Capítulo 6


Cuando ya casi es de noche, me paro justo enfrente del hogar de mis padres, que sigue tan prolijo y limpio como siempre. Todas las casas del barrio Southern Place son habitadas por gente adinerada y de muy buen estatus. Es un lugar lindo, pero yo lo odiaba; siempre debía comportarme de la mejor manera delante de los vecinos, la ropa tenía que ser la más cara, el auto el más nuevo y debía saberse lo buena que era mi educación. Avanzo hacia la puerta y miro mi ropa, mis joggins grises y mi sweater negro dan asco, al menos en este barrio. Toco el timbre con mi cuerpo comenzando a temblar. Luego de unos segundos, Lisa abre la puerta y salta hacia mí antes de que pueda siquiera saludarla. La abrazo con fuerza y la balanceo hacia los costados entre risas, ya casi no necesito agacharme, ha crecido bastante desde la última vez que nos vimos, hace cinco meses. Me hace pasar llevándome de la mano y me conduce por el vestíbulo hacia la sala de estar como si yo me fuera a perder. El ver a mi madre sentada en el sofá frente a la chimenea con su característica compostura, me hace recordar nuestra última llamada el día de ayer, cuando tuvo la maravillosa idea de preguntar por Matthew insinuando que hay algo entre nosotros. Luce una camisa de seda gris y una falda roja entallada que combina perfectamente con el color tan oscuro de su piel. Avanzo hacia ella con naturalidad antes de soltar la mano de lisa y, sin previo aviso, mi madre me atrae a ella y me estrecha en un fuerte y sentido abrazo en el que tardo en reaccionar, pero finalmente me aferro a ella como hice pocas veces en la vida.

–¿Qué pasó?¿Para qué me llamaron? – Pregunto mientras me saco la mascarilla de plástico y me acomodo en el sofá.

Mamá duda en responder, pareciera no encontrar las palabras adecuadas para explicarse, mientras las busca, escucho de manera perfectamente nítida como el fuego quema la leña de la chimenea, jamás había prestado tanta atención a ese sonido.

–Tu padre tiene... no sé cómo llamarlo, ¿Habilidades especiales, quizás? – Suelta por fin mamá.

"Habilidades especiales" Repito en mi mente frunciendo mi entrecejo.

–¿A qué te refieres? – Consigo preguntar reacomodándome.

–Tiene una especie de Superfuerza – Explica Lisa entusiasmada.

–¿Súper qué? – Digo sin entender nada de lo que dicen – ¿Dónde está él?

–Está en el Laboratorio – Explica mamá bastante preocupada –. Esta mañana deformaba o rompía todo lo que tocaba, al parecer no puede controlarlo. No sabemos por qué lo hace, pero teme que sea por la cura Ruber, quizá un... efecto secundario.

¿"Efecto secundario"? Entonces, ¿Lo mío no son simples alucinaciones? Aunque por alguna razón, según ella, papá sospecha que sean efectos secundarios de la cura Ruber, ¿Por qué me estaría pasando algo así a mí, que no me la inyectaron? Me centro en el fuego y, cuanto más me detengo en él, más fuerte se oye el sonido de la leña encendida. Vuelvo de mis pensamientos cuando escucho un auto avanzar por la calle y aparcar justo en la entrada, alguien baja, papá; luego, puedo sentir como el vehículo continúa por su camino mientras él avanza hacia la entrada de casa. Lisa va a recibirlo y nos deja a mí y a mamá a solas, tras verlo avanzar hacia nosotras detrás de mi hermana, mi madre posiciona su espalda aún más recta y lo observa con una expresión expectante y hasta miedosa. Al verlo siento el impulso de correr hacia él y abrazarlo por lo mucho que lo extrañé y por el miedo que tuve a perderlo, pero su rostro cansado, confundido y hasta poco complacido de verme aquí me detiene.

–Anne – Murmura consternado – ¿Qué haces aquí?

–Mamá me pidió que viniera – Explico sin saber muy bien qué hago aquí en realidad.

–¿Qué te dijeron? – Le pregunta mamá mientras Lisa vuelve a sentarse.

–No mucho – Suspira él cansado –, analizamos algunas pruebas y llegamos a la conclusión de que es un efecto secundario de la cura Ruber, pero no sabemos exactamente por qué; lamentablemente no creemos que sea reversible, no hay nada que pueda hacer excepto aprender a controlarlo.

–¿Qué es lo que te ocurre exactamente? – Pregunto intentando indagar y saber si lo que me está pasando a mí también se debe a la cura.

–Tengo una fuerza sobrenatural – Explica con monotonía y como si esto fuera normal –. Por la mañana, rompí una taza con tan sólo tomarla e hice pedazos todo lo que toqué con un mínimo de fuerza.

–Pero a ti te inyectaron las dos curas – sugiero buscando respuestas –, la Neón y la Ruber ¿Y si es un efecto de la cura Neón? – Planteo pensando en voz alta

Mientas me escucha comienza a caminar en círculos frente a la chimenea con las manos en los bolsillos delanteros de su jean mientras observa el suelo, analiza un poco la posibilidad de lo que le digo y finalmente suelta su conclusión:

–Es imposible – Concluye seguro –. La cura Neón afecta el cerebro, mientas que la Ruber afecta otras partes del organismo contrarrestando algunos efectos del Virus Arsénico, como el cansancio, el dolor muscular...

"¿Y entonces por qué me pasa esto?" Me pregunto cada vez más desconcertada. Lisa debe advertir el miedo o la preocupación de mi cara, la cual es incluso hasta más desesperada que la expresión de mamá.

–¿Estás bien? – Pregunta observándome.

Asiento con incredulidad. No quiero decirles lo que me está pasando y cargar a papá con aún más preocupaciones. Supongo que Lisa no me cree porque comienza a acariciar mi cabello disimuladamente como cuando llegaba llorando de la escuela o me peleaba con mamá durante mi adolescencia. Eso era suficiente para que me calmara. Siempre tuvo la sensación de que, como es mucho más pequeña que yo, sus palabras no valen para mí, así que simplemente se quedaba a un costado en silencio y me abrazaba o me acariciaba, a veces no hacía ninguna de las dos, pero el simple hecho de tenerla a mi lado me tranquilizaba.

...

Mientras ayudo a mamá a preparar la cena le doy vueltas al asunto de mi trabajo, parece preocuparme en mayor medida que escuchar todo más fuerte de lo normal. Levanto la vista y veo el jardín por la ventana haciendo que vengan a mi mente miles de recuerdos jugando con Lisa. A veces me sentía ridícula al tener diecisiete años (o un poquito más) y jugar a las muñecas con mi hermanita pequeña, pero cuando me mudé, me sentí feliz por tener todos esos recuerdos en mi mente y haber disfrutado esa etapa de su vida.

La cocina de la casa de mis padres siempre fue gris, pero cada vez está más modernizada. Me parece aburrida, pero a diferencia de los míos, los cajones se deslizan sin trabarse y los cubiertos están ordenados por sección. Me incomoda que todas las estanterías tengan puertas y dejen todo cubierto, nunca sé dónde están las cosas. Cuando termino la ensalada me siento en un taburete junto a la isla para seguir observando el jardín. Está muy iluminado y tiene flores de todo tipo, todas arregladas por mamá. Siempre me gustó que se tomara su tiempo libre para dedicarse a sus plantas, solía verla desde la ventana de mi habitación con sus vaqueros azules, su camisa y su pañuelo en la cabeza sosteniéndole su largo cabello rizado arreglando su jardín con dedicación y entusiasmo. De repente, la sorprendo observándome, pero finjo que no me doy cuenta. Sé que me está analizando, está juzgando algo en mí. De a ratos me dan ganas de gritarle que, por un momento, por más mínimo que sea, deje de ser una jueza y que aprenda a separar su trabajo de su familia.

–¿Segura que está todo bien? – Interroga cansada de que la ignore.

–Sí, todo está bien – Afirmo levantándome para ir al comedor.

Mañana será la última vez que se publique un artículo en nuestro periódico digital, y probablemente otros periodistas den notas sobre el cierre del diario, así que es mejor que se lo diga a todos antes de que ellos mismos ser enteren por terceros. Pero, como siempre, soy demasiado cobarde como para dar malas noticias; y bastante necia como para pedir ayuda.

...

Creí que la cena sería emotiva, después de todo no estamos juntos desde hace cinco meses, pero mi familia es experta en hacer de cuenta que nada pasó con tal de no demostrar demasiados sentimientos, sobre todo mamá. Mientras comemos, papá no puede evitar doblar dos o tres tenedores e incluso rompe un plato intentando cortar carne. Reprimo unas risitas cada vez que Lisa se levanta a buscar otro cubierto, e intento tener una expresión solemne cuando regresa de la cocina y me lanza su mirada asesina de niña actriz. Luego de casi veinte minutos, papá logra contener parte de su fuerza; pero a su vez, de a ratos siento como si todos estuvieran gritando.

Cuando todos terminamos, nos disponemos a levantar la mesa como siempre solíamos hacer, pero entonces, papá toma una copa y la hace añicos involuntariamente. Salgo corriendo hacia la cocina a buscar un trapo para limpiar el vino que se vertió sobre la mesa. Al volver, veo que tiene la mano bañada en sangre y trozos de vidrio incrustados en ella, pero por su expresión parece no dolerle, simplemente se limita a tapar la herida con unas servilletas mientras mamá y Lisa revuelven en el armario de la sala de estar en busca de un botiquín de primeros auxilios, yo permanezco inmóvil con el trapo de tela en la mano, observando la herida. Me encuentro a unos cuantos metros de papá y aun así puedo sentirle el olor a sangre y del vino, lo siento como si estuviera en mi propia nariz. De una vez por todas, necesito saber si esto es cierto o si sólo es mi imaginación. Todo se vuelve más real cuando percibo otros olores, igual de fuertes que el de la sangre como si los tuviera junto a mí; papá huele a shampoo de coco, igual que mamá, Lisa a algo distinto, a manzanilla. De repente, pierdo el control y comienzo a ver la calle y oír las voces tan intensificadas que no puedo detenerlo. El mareo regresa mientras me desespero por detenerme confirmando lo real que es todo esto.

–¡Por Dios! – Grita mamá escandalizada – ¿Anne, qué te pasa?¡Annet!

De forma parecida a la que se enfoca la lente de una cámara, siento como si mis ojos se focalizaran en un punto específico: mamá. Su expresión me dice que está aterrada, pero aun así, no puedo ver lo que le rodea.

–No sé qué ocurre – Digo con un hilo de voz.

Focalizo mi visión en un vaso que me tiende Lisa sin que pueda verla y observo mi reflejo, mis ojos son totalmente negros, no hay nada blanco, no veo mi iris verde oscuro... sólo una extensa pupila, negra y profunda. Siento algo deslizarse por mis oídos y siento el olor de mi propia sangre. No sólo siento los ruidos del ambiente, capto sonidos de todo tipo, como voces de vecinos y los ruidos que producen ellos mismos.

Comienzo a tambalear, sintiéndome desorientada y mareada. Lo último que siento es como los tres corren hacia mí antes de que caiga al piso pero ninguno logra detener mi caída.

...

El impacto es suficiente como para que mis poderes se detengan. Me di un golpe tan grande en la cabeza que duele de manera inexplicable. Papá se agacha a mi izquierda mientras mamá se mantiene a mi derecha sosteniendo mi cabeza con delicadeza, Lisa está parada frente a mí, veo algo borroso pero logro distinguir como cierra sus puños a ambos lados del cuerpo, suele hacerlo cuando está asustada.

–¿Estás bien? – Pregunta mamá ayudándome a sentarme.

No puedo contenerme, simplemente comienzo a llorar. Levanto un brazo con la poca fuerza que tengo y me tapo la cara. A cada sollozo, siento como si mi cabeza explotara internamente mientras pienso en qué decirles, aunque ni siquiera yo entiendo al menos un poco de todo esto.

–Tengo habilidades sobrenaturales – Digo lo más claro que puedo – No sé qué me pasa pero apenas puedo controlarlo... no entiendo nada y me aterra.

...

–¿Así que puedes ver a través de muros, escuchar a través de ellos... y oler mejor que los demás? – Pregunta Lisa sentada a mi lado.

–Lisa, es la última vez que te lo digo: Ve a la cama – Ordena papá señalando el segundo piso desde el otro extremo del sofá.

–Pero, papá...

–Sin peros.

Lisa se levanta del sofá y se dirige a las escaleras reteniendo sus gruñidos. Sonrío levemente al pensar en que no podría contar las veces que viví esta misma situación.

–¿Estás mejor? – pregunta con calma.

–Aún sigo mareada, pero estoy bien.

Casi todas las luces de la casa están apagadas. Lo único que nos alumbra es la chimenea, de la cual ya no oigo tan nítido el sonido de la leña.

–Mañana ven conmigo al Laboratorio – Pide levantándose – Quizás podamos ayudarte.

–Dudo que pueda explicarles siquiera lo que me está pasando – Digo con negatividad.

–Quizás nosotros podamos explicártelo a ti.

...

"I-I-I got this feeling, yeah you know

Where I'm losing all control

'Cause there's magic in my bones"

(Bones- Imagine Dragons)

(...=

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