CAPITULO 70


HERÓNIMO

Y mi juramento de no perder más el control y ser un mejor hombre para ella, se fue a la mierda 20 minutos después. 

Trago saliva con fuerza, tratando de controlar mi temperamento.

¿El One Direction?

¿Lindo?

¿Lunes de latinos?

Parejas calientes bailando?

¿Qué mierda, significaba todo eso?

Solo eso, repite mi cerebro. 

El idiota de Rodrigo disfrutaba de esto, mientras me lo explicaba. 

Y había dejado de escucharlo.

Mi mente divagaba mirando posesivo a Van con su bonito rostro maquillado en exceso. 

No me mal interpreten.

Le quedaba hermoso.

Sus largas pestañas con rímel negro y sombras en ellos, resaltaban sus grandes ojos cafés de mi rayo y su boca, parecía el pecado de Adán con ese brillo labial en tono de los rojos.

Pero les explico algo.

El maquillaje es un sexy y bonito accesorio en la mujer. 

Con el puedes hacer un rostro angelical con tonos suaves, hasta una mujer fatal fuminándolos con sombras oscuras y colores pasión. 

Y créanme, yo de eso se bastante y no lo niego, es agradable a la vista masculina. 

¿Pero, hay necesidad?

Para mí, una mujer es condenadamente linda con su rostro natural o con un leve brillo o rubor. 

No muestren inseguridades o diríamos por seguir los consejos de una revista o a su estrella favorita, cubrir bajo un maquillaje una mancha en la piel, lunar, pecas, arrugas o su simple y bonito rostro.

No lo hagan.

Si el todopoderoso la hizo así, es por que jodidamente estaba seguro de ello. 

Tan seguro de esa perfección hecha mujer, que dejó esa marca o sello registrado, para diferenciarse de las otras. 

Y si un maldito hijo de perra les dice lo contrario. 

¿Recuerdan lo que digo, siempre?

Bien.

Esas son mis chicas.

Levanten sus lindos traseros de ahí y huyan. 

Ese bastardo no las merece.

Conté hasta diez para tratar de calmarme, mientras hablaba con Collins por ropa para mí.

No cedería.

No lo hagas, Mon.

Ya que no sabía con que tipo de mierda saldría rayo, cuando confirmé que iríamos con ellas. 

Pero, no daría mi brazo a torcer.

La ignoraría.

Culo sexy o no.

Porque Millers dijo algo que me dejó preocupado hoy, cuando me reuní con él en mi piso. 

La garantía del abogado de Gaspar cuando se reunió con él, de tranquilidad y calma de su parte.

¿Gaspar, tranquilo y calmo?

¿Y que vivamos un felices para siempre, cada uno por su lado?

Jodida broma.

El juzgado según Millers, negó mi apelación a su libertad condicional por buen comportamiento. 

Los casi 18 años que estuvo, fueron impecables. 

Gaspar fue el niño bonito y buen alumno de la clase en prisión. 

Aprovechó esos años y estudió derecho, recibiéndose de abogado con excelentes calificaciones. 

Aceptó y continúa con un tratamiento y seguimiento psicológico con buenos informes de los peritos en esa área. 

Carajo.

Pero lo que llamó mi atención y realmente me preocupa no es eso, es lo que vi en él en el parque con rayo de sol. 

Su estado físico. 

Aunque es casi tan alto como yo y unos años mayor y tuvo siempre un gran cuerpo tonificado. 

Pero física y muscularmente siempre fui más grande y más poderoso por mis años de juventud de entrenamiento y peleas clandestinas secundarias como universitarias en lugares de mala muerte.

El Gaspar que tuve en frente mío el domingo, había ganado mucha masa muscular y más que yo. 

Según investigaciones de Millers en conjunto con Collins, se dedicó a pleno a sus estado físico en el gimnasio de la cárcel en todos esos años aparte del estudio. 

Horas de trabajo intensivo en ello. 

Y cuando nos enfrentamos en el parque, malditamente tenía frente a mí, al hijo de Hulk versión humano y sin lo verde.

¿Por qué, me preocupa eso?

Les respondo.

Por su simple presencia la noche de la pelea y que malditamente se ocultó.

Porque permaneció en un rincón y entre las sombras, observando todo.

Los hombre de Collins lo vieron merodeando el cuadrilátero con detalle, después de que todo terminó para luego hablar con algunos socios.

Los Chacales.

Y de algo estoy seguro, me estudió toda la puta noche. 

Mis movimientos, mi gente, mi rayo de sol.

Y mi pelea.

Muerdo mi labio superior.

Y mierda, porque los engranajes de mi cabeza van a mil

Cuando nombré a Gaspar a Van, sé que recordó a mi padre y su triste final, porque su mirada cambió. 

No era lástima, era de consuelo. 

Ella jodidamente me amaba y esos ojos, nunca me mentían. 

Podía sentirlo en cada centímetro de su cuerpo diciéndomelo. 

Amaba su lenguaje corporal tan puro y se lo dije.

Y mi sonrisa era de júbilo, cuando su cuerpo se puso rígido para disimularlo.

¿Podía licuarse la felicidad en un cuerpo y circular por la sangre?

Mierda, que sí.

Porque lo siento entre mis venas, ahora.

Y aunque nuestra caliente pelea seguía, porque lo negaba y mi sonrisa estúpida estaba en mi rostro por ello.

Gritó que estaba loco.

Que risa.

Sip, nena. 

Loco por ti. 

Tan loco, que le pedí casamiento.

Rebobina, Mon.

¿Casamiento?

JODER.

Y tapé mi rostro con las manos, para bajarlas pesadamente por mi cara.

¿Dije, eso?

Y a la mierda el tiempo prudente. 

Carajo, si ni siquiera habíamos avanzado a la parte de juntos de la mano felices al Pen esta tarde ¿recuerdan?

Y yo la cagué.

Mal.

Fueron los tres minutos más silencioso, los que recorrieron en el comedor y el tiempo quedó congelado. 

Inclusive la locuaz Mel, quedó con su espejito de bolsillo a medio cerrar en el aire y en su mano, de camino a la cartera. 

Y juro que es más terrorífico el silencio de Mel, que enfrentarme en una habitación encerrados y a solas con Billy de Puppet, el muñeco de la película Saw.

Los ojos de mi rayo, me taladraban.

Oigan, no me juzguen. 

Sí, lo sé. 

No fue la propuesta de matrimonio más romántica, ganadora y reconozco, algo autoritaria también. 

¿Soy humano, ok? 

Y no muy bueno en estas cosas de la mierdas del amor.

Los labios de mi nena, tiemblan leve por mi propuesta matrimonial. 

Mierda. Mierda y re mierda. 

¿Qué hice?

- ¡Que te den, Mon! - Me dice.

Arqueo una ceja, dudoso. 

¿Eso, fue un si?

- Me parece bien, pero ve pensando en una fecha, amor. - Respondo con mis manos en los bolsillos y balanceando suave mis pies en el lugar.

No se enojen. 

Lo hago de puro nervios y tengo que disimularlo. 

¿Soy el chico rudo de la novela, recuerdan?

Y la boca de rayo cae sin dejar de mirarme, luego mira a Rodo y a Mel y otra vez a mí, estrechando sus ojos con odio y con su cartera en mano. 

Las ganas me pueden de acercarme a ella y con un dedo cerrar su linda boquita, pero sería suicida de mi parte cuando sé, que está midiendo la distancia donde estoy a ella para arrojarme algo.  

- No me puedo decidir, si ustedes van a estrangularse o van hacerlo, justo aquí... - Murmura al fin Rodrigo, poniéndose de pie para abrir la puerta que tocan. 

Me focalizo en él, porque mirar en los ojos de mi rayo de sol, me confunden. 

¿Por qué, me mira de esa forma asesina? 

¿No se supone que cuando le pides matrimonio a la persona que amas, dice si y luego corre a tus brazos de felicidad?

- ¿A qué, te refieres? - Pregunto.

Sabía a que se refería exactamente. 

Solo esperaba que no fuera tan obvio para ellos. 

Rodo me arqueó una ceja como si no pudiera creer la boludes que pregunté.

- Siguen mirándose entre sí... - Nos señala a los dos. - ...y diciéndose cosas que parecen insultos. Pero créanme, son los insultos más calientes que he visto intercambiar entre dos personas.... - Hace que piensa, analizando la situación. - ...como si el púdrete, fuera en su lugar un cógeme y dame duro. - Dice, levantando ambas manos a sus lados y con sus dedos de cada una, haciendo comillas para resaltar esa última frase, mientras da paso a Collins entrando con un bolso de ropa para mí.

- En serio, tienen que parar de hacer eso en público... - Acota Mel, dándole la razón. - ...creo, que quedaré traumada para toda la vida...

Jesús, quiero reír. 








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