CAPITULO 54
YO
- ¡Chicas, cálmense! - Exclama Gladys, haciendo señas con sus manos para abajo divertida, por nuestras risas a su broma.
Es claro, que es la jefa de enfermería.
- Demostremos al señor Mon y a esta dulce mujercita que lo acompaña, lo bien que sabemos llevar esto.
Cuando los ánimos se calman y cada una de a poco vuelve a sus respectivos lugares y quehaceres, Gladys se vuelve a nosotros con muchas ganas de atendernos personalmente.
- Quiero que Vangelis conozca el pabellón de las Disney princesas y Caballeros del zodiaco, Gladys ¿Crees que es muy temprano? - Dice Hero acercándose a mi lado y reposando su mano en mi baja cintura, cosa que no le pasa desapercibido ese detalle a la anciana mujer.
Sonríe.
- Nunca es temprano y nunca es tarde, hijo. Van a estar encantados de verte... - Dice dulcemente y apretando su brazo, con gesto de cariño.
Me mira.
- ...y ahora, más... - Le guiña un ojo cómplice.
Jódanme.
¿Herónimo se ruboriza?
Ya que un tinte de color refleja su rostro por el dicho de la enfermera.
Y por primera vez, lo veo avergonzado por las palabras de una mujer.
Que risa.
Nos guía a través de un amplio pasillo blanco, donde hay varias puertas vaivén en metal gris en los lados.
Doctores, paramédicos y personal del hospital nos cruzan y todos ellos, saludan con respeto a Herónimo, estrechando su mano o con inclinaciones de cabeza.
Subimos por una escalinata estrecha, que ambas paredes tienen pintada en sus paredes, de super héroes de todos los tiempos.
Y sonrío, cuando veo al Chapulín Colorado.
Mi favorito.
Entre el Increíble Hulk y Iron Man.
https://youtu.be/8wVpfZOhmEU
Al final de esta, un amplio pasillo con sus paredes empapeladas de dibujos hecho por niños de aquí, con motivos de familias, animales, corazones, autos y paisajes lo componen.
Me detengo a mirar y a absorber lo que más pueda de ellos, ya que siempre me gustó dibujar de niña y todos estos son hermosos.
- Este es Herónimo. - Me dice Gladys señalando una hoja A4 pegada en la pared con cinta junto a otros.
Es un dibujo pintado con lápices de colores, unos pasos más adelante de donde estoy.
Y cruzo mis manos en mi pecho acercándome para disimular mi emoción.
La hoja tiene dibujada a un hombre muy alto y de pie sobre un césped verde.
Y tapo mi boca para ahogar mi risa que me amenaza, al ver que es muy pero muy alto.
Con muchos rulos esponjosos su pelo y pintado con lápiz marrón oscuro.
Un brazo apunta el cielo y el otro hacia abajo, empuñando una espada medieval como la de un príncipe.
Lleva puesto un traje de vestir azul y una corbata con una letra "H" dentro y con una gran capa roja, que cuelga de sus hombros detrás.
Todo él, está rodeado de muchos corazones pintados de rosa.
Y un detalle, no menos importante.
Casi la totalidad de su rostro lo cubre una enorme sonrisa dibujada.
Guau.
¿Será que el señor oscuro y de sonrisa oxidada, ríe mucho, aquí?
- Para Juli...Herónimo, es su héroe... - Me dice Gladys a mi lado bajito.
- Y su príncipe... - Acoto, fascinada.
Y lo miro maravillada preguntándome para mis adentros, quien diablos es realmente.
Apoyado del otro lado de la pared con un hombro y las manos en los bolsillos de su pantalón, se encoje de estos como respuesta y restándole importancia.
- Continuemos o se nos hará tarde... - Murmura fríamente, empujando su hombro para erguirse.
Su tono de voz es dura, masculina y acento autoritario.
Muy él.
Muy jefe.
Pero ya, no le temo a su mirada glacial y voz imperiosa.
Lo hace apropósito, porque no quiere que se centre su atención en él.
Gladys y yo nos sonreímos.
Al pasar este pasillo, hay otro.
Uno más grande, donde hay tres puertas de cada lado.
- Son habitaciones para los padres, Vangelis. - Me aclara Gladys. - Para pasar la noche o descansar en el día. Un tratamiento contra el cáncer infantil, es de gran exigencia para el niño enfermo como al padre, por lo muy estresante. Estas habitaciones son para reconocer fortalezas, aceptar ayuda, aprender del otro que pasa por la misma situación y compartir tiempo con las otras familias...
- ¿Estamos en el área de tratamiento oncológico infantil?
- Sí, nena... - Me responde Herónimo a mi lado.
Al final de este, nos detenemos en una gran puerta doble de madera pintada de blanco con un cartel hecho por cartulinas y pintado de temperas de color, que dice:
"Pabellón de las Disney princesas y Los caballeros del Zodiaco."
- Necesitarás esto... - Gladys saca de uno de los bolsillos de su casaca, un labial con brillos de colores y me lo da.
La miro curiosa.
- Ven, entremos... - Me dice Herónimo, tomando mi mano y sonriendo.
Lo sigo, pero con la mirada en la anciana enfermera mientras me voy con el brillo labial de colores en mi mano.
Pero ella, solo asiente y me saluda con una mano sonriente.
El pabellón es enorme, se podría decir dos veces una cancha de tenis.
Su techo es alto, cual cuelgan adornos infantiles y llamadores de ángel de todas las formas y colores.
De sus paredes claras, más dibujos empapelan el lugar, con guirnaldas entrelazadas de diferentes texturas.
Y en cada lado, hileras de camas lo componen formando un pasillo espacioso.
Diferenciando una de otro por los colores.
Camas rosas con acolchados Disney princesas de un lado y azules con motivos de los Caballeros de zodiaco del otro.
La mayoría están ocupadas por niños con alguna enfermera o padres.
Algunos tienen sus cabecitas rapadas, otros con barbijo en sus caritas o simplemente sin nada.
Y se me oprime el corazón al ver todo esto y no puedo evitar, apretar la mano que tiene con la mía a Herónimo.
- Rayo, no permitas que la tristeza te gane ¿confías en mí? - Me dice con suavidad.
Afirmo con mi cabeza y él besa con ternura mi frente.
- Acá no hay diferencia sociales, nena. Solo niños, que es lo que realmente importa. Cada uno está tristemente aquí, por este infortunio...pero compartir un rato de tu tiempo con ellos y sus familias, les da mucha felicidad...y no tienes idea cuánto. Jamás te traería a que los conozcas, si no supiera que te irás llena de amor de todos estos chicos, con ganas de repetirlo y querer darles más, te lo aseguro... - Me dice.
- Entremos... - Digo decidida.
Porque, oh mierda, con sus palabras y su fervor.
Repito, su pasión.
Me esboza una sonrisa de un millón de voltios tipo Rodo, empujando la doble puerta en madera blanca.
- ¡Herónimo! - Y una dulce vocecita de nenita, invade el pabellón al vernos ingresar y viniendo a nuestro encuentro.
Herónimo sonríe y se agacha para recibirla entre sus brazos y la envuelve con ellos suavemente.
Y un pellizco en mi pecho, siento profundo de verlo con esa actitud que desconocía y nueva para mí, de esta faceta del señor oscuro que parece tan natural y simple para él.
Ella es pequeñita de unos 6 años de edad.
Su camisón de las Disney princesas le llega a sus tobillos.
No tiene pelito por la quimio, su piel es tan blanca como la mía y con suaves pecas sobre sus mejillas.
Sus ojos son de un celeste cielo que me recuerdan los de Marcello y su sonrisa de felicidad por verlo, muestra que tiene una ventanita entre sus dientes, porque le falta uno de los frontales y los está cambiando.
Se empiezan acercar más niños y niñas de diferente, pero cercanas edades y todos quieren saludarlo.
Porque también reclaman un pedacito de la atención de Herónimo, pero la niñita no lo entrega fácil acunándose más sobre su pecho.
Río.
Su gigante cuerpo musculoso de casi 2m que da miedo y respeto en el Holding y arriba de un ring, se inclina con precisión y tal ternura, solo para estar a la altura de ellos.
Y yo disfruto desde mi rincón como Hero se reparte con cada uno de ellos, mirando con suma atención los dibujos en papel que hicieron.
Para que les arregle la patita de algún muñeco roto.
Mostrarle el diente que se le cayó con orgullo o que vea la bandita de su brazo porque se lastimó, mientras escucha con suma paciencia como se hizo la herida.
- ¡Cumpliste! - Dice de golpe la niñita soltándose de sus brazos, descubriéndome en mi rincón.
Se acerca a mí, con timidez y con sus pequeños pasitos como mostrando con su bonita sonrisa, la falta de ese dientito.
Me inclino también y le sonrío tímidamente.
- Juli, ella es Vangelis... - Dice Herónimo, alzando entre sus brazos un pequeñito que demanda su cariño.
Ella tiende su pequeña manito a mi rostro y me acaricia con ternura.
Y me contengo para no comérmela a besos.
Se vuelve hacia Hero, feliz.
- ¡Cumpliste! - Vuelve a repetir. - Porque, me trajiste a tu princesa...
Y oh, mi Dios.
Ya que sus ojos color medianoche se intensifican, detrás de sus sexys lentes de armazón.
Aclara su garganta solo como respuesta.
- ¡Y tiene pequitas como yo! - Murmura, tocando el puente de mi nariz con un dedito.
Y otra vez, aclara nuevamente su garganta y su sonrisa de lado nace.
- Muchas. - Dice.
Y le entrecierro los ojos por su tono juguetón.
Pero, que cerdo y pendejo.
Me vuelvo a Juli.
- ¿Somos dos princesas, entonces? - Le digo y su pequeño rostro se ilumina.
- ¿Tú crees, Vangelis? - Me pregunta ilusionada.
Me incorporo con ella en mis brazos.
- Estoy muy segura. - Murmuro. - La princesa Juli...
Y me abraza con sus bracitos de felicidad.
Encuentro los ojos de Herónimo que con el niñito en sus brazos aún, está sonriendo y regalándome para mi gloria, ese canino desgastado y ligeramente inclinado malditamente caliente de su sonrisa completa.
Su mirada está llena de una emoción diferente y es relajada, con una gratitud llena de él.
- ¡Vangelis tiene el labial arco iris! - Grita Juli a los demás al ver en una de mis manos el cosmético, palmoteando feliz.
Y niños, padres y enfermeras, dan otro de júbilo.
Miro a Herónimo interrogante y contagiada por sus alegrías.
Pero él, solo se limita a levantar sus hombros con las palmas de sus manos para arriba, poniendo los ojos en blanco divertido.
Mezcla de niños en pijamas rosas y azules, me llevan y empujan hacia las camas para que tome asiento al lado de Herónimo.
Entrecruzamos miradas y risitas entre los dos, con frases tontas y dejándonos llevar por la algarabía de ellos.
- ¡Muy bien niños! ¿Ocupemos nuestros lugares, para comenzar el juego! - Exclama una de las enfermeras, sacando la tapa al brillo labial.
Y un círculo, conformados por Hero, los niños y yo sentados en camas enfrentadas, participamos.
Padres y enfermeras detrás nuestro, se posicionan para mayor visión del juego y alentando con sonrisas y aplausos.
La enfermera, le da el labial con brillo multicolor al primer niño y este, se lo pasa por sus labios varias veces.
Una vez que termina, se lo pasa a su compañerita de al lado que repite la acción y se lo da al que sigue a y así, sucesivamente.
Hasta el turno de Juli, que una vez que su boca está maquillada, con risita infantil se lo entrega a Hero que está a su lado.
Él la mira a ella y luego al labial con cara rara y arqueando una ceja, provocando que todos los niños festejen divertidos y lo alienten, con pequeños grititos infantiles de felicidad.
Collins desde un rincón apartado con Grands, no pueden evitar reír también por la expresión graciosa del jefe.
Con resignación fingida, toma el labial de Juli y empieza a pasarlos por esos labios increíbles y llenos que posee.
Y todos los padres, niños, enfermeras y yo, reímos a carcajadas por la valentía de maquillarse.
Acomoda sus lentes con ese hermoso tic que posee, cuando me mira.
Y Dios.
Quiero desparramarme de la risa.
Peinado riguroso.
De traje y siendo una máquina del negocio y el control.
¿Pintado sus labios con brillo labial, multicolor?
Levanta entre nosotros dos, el labial con una mano.
Ambos lo miramos y nos miramos a los ojos.
Me arquea una ceja soberbio, divertido y desafiante.
Porque, es mi turno.
Se lo saco de su mano, sonriendo y gesto de desafío aceptado.
Gesticulo y actúo teatral con mis manos que tengo un espejito imaginario de mano y lo abro, para mirarme y acomodar "mi llego tarde" seguido, luego a pasarlo varias veces por mis labios el brillo.
Finalizando con un masajeo de mis labios entre sí, para asentarlo con un suave pop.
Pese a que el pabellón se llena de gritos y aplausos por mi actuación, lo cual yo agradezco poniéndome de pie y con una reverencia tipo princesa, siento un profundo suspiro de Herónimo al lado mío.
Lo miro, pero niega masajeando el puente de su nariz y creo escuchar, un susurro de su parte.
Algo así, como "Dios, con esa puta y hermosa boca..."
Creo.
No lo sé.
Porque en ese momento, la enfermera grita que comience el juego.
Este consiste en que el primer niño de un beso a su amiguito de al lado y este, al que sigue y así sucesivamente, respetando la dirección del círculo y de a uno por vez.
Gana el premio, el participante que más besos marcados con el labial multicolor tiene en todo el rostro.
Comienza una nenita de la edad de Juli que se inclina, para depositar en la mejilla a su compañero de al lado.
Una vez marcado este, le da a otro niño y la ronda sigue.
Todos, reímos divertidos.
Mirarlos y ver sus caritas felices disfrutando de algo tan simple, llena el alma.
No tiene precio.
Dios querido.
Herónimo tenía razón.
Cuando Juli lo besa, este sonríe complacido girándose en mi dirección.
Me toca a mí.
Y mi respiración falla, cuando él acuna mi rostro con sus manos y todo él es vacilación, al recorrer por unos segundos cada centímetro de mi rostro con sus ojos.
Acaricia mis pómulos con sus pulgares y yo los cierro, cuando siento el calor de sus labios se acercan a mí.
Oh, dulce niño, Jesús...
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