Capítulo 13


No tengo ni idea de por qué se supone que debo estar aquí, pero Mike sonaba muy urgente; así que, pido acceso al tercer piso intentando calmar mi ansiedad. Tardan unos minutos en dármelo, pero en cuanto entro al elevador, el aroma de alguien me desconcierta, es mamá. En el momento en que la identifico con mi olfato, la busco con la vista en el tercer piso, está en el corredor de la Sala Principal mientras llora y se aferra con fuerza a papá, él no dice nada, sólo se limita a abrazarla y acariciar su largo cabello negro, nunca los vi así, haciendo que me preocupe aún más, algo malo está pasando. Antes de que las puertas se abran, sigo el impulso de mirarme al espejo mientras uso mis poderes, mis ojos negros son aterradores, algo nuevo que odio de mí. Salgo del ascensor y avanzo por el pasillo con cautela, sé que a mamá no le gustaría que la vea en ese estado. Se aparta de papá cuando escucha mis pasos y seca sus mejillas. No sé muy bien qué hacer cuando me paro frente a ellos, es claro que estoy haciendo sentir incómoda a mamá.

–¿Está todo bien? – Es la pregunta más tonta que pude haber hecho, es obvio que nada está bien.

Ella asiente mientras echa su cabello hacia atrás, los rizos largos se enriendan en sus dedos finos y delicados. Sigo avanzando hacia la Sala Principal intentando relajarme, el no saber qué hacer frente a una situación tan común como la de ver a una persona llorando me hace necesitar alejarme, además, sé que estarán mucho mejor si me alejo. Busco a Mike en la Sala con la mirada y él enfoca su mirada en mí antes de observar a mi madre con disimulo, como si quisiera decirme algo telepáticamente.

Con disimulo, papá nos guía a ambas hacia el ascensor sosteniendo a mamá por la cintura. Cuando entramos en la cafetería, las dos nos sentamos mientras él va a buscar café. A mi madre, mi presencia aquí le es indiferente, por lo que me pregunto para qué demonios me llamó Mike; luego, suspiro levemente al pensar de que, si nuestra relación fuera distinta y algo grave estuviera pasando con ella, es obvio que querría la compañía y el apoyo de su hija, pero no, jamás seríamos así. En cuanto vuelve, papá me sonríe casi sin ganas. El aire entre nosotros está demasiado tenso, no sólo porque algo malo les esté pasando y yo no tenga idea de qué sea, sino porque papá y yo aún no hemos hablado desde que decidí comenzar a entrenar. No alcanzo a decir nada cuando su teléfono suena, mira el mensaje que acaba de llegarle y se levanta.

– Murphy me necesita en la Sala – Anuncia levantándose con pesar –. Nos vemos después – Dice antes de besar la frente de mamá con delicadeza para luego irse.

En cuanto quedamos solas, la observo intentando saber qué hacer, ¿Le pregunto directamente qué está pasando?¿La ignoro?¿Me voy? Nunca sabré qué hacer si se trata de ella. Mantengo mi mirada fija en sus ojos verdes y empañados, deseando que las cosas no fueran así entre nosotras. Cuando percibe cómo la observo, se reacomoda en su silla y cruza los brazos sobre la mesa con un porte totalmente refinado y delicado, luego asiente y empieza a hablarme en voz baja:

– Es cierto, por eso nunca lloro frente a ti.

Frunzo el entrecejo y reduzco todos los sonidos del ambiente hasta que solo escucho su respiración y mi voz intentando hallar respuestas:

–¿Cómo sabes lo que...?

– Soy una Neón – Suelta interrumpiéndome de repente.

Me quedo callada mientras la miro apoyar el mentón en los nudillos de su mano, sólo tiene un anillo, el de la alianza matrimonial, el oro rodeando su dedo hace resaltar aún más la elegancia de sus dedos finos y oscuros. No lo entiendo. ¿Cómo que es una Neón?¿En qué consisten sus poderes? Observa al grupo de cuatro personas del otro extremo de la cafetería.

– Siento las emociones de las personas – Dice con su vista fija en ellos –.El morocho no soporta a la chica – Comienza a decir, giro mi vista hacia ellos con algo de disimulo –, y ella intenta llamar la atención del que está a la derecha, le parece estar enamorada, pero sólo se siente un poco atraída, en otras palabras, está confundida. El último esconde algún secreto, está asustado porque cree que fue descubierto, es algo sobre un engaño, tal vez engaña a su pareja.

–¿En serio sabes todo eso de una persona con tan sólo mirarla? – Pregunto volviéndome hacia ella.

– Llevo toda la mañana haciéndolo – Dice mientras intenta retener sus lágrimas –, no encuentro la forma de controlarlo, ni siquiera puedo concentrarme. Siento voces todo el tiempo, vienen de las personas que tengo alrededor mío – Hace una pausa y presiona los labios para no llorar, pero la voz se le quiebra cuando comienza a hablar de nuevo –. No entiendo cómo lo hago... Pero es horrible... Todo el esfuerzo que hago por dejar de hacerlo es en vano y muy agotador...

Limpia sus ojos con la mano en la que había apoyado su cabeza e intenta respirar. No quiero que sienta que la estoy invadiendo, pero tampoco me gustaría que piense que está sola en esto; arrimo mi silla un poco más cerca de ella y me inclino para abrazarla, teniendo la impresión de que se va a apartar, pero me sorprende devolviéndome el abrazo. Me aferro aún más a ella mientras mis lágrimas comienzan a surgir, porque no recuerdo la última vez que nos abrazamos así; sé que en el segundo en que me aparte de ella, volverá a ser igual de distante y fría que siempre. Se aleja un poco de mí y yo hago lo mismo, aunque desearía no haberlo hecho. Sonríe como puede, su llanto cesa de a poco y yo intento parar pero no puedo calmarme, así que pasa su dedo índice por debajo de mi ojo con suavidad y seca mi mejilla. Estos momentos son tan escasos entre nosotras que cada uno de ellos me sorprende y es atesorado en mis recuerdos. Aunque me encantaría que no fuera así... me encantaría perder la cuenta de cada vez que me sonríe, de cada abrazo, o de cada vez que dice que me quiere. Y entonces, entiendo por qué Mike me llamó, porque no importa qué tan rara sea nuestra relación, soy su hija, siempre lo seré. Y al menos, ahora tenemos algo en común.

...

Entrar al Regimiento Local me da escalofríos, de nuevo. Intento no perderme en los pasillos del cuartel donde debo entrenar, me sirven de guía la voz de Korín y los jadeos de alguien peleando en el cuadrilátero. Cuando entro, por primera vez noto cómo disfrutan del enfrentamiento el grupo que está fuera del cuadrilátero, y eso me hace sentir algo de asco, ¿Cómo pueden sentir placer al ver a una persona sufrir por los golpes de otra? No quiero volverme así, pero empiezo a pensar que cuanto más vea estas peleas, más difícil será no elegir a uno de los que lucha y alegrarme por los moretones y heridas que le cause al otro. Korín muestra indiferencia en cada pelea que observa, con una neutralidad casi perfecta. Admiro su calma cada vez que pasea por los costados del cuadrilátero observado a sus "alumnos" sin miedo a estar cerca de ellos y que la lastimen como si fueran bestias salvajes. Luego de un rato, Korín me distingue a la distancia y me guía hacia los sacos de boxeo

–Lo mismo que ayer – Dice con voz ronca y desganada antes de retirarse nuevamente.

Comienzo a hacer lo mismo que ayer, es aburrido después de un rato y empiezan a dolerme aún más los músculos, pero intento no prestarle atención. El calor me sofoca y siento como mi cabello comienza a hacerse más pesado al mojarse por mi sudor. Mi cabeza empieza a producir pensamientos de quejas que me desaniman y me hacen desear que mis poderes pudieran bajar la intensidad de las voces de mi mente al igual que los de mi alrededor.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que empecé, pero se me hace cada vez más difícil mantener el peso de mi cuerpo y seguir golpeando el saco, me quedan tan pocas fuerzas que ni siquiera se mueve cuando mi puño llega a él. Korín me da permiso para parar y entonces estiro igual que ayer, el dolor de mis músculos tensándose es casi placentero en comparación al de mis nudillos lastimados. Veo a Matthew acercarse y, tras saludarnos, nos sentamos en el suelo apoyando la espalda a la pared mientras siento cómo mis músculos se rinden totalmente. Nos mantenemos en silencio por un tiempo observando a Korín mientras se pasea por los sacos donde entrenan sus aprendices, cada tanto le indica algo a uno de ellos. No hay nadie en el cuadrilátero, sin embargo lo observo como si ocurriera algo interesante en él. La voz de Matthew me saca de mi concentración:

–Es bonita.

Lo miro esperando ver su típica sonrisa sarcástica, pero no, se mantiene serio, haciendo que yo no pueda evitar sonreír.

–¿Quién? – Pregunto sabiendo que resulta obvio a quién se refiere, pero quiero que lo diga.

–Korín.

Intento contener la risa cuando viene a mi mente la imagen de él y Korín caminando tomados de la mano, río por lo bajo, pero él se percata al instante y me mira con seriedad, aunque lejos de intimidarme, su expresión me hace reír aún más.

–Lo siento – digo mientras intento calmarme –, es que ella no parece ser la clase de chica "romántica y cursi" como las que suelen salir contigo.

–Ni siquiera la conoces.

–¿Tú sí? – Pregunto riendo cuando vuelve su vista hacia ella.

–Tan sólo dije que me parecía bonita ¿De acuerdo?, no que quisiera salir con ella o algo por el estilo.

–No suenas para nada convencido de lo que acabas de decir.

Sin decir nada, desvía su mirada de ella con algo de pudor mientras sonrío por la forma en que se sonroja. En cuanto vuelvo mi vista hacia Korín, la veo hablando con un hombre que parece rondar los treinta años y que viste uniforme militar. De repente, él vuelve su vista hacia mí y, automáticamente, desvío mi mirada hacia otro lugar; la curiosidad me invade y decido escuchar lo que dicen, pero en cuanto lo hago, ella da por finalizada la conversación y se aparta volviendo a lo suyo, sin embargo, puedo notar cómo él sigue en su mismo lugar, observándome. Cuando me atrevo a mirarlo de nuevo, noto una leve sonrisa asomar por sus labios impresionablemente delgados antes de que respire profundo y decida irse sin más.

...

Esta vez, hago lo posible por no hacer caso a cada vez que Korín me hace sentir intimidada con su dura actitud, porque de seguro enfrentaré cosas peores. Ya no siento tanto dolor en el cuerpo así que es más fácil soportar cada golpe que le doy al saco. Intento hacerlo con más fuerza que las veces anteriores, como si quisiera empeñar absolutamente toda mi energía en esto, incluso la que no encuentro en mí. Cuando siento que ya no tengo más fuerzas para seguir golpeando, mi cuerpo produce más energías basándose en mis pensamientos: "Tengo que demostrarle a todos aquí que no soy una debilucha; tengo que demostrarle a mi padre que estoy haciendo lo correcto; tengo que hacer lo posible por proteger a North City; tengo que ser útil, mis poderes tienen que serlo; tengo que encontrar mi valor." Golpeo el saco con tanta fuerza que por fin lo veo moverse, mi puño lo hace balancearse y sacudirse cada vez más rápido. Estoy tan concentrada en lo mío que apenas siento a Korín acercarse a mí, solo la siento cuando comienza a hablarme:

–Tú, al cuadrilátero. Hoy entrenarás de verdad.

–¿Qué? – Pregunto extrañada tras detenerme – ¿Ahora?

–¿Tenías otros planes, cariño? – Pregunta ella desafiante.

–Pero no sé pelear, no estoy lista – Replico observándola fijamente.

–No lo sabrás hasta que no estés allí arriba – Al ver la inseguridad con la que observo el cuadrilátero, ella sigue hablando –. Todos ellos han aprendido más peleando que observando lo que sucede allí arriba – Su voz ronca nunca deja de ser serena-, así que te quiero ahí, aprendiendo a pelear de verdad.

Comienza a caminar hacia allí y yo sólo miro ese lugar que me aterroriza tanto y el que temo que vaya a convertirme en algo que no soy y que no quiero ser, alguien a quien no le importe causarle daño a otra persona o que llegue a sentir placer por aquello. Sin embargo, tras recordar que hago esto por otras personas, camino hacia el cuadrilátero con decisión, esperando que una vez estando arriba, pueda comenzar a encontrar algo de lo que realmente soy.

En cuanto subo al cuadrilátero, Korín ya está allí en una esquina haciéndole una seña a alguien para que suba también. Avanzo un poco más y me paro justo en el medio, me vuelvo hacia el lado opuesto cuando escucho que otro chico sube también, se detiene a unos pasos de mí. La luz ilumina sus grandes ojos marrones que parecen tener un tinte dorado alrededor de la pupila. Dirige su mirada hacia Korín y se posiciona mientras yo adopto la misma postura. Avanza con cuidado hacia mí y retrocedo unos pasos, no quiero ser yo la que dé el primer golpe. Llego al borde del cuadrilátero cuando él dirige su brazo hacia mi cabeza, logro esquivarlo y darme la vuelta a un costado de él para quedar más cerca del medio. Vuelve a tomar posición de combate y guía de nuevo su puño hacia mí, por suerte, alcanzo a cubrir mi cara con el antebrazo, el dolor del puñetazo recorre mi cuerpo de forma electrizante. No vacila en intentar golpearme en el estómago, pero tomo su puño con mi mano izquierda y golpeo su mandíbula con la derecha usando toda la fuerza que tengo, haciendo que su cabeza dé un impulso hacia atrás mientras yo me alejo unos centímetros. Cuando se estabiliza de nuevo, se acerca un poco más a mí dando pequeños impulsos con sus piernas y se aparta cuando ve mi puño viajando hacia su cabeza. Vuelvo a flexionar las rodillas. Él alcanza a darme un buen golpe en la cabeza que hace que retumbe cada rincón de mi cerebro. Me cuesta retomar el equilibrio, casi lo consigo totalmente cuando vuelve a darme, esta vez en la cara. Mi tobillo se dobla y me desplomo en el suelo lanzando un alarido. La luz y la falta de aliento me nublan la visión. Miro a Korín mientras siento como mi respiración se hace cada vez más inconstante mientras oigo algunos murmullos acompañados por risas en la parte oscura: "No creo que sea sencillo golpear a alguien si cargas con esos rollos" Murmura uno de ellos de forma casi inaudible. Los ojos se me llenan de lágrimas, porque quiero seguir y demostrarles a ellos y a mí que no soy tan débil como creen, no soy frágil, pero no puedo, no tengo las fuerzas. Los susurros se intensifican aún más y las risas se convierten en carcajadas.

–¡Cállense, idiotas! – Grita Korín logrando que las voces se apaguen al instante.

El chico avanza hasta mí y se agacha a mi lado, luego toma mi brazo con cuidado y me ayuda a sentarme. Dejo caer mi cabeza en su hombro con algo de pudor, pero siento como si mi cuello no pudiera mantener su peso por cuenta propia. Korín pide con firmeza que todos salgan del salón, nadie presenta queja alguna. Comienzo a sollozar, él me ayuda a ponerme de pie luego de unos minutos y me sostiene al caminar. A cada pisada, siento mi cuerpo tensarse por el dolor, todo mi rostro arde por el golpe, sobre todo la nariz.

–Lo siento – Susurra el chico con voz casi inaudible.

Lo único que puedo hacer es asentir con debilidad mientras una nueva oleada de lágrimas aparece cuando me doy cuenta de que todos tienen razón: Soy débil. Frágil. Vulnerable. Incapaz de proteger a North City. Me siento en una banca mientras el chico se va y Korín me da hielo envuelto en un trapo sentándose junto a mí.

–Tienes buenos reflejos – Dice ella después de un rato –. Lástima que no pudiste ver esos dos golpes, si hubieras...

–Sí los vi – La interrumpo con frialdad.

–¿Y entonces por qué no los esquivaste?

–Porque no quise hacerle daño, no me atreví.

–¿Por qué?¿Te gustó y no quisiste deformarle la cara o algo?

–No quiero hacerle daño a nadie – Comienzo a explicar aguantándome las lágrimas –, ni tampoco quiero disfrutarlo. Pero de verdad quiero ser buena al pelear y darle una mayor utilidad a mis poderes.

–Eres tan dulce que siento que voy a volverme diabética tan sólo con escucharte – Dice casi con asco antes de volverse más seria –. La verdad es que no creo que lo vayas a disfrutar. Tal vez pienses que sí porque todos aquí lo hacen, pero ellos no se parecen en nada a ti, en realidad la mayoría son idiotas. De hecho yo no lo disfruto, simplemente no me importa.

–Pero tampoco quiero que me dé igual.

–No te conozco demasiado, pero creo que nunca vas a dejar de sentir compasión cuando pelees contra personas inocentes en el cuadrilátero. No creo que eso te vaya a representar una ventaja, pero... – Se encoje de hombros y se queda en silencio con la cabeza apoyada a la pared.

Me paso el hielo por el pómulo, tengo un moretón muy grande allí, está envuelto en un trapo tan grueso que apenas siento el frío llegar a mi piel, pero me alivia un poco. Coloco el hielo en mi nariz y el dolor comienza a recorrer todos los huesos de mi cara. Lo quito de mi rostro al darme cuenta de que no me hace sentir mejor y giro mi cara hacia Korín, veo su tatuaje de la clavícula, el de palabras en japonés.

–¿Qué significa tu tatuaje? – Pregunto antes de que una leve sonrisa asome por sus labios

–Significa resiliencia – Responde ella con seguridad –, la inefable capacidad que permite a ciertas personas anteponerse a las distintas adversidades que se les presenten en la vida diaria. Permite desarrollar conductas positivas ante el estrés, las amenazas o algún conflicto. Aprendí de memoria esa descripción, siento que me identifica mucho.

La observo mientras sonríe y haciendo que yo sonría a mí también.

Resiliencia.

...

Estoy por irme a dormir cuando alguien toca la puerta, el aroma a Shampoo de coco lo delata, haciendo que me preocupe un poco, ¿Por qué papá viene a estas horas? Abro la puerta algo asustada, ¿Y si algo le pasó a mamá o a Lisa? No parece alterado o nervioso, sino más bien resignado, lucha por sonreírme al entrar, pero no es una sonrisa sincera. Enciendo la luz de la sala de estar mientras él se sienta en el sofá y yo me siento en el sillón del costado abrazando mis rodillas, aunque las piernas me duelen un poco. Señala su rostro con preocupación cuando ve los moretones de mi cara.

– Hoy fue mi primer pelea en los entrenamientos – Explico indiferente antes de cambiar el tema – ¿Cómo está mamá con lo de sus habilidades?

–No muy bien –Comienza a decir rascando su cuello –, no ha descansado desde que las descubrió, todo el tiempo está sintiendo esas "voces" en su cabeza diciéndole sobre las emociones de los demás.

–¿Qué clase de voces? – Pregunto extrañada.

–No supo explicarlo muy bien, pero es como si algo en su cerebro le dijera continuamente cómo se siente la persona que se encuentra en el mismo ambiente que ella; por suerte la convencí de que tome el mismo antídoto que tomamos, quizás eso le ayude a controlarlo mejor. En fin... – Suspira luego de una breve pausa – Quería hablar contigo de algo.

Me reacomodo en el sillón abrazando aún más mis rodillas mientras lo observo comenzando a sospechar de qué puede tratarse todo esto.

–Lo he pensado muy bien, y creo que tienes razón en todo: Estuve al borde de la muerte pero actúo como si no me importaran las personas que pueden llegar a morir si no se controla a los Neones y Rubers; Y si no hago algo pronto, tendré cargos de conciencia "porque pude haberlo evitado", tú misma lo dijiste... tal vez deba involucrarme yo también y hacer algo por mi familia y la ciudad.

–Ya has hecho bastante por nosotras y la ciudad al encontrar las curas y al ofrecerte como sujeto de prueba – Digo tras sentir que no quiere involucrarse realmente, sino que se siente obligado.

–La verdad es que yo no encontré ninguna de las dos curas – Explica encogiéndose de hombros –, tan sólo ayudé a desarrollarlas, el mérito es de Ricci y Collins; además, me ofrecí como sujeto de prueba porque ya estaba enfermo, nada que inyectaran en mi cuerpo podía hacerme daños peores a los del virus, técnicamente no me arriesgaba a nada.

Ladeo la cabeza y desvío mi mirada hacia el reloj de pared, son alrededor de las 22:00. No sé cuáles son las verdaderas razones por las que quiere hacerlo, pero no me gustaría que sea únicamente porque de forma indirecta le hice sentir que estaba obligado a hacerlo.

–¿Seguro que quieres hacerlo? – Pregunto volviéndome hacia él.

–No tengo razones para no hacerlo – Dice encogiéndose de hombros –. Es cierto, soy casi indestructible y también siento que mis poderes en mí son totalmente inútiles, alguna utilidad debo darles. Podríamos encontrar su valor juntos.

...

"So I, I bet my life, I bet my life

I bet my life on you"

(I Bet My Life – Imagine Dragons)

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