CAPITULO 43


YO

- ¡Cristo, ya es suficiente! - Ruega Hero, con la última cucharada de helado que le ofrezco de mi gran copa helada.

Aunque se negó de un principio alegando que no le gusta el helado, empezó a aceptar las cucharas que le ofrecía y créanme.

Si le gusta el helado.

Sobre todo el sabor menta granizada.

- Eres un flojo... - Digo riendo y comiendo otra cucharada de dulce de leche.

Y gimo de placer, por su sabor derritiéndose en mi boca.

Glorioso y el mejor.

Herónimo se sonríe, reacomodándose otra vez en su silla y conmigo encima. 

No entiendo a este hombre que gana, con tenerme sobre él en lo que duró la comida. 

Hasta podría jurar que gané un buen par de kilos, con todo lo que comí.

Pide la cuenta una vez terminado y abre la puerta de entrada manteniéndola, para darle paso a una pareja de ancianos que quieren ingresar al mismo tiempo.

El hombre se lo agradece, pero se lo queda mirando.

- Usted me disculpará ¿Pero no es el empresario Herónimo Mon, dueño de las T8P? - Pregunta, observándolo con atención.

- Lamento contradecirlo, pero no. - Hero, sonríe amable. - Debo ser bastante parecido, ya que muchos me han hecho esa pregunta con dicho personaje. - Miente con cortesía, acercándome a él con un brazo.

El viejo hombre se nos queda mirando fijo, pero solo inclina su cabeza cortésmente como respuesta, mientras guía a su anciana esposa a seguir camino.

Herónimo lo imita.

- ¿Eres muy buen mentiroso, lo sabias? - Digo una vez afuera riendo y caminando a su lado en dirección a su coche.

Ríe sacándose la gorra de su cabeza y poniéndola sobre la mía, peinando con sus dedos todo su pelo avellana ondulado y camina conmigo como si nada, pasando su brazo por encima de mis hombros.

Me aprieta a él más, dándome un beso en mi sien y por sobre la gorra que me puso sonriendo.

- Su nombre es Marcus Howards y su esposa Margaret Howards. Es dueño del periódico La Voz, nena y de la editorial tecnológica Copérnico. Y malditamente me reconoció, solo fue amable y ético ante mi negativa respetándolo.

Alzo mi vista a él.

- ¿Y no te molesta? ¿No deja de ser un periodista y puede poner un chisme tuyo, mañana en primera plana?

Levanta mi barbilla con ternura.

- Y lo es rayo de sol, pese a sus años. Tanto, que apostaría mi trasero a que robó una foto nuestra ahora desde su celular de alta tecnología que debe tener. - Piensa. - Pero hoy...nada me molesta. - Baja la visera de mi gorra con un gesto de cariño impidiendo que pueda ver haciendo que ría, mientras me abraza más contra él caminando.

Y yo suspiro.

Porque hoy realmente es un simple hombre común disfrutando su domingo, pese a estar vestido con una costosa camisa de diseñador y pantalones a juego.

Y creo que hasta por un buen rato, logró olvidar quien es.

***

- Bien. - Dice tras unos minutos de ruta y estacionando frente a la casa nueva de Siniestra.

Miro maravillada todo.

Santo Dios.

La casa y la zona es hermosa, con muchas montañas y verde.

Verjas blancas, muchos patios frontales y niños jugando en la calle con bicicletas y patinetas.

- ¡Esto es tan lindo! – Exclamo palmoteando feliz, por ser el sueño hecho realidad de Siniestra.

- Y muy seguro, también. - Acota bajando levemente sus lentes de sol, para observar mejor.

Lo miro.

- ¿Estuviste vigilando a Siniestra? - Ahora él, me mira curioso a mí.

- ¿Quién?

Ruedo mis ojos riendo.

- Así, le digo a mi hermana...

- ¿Y debo temer por ello?

Suelto otra risa.

- Probablemente...

Y muerde su labio, disimulando su sonrisa y pensativo.

- Interesante... - Solo dice y luego suspira. - ...ve, nena...te veo luego...

Le sonrío y él esboza su media sonrisa de lado.

Lo abrazo de golpe y sin esperar su reacción, salgo de su coche corriendo en dirección a la casa de Siniestra, cuando niños en bicicletas y algunos adolescentes, se detienen a admirar el Porsche de Herónimo y me miran curiosos caminar e introducirme, dentro de una de las casas vecinas.

Un mensaje de texto de él, suena bien cierro la puerta y río al leerlo.

Herónimo:

16:46h - "Por favor, la próxima vez podrías caminar más deprisa cuando llevas puesto ¿Eso que llamas shorts? Porque estos adolescentes cachondos, te comieron el culo con sus miradas.

Grrr...<----(es un gruñido, nena)

P.D: Corrección, no habrá próxima vez :D"

Tecleo.

Yo:

16:47h - "¿Si? Hubiera jurado que estaban más cachondos, con el trasero de tu coche que con el mío.

P.D: Espero que sea un gruñido del tipo sexy, señor...;)"

Herónimo:

16:49h - "Joderrr, nena..."

Suelto una carcajada, al leer su respuesta.

Mi hermana y los gemelos dan un grito de alegría, cuando me ven aparecer por la puerta trasera de la cocina, estando el jardín intentando limpiar la piscina.

- ¿Y Roger? – Pregunto, después de muchos abrazos y besos a mis sobrinos.

Karla resopla.

- Fue hasta la ferretería de papá por un no sé qué, que va acá... - Señala la manguera. - ...y que se une a esta cosa. - Me muestra un motor, que ayuda a limpiar el agua de la piscina.

- Ok. -Digo.

Soy inútil como ella para esas cosas.

No entendí nada.

Tomas y Lucas, me jalan al mismo tiempo de mis brazos.

- ¡Ven tía! Queremos mostrarte como quedó nuestras ranas en clase de Biología diseccionadas. - Gritan ambos al mismo tiempo y muy emocionados.

Arrugo mi nariz a Siniestra mirándola curiosa, mientras me dejo llevar por ellos al interior de la casa.

- ¿Esos bichos son de verdad? - Pregunto.

- Con vísceras y todo, cariño... - Me dice Karla, apoyada sobre una escoba en la orilla de la piscina y riendo.

Después de ver esos experimentos cortados y disecados de mis sobrinos, que me mostraron con lujo de detalle y su habitación nueva, con Siniestra no pusimos en plan limpieza al temido garaje.

- ¡Dios! ¡Para qué, guardas tantas porquerías Karla! - Exclamo, levantando y sacudiendo el polvo de una caja llena de botones, retazos de telas multicolor, una tijera vieja y un pote de yogurt vacío.

¿Un pote de yogurt?

Me lo saca de mis manos con un golpe a mis hombros, con un trapo de limpieza fingiendo enojo.

- ¡Que no es porquería! - Lo deposita arriba de unos estantes. - Cuando tengas tus hijos, veras cuanto te sirve este tipo de cosas, en época escolar. - Dice poniendo sus ojos en blanco y sonriendo, con sus manos al aire. - Nunca se sabe, cuando tienes que hacer un conejito pompom o un presidente...

Y ambas reímos.

Después de acomodar algunas cajas, barrer y embolsar cosas, está casi listo para que su coche no duerma más afuera.

- ¡Nos merecemos una rica limonada refrescante! - Gime de cansancio Siniestra, tumbándose conmigo en el viejo sofá color bordo que despide tanta tierra como nosotras.

- Porque no lo preparas y lo traes, así termino con estas viejas revistas de Roger en acomodar en el estante. - Digo mirando las pilas interminables de ejemplares de auto, caza y pesca.

- Eso... - Los señala. - ...si es porquería... – Responde, tirada desde el sofá.

Y volvemos a reír a carcajadas.

Adoro a mi hermana.

Se va dejándome sola.

De afuera se siente a los gemelos jugando en el jardín, a Roger que llega recién diciéndoles algo intangibles para mis oídos desde el fondo y a Karla riñendo a los tres desde adentro.

Meneo mi cabeza divertida, mientras ojeo una de las revistas.

- ¿Van, la quieres con azúcar a tu limonada? - Me grita escaleras arriba y desde la cocina.

- ¡Sí, por favor! - Respondo, dando un último vistazo y poniéndolo en el estante.

- Van... - La voz de mi hermana, nuevamente segundos después.

- Humnm... - Solo respondo, sin darme vuelta y acomodando más revistas.

- Te buscan, cariño...

¿Eh?

¿A mí?

Volteo.

Karla parada en el umbral de la puerta y con su bonito semblante petrificado me mira con sus grandes ojos color zafiro, preguntándome que, diablos no sé qué.

Y se hace a un lado para dejar paso a alguien.

Mi.Dios.Querido.

Y Herónimo aparece como si nada y sonriente.

Está cambiado.

Ahora lleva puesto unos viejos jeans color celestes pre lavados, calzados en cuero marrón tipo borcegos y una camiseta clara.

Dios misericordioso, ni un hombre podía verse tan bien con una sencilla camiseta y jeans claros.

Su pelo, lleno de ondas aún están húmedos por la ducha y caen libres por su frente como costados. 

Sus ojos embrujados de esa oscuridad detrás de esos sexis lentes de armazón, me miran profundamente y me absorben a ese abismo que hay en ellos, de una forma obscena y dulce. 

Amago tanteando nerviosamente para apagar estrepitosamente, la vieja radio que suena como puñalada, los viejos acordes de Hungry Eyes sobre una silla descolorida.

Putas letras de la canción.

- Hola. - Me dice sin moverse del lugar, apoyado con un hombro en la pared.

- Hola... - No puedo salir de mi asombro y disimularlo ante su presencia.

Lo miro a él, miro a Karla y luego a él, nuevamente.

Pausa.

- No nos presentamos bien...soy Karla. - Saluda Siniestra, levantando su mano hacia él. - La hermana mayor de Vangelis. - Subraya esto último sobreprotectoramente, estrechando su mano con fuerza y como empresaria como él, que es.

- Herónimo... - Dice, dando su mano correctamente y mi hermana le sonríe. - Herónimo Mon. - Finaliza.

Al sentir su apellido, su boca cae y sin disimulo lo mira de arriba abajo y detenidamente.

- Guau...ahora que te veo bien, si lo eres... - Murmura. - ...eres mucho mejor, visto de cerca. La mayoría de las celebridades no lo son y créeme, vi muchos por mi negocio. Pero guau...sin duda, tu das con la talla...

Hero sonríe al escuchar a mi hermana y yo ruedo mis ojos como respuesta.

Karla no se conforma y camina por sus lados y lo revisa por detrás descaradamente observando su trasero.

- Sip. Definitivamente das con la talla. En las pocas revistas en que te he visto, no te hacen justicia...

Bien.

Eso era suficiente, tenía que intervenir o había una buena posibilidad de que Siniestra, comenzara a manosearlo.

Le pego suavemente para que recobre la compostura.

- Auch... - Se queja, tocándose el brazo.

- Compórtate Siniestra, eres la mayor ¿recuerdas? Casada y con hijos... - Murmuro, mientras miro interrogante a Herónimo.

- Vine por ti. - Dice respondiendo a mi mirada con toda tranquilidad y como si su presencia aquí, fuera algo de lo más natural.

¿Eh?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top