CAPITULO 130

HERÓNIMO

Flash.

Muchos flashes de Canon y Nikon.

Cientos de ellos disparando de todas las posiciones imposibles para ser un ser humano, me ciegan.

Acompañado de docenas voces diciendo mi nombre.

Por los cientos de periodistas que pelean por mi atención llamándome.

Puta rueda de prensa que obliga el Comité Deportivo Federal, antes de la pelea.

Los grandes banners publicitarios con Espn a la cabeza y la publicidad de aguas energéticas, más el logo del hotel cinco estrellas en la cual, se va hacer esta entrevista.

Inundan su salón de convenciones y decoran con otras marcas de indumentaria y zapatillas deportivas.

Sentado en la mesa de conferencia, ubicada en el extremo principal del salón y de brazos cruzados sobre ella, estoy a la espera de Gaspar con el Polaco a mi lado, quien acomoda el micrófono para mí.

Le doy un sorbo a mi botella de agua, mirando por sobre esta a Collins, que de pie y escalones más abajo del atril a pocos metros mío.

Mira todo y a todos en su posición implacable.

Las cámaras de televisión de varios canales están al fondo y detrás del centenar de sillas que tengo frente, ocupadas en este momento por periodistas que no apartan su mirada de mí, intentando llamar mi atención.

Carajo con toda esta mierda que no termina.

Te extraño, nena...

YO

Sentada en mi sofá melocotón, elevo mis rodillas a mi pecho y me acurruco en el rincón sin dejar de mirar la televisión.

Con Ángel a mi lado, observamos en silencio como Herónimo y Gaspar, contestan a cada pregunta que le hacen los periodistas en la rueda de prensa en el salón de ese gran hotel.

Con mi boca, asesino la uña de mi pulgar prolijamente pintada de rosa con un pequeño corazoncito en rojo, que me pintó Mel en nuestra noche de chicas ayer.

Dios.

Esto no es sano y no va terminar bien, arriba de ese ring.

Suspiro resignada apoyando mi mejilla en mis rodillas, ganándome un cariño de Ángel tranquilizador sobre mi espalda.

Le sonrío triste.

Gaspar está en su salsa.

Fanfarrón y sonriente con cada respuesta que da.

Todo él, es egocentrismo puro por su ser y cada uno de sus movimientos está fríamente calculado para mostrar ese físico descomunal, que ganó en este último tiempo.

Y oh Dios, Herónimo es otra cosa.

Con una simple camiseta blanca con cuello V, pantalones deportivos oscuros y sus sexys lentes de armazón negro cruzado de brazos, mira a todos de forma severa y reservada con su ceño fruncido.

Hermoso, el muy puto de lo lindo.

No sonríe.

No acota cosas graciosas como su oponente haciendo reír al público.

Cada respuesta que da, es concisa y corta.

Lo justo y necesario para satisfacer al reportero.

Su mirada fría y glacial en ese rostro perfecto, no gesticula ningún movimiento de vida cuando habla y cada vez que lo hace, el silencio abruma.

Porque Herónimo Mon, impone e intimida con esa presencia que irradia y la gente, lo escucha maravillada ante esta oportunidad de exhibición pública de él.

Porque, jamás el empresario Herónimo Mon dio una conferencia al periodismo.

Jamás, el rey del acero se dejó tomar una foto.

Jamás el dueño absoluto del oro negro, permitió que preguntaran por su vida privada o su hobby por las luchas.

Y jamás el jefe de los jefes, accedió que traspasaran su fortaleza con alguna biografía, historia o crónica de su vida, bajo esa conducta autócrata y agreste que posee.

Porque, él es el señor oscuro.

El jefe de los jefes.

Y Gaspar lo sabe.

Y odia eso.

Detesta esa fascinación por el auditorio cuando es el turno de responder de Hero.

Y aunque mi jodido príncipe azul quiere pasar desapercibido y se le nota en cada célula de su cuerpo, que quería irse y aborrecía toda esta exhibición publicitaria.

El rostro de Gaspar se desencaja de ira sin poder disimular, cuando la voz grave y tronadora de Herónimo, suena a través del micrófono.

A la hora de la verificación de peso sobre la balanza para validar la categoría de ambos luchadores, el público explota de entusiasmo.

Gaspar Mendoza fue el primero en subir y al sacarse la camiseta negra que llevaba puesta, la gente rompió en aplausos y se agolpó para tener una primera plana de ese cuerpo impresionante y colosal, ganándose la admiración aprobatoria de toda la concurrencia femenina.

Rodé mis ojos de la repulsión.

116kg marcó la balanza y como victoria hizo ante la aprobación del fiscal deportivo, su mejor postura arqueando sus brazos musculosos hacia adelante con un rugido de triunfo, marcando ese pecho inflado y super tonificado con ese abdomen de ocho abdominales.

Y los aplausos, colmaron el lugar por ello.

Volví a rodar mis ojos.

La mirada de ambos se cruzaron cuando Gaspar con una sonrisa desafiante pasó por su lado y chocó su hombro, al darle lugar a Hero con su turno del pesaje oficial.

Pero que, hijo de...

Me puse de pie.

- ¿Viste eso? - Chillo, señalando la tele a Ángel indignada y fuera de mí.

Y ahogando mis ganas loca de ir hasta el hotel y golpear a Gaspar.

Ángel, se sonríe calmo.

- Tranquila princesa, HRNM sabe lo que hace...

Me siento otra vez descargando mi ira con mi pobre almohadón preferido de peluche fucsia entre mis manos y aplastándolo contra mi pecho.

Pulgarcito tiene razón, Hero no se inmuta ante su provocación.

Entregó sus lentes al Polaco y caminó como si nada con sus pasos hacia la balanza y sacándose esa camiseta blanca desintegradora de bragas femeninas en el trayecto.

Y mi mandíbula cae, con el turno de Herónimo.

Oh.Mi.Dios.Querido.

Por ver esa mole de cuerpo de casi 2m de altura que tiene y casi también, me hago pipí encima de lo perfecta que es.

Ni en mis sueños más mojados estos días, le hice justicia con mi recuerdo a la belleza de su cuerpo semi desnudo, que estoy viendo ahora.

El público rompe en ovaciones y aplausos, cuando lo ve y con ellos.

El disparo de cientos de flashes de cámaras de fotos a ese cuerpo cincelado y esculpido por el mismo todopoderoso de los cielos.

Jesús.

Herónimo es perfecto.

Sus hombros rectos y enormes al compás de los grandes músculos de sus brazos marcados y tatuados, se destacan con cada movimiento que da con su cuerpo.

Su torso de piel dorada duro como una roca, acentúa su pecho tonificado y monumental, sobre ese vientre que dibuja con cada respiración, el paquete de seis que tiene como abdominales.

Dando vida a ese dragón oriental que cubre casi la totalidad de todo su lado izquierdo.

La balanza, marca su peso.

93,6kg.

Y el auditorio, explota en un aplauso ensordecedor.

Porque va a ver lucha de campeones de pesos pesados.

Mierda...

Herónimo no festeja, se limita a asentir satisfecho al fiscal como al público, bajo esa mirada oscura y abismal que posee.

Para luego girarse y regalar a la platea femenina, la gloria de esa espalda con alas de ángel pecador que tiene, tatuada en todo su omóplato.

Suspiro.

Mi sexy y oscuro, ángel caído...











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