CAPITULO 111
YO
Estuve en el Hospital hasta el viernes siguiente.
Mi hombro mejoró notablemente y la herida de mi vientre ya sin puntos, molestaba menos también.
Lo que hizo mantenerme un poco más tranquila.
Solo dos cicatrices de unos buenos centímetros en mi ingle y hombro, quedará como recordatorio de ese día nefasto.
La doctora Alca reviso cada parte de mi cuerpo y satisfecha, me dio el okey para mi alta.
Sin antes, una lista de recomendaciones y posibles analgésicos para algún dolor.
Con una planilla para sesiones terapéuticas para mi hombro y con un turno a la semana siguiente de control de mis bebés, se despidió de mí con un abrazo.
Todos vinieron, los días en mi internación.
Repartiéndose turnos para hacerme siempre compañía, acomodando sus horarios y por arriba de mis protestas de negarlo.
Inclusive Lorna, me visitó una tarde y hasta pude captar cierta mirada sin tanto odio hacia Pulgarcito, cual no se separó de mí esa semana, postrado y durmiendo sobre un sillón que le fue traído por órdenes del jefe.
Compartiendo conmigo, largas noches de juego de naipes, que hizo estrechar más nuestra amistad y terminé de amarlo, cuando de contrabando y por arriba de las demandas médicas.
Me trajo caramelos gomitas y chocolates para saciar mi ansiedad por muchos dulces.
Sonrío.
Culpa de mis bebés.
Herónimo no vino más desde el día en que desperté y con la última imagen de él, de la charla que tuvimos y de la puerta cerrándose a modo despedida.
Pero sí, he hablado con él por teléfono todos los días y mucho.
Y solo, de lo que le importa.
De mí y los bebés.
A Rodo y lo poco que le pude socavar a Collins de información cuando vienen, es que solo entrena mucho tiempo y muchas horas del día con el Polaco y con un equipo especializado para ello.
Que son pocas las veces que va al Holding y todo en lo posible, lo atiende desde la oficina del Pen.
Herónimo no me habla de la lucha, lo evita en las llamadas.
Y cuando intento preguntar por ello, su voz se vuelve taciturna, seca y siempre me responde con lo mismo.
<< No tienes de que preocuparte, nena. Me estoy preparando... >>
Pero sí, me preocupo.
Demasiado.
Porque la pelea en el Círculo, se viralizó en todos los medios.
Blogs, portales, periódicos y hasta en los noticieros de la tele que miré desde la cama del Hospital.
Y con la mirada en desacuerdo de Ángel a mi lado, cuando hablan de ello.
La gente de difusión y publicidad de Gaspar lo han hecho, me dijo con cierta expresión dudosa a toda esa propaganda.
Divulgando con anuncios gráficos y visuales, la gran pelea que se llevará a cabo en un mes en el dominio deportivo de cinco estrellas del gran casino de la ciudad.
Gaspar según Mel y por lo bajo, una tarde me comentó que logró escuchar a Rodo hablar, de que fue por su tercer pelea en el Círculo y salió victorioso.
Y le reclamó a Herónimo el título.
¿Título?
¿Si él nunca peleó por uno, según mi padre?
¿Y accede ahora?
Y justamente eso, es lo que me inquieta.
La alarmante indiferencia de Herónimo y acceder con respecto a todo esto.
Su calma a las fotos de él y Gaspar con cada titular en las noticia televisivas.
Su silencio a cada imagen suya en las portadas deportivas, cuando él detesta eso y odia los paparazzis.
Cada revista y periódico con primera plana que tiré sobre la cama del Hospital y de pie observando y releyéndolo, estaba mi jodido príncipe azul.
¿Pueden creerlo?
Fotos.
Muchas.
Fotos de él y su oponente.
Gaspar.
Subo mis manos a mi pecho sin un gramo de serenidad.
Desde la última y única vez que vi a Gaspar en el parque, no es inadvertido lo que su masa muscular y fortaleza creció.
Él es ENORME.
Santa mierda...
Bajo de la Hammer negra con cuidado después de mi alta, con ayuda de Rodo que insistieron con Mel, en acompañarme hasta mi departamento.
Lo cual agradezco en el fondo, porque papá con su ferretería cerrada por varios días por mi accidente y mi hermana lo mismo, intentaron volver al ruedo en sus negocios y poner en orden el caos de su hogar por su ausencia y yo no deseaba que lo postergaran más por mí.
Sospechosamente, todo está diferente en la fachada de mi edificio.
Puerta principal, cambiada.
¿De hierro y vidrio, blindado?
Y con dos hombres con uniforme de seguridad en cada extremo del frente y uno adentro, quien inmediatamente abre la puerta al vernos.
Miro a Pulgarcito curiosa que viene cargado de mis flores, globos y mi muchos peluches celestes y rosas, que me dieron todos como presente.
Niega indiferente y encogiéndose de hombros, a modo respuesta ante mi curiosidad.
- Señora... - Dice el dicho guardia, cuando paso por su lado caminando con ayuda del brazo de Rodo.
¿Qué?
Ahora sí, estrecho mis ojos a Ángel quién se limita a sonreír.
Tose.
- Admirable el consorcio de este edificio... - Solo murmura.
Inclino mi cabeza.
Sí, como no.
Cámaras de seguridad en cada rincón.
Ascensor nuevo que, oh, casualidad, muy al estilo del que hay en el Blustery donde vive Herónimo.
- Tuya, chica... - Dice Pulgarcito, cuando ingresamos una vez dentro y pasando una tarjeta personal para luego apretar mi piso.
Me la entrega.
Y oh casualidad, también.
Es idéntica a la que lleva siempre el jefe.
Niego con mi cabeza.
Estoy cansada y dolida, decidiendo más adelante sacar conjeturas de todo esto.
Y oh mierda, cuando entramos a mi departamento...
Ramos.
Muchos ramos de flores.
De girasoles y margaritas.
Mis favoritas, inundan el departamento.
Docenas de muñecos de peluches en cada rincón y estratégicamente puestos sobre cada mueble.
Camiones de juguetes, pelotas, hasta un triciclo con orejas de Mickey y muñecas de trapos, sobre mi sofá melocotón.
Tres canastas de mimbre con decoración en celeste, rosa y amarillo con productos y accesorios de bebés, llenan la mesa del comedor.
Lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, cuando levanto entre ellos un jabón con forma de osito en color amarillo junto a otro rosa y celeste.
Se lo muestro a Rodo y él, solo se limita a rascar su nuca sonriendo.
Es una sonrisa de complicidad.
Él, lo sabía.
- Solo se decidió, por los tres colores...como aún, no saben el sexo de los trillizos. - Me dice.
Lo huelo, sonriendo y llorando.
Porque su aroma huele a bebé.
- ¡Dios, esto es tan hermoso! - Exclama Mel, corriendo hacia el cochecito para llevar bebés con tres compartimientos.
Y pega un grito que nos hace asustar a todos, cuando entra a mi habitación.
La vemos al seguirla, dando saltitos de alegría sobre su lugar y solo señalando con un dedo a la gran cuna en madera blanca, con el suficiente espacio para que por un tiempo duerman los trillizos en él.
Un hermoso llamador de ángel de muchos colores, cuelga de el con forma de animales de zoo.
Mel lo hace mover y una cálida melodía suena y llena el ambiente.
Limpio mis lágrimas con el puño de mi camiseta clara y acariciando con mis dedos, el contorno de los barrotes de la cuna, porque es preciosa.
Un sobre amarillo en el medio de esta.
Miro a los tres.
Rodo sonríe.
- Herónimo hizo traer casi toda la juguetería y el departamento de accesorios de bebés al Pen... - Dice.- ...él eligió en detalle cada juguete y objeto, amiga. Inclusive compró libros de maternidad para leerlos... - Me confiesa.. - Ábrelo, Van... - Me alienta feliz.
Suspiro, sacando el papel del interior del sobre.
"Para mis cuatro amores.
Pronto...
HRNM."
Y fue suficiente, para que llore.
Mucho.
De la emoción y de la impotencia de no tenerlo a mi lado.
Mel corre a mi lado y me abraza tratando de calmarme, acariciando mi pelo suelto.
Rodo también, se acerca a mí.
Ambos me consuelan.
- ¡Maldita, sea! - La voz de Mel suena, por sobre mi hombro. - Todo esto es tan adorable y a la vez quiero tanto golpear su cara una y otra vez contra una pared por su comportamiento!
- Tú, no vas a golpear a nadie, Bob... - Dice Rodo y sonrío entre lágrimas. - ...tiene su por qué a todo esto... - Duda. - ...aunque no lo entiendo mucho, pero es mi hermano... - Suspira y se voltea a mí, con una mirada triste. - ...no te preocupes, tu también eres mi amiga y lo estoy golpeando por ello en mi cabeza mentalmente, nena ¿Eso cuenta, no?
Tapo mi boca con una mano.
No lo puedo evitar.
El primero es Pulgarcito y después, todos comenzamos a reír entre lágrimas.
HERÓNIMO
Subo el vidrio automático del auto estacionado.
- Ya podemos irnos, Collins... - Digo, desde el asiento de atrás.
Seis días pasaron desde que la vi por última vez en el Hospital y mi pecho duele como la mierda por necesidad de ella, al verla bajar con ayuda de Rodo y no ser yo, desde la Hammer.
Pero, lo necesitaba.
Aunque solo fuera un momento mirarla.
Yo, estoy nena...siempre.
Pese a que camina estable, cada uno de sus pasos son cortos y su postura, me dice que aún duelen las heridas.
Cierro mis ojos con un suspiro.
Serénate, Mon.
Recuerda.
Gaspar, está tranquilo.
Le llegó la noticia de mi distanciamiento de ella.
Bien.
Y aunque me importa un carajo si lo cree o no, lo cumplo y lo mantengo ocupado como distraído con toda la mierda que le gusta y que me encargué personalmente con Collins, de propagar y expandir.
Lo que se convirtió, en la mega pelea del año de la MMA.
Di a cada puto paparazzi, cada editorial periodística y canal de noticiero que lo solicitó del planeta, fotos con novedades mías como primicias, haciendo el papel del oponente.
No del elegido.
El rival sumiso, para llenar de gloria a Gaspar.
Convirtiéndome en su títere, para sustentarlo y mantenerlo alejado con esa sed de popularidad y fama al cuadrilátero que tanto desea, para derrotarme arriba del ring.
Todo, por mi cuatro amores.
Absolutamente, todo.
El coche se mezcla con el tránsito de las calles y sonrío, mirando a través de mi ventanilla.
Mi nena en este momento, debe estar viendo con sorpresa todo en su departamento...
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