitador a que una mujer babee de forma descontrolada, porque es un máquina desintegradora de bragas femeninas.
Sip.
Eso es.
Y acá estoy, sentada contra la barra del club con mi rara mejor amiga a mi lado y mi sexy compañero de trabajo Andrew del otro lado sirviendo copas y con mi cabeza en esa propuesta.
Mirando con disimulo, si mi segundo chupito cubano me lo permite, a mi jefe sentado a una mesa a pocos metros nuestro con Rodo y a la distancia, Collins y Grands.
Jodido infierno por lo caliente que se veía Herónimo con esa simple camiseta negra malditamente ajustada mostrando esos músculos y abdominales tonificados en esa mole de casi 2m.
Negué con mi cabeza, vaciando mi trago de un golpe.
Ya que, no iba a perder el control solo porque, él decidió vestir su sensual cuerpo como un hombre comestible y masticable.
Nop.
No cederé.
Y tengo que dejar de mirarlo o irme de aquí y bien lejos hasta que el impulso de manosearlo, desaparezca a mi No.futuro.marido.De.Propuesta.Extraña.De.Matrimonio.
Porque lo que hizo me dolió.
Mejor dicho, lo que me dijo.
Estaba jugando.
Haciendo de este acuerdo que, nunca terminé de entender y jugar a la fémina acompañante sexual, se estaba desmoronando una de las bases que lo sostenía por mi enamoramiento por Herónimo, para luego él, patear la otra que quedaba con su cinismo al matrimonio.
Eso fue cruel y no lo merezco, porque y aunque, mi única relación con el novio que tuve dio asco y ahora con el señor oscuro.
Yo sigo soñando en algún momento de mi vida con hijos, mi casa de cercas blancas y muchos perros saltando a mi alrededor.
Sabía que este acuerdo no era para mí, y hasta hoy sigo cediendo.
Pero necesito una distancia y por ende, estoy en la barra entre ese ángel con cuernos hermoso, y yo.
Y súmenle su actitud controladora.
Al principio pensé que esa posesividad era caliente, pero estoy pensando a creer que es el último clavo del ataúd.
Cuando en un momento nuestras miradas se chocaron, arrugué mi nariz pateando mi trasero en mi mente por ello y él, solo se limitó a sonreírme satisfecho arqueando una ceja no consciente de ello y elevando su vaso de agua con hielo a modo de brindis por mí y dando un sorbo.
Oh mierda, eso era lindo.
- Oye, tenemos que olvidarnos que ellos están acá. - Me grita Mel por sobre la música, dando también su último trago a su margarita. - ¡Vamos a divertirnos y conocer unos lindos chicos calientes!
La miré sin entusiasmo por la idea y con horror.
- ¡Mel, estás loca! ¿Tú, no estás saliendo con Rodo? ¿Y lo olvidas? ¡Herónimo, está aquí!
Ríe divertida y algo ebria, creo.
- Lo amo... - Se encoje de hombros, siguiendo el ritmo de la canción latina. - ...siempre lo estuve de él Van, de los 17 años y desde esa edad fui testigo de todas sus encamadas como de mujeres semi desnudas, caminando por su departamento viviendo yo ahí en madrugadas, tardes y noches... - Guau. - ...lo que pasó en el piso de archivos fue más que solo sexo, lo sé. Pero necesito asimilar todavía su declaración de que me ama y la oportunidad que nos estamos dando...y además, quiero divertirme esta noche con mi mejor amiga... - Hace un gesto con las manos al aire, rodando sus ojos divertida. – Ok, olvidemos la parte de chicos calientes que estuvo fuera de lugar. Nos limitemos a solo mirarlos ya que, los amigos Mon-tero... - Juega, con los apellidos de ambos. - ...apestan!
Tenía razón, ya no quería pensar en Hero tampoco.
Bloqueando esos ojos raritos de oscuridad y cretinos de lindos en mi cerebro, me levanté acomodando mi vestido de la banqueta de la barra para pedir mi tercer trago.
A la mierda el control de abstinencia de alcohol y exprimir el cuidado de mi niñero.
Grands me llevaría a casa borracha, pero divertida.
Andrew me mira, ignorando a la tupida clientela de su sector, cuando ve ponerme de pie.
Y levanta un índice al aire pidiéndome un minuto, mientras empieza a preparar un par de tragos multicolores en unos vasos de forma ovoides.
- Dos ilusiones de verano, para mis chicas favoritas... - Dice, deslizando esos vasos hacia nosotras con su linda sonrisa. - ...invitación de la casa. - Nos guiña el ojo.
Pruebo mi trago y gimo de placer por el suave contacto de esa fría bebida en mis labios y dulce por los frutos tropicales, con un toque de Ron.
Luces de colores se cruzan entre sí, al ritmo de la música latina y bajo cortinas de humo en lugares estratégicos, haciendo del lugar un combo divertido.
Con mi cuerpo, imposible de no moverme al ritmo de ella.
Bebo más del trago de Andrew, cierro mis ojos y con ese sensual tema, cóctel peligroso.
- Van... - Mi nombre hace abrirlos.
Andrew está frente mío, fuera de la barra y sonriente.
Y dulce Jesús, comiéndome con la mirada.
Mi boca se abre con la pajilla del trago en él.
- Son mis 15 minutos de descanso ¿Quieres bailar?
Oh mierda...
- Yo...Andrew...tienes que saber... - Y una mano, se apodera de mi cintura posesivamente en ese momento.
Elevo mis ojos por sobre mi hombro al sentir que un pecho duro que viene de esa mano y se pega a mi espalda.
Pero la mirada de Andrew tratando de nivelar semejante altura detrás mío, me lo confirma.
Herónimo Mon.
- ¿Señor Mon? ¿Usted, aquí? - Su voz y sus ojos, descienden a su agarre en mi cintura rodeándome con su brazo.
- Andrew... - Solo sale de él, atrayéndome más a su cuerpo.
- Guau. Esto es raro...yo...quiero decir...ustedes... - Balbucea, sin entender y juro que yo también.
- No hay un nosotros... - Logro decir al fin.
Y quiero zafar de su agarre, pero no sede.
- Salí con mi mujer. - Dice con sus ojos fijos en mí, y sin hacer caso a mi negativa.
Besa mi pelo.
- Y unos amigos... - Finaliza.
¿Mi mujer?
¿MI MUJER?
Cabrón.
Intento salir de sus brazos, pero esta vez me envuelve con los dos.
Estoy a punto de estallar mientras un calmo Herónimo de mirada soberbia y como dueño del mundo absoluto, desafía la de un Andrew desconfiado por los segundos más largos de mi vida.
Palidezco.
No me jodan.
¿Esto era un concurso de meadas?
¿De un dulce y tierno Andrew, contra el mismísimo Minotauro mastica y escupe hombres, Herónimo Mon?
- Van...nena... – Pero Andrew, no se quiere dar por vencido.
Y ay, carajo...
La mano de Herónimo se pone rígida en mi cadera, al sentir llamarme así por él.
- ¡Vamos a bailar! - Grita Mel, llamando con señas a Rodrigo y saltando de su banqueta con euforia, tratando de evitar esta pelea de alfas.
Andrew estrecha sus ojos hacia Herónimo cuando se gira al sentir que lo llaman, nuevamente a la barra, pero su mano acaricia fugaz la mía a modo cariño y con la promesa que vuelve.
Oh, mi Dios.
¿Es te hombre no valora su vida?
Rezo de que Herónimo no lo percate.
Y gracias a Dios, estaba gruñéndole a Rodo por intentar empujarlo a la pista de baile.
La música tira como una pared, mientras caminamos por el gran club siendo llevados por Mel y Rodrigo evitando el holocausto.
La pista es grande y está ubicada en el centro, en un desnivel menor a las mesas que lo rodean.
Marc Anthony suena y el público, explota bailándolo y esta, está colmada de gente tanto dentro como fuera de ella.
Bebidas en mano, sudor sexy en cuerpos pegados vestidos de faldas, tops y camisas semi abiertas por la gente, disfrutando el ritmo sensual de la salsa.
Movimientos calientes, giros y pasos cortos con pecho contra pecho.
Manos deslizándose al ritmo en la curva del otro, con caderas y roces que parecen caricias en vez de guiarte, al son de la música se adueñan del lugar.
Herónimo se inclina cerca de mí, y me susurra.
- ¿Bailas conmigo, nena?
Siento su respiración tibia e inhalo la esencia de su loción de afeitado.
Mentolado y fresco, mezcla con su inconfundible perfume de hombre.
Masculino y adictivo.
Y antes de que él retirara sus ojos de los míos, asentí.
Suelta mi cintura para tomarme de la mano y con la otra, agarra el trago que me dio Andrew para dejarlo en una mesa cualquiera de otras parejas y sin importarle una mierda, la mirada incrédulas de ellos mientras se hace camino a la pista conmigo.
No necesita maniobrar entre la multitud, ya que se apartan fácilmente para él.
Lo juro.
Su presencia lo impone.
Porque, Herónimo es un rey.
Uno, vestido de camiseta ajustada y jeans, siendo un festín sensorial y visual promiscuo para cualquier mujer y yo como todo el resto, seriamente necesitaba dejar de ver a este espécimen masculino boquiabierta y como una idiota, mientras me guía al centro de pista de baile.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top