CAPITULO 124
HERÓNIMO
- Detente. - Ordeno a Collins, desde la parte trasera del BMW a la salida del Holding al notar a unas cuadras de TINERCA, un deportivo rojo cabriolet a un lado de la calle y a Azul de pie a su lado, mirando fijamente el coche de brazos cruzados.
Collins se estaciona delante de este y bajo, cuando el motor se detiene.
Azul nos mira a ambos reconociéndonos y corre a mi desesperada.
- ¿Sucede algo con tu coche, Azul? - Pregunto, acercándome a ella y a su auto para verificar.
Con disimulo evito su abrazo.
- Oh Dios, que bueno verte, Hero... - A ver mi actitud de distancia, se conforma con envolver una de mis manos con las suyas.
La suelto con diplomacia mientras me muestra su celular rosa, invadiendo mi espacio personal.
Carajo muchacha, no hagas eso.
- El motor solo murió...- Hace un morrito con sus labios.
Y reprimo las ganas de rodarle mis ojos.
Contrólate, Mon.
Collins abre el capó del auto y lo observa.
- Lo veo normal, señor Mon... - Me dice. - ...lo que puede ser, es la batería del motor o el tanque de combustible vacío. - Finaliza.
- Déjame chequear - Murmuro, poniendo mi celular en el techo del coche y entrando a este.
Y el motor enciende, pero no se mantiene.
- Gasolina. - Digo, saliendo de este y Collins asiente.
Y Azul se sonroja
- Tal vez, olvidé llenar el tanque cuando salí del gimnasio...
Piensa una solución, Mon.
Y carajo.
Porque la única y puta medida, no me atrae para nada.
Miro a Collins y me entiende, pero se encoje de hombros por ello.
Masajeo el puente de mi nariz.
Mierda, otra no hay.
- Collins llevaré a la señorita Hart a su casa mientras tú, llama al auxilio y esperas por él. - Vendrá Marcello o yo, por ti en un rato.
- Sí, señor.
YO
- Mierda... - Susurro desde la Hammer, camino al Hospital y al ver que mis llamados al celular de Herónimo, van directo a su buzón.
Pulgarcito se detiene frente a la puerta principal y no pierdo tiempo.
Bajo de este, mientras él se estaciona bien.
Corro a la recepción y Gladys viene a mi encuentro, dejando los papeles que tenía en sus manos y sobre el mostrador.
El cansancio marca el rostro de la pobre mujer y la tristeza en su sonrisa al abrazarme.
- ¿Juli? - Murmuro, reprimiendo las ganas de llorar.
Asiente.
- Intenté localizar a Herónimo... - Me dice, mientras vamos del brazo en dirección al pabellón de Las Disney princesas y Caballeros del Zodiaco. - Pero, solo me lleva a su buzón...
Maldición, lo sé.
Me mira.
- Julianna, solo pedía por a ti o Hero en la mañana... - Suspira con aflicción.
Y me detiene antes de llegar a las grandes puertas de madera en color blanco del pabellón. - Vangelis, el angelito ya está débil...
- ¿Qué? ¿Qué, quieres decir? - Niego. – No, no y no...
Su mano posa en la puerta que está a un lado al pabellón.
- Está en una habitación aparte...
- ¿Desde cuándo? - ¿Cómo no lo supe? No me dijeron nada. - ¿Solita?
Apenas sonríe.
- Tranquila cariño, solo de hoy a la madrugada y siempre hay alguien con ella... - Acaricia mi mejilla.
- Sé de tu embarazo, hija. - Me dice con ternura. - ¿Pero estás fuerte para el último amor que necesita?
¿Último amor?
¿A qué, se refiere?
¿Qué es eso?
No.
NO.
Porque, yo tengo mucho para darle para siempre.
Ella, es mi nenita...
Y no le respondo, no puedo.
Solo una mueca de dolor dibujan mis labios y tiemblan.
Y no me dice nada, solo se limita abrir la puerta despacio mientras en un último intento, escribo un mensaje a Collins.
Es blanca y tan limpia como el pabellón y como él, adornada de dibujos hecho por los niños y con papel tapiz las paredes de motivos de todos los personajes Walt Disney y Caballeros del Zodíaco.
Una cama está prolijamente tendida y la otra, ocupada por Juli.
Y a su lado, una enfermera sentada en una silla con un libro de cuentos abierto en su regazo, le lee mientras mi nenita solo la escucha.
Pero con su mirada en el gran ventanal abierto, donde la luz del sol entra iluminando toda la habitación por sus cortinas abiertas de par en par.
Una de sus manitos tiene una intravenosa y un respirador individual cruza en su nariz chiquita como bonita y la manito libre, abraza lo que parece un cuaderno de dibujos.
HERÓNIMO
Lo busco en los bolsillos de mi pantalón de vestir.
- ¡Maldición! - Suelto y sé, que asusté a Azul por ello y me importa tres mierdas.
Lo siento chica.
Miro por el espejo retrovisor, para intentar dar la vuelta el coche en U.
Sí, lo sé...es algo que no se debe.
Disculpen, pero el tiempo apremia.
Y demonios, muchos autos.
- ¿Pasa algo? - Dice Azul mirando.
Respira, Mon.
-Olvidé mi celular, tenemos que volver...
Me regala una sonrisa.
- Oye, si es por algo de la empresa puedes hacer la llamada de casa, mientras te ofrezco un café... - Se ruboriza. - ...y avisas a Collins por tu móvil olvidado y tal vez...
Doy la vuelta en la próxima intersección y la miro.
No puede ser.
¿En serio?
Si lo analizo, la haría pasar un mal rato.
Me decido por reflexionar y meditar mis próximas palabras.
Acelero en la avenida, tomando el carril rápido.
A la mierda.
Que me persiga toda la jodida policía de la ciudad si quiere.
- Azul, no va pasar. - Murmuro. - ¿No vamos a coger, de acuerdo?
Lo siento, la sutileza no es lo mío.
Esquivo coches, zigzageando entre carril y carril a toda velocidad como presteza.
Y siento que vuelvo a respirar, llegando a la zona de TINERCA nuevamente y ante el silencio de la vergüenza de ella, prosigo.
- Te estás convirtiendo en una mujer hermosa y mereces un hombre que te respete y ame ¿Por lo tanto no va suceder, entendido?
¿Cómo mierda, se les habla a los jóvenes de tener sexo?
Y a mi mente vienen mis tres bebés.
Oh mierda, serán tres adolescentes algún día.
¿Y si, son tres mujeres?
¡TRES HIJAS MUJERES!
Llevo mi mano a mi pecho.
Santo Dios, mi angina...
Al carajo.
Serán vírgenes hasta los cuarenta.
Punto.
- Tú, me gustas... - Dice vergonzosa y me mira. - ¿No te parezco atractiva?
Jesús.
Volteo hacia ella.
- Eres muy bonita. - Se sonríe. – Pero, no te veo de la manera que tú, me ves.
¿Me estoy escuchando?
Y quiero reír.
Ya que meses atrás sería una cogida de turno.
- Amo a mi mujer. - Suelto, poniendo el giro.
Unas cuadras más Mon y llegas.
Abre su boca.
- ¿Entonces, es verdad?
La miro raro.
- ¿Qué?
- Lo de tu mujer, entonces... - Se reacomoda en su asiento y ruboriza. - ...en el piso 17 donde estaba haciendo la pasantía antes, cayó una chica parecida a mí, y acompañada con la del pelo esponjoso negro... - Mel, sonrío. - ...y actuó como loca, diciendo que era su box.
Y muerdo mi labio superior para retener la risa.
Sí.
Esa loquita es mi nena.
Aclaro mi garganta.
- Sí, es ella.
- ¿Y era su lugar?
- Sí.
-¿ Qué pasó?
- Tuvo un accidente y estaba de reposo. - La miro. - Está embarazada, vamos a ser padres...
Lleva sus manos a la boca.
- Yo lo lamento, le dije cosas muy feas, Hero... - Mira sus pies avergonzada. - ...por ti... - Se ruboriza más. - ...y le planté una queja en el cuaderno de empleados.
Sonrío.
Puff, como si eso la detendría a rayo y le importara.
- Quise hablar contigo, pero Lorna me dijo que no. Ella llamó a Collins y él, me ubicó en el piso de contabilidad y finanzas...
Bien hecho, Collins.
La grúa está removiendo el coche de Azul cuando me estaciono y Collins se acerca a mí, con mi teléfono en mano.
- En el techo del auto, señor Mon. - Dice entregándomelo.
Y mierda.
Seis llamadas perdidas de rayo y tres de Gladys.
¿Gladys?
Lo miro.
- La señorita Vangelis intentó localizarlo y recibí su mensaje, recién. - Mis ojos preguntan.
- Sí, señor, Juli... - Responde ante ello.
Retrocedo y trastabillo con el camión volviendo al mi coche.
- ¡Collins llévame al Hospital, urgente! - Grito.
No me importa.
No veo nada.
Julianna.
Mi Juli.
Nuestra Juli...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top