CAPITULO 31


HERÓNIMO

- ¿No te quedaras? - Le pregunto a Gladys desde la camilla que estoy sentado, mientras dejo que el Polaco termine de vendar mis manos y verifique que estén bien ajustadas.

Abro y cierro mis puños, chequeándolas.

Bien.

El ensordecedor griterío y los aplausos llega hasta mi vestidor, dónde la gente alienta cada puñetazo y golpe de la primera pelea que comenzó hace unos minutos.

Gladys guarda todo su set de fisioterapia, en su bolso de hospital.

- Hero, te amo como a un hijo... - Dice sacando su viejo saco del respaldo de una silla, para ponerlo por sobre sus hombros y bajo la chaqueta de hospital que lleva puesta. - ...y como madre, no toleraría ver cómo te llenan la cara de puñetazos... - Sube sus lentes colgados de una cadenita hacia su cabeza para acomodarlos, sobre el tirante recogido de su pelo ya entrecano.

Y río con el Polaco por su ocurrencia sincera, meneando la cabeza.

- ¿No confías en mí, Gladys?

Adoro a esta viejita que no pasa el 1,50m de altura.

Está en mi vida desde que tengo 22 años.

Ella me conoce tan bien como Marcello o Collins.

Se acerca hasta donde estoy con esos pasos cortos y propios de la edad avanzada.

Y carajo.

Porque millones de veces quise jubilarla y darle el retiro que se merece como todo viejo de tercera edad debería tener, pero la muy terca pone el grito en el cielo cada vez que se lo menciono.

Ella, moriría sin el Hospital.

Sin su Hospital.

Y sinceramente, es la única persona que confío para que lo maneje.

Por los niños.

Por Juli...

Levanta su pequeña mano ya arrugada, para darme unas palmaditas en mi mejilla con cariño.

- Hijo, confío en ti... - Pero, señala con su dedo a la puerta. - ...pero no, en esos hombres tamaños roperos, llenos de testosterona y anabólicos que están allá afuera esperándote...tu cuerpo es natural, sano y fuerte y la mayoría de ellos, no. Son unos Aberdieen Angus de competición, inflados por inyecciones y eso es trampa, es como dar puñetazos a una pared de concreto... - Concluye.

Otro fuerte aplauso y griterío del público, anuncia el triunfo de uno de los luchadores, seguido por la presentación de la próxima pelea.

La tos discreta de Collins desde la puerta, nos interrumpe.

- Señor Mon, ya Grands está listo para llevar a la señora Gladys de regreso al hospital...

- Baja la cabeza, mi pequeño gigante. - Me ordena y yo cumplo, para que me deposite su beso maternal en mi frente, antes de irse y como lo hace en cada pelea. - Dios está contigo, hijo...

Y yo, sonrío triste para mis adentros.

Dios dejó de acompañarme hace tiempo quiero decirle, pero como siempre guardo silencio.

Dejando que se vaya en paz con Grands.

Me pongo de pie una vez solos, verificando sus vendas en ellos y si están correctamente puestos, elevando de a uno en el aire bien alto y en postura marcial como dando pequeñas patadas en el aire, desde mi lugar.

Bien.

Relajo mis hombros haciendo rotar mis hombros de atrás hacia adelante y viceversa, con respiraciones y exhalaciones largas, mientras giro mi cabeza sobre su eje para aflojar la tensión muscular.

- ¿Y Vangelis? - Le pregunto a Collins dando pequeños saltitos para entrar en calor, manteniendo mi respiración regular y elongando los brazos.

- Con el señor Montero y la señorita Greidy, en sus palcos correspondientes señor...

Otra vez, bien.

- Señor, debe saber esto... - Sin embargo, sigue.

Y levanto mi vista a él, de mis flexiones.

Porque su tono me intranquiliza.

- ¿Qué sucede, Collins? - Gruño, sacándome el short de deporte que tengo puesto.

Camino desnudo hasta el perchero, dónde cuelgan mis pantalones largos que utilizo para luchar.

Porque, yo no utilizo cortos como los demás.

Uso unos largos y en color negro con franjas blancas en los lados.

Reajusto el cordón de la cintura para meterlos dentro, mientras miro a Collins por la repuesta y con cara de poca paciencia.

- Dos cosas, señor. - Murmura. - La primera, es que la señorita Amanda se encuentra aquí, en los palcos frente a los suyos y mirando con cierto recelo su antiguo lugar, ahora ocupado por la señorita Vangelis...

Carajo.

Había olvidado su llamada en el ascensor y que vendría.

Ahora toda mi paz, se fue a la reverenda mierda.

Carajo.Carajo.Carajo.

La muy zorra captó que Van, es mi nueva acompañante temporal y conociéndola, hará lo imposible para que pase un mal rato.

Lo hecho con todas mis féminas, después de ella.

¿La diferencia?

Que antes no me importaba sus inoportunos desplantes y lo que acarreaba.

Eran mis reglas.

No preguntar por mi pasado.

¿Se entiende?

Si a mi fémina no le gustaba.

La que sigue.

Punto.

Pero con Vangelis es diferente.

Aún las dudas de todo este arreglo, la invaden pese a que me dijo que sí.

Ella es como un fruto inmaduro y necesita, más entrenamiento e información.

Quería trabajarlo de a poco.

Yo todavía, no empecé con ella.

Y aunque sé que putamente disfrutará de ello, un paso en falso y saldrá despavorida.

Mi corazón aprieta por ello y en solo pensarlo.

Reposo mi mano abierta sobre mi pecho y lo palmeo como si eso me calmara.

Porque, en solo pensar a Vangelis alejándose de mí y sin estar a mi lado, mis vísceras se contraen de dolor.

Ella es mía.

MÍA.

Y ese paso en falso se llama Amanda Adams.

Mierda con esta mujer, que no se da por vencida conmigo.

Rebuzno.

Porque el único culpable soy yo, en todo esto y por no darle un no definitivo.

Putas mamadas excepcionales que hace.

- Collins mantenla vigilada y alejada de Vangelis, hasta que termine con toda esta mierda ¿Entendido? Yo me encargaré de Amanda, personalmente después... - Abro una botella pequeña de agua y la bajo en tres tragos.

Me reacomodo los lentes.

- ¿Qué, es lo otro?

Se reposiciona sobre su lugar y me mira fijo con sus ojos color plata.

- Señor Mon, he visto al señor Mendoza entre los palcos vip...

- ¿Gaspar?

Pregunta estúpida, lo sé.

No hay otro.

Asiente.

Ya comenzó con su acecho.

Lo prometió delante de todos hace casi 17 años, sin importar que estuviera presente Marleane o la misma jueza. 

No temió que, por ese desacato se lo amenazara con años más a su condena, para que mantenga el orden y se retractara de sus amenazas hacia mí. 

Su venganza, comenzaba a partir de hoy.

De esta noche.

- Mis hombres tienen un seguimiento 24/7 sobre su persona y lo que lo rodea. Tendrá un informe de él, sobre su escritorio en la mañana señor. - Quiere calmarme Collins.

Pero, no respondo.

Estoy sumergido en mis pensamientos.

Era de suponer que iba a estar aquí esta noche estando en libertad, ya que con él empecé las peleas clandestinas de mi adolescencia en la preparatoria.

¿Tendríamos, qué?

¿Yo 15 años y Gaspar 17?

Él me acompañaba en todas y era el que se encargaba de avisarme con una hora de anticipación, donde se hacía y de circular por medio de mensaje de textos la movida, avisando a las fraternidades y amigos.

Fue mi mejor amigo desde que tuve 5 años.

Cristo.

Vangelis, Marleane, Rodo y el hospital ¿Con él, libre?

No.

Y no.

Debo anticiparme.

- Collins, necesito que redobles la seguridad del hospital y la quinta de Marleane... - Señalo la puerta del vestuario. - ...avisa a Rodo y mantenlo al tanto y que Grands no se separe de Vangelis a partir de ahora, tiene que ser su sombra...

Me siento en una silla apoyando mi brazo en su respaldo, dando golpecitos nerviosos a mis labios con mis dedos.

Pensando y analizando, las próximas jugadas contra Gaspar.

- ¿Cuánto falta, para mi lucha Polaco? - Pregunto sin dejar de mirar pensativo, la puerta de salida de mi vestidor.

- Está terminando la tercera HRNM, segundo rounds... - Dice. - ...creo que irán a puntos, los dos son edificios difíciles de caer y están haciendo elevar las apuestas altamente...

Froto mi barbilla con mi mano.

- Acabaré con esto, ya. - Me pongo de pie, estirando mis pantalones para abajo.

Entrego mis lentes a Collins, seguido de atar con una banda de pelo, mis putos rulos hacia atrás.

Y me encamino a la puerta.

- Collins bajaré de dos puñetazos a mi rival. Seré rápido. Quiero que tengas todo bajo control para cuando termine y nos larguemos de acá con Vangelis y los chicos. No quiero darle a Gaspar tiempo, para que haga ningún movimiento ¿Se entiende? - Lo miro sobre un hombro.

- Sí, señor.

Bien.

Si no fuera, porque está próxima mi entrada al cuadrilátero y que las apuestan, han superado más del millón de dólares, cancelaría todo.

Pero el peligro sería el doble.

Y no se trata por el dinero, ya que yo lo cubriría.

Es moneda para mí.

Se trata del poder, que genera todo esto.

Lo que yo ocasiono limpiando cada puto rival, que me pone mi competencia o adversarios del sector mercantil.

El querer verme pisoteado y derrotado sobre el ring, ganándome.

Alguna vez.

Sonrío.

Nunca va a pasar colegas.

Niego, con mi cabeza.

Reacciona, Mon.

No es momento de regodearse con ello.

Ya que y conociendo a Gaspar, debe estar enterado de rayo de sol y de mis palcos.

Inteligencia, es lo que le sobra al maldito.

Y mierda.

Aunque su venganza está puesta en mí, no en mi persona.

Juró lastimarme, con lo que más me dolería y eso sería.

Mi madre, Rodo, el hospital o mi rayo ahora.

Cierro mis ojos, con fuerza.

Ya que, con mi padre lo hizo.

Y mis demonios empiezan a despertar y a cobrar sus putas vidas en mi interior.

Siento como recorren mi sistema nervioso, espesando mi sangre.

Abro mis ojos.

Porque.

Ya la oscuridad de ellos, comienza a llenarme...










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