CAPITULO 44
YO
- Está oscureciendo y prometí buscarte, nena. - Se da vuelta a mi hermana. - No es prudente que viaje sola de noche...
Pero qué, hijo de...
Sabe que anotó un punto con mi hermana protectora.
Bastardo.
Se acerca a donde estoy con timidez, con sus manos en los bolsillos de sus jeans y su mejor cara de nada.
Karla lo mira encantada.
La muy traidora está deslumbrada con este ejemplar masculino de belleza patea culos.
Y acá, estoy yo.
Sudada y con el pelo a la miseria.
Desalineada con mi vieja remera de Mickey ahora sucia y unos pantalones de gimnasia desteñidos que me prestó mi hermana, arremangados para no pisarlos con mis zapatillas.
Y frente a este hombre que es un mega empresario y absolutamente sensual, que huele a jabón y perfume importado caro, que viene a verme.
¿Podría ser peor?
¿Y la pregunta existencial?
¿Qué, me vio?
- Él tiene razón. - Karla mira por la ventana. - Está oscureciendo y fue suficiente de limpieza por hoy ¿Por qué, no se quedan a comer? - Exclama feliz con su idea. - Hice tu postre de limón favorito cariño y demostraríamos al señor Mon, algo de hospitalidad... - Se justifica bajo mi cara diciendo NO con mi boca y con la mirada tras Hero.
- Me parece una idea fantástica, señorita Coppola. - Dice Herónimo, dándolo por hecho y sin consultarme.
- Soy Karla...solo dime Karla... - Murmura engatusada.
- Karla. - Repite, regalándole su devastadora media sonrisa.
De no creer.
¿A mi hermana le gusta un hombre para mí?
- Necesito darme una ducha... - Murmuro subiendo los pocos escalones que dan a la sala, seguido por ellos y tratando de arreglar mi remera lo más presentable posible.
- Y yo iré a preparar la cena ¿Le gusta el cordero, señor Mon? - Pregunta entusiasmada.
- Mucho. - Responde suave.
Y carajo, con esa palabra orgásmica.
Karla aplaude feliz.
- Haré una vieja receta familiar a base de especias mediterráneas. - Continúa totalmente en su mundo, revolucionada por la expectativa.
Cuando se está dirigiendo a la cocina de espalda a Herónimo, se da vuelta y me gesticula con su boca en silencio "¡Dios, es tan sexy!" tocándose y frotando sus pechos sensualmente por sobre su blusa.
Y yo muerdo mi labio mirando para otro lado, para no reír.
Herónimo no lo nota, por estar mirándome fijo.
Una vez que estamos a solas se acerca a mí, con cuidado y midiendo mi estado de ánimo.
Busca mis ojos.
- Estás tan...
- ¿Sucia? ¿Desprolija? - Termino su oración, alisando con mis manos y como puedo mi pantalón.
- Hermosa... - Me dice.
Ruedo mis ojos, con burla.
Si, como no.
- No te esperaba tan temprano...
- ¿Molesto? - Me pregunta observando la gran sala de la casa, aún con las manos en sus bolsillos.
Se acerca a la ventana corriendo las cortinas, para mirar afuera.
- No. No es eso, Herónimo... - Titubeo. - ...es que no me siento presentable...
Se gira a mi dirección, corriendo nuevamente las cortinas.
- ¿Para mí? - Acomoda sus lentes, curioso.
Levanto ambos brazos al aire.
- ¿Para quién, si no?
Sonríe viniendo hasta donde estoy.
- No me importa lo que tienes puesto rayo, créeme cuando lo digo... - Arquea una ceja divertido.
¿Qué le dará risa?
- Ya te lo dije, eres hermosa... - Me acaricia con el dorso de su mano, mi hombro y brazo.
Y dulce Jesús.
Porque su aroma masculino me impregna con su contacto, haciéndome estremecer por lo mucho que lo quiero.
Baja su mirada al piso pensativo, unos segundos y vuelve a mirarme.
- Yo...la pasé fatal desde que te dejé, hace unas horas...
Inconscientemente, acuno su rostro con mis manos.
- ¿Pasó algo? ¿Estás bien?
Se sonríe.
- Si rayo...ahora lo estoy. Solo tenía que venir a verte. Ni entrenar en el gimnasio como la compañía de Rodo, hicieron pasar rápido los putos minutos.
Y este corazón mío, se hincha de felicidad por lo que escucha.
No te enamores más, le suplico.
Recuerda que solo soy una más de su lista.
Tarde.
Muy tarde, me dice...
Me abraza de golpe, sin importarle donde estamos o que haya estado limpiando y muy sucia por ello.
- Jesús, se me va a ser eterna esta puta cena... - Susurra, hundiendo su rostro en mi pelo y lo inhala profundamente.
- Mierda...hueles a flores. - Me dice.
Suelto una risa.
- Es mi shampoo, amapolas y savia. - Digo.
- Rico. - Y ahí va otra palabra sexi.
Me abraza más a él y sentirlo me estremece, acelerando más mi corazón.
Desliza suave su mano por mi vientre y lentamente por dentro mis pantalones de gimnasia.
- No... - Jadeo.
Si los niños aparecen o Roger.
¡Dios, si Karla lo ve, buscaría su mejor cuchillo de la cocina!
- Shuu... - Me dice tranquilizador mientras me aprisiona más a su cuerpo, sintiendo su duro pene por su erección palpitante, apretando sobre mi vientre.
Sus dedos viajan abajo para acariciar mi vagina con sus dedos.
Pero de golpe, se detiene al notar algo y para mirarme fijo.
- ¡Jesús, rayo! ¿No llevas ropa interior?
Me encojo de hombros, riendo.
Y apoya su frente en la mía, suspirando ahogado.
- Dios...moriré de una angina de pecho... - Gime dolorosamente y con lentitud, introduce unos de sus dedos en mi interior, mientras con su pulgar acaricia mi clítoris.
Y yo ahogo mi jadeo excitada, sobre su pecho para que no me escuche nadie.
- No te vayas a correr cuando te duches rayo de sol, ni te toques o me enojaré...mucho. Esto... - Susurra en mi oído con dulzura, mientras trabaja en mi interior. - ...esto es mío, solo y malditamente mío. - Muerde el lóbulo de mi oreja. - Quiero que tu cuerpo agonice con cada puto segundo que pase y me reclames como tu dueño. Porque esta noche te voy hacer definitivamente, mía en cuerpo y alma... - Jura.
Y yo retuerzo mis piernas de placer por cada palabra que dice, tomando su mano prisionera entre mis piernas.
Y se sonríe sobre mi frente, cuando nota lo que hago.
Después de unos segundos castigadores y negándome mi orgasmo, saca su dedo de mi profundidad muy empapada y sin dejar de abrazarme se lo lleva a su boca, con nuestras miradas fijas en cada uno.
Lo lame para luego, chuparlo entero y sacarlo limpio de todo fluido mío, con un suave pop.
- Sabes jodidamente bien, rayo... - Acaricia mis labios con ese dedo y yo, beso y también lo lamo, sintiendo mi propia salinidad íntima como mi aroma.
- Señor. Sí, que será, eterna esta cena... - Ríe, gimiendo.
HERÓNIMO
Hacía mucho tiempo que no tenía un día libre.
Años en realidad.
Que, si me preguntan, malditamente no lo recuerdo cuando fue.
Si me lo hubieran propuesto semanas atrás, evitaría su pregunta para no hacerlas pasar un mal rato por semejante idiotez.
¿Yo?
¿Un día libre?
No me jodan.
Hubiera reído agriamente en sus caras por atrevidas.
¿Pero hoy?
Les diría que fue el jodido día más feliz que tuve en mucho tiempo y lo comparo como cuando fundé las T8P.
Pasar el día con Vangelis, fue una locura.
Una locura hermosa.
Jamás disfruté tanto y créanme, reí mucho.
Esta mujer es graciosa, como caliente y dulcemente torpe.
Porque sus salidas ingenuas, me divierten y me llenan.
No me importó almorzar mi comida fría para disfrutar la de ella mirándola con la suya chatarra.
Tampoco, que pareciéramos dos tontos compartiendo el helado.
Creo que tenía 14 años, cuando lo comí por última vez y sigue siendo aún y después de tanto tiempo, la menta granizada mi sabor favorito.
Y me importó mucho menos y tres mierdas que Marcus Howards, el viejo buitre de los periodistas y que regentea uno de los periódicos más poderosos e importantes del país, donde tantas veces su cuartel de paparazzis me persiguieran bajo sus órdenes por años, que hayamos putamente coincidido y que me viera con Vangelis.
No.
Aunque odio las fotos y detesto el periodismo amarillista como de corazones.
Ni siquiera lo aprobé con Marian, aunque no pude evitar que salieran algunas a la luz pública de mi vida íntima y matrimonial.
Con Van, es diferente.
Se que habrá una portada de primera plana nuestra mañana, con especulaciones y títulos idiotas sobre el amor.
Y me importa un carajo que suceda.
En realidad es un consuelo.
Un respiro de que Van es mía y que todos lo sabrán y nadie se fijará en ella.
Porque, pobre del infeliz mortal que lo haga.
Bien.
La dejé en la casa de su hermana y ahogando la bronca de decirle, que no lo haga.
Y mordí mi labio para evitar bajar de mi Porsche y seguirla cuando me abrazó y huyó.
Golpee mi frente resignado al volante al verla caminar y que pendejos cachondos, la siguieran con las miradas.
A su trasero.
A ese trasero durito que era mío.
¿Mi consuelo?
Escribirle un sms e imaginar eso que llama short, quemándolo a fuego lento.
Con una sonrisa idiota y de satisfacción encendí el motor de mi deportivo, bajo la exclamación de admiración de los adolescentes y niños por el rugir de mi máquina.
Fui directo al Pen, pero la imagen dejando a Van me perseguía y a mi pene también.
Ya que en solo pensarla me ponía duro.
Saludé a Grands cuando salí del ascensor.
Tiré mis llaves, la gorra que llevaba Vangelis y mi celular sobre la barra de desayuno, vaciando los bolsillos de mi pantalón de otras mierdas.
Era domingo y Marcello no estaba, debe haber salido a la casa de su hermana y Collins, descansando en su habitación.
Fui derecho a mi despacho con mi segundo al mando, para terminar de cerrar mi compra del edificio de Vangelis, luego entré vía Skipe con tres de los delegados de mis T8P.
Ya que en una fecha no muy lejana, tendré que viajar a ellas para uno de mis controles que hago varias veces al año.
Abrí mi laptop leyendo los mails y descargué información tecnológica que me interesara para leer alguna noche.
Hasta que otro mail captó mi atención.
El balance trimestral de Marketing y ventas de las T8P y examen de Vangelis.
Era un resumen exigente donde pedía detalle, puntillismo y una logística profesional en ventas y marketing pasados.
Exigiendo ideas innovadoras y posibles daños colaterales en las jugadas de ventas futuras en cada mes restante, respetando o superando la curvatura de ventas futuras y con una opinión personal después, de no más de 450 caracteres.
Sí, se lo que piensan.
Soy una mierda y un jodido hijo de puta.
Pero, tenía que buscar la excusa perfecta para despedirla.
¿Recuerdan?
Mel podía hacer esto, porque estaba capacitada para ello y era la mejor.
O sea.
Gente que trabaja conmigo desde hace años y conocía las ventas como logísticas como la palma de sus manos.
¿Pero, pedir esto a una recién graduada y trabajando en TINERCA a casi un par de semanas?
Quería despedirla, buscar una puta justificación para que se vaya del Holding y de mi vida.
Y esa era la oportunidad.
No es descabellado pensar que no lo lograría, sería casi imposible para una novata.
Y cierro mis ojos, masajeando el puente de mi nariz frustrado.
Porque que ahora pensando a rayo fuera y lejos de mí, no lo concibo.
Abro su mail y acomodo mis lentes para leer minuciosamente cada palabra, cada punto y cada coma.
Dónde en ciertas dudas mías sobre sus cifras de análisis, verifico con mi base de datos de ventas personal de cada una de mis T8P con los balances antiguos si coinciden.
Froto pensativo mis labios con mis dedos, leyendo su opinión personal final y sus menciones de mejoramiento.
Unos justificándolos y basándose en datos de archivos, señalando su ubicación con número, letra y color de carpeta que corresponde de años.
¿Años?
Me levanto de mi silla en dirección al archivador, abro unos de los cajones buscando las fechas que me da esa información, sacando una de las carpetas naranjas.
La abro mientras tomo asiento nuevamente.
Sip.
Y tiro mi cuerpo hacia atrás con todo mi peso en el respaldo de mi asiento, mirando el techo.
Carajo...
¿Podrá ser?
Y sonrío, feliz y asombrado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top