CAPITULO 133
HERÓNIMO
Una vez en su habitación, la dejo en el piso y con lentitud por sus lesiones, la despojo de ese enorme abrigo y sus prendas de ropa, mientras ella lo hace con mi abrigo puesto y mis lentes.
Siempre besándonos y siempre en nuestro abrazo.
La recuesto sobre la cama con cuidado y solo con su ropa interior, tirando de un manotazo todos sus almohadones.
En especial el horrible, el color rosa chicle y de peluche.
Y ríe, por eso.
Nuestras bocas se buscan y se vuelven a encontrar, mientras desabrocho su sujetador terminando en el suelo con lo demás.
Maldita sea, si su sonrisa no era hermosa dibujándose en mi pecho, mientras me daba pequeños besos, intentando sacar mi camiseta por mi cabeza.
Vangelis en su totalidad, jodidamente lo era.
Y solo quería, sumergirme en ella.
Besé cada parte de su cuerpo y gimió mi nombre, cuando mis manos y mi lengua se hicieron cargo de sus pechos.
La visión de sus jodidas tetas, eran mi placer.
Lamí, chupé y jugué con cada uno de sus pezones y con la devoción que se merecían, endurecidos para mí.
Me incorporo, para posicionarme mejor sobre la cama y para acariciar su cadera con mi mano y en esa caricia, entre mis dedos llevarme sus bragas.
La amo lento, suave y despacio.
Y aunque mi maldito pene, me pidiera a gritos enterrarme en mi nena con fuerza.
Pero necesito grabar con mis labios, cada centímetro del contacto de su piel.
Guardarme sus leves gemidos que salen de su boca, cuando la toco y la sensación de cuerpo con el mío desnudo siendo uno.
Por mañana...
Sus piernas trabajaron en mi pantalón, para bajarlos con sus talones casi completamente y me deshago de ellos, hasta quedar ambos desnudos.
Hacemos contacto visual, mientras separo sus piernas con una de mis rodilla y con dos de mis dedos dibujando su silueta llego a mi destino.
Acaricio con mi nariz su rostro para luego besarla y morder su boca, con un suave tirón de sus labios.
Y resopla satisfecha y de placer, cuando acuno mi mano en su vagina y con las suaves caricias de mis dedos, separo sus labios y la penetro con ellos.
Carajo.
Apoyo mi frente en su pecho, gimiendo de placer.
Porque Dios querido, su humedad recorre mis dedos y me mojan en su interior.
Arquea su espalda ante ello y sus dulces caderas se mueven al compás de los suaves movimientos de mis dedos masturbándola, saliendo y entrando de ella despacio y con ternura.
Mis empujones, son suaves y lentos.
Y me sorprende, cuando su lengua empuja mis labios y puedo sentir que su boca reclama la mía.
Las sensaciones me invaden.
Lujuria y amor, por el contacto de nuestra piel unida y desnuda.
Y un suave jadeo sale de su garganta, al sentirse vacía y notar la ausencia de mis dedos, pero muerde su labio al ver posicionar mi duro pene en su entrada con mi mano y que me deslizo dentro suyo.
Sonríe al sentirme llenándola y es una oleada de calor para mí.
Contraigo mi mandíbula para no superar mi propia necesidad, de poseerla fuerte y llevarla al ritmo que pide mi pene.
Me conformo, con deslizarme fuera de ella para luego meterme suave dentro suyo otra vez y robándole un grito de gozo por ello.
Sonrío, besando sus labios.
- Maldita sea, te amo tanto... - Le susurro, con nuestras frentes pegadas entrando y saliendo de ella de forma pausada solo para que sienta, cada centímetro mío y de mi longitud dentro suyo.
Y para que, nunca me olvide...
Entrelazo sus manos a una de las mía y la elevo por sobre su cabeza por dominio total, cuando comienzo a aumentar mi ritmo y con la otra, sujeto su baja espalda elevándola un poco, para que se impulse hacia mí y mis embestidas sean más profundas.
La habitación se llena de nuestros fuertes gemidos y respiración jadeante.
Su sudor y el temblor de sus piernas a consecuencia de su breve orgasmo por venir, es mi locura y no puedo contenerme de buscarlo, empujando más y duro contra mi nena.
- Herónimo... - Jadea mi nombre por más.
Y oh, Dios.
Suficiente, para que sea mi perdición y mi cuerpo, se estrelle contra rayo buscándola con mis caderas.
Y echo mi cabeza hacia atrás, cuando mi clímax aumenta y mi nena, se estremece explotando en una armonía perfecta, mientras grita su orgasmo y la consume.
Empujo más fuerte, gruño bajo y la sigo, jadeando con mi pecho totalmente agitado y sin dejar de besarla suavemente, llenando su interior eyaculando.
Podía sentirnos.
Líquido y tibio por la fuerza de mi corrida.
Suelto sus manos besando su hombro lesionado y la envuelvo por sobre mis brazos.
Sus uñas acarician mi espalda, mientras sigo moviéndome dentro y fuera con lentitud, porque su orgasmo aún late en mí y aprieta mi pene.
La abrazo y la doy vuelta para que quede encima mío, como siempre.
Nuestros ojos se encuentran.
Sonríe con sus labios hinchados de mis besos y los acaricio con mi pulgar con un suspiro.
Y ella mi mandíbula con un dedo, para luego acunarlos entre sus manos con ternura.
Aún me cuesta creer en las caricias, porque nunca nadie me lo hizo por amor.
Me recorre con sus ojos, mi boca y los vuelve a besar.
Le arqueo una ceja.
Ríe.
Jodido cielo, su risa.
Mi chica de la playa...
- Te amo, déspota controlador. - Susurra ella.
Sonrío.
- Te amo, jodida de mierda. - Susurro yo.
Y la estrecho más entre mis brazos, mientras se acomoda más sobre mi pecho.
Mierda, después de tantos días.
Como extrañaba esto.
Y mis ojos pesan y mis hombros se aflojan.
Porque el cuerpo de mi rayo es mi perfecta y puta medicina.
Después de semanas sin hacerlo, creo que por fin voy a dormir bien.
Este último día...
YO
Bostezo, abriendo mis ojos.
Algo aplasta una parte de mi cuerpo y me da calor.
Sonrío, porque es Herónimo.
Aunque aún es de noche, distingo en la oscuridad su enorme cuerpo cubriendo el mío una parte y haciéndome sudar esa zona.
Me incorporo sobre mis codos para mirar.
Y muerdo mi labio para no reír.
Recuerdo, haber dormido sobre su pecho como siempre anoche.
Pero ahora él, está boca abajo y prácticamente encima de mí, siendo casi una perfecta cruz desnudos y las sábanas entre nosotros.
Un brazo de él, cuelga a un lado de la cama y la otra me abraza posesivamente la cintura.
¿Cómo llegamos a eso?
No tengo idea.
Son las posturas imposibles y raras del jefe.
Y me vuelvo a recostar, acurrucándome más a él.
HERÓNIMO
El aroma a café y sonido proveniente de la cocina me despiertan.
Noto algo suavecito, bajo mío.
Miro.
¿Pero qué, mierda?
¿Cómo diablos, Vangelis ahora está bajo mío?
Me levanto con cuidado para no despertarla y me siento en la orilla de la cama, fregando mis ojos con las manos.
Me giro para mirarla nuevamente y la cubro con las sábanas besando suave sus labios dormidos.
Descansa, amor.
Miro la hora buscando mis lentes.
Quince para las once.
Realmente dormí.
Sonrío.
Pero, mi sonrisa cae al recordar que día es.
Dios...
Me levanto buscando mis bóxer y me los pongo.
Debo hablar con Ángel, antes de irme.
Salgo al comedor cerrando la puerta con cuidado de hacer algún tipo de sonido y la presencia de Mel me recibe.
- ¡Carajo, mujer! - Grito. - ¿No avisas, cuando vienes? - Busco con que taparme, teniendo a mi alcance la cartera de Van del sillón.
Cual, la pongo delante de mi ropa interior.
Y casi escupe su café en mano de la risa cuando me ve, muy sentada con Pulgarcito sonriendo y desayunando desde la mesa.
- ¿Y cómo cuernos, quieres que te avise? - Me dice. - Si no fuera por Ángel que vio tus llaves y tu coche estacionado y me dijo de ti... - Acota. - ...ya estaría con mi amiga y en su cama, durmiendo también...
Buen punto.
- ¡Por cierto, lindos bóxer! - Me dice y señalando con la taza, lo que tapa la cartera de rayo.
Le ruedo mis ojos, bajo otra risa de mi Amiga.Empleada.Novia.de.Rodo.Hija.de.Lucifer.
YO
- ¿Y se fue, así sin más? - Pregunto a Mel, sentada en mi sofá envuelta en una frazada recién levantada y aceptando la taza de té con leche que me ofrece.
- Sip. - Se sienta en frente o mejor dicho, se tira arriba de mi puff que hace juego con su color, con mi sofá y mirando el techo de forma relajada.
- Por cierto, le vi el trasero a tu novio, que desagradable... - Me cuenta y la risita de Pulgarcito se siente de la mesa del comedor leyendo el periódico por nuestra conversación.
Lo miro.
- ¿Ángel, te dijo que iba hacer hoy antes de irse?
Da vuelta la página, para que la vea.
Es la portada de la sección deportiva.
Una foto gigante de él y Gaspar enfrentados y con guantes de boxeo la completa.
- Pelear, chica. - Dice y sigue como si nada, leyendo el periódico.
Le ruedo mis ojos.
- Debo ir a la pelea. - Digo, tomando un sorbo de mi taza a Mel.
- No princesa, órdenes de HRNM... - Salta Ángel desde su lugar. - ...dijo, que te cuide aquí. - Levanta su gran dedo moreno. - Y esta vez hablo en serio, no hay negociación. Te quedas...
- Sería grandioso. - Me dice Mel desde el suelo y cruzando sus piernas tipo indio, sin hacer caso a las palabras de Ángel.
- ¿Pero, cómo? - Le susurro.
La respuesta de Mel es una guiñada de ojo y tomando su celular, mientras teclea.
Rodrigo en ese momento, entra como si nada por la puerta.
Arrugo mi nariz.
¿Mi departamento es la casa del pueblo, ahora?
Saluda con un golpe de puño a Pulgarcito y besa a su novia que sigue escribiendo por su celular, tomando asiento de forma cansada a mi lado.
- ¿Vienes del Pen? - Digo, dejando la taza a un costado y tapándome más con la frazada.
- Sip. - Dice, sacándome un poco de mi cobija para taparse también.
- ¿Y estuviste con Hero? - Sigo.
- Sip. - Cierra sus ojos.
- ¿Y cómo está él? - Pregunto.
- Un asco, después que vino de tu departamento. - Su hoyuelo derecho aparece con esa sonrisa a toda potencia que tiene, abriendo un ojo. - Su carácter de mierda es un puto chupacabras salido de una película de terror. - Cuenta. - No quise salir desollado vivo por su temperamento y por eso, me vine para acá... - Se encoge de hombros como si nada. - ...Collins y Marcello, pueden solos con él... - Ríe más.
HERÓNIMO
Golpes suenan desde la puerta de mi habitación, mientras guardo unas cosas en mi bolso sobre la cama.
- ¿Herónimo, estás listo? - Aparece Collins, detrás de ella.
No. No lo estoy.
Gruño, mirando la hora de mi reloj pulsera.
En un poco más de tres putas horas, comienza la pelea.
- Dame cinco, Collins... - Respondo, cerrando el cierre de este y que suena en toda la habitación.
Se queda de pie y mirando el bolso como punto fijo.
Abre la boca como queriendo decir algo, pero se lo calla.
Reacciona.
- El Polaco ya está en el Super Domo, dejando todo listo para tu llegada...
Bien.
- ¿Rodo? - Digo, cargando el bolso a mi hombro y caminando hacia él.
- Viene en camino. Fue a ver a la señorita Mel y a Vangelis.
Bajamos por las escaleras.
- ¿Collins diste la orden en la entrada de no dar acceso a Van al Super Domo Deportivo? - No confío en la muy cabrona.
- Dos hombres en cada entrada de acceso, señor...
Bien.
- ¿Y la documentación importante?
- En manos de su escribano y la copia con su madre.
- Perfecto. - Digo ya en la sala y donde Marcello nos espera en la salida, vestido con traje de vestir.
Frunzo mis cejas.
- ¿Y tú, a dónde vas?
- A la pelea, por supuesto. - Dice, abriendo la puerta principal esperando.
Muerdo mi labio, ya que no puedo decir nada.
Amo a este viejo como a un padre.
Niego pasando por su lado y sin poder evitar sonreír como elevándole una ceja, bajo esa media sonrisa y sabia de su rostro.
Maldición, como amo a mi gente...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top