CAPITULO 40


YO

- ¿Entonces, vendrás? - Me pregunta emocionada Siniestra, del otro lado del teléfono.

- Sip. - Respondo tratando de ponerme mis jeans cortados como shorts y haciendo equilibrio al mismo tiempo con mi celular hablando por sobre mi hombro.

Abro mi armario, buscando que ponerme arriba.

Karla se mudó hace unos días a su nueva casa y a nuestro pueblo.

A unos 34km de la gran ciudad.

Y me ofrecí en ayudarla con parte de la mudanza, que le quedó todavía en cajas y embalajes.

Palmotea feliz.

- ¡Genial! Odio ordenar sola, sobre todo lo que quedó en el garaje... - Resopla. - ...y sinceramente cariño, necesito espacio para meter mi coche en él.

Río eligiendo mi vieja remera de Mickey Mouse, tomando otra muda de ropa para guardar en mi mochila, para después del aseo y poder cambiarme con algo limpio en su casa.

Un mensaje de texto entrante, suena en mi celular.

Chequeo.

Mi Dios, es Herónimo.

- Oye, me entró un sms, te veo luego, Siniestra...

- ¿Y eso?

Carajo.

- ¿Qué? - Digo con mi mejor voz de desentendida.

- Ay, no te hagas, Vangelis ¿Desde cuándo, un mensaje es más importante que hablar con tu hermana querida? - Queda en silencio unos segundos y yo aprieto mis ojos cuando los cierro, porque sé lo que se viene.

- ¡Nooo! - Sip. Su grito. - ¡Nooo! - Vuelve a repetir con sorpresa.

- ¿¡Qué!?

- Un momento...solo me hacías esto cuando participabas por sorteos en la radio por entradas a bandas de rock y no querías ocupada la línea...o cuando alguien te gustaba ¿Es un hombre verdad? ¿Dime, quién es? ¿Lo conozco? ¿Es guapo? Dame su nombre y apellido, así lo googleo ¿Es bueno contigo, nena? - Dice esto último, amenazante.

- Sí. No. No. Sí y no. - Cuando empieza con su verborragia inquisidora, esta es la mejor manera de responderle.

- Espera, necesito anotarlo ¿Dijiste si, si, no y si? ¿O si, no, no y si? - Escucho que abre y cierra cajones buscando. - ¡Joder, con esta casa! ¡Nunca se encuentran bolígrafos! ¡Los gemelos se las comen!

Río divertida.

- Karla te lo contaré después ¿si? Necesito terminar de alistarme...en un rato nos vemos, cariño...

Bufa.

- Ok, nena...haré tu postre favorito para la cena... - Me dice con ternura.

Amo a mi hermana.

Cuelgo mirando los sms y me encuentro ya, con tres del jefe.

Herónimo:

13:48h - "Mi reunión con la gente de Alemania finalizó y como resulta que ahora soy un hombre simple, acepté una foto para una portada del periódico de ese país ¿Di un gran paso? :)"

¿El señor oscuro de las T8P me puso una carita feliz?

Suelto una risita.

Leo los siguientes.

13:52h - " ¿Te hace estar menos cabreada? A que sí. ;)"

13:59h - " ¿Nena estás bien? ¿DÓNDE, estás?"

Mierda.

Escribo rápidamente.

Comienzo a conocerlo y mi silencio, lo preocupará.

Yo:

14:02h - "Estoy perfecta, estaba al teléfono con mi hermana. Me agrada leer que empiece a darse cuenta de ello, señor Mon.

P.D: Me gusta la carita feliz :)

Aprieto enviar buscando mis zapatillas debajo de la cama, cuando suena la entrada de otro.

Lo sabía.

Herónimo:

14:05h - "No tengo nada de niño explorador, pero ya me gané el día con esta buena acción ;) Mis caritas felices continuaran, si desistes con el tema de ir a visitar a tu hermana y ME OBEDECES."

Arrugo mi nariz, no pierdo tiempo en contestarle.

Que se joda por cabrón, dije que voy.

Y mi celular empieza a sonar desde el bolsillo trasero de mis jeans.

Carajo, con este hombre.

- ¡Qué! – Chillo, cuando atiendo.

Ni me fijo quien es, porque sé que es él.

- Abre, la maldita puerta... - Me dice del otro lado del teléfono con voz de pocos amigos.

¿Él, está aquí?

¿En mi edificio?

Pongo una mano en mi cadera.

- Pues resulta que no estoy, ya me fui...

- Vangelis no seas infantil, escucho tu voz desde el interior de tu departamento. - Responde tranquilo.

Y asomo mi cabeza desde mi habitación, mirando la puerta de entrada.

¿Cómo hizo para ingresar?

¿Y cómo supo, que sigo aquí?

Mi rabia aumenta.

Grands...

Y camino furiosa hacia la puerta.

- ¿Como diabl... - Le abro y su presencia, me interrumpe.

Dejo la puerta abierta y pasa como si nada.

Lo sigo con los ojos y cruzadas de brazos hasta el centro de mi comedor, donde se quedó mirándome serio.

Muy serio.

- ¿Por qué, haces esto? - Pregunto.

Niega con la cabeza y suspira largamente, frotándose su rostro con las manos como si con eso, su enojo se fuera.

- No tengo la más puta idea... - Dice como si nada y como si la cosa, no fuera conmigo.

Inclino mi cabeza.

- ¿Y cómo puedo ayudarte con tu "no tengo la más puta idea?" - Arrugo mi nariz molesta y se sonríe al verlo.

Se quita el saco de vestir y afloja más su corbata gris sin dejar de mirarme, mientras pone ambas cosas en el respaldo de la silla.

Ok Mon, ponte cómodo.

Dobla las mangas de su camisa blanca hasta la altura de sus codos mientras camina hacia la ventana a mirar, dejando ver esos condenados tatoos hermosos de sus fuertes brazos.

Y muerdo mi labio interno para que mi gemido no salga y recordarme, que no debo mirarlo fijamente.

¿Estaba enojada, recuerdan?

Camina a la cocina y abre mi refrigerador como dueño de la casa para mirar en su interior con cierta depresión, mientras distraídamente se rasca su vientre tonificado.

- Que decepción...no hay nada rico... - Murmura, haciendo un morrito sin saberlo.

Intento no reír.

¿Cómo puede ser tan odioso y tierno al mismo tiempo?

Golpea sus manos, entre sí.

- Bien, este es el plan, rayo. Yo te llevaré a casa de tu hermana Karla y después en la noche te buscaré ¿Se entiende? Pero antes, pararemos en la ruta para almorzar algo... - Dice de lo más tranquilo, cerrando el refri.

Y abro mi boca sorprendida.

Pura mierda.

- ¿Estuviste investigándome? ¿Y a mi familia? ¿Ruta? ¿Cómo sabes que mi hermana se llama Karla y que no vive en la cuidad?

- Yo, lo sé todo, rayo. - Se da vuelta hacia mí, con esa mirada de Me.Importa.Una.Mierda de señor Todopoderoso, que me crispa los nervios.

HERÓNIMO

Estaba nervioso, pero no podía demostrárselo.

Tenía que seguir con mi postura no negociable y con mi mejor cara soberbia y de mierda que tengo, si quería conseguir que me obedeciera.

Agradecí mentalmente que la barra de desayuno estuviera en el medio de nosotros, porque Van me miraba como si tuviera ganas de asesinarme, bajo un método muy, pero muy lento y también doloroso.

¿No es linda?

Trago mi risa como las malditas ganas de tomarla entre mis brazos y de cogerla sobre la mesada de la cocina.

No es el momento amigo, consuelo a mi pene mentalmente que se agitó entre mis pantalones.

- ¡No tienes derecho a investigarme como un maldito psicópata! - Me grita lanzándome con sus bonitos ojos cafés, puñales y hasta bombas termonucleares con la mirada.

Me da igual.

- Necesito saber para poder cuidarte, nena... - Digo calmo.

- ¡No! - Me responde furiosa.

- ¡Claro, que sí! - Le respondo de la misma manera.

Y a la mierda mi calma.

- ¡Afuera si hay verdaderos psicópatas, Vangelis! - Le señalo la ventana. - Gente depravada y personas realmente con malas intenciones y mucha maldad que les corre por sus venas... - Mi voz por un segundo se quiebra, en solo pensar en Gaspar y si algo le hace a ella...

Dios, no...

- Pues creo que en estos 23 años me he cuidado bastante bien sola, Herónimo. Te lo agradezco ¡Pero, no gracias! - Me exclama entredientes.

- No te estoy consultando, rayo de sol. – Vuelvo a mi tranquilidad.

Si no le gusta, que se joda.

Va a hacer lo que yo digo.

Punto.

- ¡Tal vez deberías ponerme esas especies de tobilleras de seguridad con GPS, para tenerme vigilada todo el tiempo! - Dice con sarcasmo, se entiende.

Y yo acomodo mis lentes con seriedad y la miro fijo como cavilando su propuesta "chiste," con verdadera seriedad.

- ¡Era broma, Herónimo! - Me gruñe, levantando ambas manos al aire exasperada y pateando el suelo con un pie.

Me sonrío.

Casi como que no lo siento, hacerla enojar.

Porque es jodidamente tan caliente, cuando lo está.

Recoge su largo pelo con ese raro peinado suyo, dirigiéndose a su habitación.

Busca algo arriba de una de las repisas en la pared que tiene con una mano y lo encuentra.

Es mi pluma.

Pestañeo.

¿MI PLUMA?

¿Rayo tiene mi pluma favorita importada, que mandé hacer exclusivamente de 5.000 dólares?

¿Y la utiliza para agarrar su pelo?

- ¿Usas mi pluma como sujetador de pelo? - Como que, no lo creo.

Y se detiene mirando a un costado con ingenuidad y luego a mí.

- ¡Oh Dios! ¿Dime por favor, que no es tan valiosa? - Gime, recapacitando y con sus manos en la boca. - Cuando desperté en tu habitación, no encontré el lápiz que la sostenía...

¿El lápiz?

Por supuesto, que no lo iba a encontrar.

Cuando lo vi sobre la cama lo atesoré para mí, como sus braguitas que le arranqué en el baño de mujeres del Círculo de la pelea.

Son míos.

- La vi en tu saco y la tomé prestado, para recogerlo con "mi llego tarde."

- ¿Tú...qué? - ¿Qué diablos, dijo?

Y se señala su peinado con mi pluma atravesada.

- "Mi llego tarde," así le digo al peinado que siempre me hago, porque rara vez tengo tiempo de peinármelo como se debe...

Carajo.

Y pongo mi mano en mis labios en actitud pensativa de pie y frente a ella para no reír.

¿Llego tarde?

¿Así le dice a ese raro y jodido peinado, que se hace y tanto me gusta?

Esto es genial y me gusta, malditamente más ahora.

Y nos quedamos mirando el uno con el otro.

No tenía idea de qué, demonios acababa de suceder, pero ambos nos sonreímos mutuamente.

Como si esto que acaba de ocurrir, es un bálsamo de paz y tregua entre ambos.

Verla parada con esa remera de Mickey Mouse, short, zapatillas y con ese condenado pelo hacia arriba con mi pluma sosteniéndolo.

Solo una parte de mí, le gustó.

La otra parte de mi mitad, la amó.

Y otra vez, esa sensación en mi pecho invadiéndome.

La del lado de mi corazón con esa puta ventana, que se abre más y de par en par.

Estoy, putamente perdido...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top