Capítulo 9

— ¡¿Se puede saber dónde están ese par de niños malcriados?!

— No se altere usted, Todoroki-san, por favor. Estarán al caer. Los he visto hace poco —se excusaba con torpeza la mujer, ataviada en un vestido púrpura.

— Eso dijo usted hace veinte minutos.

Hanako entendía que su marido no dijera nada; al fin y al cabo, era un cabeza hueca. De hecho, preferiría que no intentara ayudarla. Seguro que lo estropeaba aún más.

Pero, ¿por qué demonios la condenada esposa de Enji no estaba defendiendo a su hijo? ¿Es que esa mujer no tenía voz ni voto? Hasta los hermanos del novio estaban tranquilizando a su padre.

— Verás como vuelven enseguida...  —decía el mayor.

— Sí, solo han pasado diez minutos desde la hora... —continuaba la joven rubia.

— Diez minutos en los que ya hemos tenido tiempo de sobra de quedar en ridículo frente a la prensa.

Ese hombre exageraba. Sí, había una fila de periodistas y fotógrafos delante del escenario vacío, pero la señora Yaoyorozu sabía de buena mano que hacerse esperar es un método efectivo para conseguir atención. Quizás su hija hubiera aprendido de ella.

— ¡Mamá! —exclamó no demasiado alto una mujercita pelinegra mientras corría a su lado—. Lo sentimos mucho —se disculpó por su tardanza mientras hacía una reverencia y empujaba la cabeza del pelirrojo para que también se inclinara.

— Oh, no pasa nada —la mujer emitió una risilla nerviosa, ante la fulminante mirada de Enji—. Vayamos saliendo ya...

— ¡No! —se apresuró a negar Momo, percatándose demasiado tarde de que había alzado demasiado la voz—. No, es que... S-Shôto-kun y yo hemos decidido que saldremos solo nosotros dos primero. Nos gustaría decir unas palabras —concluyó, dirigiéndole una mirada cómplice al joven de ojos bicolor.

— ¿Al final sí? —quiso cerciorarse la mujer, emocionada.

— Sí, es que antes estaba muy nerviosa, por eso me fui. Pero ya me he tranquilizado.

— ¿Estás seguro, Shôto? —intervino el señor Todoroki.

— Sí —contestó su hijo, con el desdén al que ya lo tenía acostumbrado.

— Pues yo no estoy muy convencido... —alegó el padre, rascándose con recelo la frondosa barba rojiza.

— Enji —irrumpió una voz que ninguno de los presentes había tenido en cuenta, hasta aquel entonces. La voz de Rei—. Déjalo.

Su pelo brillaba, ya más blanco cano que rubio platino y sus ojos grises apagados se dirigieron a los de su hijo menor.

Natsuo y Fuyumi la contemplaban, incrédulos, al igual que su marido, que parecía ser él el que había enmudecido ahora.

Los Yaoyorozu no comprendían que tenían aquellas débiles palabras de especial.

Pero es que los hijos no recordaban la última vez que su madre se había opuesto a una orden de su marido. 

Posiblemente, desde el incidente con el más pequeño de la familia.

— Shôto ya es mayorcito —decía, mientras acariciaba el contorno entre la mejilla del susodicho y la gigantesca cicatriz que ella misma había provocado—. Si dice que puede hacerlo él solo, puede. Él puede ser lo que quiera.

La mujer, ajena al peso de sus palabras, y a todo en general, esbozó una sonrisa maternal cargada de tristeza, mientras se arropaba aún más en su chal azul celeste y se marchaba con naturalidad a sentarse entre el público.

— Está bien, pero no hagas ninguna tontería —se resignó Enji, no sin antes lanzar una mirada asesina al menor de sus hijos.

— Oh, mi cielito se hace mayor —Hanako le plantó un beso en la mejilla a Momo. Al hacerlo y bajar la mirada se percató de que esta se había colocado unos zapatos planos.

Se lo iba a señalar, no obstante, se alejaba hacia el escenario junto a Todoroki con paso firme, así que, por una vez en su vida, lo dejó estar.

— ¿Preparado? —preguntó la ojinegra a su compañero con una sonrisa; sin embargo esta se veía más nerviosa que él, que no parecía especialmente abrumado.

Claro que Shôto no era de esos que exteriorizan sus sentimientos.

— Realmente no, pero confío en ti.

Definitivamente, esas no fueron las palabras que necesitaba justo antes de subir el último escalón.

Una súbita ráfaga de luz proveniente de los flashes de las cámaras los cegó a los dos. Más al pelirrojo que a la morena, pues ella estaba más acostumbrada al contacto mediático.

La muchacha cogió todo el aire que pudo y lo soltó despacio, en un intento de tranquilizarse. Entonces, se acercó al atril y colocó los pequeños micrófonos a su altura.

Los periodistas (y el resto de espectadores en general) se extrañaron de ver, no sólo únicamente a la pareja, sino también a la mujer siendo la primera en declarar.

A ella la situación la abrumaba. Infinitamente. Jamás en su vida había sentido más nervios. Y mira que a ella las multitudes nunca la habían incomodado; de hecho, le encantaba eso de dar charlas, conferencias y presentaciones, de ser escuchada.

Sin embargo, aquellas exposiciones no tenían nada que ver con lo que estaba a punto de decir.

Miró a su derecha. Allí se encontraba Todoroki.

«No tengo miedo»

Carraspeó.

— Buenas noches —la exagerada claridad apenas la dejaba ver las primeras filas y tampoco se molestó en intentar vislumbrar más allá—. Soy Momo Yaoyorozu y, como bien sabéis todos los que os encontráis aquí hoy, él es Shôto Todoroki, mi prometido. Esta gala se ha concertado con el objetivo de anunciar oficialmente nuestro compromiso de bodas.

Se escucharon multitud de aplausos, unos educados y calmados; otros más enérgicos e incluso algún silbido, provenientes de sus amigos, con total seguridad.

Mientras aguardaba a que se calmaran, repasó mentalmente sus próximas declaraciones. Acto seguido se suponía que debía de dar los detalles de la boda, no obstante:

— Sin embargo, me temo que tenemos una mala noticia.

Aquellas palabras dieron la impresión de resonar por toda la sala, la cual quedó en profundo silencio. Momo se había prometido no dirigir la vista hacia su familia, pero le fue imposible.

Todos parecían desconcertados. Su padre, confundido, sin haberlo pillado del todo todavía. Su madre la observaba con una cara que exclamaba a voz en grito «¿Qué haces?».

— Lamento comunicar que este es un matrimonio arreglado que fue concertado por nuestras familias. No hay amor entre nosotros, ni nunca lo habrá.

Una grito de sorpresa ahogado se apoderó de la muchedumbre. Se escuchaban multitud de murmullos por aquí y por allá.

Podría haber concluido la declaración allí, mas, pese a sus enormes ganas de llorar, chillar o las dos a la vez, pese los retortijones que sentía en el estómago, debía continuar hasta el final. 

Lo haría por ella y por su amigo.

— Y puede que lo que estoy a punto de confesar aquí mismo os resulte bastante impactante, puede que os moleste u os asquee. Puede que os parezca una depravada, un desecho social o un monstruo. Puede que a ojos de la sociedad lo sea. Puede que lo... seamos —dijo mirando por el rabillo del ojo al chico a su derecha—, pero... soy Momo Yaoyorozu, soy una mujer real y me gustan las mujeres.

La exclamación del público se volvió más que grotesca. Más agobiante. Más asfixiante. Casi se ahogaba. El corazón se le salía del pecho; lo escuchaba retumbar mas alto que los centenares de comentarios que se susurraban los unos a los otros entre los asientos.

No se detuvo y alzó aún más la voz, decidida: —Me gusta una mujer. Sé que estás aquí hoy —confesó, dirigiéndose a ella—, que estás escuchando esto; te he visto, aunque ahora no te encuentre con la mirada. Tranquila, no voy a decir tu nombre. No quiero hacerte pasar vergüenza. Aunque esto no debería ser algo por lo que nadie tuviera que pasar vergüenza. No tendría que avergonzarme de ser homosexual. Porque así soy yo. No hay razones ni explicaciones que dar. Soy así... y punto. Y no hay nada de malo en ello.

Cerró los ojos e hizo una leve pausa para coger aire. Le pitaban los oídos y le costaba retener las lágrimas, que amenazaban con salir a chorros en cualquier momento.

Incluso la sencilla tarea de respirar se le estaba dificultando, pues notaba un pesado nudo en la garganta y notaba como su cuerpo entero tiritaba. Sentía frío, mucho frío. Sin embargo, también se derretía del calor.

— Lamento profundamente el decepcionaros y haberos hecho venir para nada, pero sentía que debía dejar de esconderme. Debía que dejar de fingir ser quien no soy. No soy la chica perfecta, soy humana. No soy una muñeca de plástico, ni una marioneta a la que se pueda controlar con cualquier hilo. Soy... la verdadera Momo Yaoyorozu. Y nada ni nadie podrá cambiarme.

Volvió a parar por un segundo. Le temblaba el labio y la voz de tal forma, que casi contenía el aliento. 

No obstante, Momo se mantenía en pie. Siempre lo hacía.

— Lo siento mucho, pero Todoroki-san y yo no somos la pareja perfecta que todo el mundo cree. Muchas gracias.

Iba a retirarse, cuando recordó algo sumamente importante que había pasado por alto.

— Ah, y por cierto, Bakugô, Kirishima, felicidades por vuestro noviazgo, que no he tenido oportunidad de decíroslo.

Entonces sí, se apartó y se dispuso a esconderse tras las cortinas. No iba a llorar delante de tales espectadores.

Momo esperaba gritos, de apoyo o de rechazo; esperaba una horda de periodistas persiguiendo su exclusiva; esperaba aplausos. Esperaba algo. Sin embargo, ella, en el tiempo que le tomó salir del campo visual del público, solo llegó a escuchar el amargo sonido del silencio.

× × ×

Supongo que os habréis percatado de qué era esa "cosa" que dudaba de incluir en el capítulo pasado. Sí, en efecto, la mención KiriBaku. Y sí, ahora mismo me estoy muriendo de la vergüenza ajena de mí misma. Socorro.

Me va a costar horrores mirar las notificaciones, uf.

En fin, que espero que os haya gustado, no sólo el comentario, sino el capítulo en sí. Trabajé mucho en el discurso de Momo. Quería que fuera algo corto, pero que concentrara la totalidad de la importancia que tiene el mensaje, no sólo simbolizando la búsqueda de aceptación en los demás, sino la suya propia. Espero haberlo conseguido.

Y bueno, que nada, que tengáis una buena noche/ tarde/ día/ amanecer más en el infierno o lo que sea.

¡Nos vemos!

PD: estoy trabajando en una historia con un ship de Momo como protagonista que no es, repito, no es el MomoJirou. 

(Y obviamente el TodoMomo tampoco porque no me gusta xd)

PD2: os prometo que el próximo capítulo será feliz <3

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