Capítulo 7
Durante la noche me despierto cuatro o cinco veces, me es imposible controlar mis habilidades cuando duermo; me sobresaltan los ruidos más mínimos, un bicho, una ráfaga de viento o conversaciones de otras casas. Al despertarme me desoriento y me mareo instantáneamente, es como si mis poderes para ver a través de los objetos se activaran cada vez que me asusto, haciendo que termine viendo el cielo a través del techo y no tenga idea de dónde estoy, como un mecanismo de defensa. Por la mañana duermo más de lo que había planeado hasta que un grito de mamá me despierta, viene del piso de abajo. Me esfuerzo un poco más para poder escuchar qué pasó y me siento extraña al escuchar lo que ella y papá dicen como si estuvieran en la misma habitación que yo:
–Lo siento, perdona – Dice papá entre suspiros –. Lo olvidé... Ya ni siquiera puedo abrazarte.
–No es tu culpa – Responde ella con su inherente calma –, pero debes encontrar la manera de controlarlo. No puedes vivir así. Ni tú, ni Annet, ¿Qué crees que sea lo suyo?
–No tengo idea, pero tenemos que descubrirlo antes de que las curas comiencen a distribuirse.
–Temo que tal vez ya sea un poco tarde, Ryan – Comenta ella con pesimismo –. La llamada de Smith luego de que Annet sea curada inició todo, y veo imposible que Akihiro detenga la distribución.
Cuando la conversación se vuelve puramente política, deseo no escuchar más así que, aún que resulte complicado, me mentalizo para dejar de hacerlo y eso parece ser suficiente para detenerlo luego de unos segundos, volviendo al absoluto silencio de mi antigua habitación. Dormí tan poco que ni siquiera puedo pensar en levantarme a desayunar, así que me tapo con mis frazadas hasta la cabeza y me predispongo a seguir durmiendo cuando, luego de un rato, comienzo a oír pisadas en el corredor, apuesto a que es papá, aún puedo distinguir sus pasos de los de mamá. Da unos toques en la puerta que suenan más fuerte que de costumbre y entonces escucho como se abre antes de que él salude desde el umbral.
–En el Laboratorio nos esperan a las 10:00 – Comienza a explicar mientras froto mi cara debajo de las frazadas –. Deberías levantarte, Mike vendrá a buscarnos.
–¿Quién es Mike? – Digo quitándome las frazadas de encima de la cabeza
–Un científico del equipo, es nuestro ingeniero pero a la vez es muy habilidoso en cuanto microbiología – Explica antes de avanzar y sentarse al borde de la cama –. ¿Te sientes mejor que anoche?
Miento asintiéndole dejando escapar un suspiro porque la verdad es que no distingo si estoy igual o peor que anoche; pero no puedo mentirle, es demasiado difícil que él no lo detecte enseguida, no entiendo cómo lo hace, pero conoce cada una de mis expresiones, incluso aquellas que finjo.
–Baja a desayunar, te hará bien – Aconseja con su dulce mirada paternal –; te traería un café pero tengo miedo de romper la taza – Dice fingiendo la risa antes de levantarse.
–Oye papá, ayer cuando te cortaste la mano, parecía no dolerte – Suelto antes de que salga de la habitación.
–En realidad no me dolió – Explica volviéndose hacia mí.
–¿Y eso no te parece extraño? – Pregunto apoyándome sobre mis codos –. Es decir, tenías vidrio incrustado en la mano.
Se limita a observarme pensativo y encogerse de hombros repitiendo que simplemente no le dolió antes de irse de mi habitación. Yo permanezco un rato en la cama antes de levantarme. Tengo miedo de lo que puedan hacerme o decirme en el laboratorio ¿Y si esto es permanente?¿Podré tener estas habilidades bajo control para siempre? No puedo dejar de pensar en aquello mientras me visto con la ropa que mamá me dejó anoche, son algunas prendas de cuando yo vivía aquí. Me aprietan un poco recordándome cuánto he engordado, pero es mucho mejor que mis pantalones grises y mi sweater gastado. Visto un jean rasgado con un top rojo totalmente apegado al cuerpo que me hace preguntarme qué demonios tenía en la cabeza en aquella época, era realmente incómodo vestir así; agradezco que aún haga algo de frio para utilizar un jersey rosa como excusa y poder taparme un poco las partes que el top no cubre. Cuando bajo, mamá está sentada junto a la isla de la cocina tomando un café; en cuanto me ve entrar, me hace uno a mí también sin decir palabra alguna. Papá entra haciendo que sienta un gran alivio y se ubica junto a mí.
A veces, me gusta observar lo diferentes que son, sobre todo físicamente. Él es rubio y de pelo tan lacio que ni siquiera tiene que peinarse para que se le vea impecable; tiene la piel muy pálida, por lo que parece que está enfermo constantemente y sus venas son fáciles de percibir. Sus ojos celestes no resaltan tanto como los de otras personas, pero aun así tienen un brillo único. En cambio, la piel negra de mamá es perfecta. Sus ojos verdes parecen esmeraldas brillantes y delicadas, y su cabello negro azabache posee rizos tan perfectos que parecen cientos de pequeños resortes largos y abultados. En cuanto a sus personalidades también difieren mucho, ambos tuvieron crianzas muy distintas, por lo tanto, casi nunca tienen la misma opinión sobre algo, pero ellos lo toman como una ventaja, no como un obstáculo, porque a fin de cuentas, ambos se complementan de manera exacta.
Saqué tantos rasgos de cada uno de ellos que me les parezco y a la vez no. Mi pelo es negro y largo, pero no tiene ni una sola onda, he intentado hacerle pequeñas trenzas para que luego quede aunque sea un poco ondulado, pero es en vano. Mi nariz es pequeña y redonda como la de mamá, aunque la distancia de mis ojos es un poco más chica que los de ella. Además, soy un poco más alta y rellena, no demasiado, pero cuando estamos una al lado de la otra, esas diferencias se aprecian muy bien. En cuanto a mi piel, es un tono medio, ni muy oscura como la de ella ni tan pálida como la de él. "Parece un bronceado, pero es natural" Es lo que siempre solían decirme las insoportables señoras del barrio cada vez que me veían, como si fuera algo totalmente exótico.
Mientras tomo mi café, noto lo tenso que está papá, como si quisiera contener absolutamente toda la fuerza que tiene y volverse débil. Los tres nos mantenemos en silencio en nuestros taburetes, ni siquiera nos miramos. No hace falta que me lo digan para que yo sepa que ellos también están asustados y sorprendidos; hace dos días creíamos que todo iba a volver a la normalidad gracias a las curas, pero ahora parece que lo normal va en retroceso, ya nada va a ser como antes; y lo peor es que toda North City cree que sí.
El tal Mike llega a buscarnos en una combi parecida a una ambulancia que tiene el logo del Laboratorio Júpiter en los costados, es bastante minimalista, simplemente es una esfera naranja que simula el planeta con letras negras alrededor que dicen el nombre de la organización. Cuando estoy por salir mi corazón se acelera y comienzo a sudar recordando todo lo que pasó hasta ahora. Sin siquiera despedirnos de mamá, papá y yo salimos de casa y siento como la puerta se cierra detrás nuestro. Mike se baja del asiento del conductor, aparenta tener mi misma edad o ser un poco más grande. Me sorprende que únicamente lleve un delantal blanco al igual que papá y que no esté vestido como dicta el protocolo, quizá él también se inyectó la cura y ya sea inmune al virus. Abre la puerta de uno de los costados mientras papá avanza hacia él conmigo detrás y saluda a mi padre por el apellido, él responde al saludo diciéndole simplemente Grey.
–Aquí nos tratamos por apellidos – Explica Mike y guiñándome el ojo.
Sonrío nerviosa sin saber por qué lo explica y señala con la cabeza la parte de la camioneta que acaba de abrir invitándome a subir, en cuanto me acomodo cierra dando un portazo y se encamina hacia su asiento de nuevo, papá se ubica en la parte del acompañante y cierra la puerta tan fuerte que hace temblar la camioneta.
–¡Despacio, White! – Ríe Mike divertido mientras sube de nuevo.
Papá suspira entre cansado y avergonzado ignorando la broma de Mike, quien comienza a conducir sin perder su rostro animado. Detrás de mí, hay unas cuantas máquinas que me dan la sensación que suele dar un hospital y cajas de todos los tamaños, cada una de ellas tiene el enunciado "Frágil". Mike huele a cigarro y a sustancias extrañas parecidas a químicos, siento ese último olor en papá desde que puedo sentir los olores más intensificados.
–No quiero incomodarte, Annet, pero siento curiosidad por tus habilidades – Dice Mike mirándome por el espejo retrovisor.
–Mis... ¿Mis habilidades? – Pregunto tartamudeando ante la sorpresa de que rompa el silencio.
–Sí, White no fue muy preciso por teléfono – Explica mientras su sonrisa en el espejo retrovisor y su jovialidad me tranquilizan – ¿Qué es lo que puedes hacer exactamente?
–Pues, puedo ver a través de muros y objetos, escuchar a distancia... y últimamente siento más fuertes algunos olores – Explico con sencillez.
–Sin duda es mucho más interesante que la "Superfuerza", ¿No crees, White?
Papá le lanza una mirada no muy amistosa que digamos haciendo que Mike comience a carraspear nervioso. Supongo que ninguna habilidad sobrenatural es interesante si no la sabes controlar.
–Mejor cierro la boca – Dice Mike sin mirarlo.
Durante el resto del trayecto, tengo que luchar por mantener mi vista en su estado natural y no ver a través de Mike; además, me cuesta no intensificar el ruido del motor de la camioneta o de los autos de la calle, haciendo que mi cabeza comience a doler como si tuviera resaca. Cuando llegamos al Laboratorio y el motor de la combi se apaga, respiro aliviada pensando que lo peor ya pasó, pero no, el interior del lugar no es tan silencioso como esperaba.
Nunca entré al Laboratio Júpiter, sólo lo veía desde afuera. De niña, cada vez que pasábamos con mis amigas, les repetía orgullosa que allí trabajaba mi papá. El interior está lleno de personas con batas blancas que corren de una habitación a otra por los pasillos blancos e iluminados. Me pregunto cuántas de estas personas conforman el "Equipo" del que tanto habla papá y del que él mismo forma parte. Los tres caminamos hasta un ascensor y esperamos unos minutos hasta que llega y deja a un hombre en la planta baja. A modo de saludo, el hombre palmea a papá en el hombro y este hace lo mismo, obviamente olvidando su reciente problema con la fuerza. El hombre pierde el equilibrio y cae sobre Mike lanzando un grito de dolor.
–¡Sanderson!¡Lo siento! No quise...
–Está bien, White, no pasa nada – Dice el hombre antes de seguir su camino como si nada.
Reprimo una sonrisa al ver la cara de papá mientras subimos al ascensor, está totalmente rojo de vergüenza, Mike no se molesta en retener su risa, haciendo que papá se avergüence aún más y que me cueste reprimir mi sonrisa.
–¿Por qué se dirigen con apellidos entre ustedes? – Pregunto para aliviar la tensión cuando logro olvidar mi risa retenida.
–No lo sé – Responde Mike encogiéndose de hombros –, es una vieja costumbre. Nos suma formalidad, pero es divertido escucharnos cuando el apellido de alguien es muy difícil.
El rostro de Mike es un poco alargado, debe ser porque su frente es algo grande. En los pocos minutos que estuvimos juntos, he notado que se le forman hoyuelos al sonreír. Parece una esas personas alegres y divertidas que saben salir fácilmente de momentos incómodos, pero también pueden ser serias y solemnes si la situación lo necesita. Adoro esa clase de personas. Esa descripción encajaría de forma perfecta con Matthew, si no fuera porque a veces utiliza comentarios sarcásticos o hirientes en ocasiones delicadas sin ningún tipo de filtro, no lo hace a propósito, simplemente se le escapan.
El tercer piso es el último del Laboratorio y, al parecer, en él se encuentran las secciones más importantes, una de ellas es la que se encargó de buscar la cura. Aquí no hay tanta gente como en el primer piso. Avanzamos los tres en silencio por el corredor, mientras observo que sólo hay algunas habitaciones, todas con la puerta cerrada. Cuando llegamos al final del pasillo veo un salón donde hay un grupo reducido de doctores. El lugar es espacioso, las paredes son grises y algunas tienen paneles colgando, cada uno de ellos tiene algo escrito, pero no entiendo nada de lo que dicen, parecen fórmulas complejas. En el centro hay una especie de mesada de baldosas blancas con tubos de ensayo, líquidos de colores, un grifo y otros elementos que nunca había visto. Detrás de ella están los cuatro científicos, probablemente ellos sean el famoso "Equipo".
–Bienvenida a la "Sala Principal" – Comienza a explicar Mike en cuanto entramos –.Aquí hacemos la mayoría de las pruebas que requieren de suma confidencialidad o las que consideramos que les será más difícil llegar a un resultado final.
Mientras habla, siento como los olores a químicos y a pulcritud a la vez se intensifican, al igual que el olor a cigarro de Mike, haciendo que comience a marearme de nuevo.
–Como bien sabes –Continua Mike –, el Laboratorio Júpiter se centra en buscar nuevos medicamentos o encontrar curas para enfermedades que parecen no tener una, en algunos casos tal vez mejorar la calidad de vida de quienes tienen una enfermedad terminal. Creímos que eso era lo que haría la cura Ruber, pero al parecer... – Dice interrumpiéndose mientras dirige una mirada intrigante hacia papá.
–¿Creen que estos poderes puedan desaparecer? – Pregunto sin dirigirme a nadie en especial.
Después de un breve silencio la única mujer del grupo toma la palabra observándome:
–En realidad – Comienza a decir –, desde que tu padre desarrolló estas habilidades hemos analizado cada una de las posibilidades para que vuelva a la normalidad, pero no hemos llegado a nada. Esperamos que en ti sea diferente; por eso queremos analizarte si tú nos lo permites.
Me tomo mi tiempo para responder. Quiero quitar de mi cuerpo lo que haga que mis habilidades funcionen, pero tengo miedo de que me dejen peor que ahora. Observo la sala y a cada uno de los doctores con detenimiento; todo es muy limpio y ordenado, la tecnología parece ser la mejor, aunque no hay demasiados aparatos; y en sus caras veo total seriedad y compromiso, no importa a qué vayan a someterme, sé que son profesionales. Por lo tanto, puedo hacer mi afirmación con total convicción:
–Quiero que me analicen.
...
La doctora que respondió a mi pregunta me guía por el pasillo hacia una habitación que simplemente contiene un armario de metal, un escritorio y una camilla. Cierra la puerta del pequeño lugar y me reconforta el silencio que reina en la habitación.
–Por cierto, soy Diana Collins – Dice amablemente.
–Annet White – Respondo siguiendo la costumbre de presentarme.
–Sí, lo sé – Dice riendo sin dejar de moverse y acomodar todo –. Tu padre nunca deja de hablarnos de ti y de tu hermana pequeña. Siento que casi somos familia.
Me siento en la camilla luego de que me lo pida y la observo preparar una aguja para sacarme sangre. Parece un poco más joven que papá. Tiene el cabello recogido pero aun así se le aprecian unas leves ondas; su semblante me transmite mucha paz, sonríe todo el tiempo casi involuntariamente, denotando lo mucho que le apasiona su trabajo. Después de desinfectarme el brazo, comienza a extraer sangre con mucho cuidado; siempre me dio mucha impresión ver la sangre subir por la jeringa, pero esta vez algo en ella llama mi atención. Un líquido celeste la recorre, la cura Neón. Diana parece igual de sorprendida que yo, observa con detenimiento el contenido de la jeringa y la golpea suavemente con la uña. Con los pequeños impactos, el líquido toma leves impulsos que parecen electrizantes.
–Espérame un momento – Pide antes de retirarse apresurada.
Con algo de esfuerzo, empleo mis habilidades y la veo correr por el pasillo hacia la sala principal, hay muchas paredes de por medio, pero mi vista las traspasa todas. Se dirige a uno de los científicos que vi al entrar a la Sala mientras este analiza uno de los paneles, en su delantal tiene una etiqueta, es una identificación: "Joseph Murphy"
–Murphy, mira esto – Dice ella tendiéndole la muestra de sangre.
–¿Es la sangre de Annet? – Pregunta el hombre.
–Sí, supongo que era obvio que su sangre habrían restos de la cura Neón... pero la de White no era así, y él también fue inyectado con la cura Neón.
–La sangre de White tenía un aspecto normal – reafirma el doctor tomando la jeringa y entrecerrando los ojos para verla mejor –, sin embargo, pueden haber cambios. Le haré una prueba de nuevo.
El hombre se retira para buscar a papá, de quien no tengo idea de donde está, así que empiezo a buscarlo con el olfato sin darme cuenta. Es fácil distinguir su aroma a shampoo y a perfume, ambos son característicos en él. Logro localizarlo en el segundo piso, al parecer en una especie de cafetería, está sentado en un sofá junto a Mike y otros colegas. Parece relajado mientras todos hablan de cómo la gente se desespera por obtener la cura Neón. Mike mete la mano en el bolsillo y saca una caja de cigarrillos.
–Grey, estás en un lugar cerrado, no te atrevas – Le dice una mujer sentada a su lado sobre el apoyabrazos del sofá. Él le replica con la mirada –. Ve afuera si tanta necesidad de fumar tienes.
–Hace frío – Se queja él frunciendo el entrecejo.
–¡Pues entonces te aguantas!
Diana entra en la habitación de nuevo haciendo que me distraiga y que no necesite esforzarme para que mis habilidades dejen de funcionar.
–¿Tienes algo importante que hacer esta tarde–- Pregunta metiendo las manos en los bolsillos de su delantal – El equipo y yo queremos hacer unas pruebas con tus poderes; me refiero a que necesitamos ver hasta dónde pueden llegar.
"Sí, debería buscar trabajo" Me digo a mí misma antes de responder:
–No tengo nada, estoy libre.
Sin decir nada, Diana sonríe y me lleva a la sala principal, donde me encuentro con papá volviendo de la cafetería junto a Murphy, él se sienta antes de levantar la manga de su delantal para que le extraigan sangre. Luego de un momento, Diana se acerca y se hace parte del procedimiento.
–¿Hay cambios? – Pregunta ella.
–No – Responde el hombre –, ni un rastro de la cura Neón.
–¿Y de la cura Ruber?
–Tampoco, pero sabemos que está allí. Quizá no haya causado modificaciones en la sangre de White, pero sí en sus músculos
Mientras siguen hablando veo un marco con una fotografía, son los seis miembros del Equipo en la cafetería del Laboratorio. No creí que fueran de los que se toman fotos y las dejan enmarcadas en su lugar de trabajo, pero al parecer son mucho más unidos de lo que pensé. Los otros dos miembros, de los que aún no sé ni sus nombres, son un hombre que aparenta la edad de papá y un chico morocho que pareciera no tener más de treinta años. Vuelvo a la realidad cuando escucho alguien venir al trote por el pasillo, es Mike.
–Mura está aquí – Anuncia desesperado –. Annet y White no son los únicos.
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