CAPITULO 57
YO
Juli me abraza fuerte de la cintura, cuando nos despedimos de todos.
Me voy, pero prometiendo tanto a ella como a los demás niños y padres, que pronto volveré.
Imposible, no.
Miro por sobre mi hombro por última vez, tragando mis lágrimas mientras Herónimo me encamina hacia la salida.
Cuando el coche se detiene en el estacionamiento vip del subsuelo del Holding, ya son pasado el mediodía.
Hero rodea su auto para ayudarme en abrir la puerta, caminando solo con él lo sabe hacer y abrochando el primer botón de su saco de vestir.
- Nena. - Folla la palabra cuando la abre, en el momento que Grands y Collins estacionan frente suyo.
Se detiene para consultar no sé qué a Grands de un inmueble que compró recientemente no se en dónde y algo, de que si el equipo comenzó con la seguridad.
Él lo pone al día y con asentimiento de cabeza, obedece al jefe y se vuelve al Jeep para regresar a las calles.
Cuando nos encaminamos en dirección a su ascensor particular, para mi desconcierto y el de Collins que nos sigue unos pasos detrás, Herónimo no opta por su ascensor como toda su vida hizo y que va directo a su piso 30, por su apatía al tumulto de gente.
Sin soltar su mano de mi baja cintura, me conduce a las escaleras laterales que llevan directo afuera y precisamente a las escalinatas, que van a la puerta principal de la entrada al Holding. Miro con disimulo a Collins que se contenta con responderme, con un leve encogimiento de hombros tan perplejo y curioso como yo.
Sospechoso.
Reacomoda sus lentes y gruñe, cuando salimos al exterior y ante la luz del sol del cielo despejado que nos baña.
Dios.
Es como una versión más porno, de una nueva temporada de True Blood.
Y él, un sexy hermano perdido del caliente vampiro Eric Nortman.
Empieza a subir las escalinatas al Holding como uno más.
Y me lo quedo mirando.
- ¡Qué! - Me dice de forma asquerosamente hermosa, dos escalones más arriba.
Sabe, que esto es extraño.
- ¿Ingresarás por la entrada principal?
Me arquea una ceja.
- ¿Qué? ¿Te pondrá caliente, si te digo que sí? - Susurra y como si nada continúa subiendo, con una sonrisa perversa en sus labios divertido y sin esperar a que conteste.
Se detiene en el octavo escalón para mirarme desde arriba.
Y yo ruedo mis ojos subiendo hasta donde está él, pero no lo espero.
- ¡Cerdo! - Digo al pasar por su lado, bajo la risita de Collins siguiéndonos.
Saludo a José el hombre de la entrada, que me lo devuelve con una reverencia.
- Dilo. - Se inclina leve caminando detrás mío por el hall principal y con esa sonrisa desafiante como odiosamente sexi que tiene, con una mano en el bolsillo y maletín en otro.
Personal y gente nos mira entre curiosos y raros, que vamos cruzando.
- No. No eres caliente... - Le digo entredientes y sin detenerme en dirección a los ascensores.
Se traga una risa.
Cabrón.
HERÓNIMO
Ni mierda iba a separarme de rayo de sol en el subsuelo.
Si era necesario, iba a ingresar con ella por las puertas del Holding.
Punto.
Lo que sea, con prolongar unos putos minutos más su compañía.
Suspiro.
Jesús.
Estoy hecho un marica, por tener sentimientos con la letra A.
Créanme o no, solo de niño y en compañía de mi padre hasta parte de mi adolescencia, entré al Holding por la entrada principal.
Luego de adulto, mandé a construir el estacionamiento vip en el subsuelo y mi ascensor particular.
Después de recibir noticias por Grands, de que el equipo de seguridad estaba ya a primera hora, en el edificio de Van.
Lo mandé a supervisar personalmente.
Ya que odio malditamente los contratiempos, detesto las imperfecciones y solo Grands, puede lograr lo que demando y que esté listo y perfecto en las poco más de 36h que tengo, antes que rayo vuelva a su departamento melocotón.
Jodida cabrona.
Si se quedara conmigo, no sufriría de esta acidez del tamaño de un elefante que tengo por su protección.
Si tan solo, se dignara a vivir conmi...
¿Pero qué, diablos, Mon?
No vayas por ese lado.
¿Qué pasa contigo?
Y sacudo mi cabeza en mi mente.
Siento la mirada de desconcierto de Van, por la dirección que tomo en vez de mi ascensor.
Sonrío.
Adoro ser impredecible.
Y gruño de mala gana, cuando salimos afuera y un par de activos creen reconocerme.
Sí, si...soy yo maldita sea, ahora fuera.
Y estrechar mis ojos es suficiente, para que bajen sus cabezas y continúen subiendo las escaleras.
Bien.
Respondo a la curiosidad de mi rayo, con una cabreada de las mías de marca registrada.
Dios.
Me encanta.
Y me mira un par de escalones abajo, como si le hubiera sugerido que fuéramos a patear cachorros.
¿No es linda?
Y por eso rueda sus ojos pasando por mi lado, sin esperarme y quiero reír como Collins.
Pero oigan, quiero vivir un poco más cuando la veo caminar tan furiosa.
Creo que es lindo, pero estoy seguro que en este momento, mi rayo no me soporta.
Y me encojo de hombros, sonriente.
Que me importa.
La sigo embobado y como un perrito faldero, frunciendo ese ceño tan bonito cuando me mira de reojo.
Cristo.
¿Cómo algo tan pequeño, puede hacerme perder el control de felicidad? Pienso, mientras la veo dirigirse a los ascensores.
- Dilo. - Le ordeno divertido caminando detrás de ella, sin importarme que mi presencia llame la atención de todos mis activos.
Gira sobre su hombro sin detenerse.
- No. No eres, caliente... - Me contesta.
Pequeña mierda dura.
La amaba más, todavía.
Esperando el ascensor de a poco se va llenando del personal.
Algunos me reconocen y atónitos e imposibles de creer, que yo esté entre ellos.
Otros ni me registran como su gélido señor oscuro, que solo conocen de nombre.
Empleadas murmuran boquiabiertas entre ellas y me señalan entre risitas coquetas, preguntándose si soy o no.
Blanqueo mis ojos.
Sí, nenas, soy yo.
Pero, solo tengo un bonito exterior solamente.
Cuando las puertas del ascensor se abren, ingresamos lentamente y llevo a Vangelis al fondo y por detrás de mis empleados y aunque sigue enfadada conmigo, no se resiste.
Hago señas a Collins que se tome el siguiente.
YO
Me conduce al fondo, pero no protesto.
Era imposible que Herónimo, pasara desapercibido como un cliente o empleado más.
Con su altura y ese traje demasiado sofisticado de corte italiano y de diseñador, como su persona.
Pareciendo esos hombres, que son sacados de alguna revista de moda masculina.
El ascensor inicia su subida, deteniéndose en los primeros pisos para el descenso de gente y carga nuevamente.
Su postura y seriedad abruma.
Este hombre no habla, gruñe con cada saludo que le dan.
Más gente sube con cada piso.
Entre ellos, compañeras de trabajo de otros pisos que lo devoran con sus miradas, antes de dar la espalda al jefe.
Todo él, emana masculinidad con su casi 2m.
Hombros definidos, cuerpo musculoso y rasgos helénicos.
Y Jesús...esos ojos.
La sangre me hierve de los celos, pero Herónimo se limita solo a sonreír y colocarse más al final del ascensor y llevarme con él, con disimulo.
Su capacidad está casi llena, pero nadie se atreve a voltear su cabeza y mirar al jefe de los jefes.
Ya que ninguna de las cuatro filas de personas que se había formado delante nuestro, lo hacía.
Solo su música funcional con Sexi de French Affair, colma al sonar por sobre el leve murmullo del ascensor.
Y suelto una risita por la canción con la barbilla de Hero reposando con disimulo por mi cabeza y con un suspiro resignado al escucharla.
- Pero, que puto que es...me lo hace a apropósito... - Me susurra bajito por Rodo y su fanatismo raro en poner este tipo de música en la empresa.
Pero por el rabillo del ojo, capto su sonrisa y no pude evitar, reír más.
Un par de compañeros de trabajo se giran por ello y hacia nosotros, él aclara su garganta irguiéndose y yo miro para un costado fingiendo, pero riendo por dentro.
Sabe que soy un manojo de nervios por tenerlo cerca y estar expuesta con gente del Holding y a un roce nuestros cuerpos.
Niega divertido con su cabeza, de seguro por algún pensamiento pervertido el muy bastardo, dando un paso hacia atrás y para ser preciso, detrás mío.
Tomo un gran aliento para mirarlo con disimulo por sobre mis hombros.
Y maldición.
Está hermoso.
Medio apoyado con uno de sus hombros en la pared.
Para luego sacar una de sus manos de los bolsillos de su pantalón y con el dedo, dibujar una ruta de caricia en el contorno y largo de mi espalda, hasta mi trasero que hace erizar mi piel.
Jesús.
¿No será capaz?
Y resoplo.
¿A quién, quiero engañar?
Herónimo Mon, es capaz de todo.
Sus ojos se elevan y se encuentran con los míos de lado, mirándolo con furia.
Un NO gigante, gesticulo con mis labios.
Suprime una risita.
Bastardo.
Entreabre sus labios para humedecerlos con la punta de su lengua, cuando vuelve a su dedo explorador que a mi baja cintura donde se detuvo, prosigue dibujando pequeños círculos.
Sus ojos vuelven a mí, son cálidos y traviesos.
¿Cómo podía permanecer enfadada con ese rostro y suave contacto?
Soy una flojita, maldita sea.
No era justo que mi cuerpo me traicionara así y quisiera más.
Hasta que ese dedo indebido, llega a la cintura de mis jeans y pasa por abajo de mi blusa, para acceder al contacto de mi piel.
Y yo cierro mis ojos al sentir su roce y trago mi jadeo, cuando parte de su mano y por abajo de mi pantalón, acaricia mi trasero.
Quiero decirle que se detenga, pero la mitad de mí, es emoción y adrenalina por lo prohibido en un lugar público.
Y la otra mitad, por tener una libido muy prostituta.
Carajo.
Me atrae más a él, mientras corre mi braga hacia abajo para mayor acceso y contacto.
Con disimulo besa mi cuello lamiendo y chupando con ternura por sobre mi pulso.
- ¿No me respondiste, amor? - Me susurra muy bajito y contra mi piel. - Dime ¿Te pone caliente? - Y sus dedos descienden más, buscando...
Y un dulce calor se construye en mi bajo vientre con sus movimientos.
Uno, que moja más y más a sus dedos.
Cuando las puertas del ascensor se abren en el piso 26, sección archivos.
Y con él, las figuras de Mel y Rodrigo aparecen.
Herónimo sale de mí, cuando los ve y se lleva con él, mi ahogo por su abandono.
- Carajo... - Gruñe.
Y aunque su tono fue bajo, se escucha en todo el ascensor dándose vuelta la mayoría por su expresión.
Herónimo con disimilo acomoda la parte de atrás de mi blusa con una caricia, mientras Rodo cambia su expresión de sorpresa a arquear una ceja mirándonos a ambos divertido.
Me atrae más a él, cuando más personas bajan y descienden.
Rodrigo y Mel no dudan en pasar por ellos, para llegar a nosotros pidiendo permiso.
Y ambos amigos se miran mutuamente diciendo muchos con sus miradas ya que, notan que la mano del jefe está sobre mi cadera acariciándola con su pulgar para su sorpresa.
Y juro que para la mía, también.
Y este, solo se sonríe maliciosamente yendo su vista a Rodo y luego a Mel, para luego a Rodo nuevamente.
- ¿Sección archivos? ¿En serio? - Solo murmura Hero, aclarando otra vez su garganta y con su mirada al frente y no a ellos, pero fue suficiente para que Mel ruborice y Rodrigo estreche sus ojos a su amigo y jefe.
- Come mierda... - Tose Rodo por sobre la música, mientras Mel niega con su cabeza.
Y algo mágico sucedió.
Herónimo Mon.
El rey del acero.
El señor oscuro de carácter y fama déspota como glacial para clientes y empleados.
Ríe a carcajadas en público.
Sip.
Lo que leyeron.
Ríe como nunca lo escuché y delante de todo el mundo.
Me quedo ciega, porque es la risa más linda que escuché en toda mi vida y superaba por millones de voltios la de mi departamento esa noche.
Su sonido es alegre, agradable y contagioso a los oídos.
No solamente nosotros, sus simples empleados mortales, nos giramos para verlo reír.
El mismo Rodrigo lo hace y por su semblante está tan sorprendido como nosotros de escuchar esa carcajada tan sincera y natural.
Por lo menos yo no sabía la causa, pero entre ellos me doy cuenta que se entienden.
Nos quedamos los tres mirando después de su risa al alegre Hero volviendo a su postura de ángel del infierno, tan cómodo como si nada hubiera pasado y limitándose solo a acariciar mi barbilla a modo despedida, cuando nos detuvimos en mi piso.
Salí con Mel y solo me giré, cuando estuve fuera en mi piso.
La figura impresionante y alta de Herónimo con Rodo a su lado, sobresalen del final.
Su mirada, está en mí.
Dios con esos ojos embrujados y esa sonrisa de lado que le nace, cuando cruza sus fuertes brazos por sobre su pecho y las puertas del ascensor se cierran.
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