Capítulo 5
— ¿Pero de verdad es tan necesario?
Momo estaba sentada en un lujoso sofá de cuero, en el salón de su casa. Su padre, quién sabe dónde estaría. Trabajando, posiblemente. Su madre, a su lado, contándole emocionada los detalles de la fiesta que iba a organizar para declarar oficialmente su compromiso. Oh, a su madre le encantaban las fiestas.
— ...así que invitaríamos a la familia próxima, lejana y política de ambas partes; por supuesto a alguien de la prensa, no demasiada gente, solo... algún redactor y un par de fotógrafos de confianza; también amigos y socios nuestros, acompañados de la unidad familiar, estrictamente, que luego me viene la gente con los abuelos, los tíos y los primos segundos y se acaba el champán enseguida... y bueno, supongo que Shoto-kun también invitará a amigos suyos... tú deberías hacer lo mismo. Entre treinta y cuarenta me parecerían bien... —detuvo su monólogo— Ah, ¿habías dicho algo, cielo?
— Digo que si realmente es tan necesario organizar una gala para "anunciar oficialmente" nuestro... compromiso —le costaba decir esa palabra, ya que ella implicaba que se casaría con Todoroki.
¿De verdad iba a ser así? Sabía que estaba pasando, era consciente, pero... no lo asimilaba. Le parecía irreal.
Tenía que pararlo cuanto antes. La reunión en el hotel terminó de la peor forma posible, y parecía que todos se rehusaran a escucharla, no obstante Momo se negaba rotundamente a esperar a la ceremonia y salir del armario en traje de novia, en plan telenovela mexicana.
Luego, ¿qué? ¿Huiría con su amor secreto, dejando al novio plantado en el altar? Oh, su amor secreto. Su amor prohibido. Mejor no pensar en eso.
— Oh, cariño —dijo como si su hija estuviera soltando una barbaridad—. Puede que todavía no seas consciente, pero esto será un bombazo mediático. ¡Será portada de todas las revistas del corazón! ¡Ya puedo ver los titulares!
Mientras su madre fantaseaba, ilusionada con la idea, Momo tragó saliva. Sentía como si aquellas palabras se le clavasen cual puñal en el pecho. Era un personaje público, después de todo, tanto su familia, como la de su actual prometido.
— Esto es algo que no se veía desde... ¡desde la pedida de mano de Tensei Īda a la niña de los Todoroki! —añadió Hanako emocionada—. Ella aceptó aún después de que él tuviera ese accidente y su carrera como atleta se fuera al traste. Ah, fue tan romántico... Aunque un poco tonto por su parte, digo, de esa tal... ¿cómo se llamaba? ¿Fuyuko? Bah, que más da. Estoy segura de que Shôto-kun y tú superaréis a su hermana... Eh, ¿qué estaba diciendo?
— La gala.
— Oh, claro, que despistada —rio—. En fin, que querrás invitar a algunos amigos tuyos, ¿no?
¿Amigos? Momo tenía algún... conocido en la facultad, aunque se atrevía a decir que se llevaba mejor con los profesores que con los alumnos. Quizás podría recurrir a alguno de ellos. Pero si le preguntaban por sus amigos, los que se venían a la cabeza, los únicos que tenía (¿tuvo?) en realidad, eran sus antiguos compañeros de la U.A.
Aunque, por supuesto, no iba a traer a ninguno de ellos a aquel despropósito.
— ¿Qué pasa, cariño? Sé que no has hecho muchas relaciones en la universidad —pronunció su madre, casi mordiéndose la lengua—, pero todavía te quedan tus amigos del instituto. Sigo guardando sus teléfonos y direcciones postales, por si es eso lo que te preocupa —concluyó la mujer con elegancia, en la cual se podía atisbar una chispa de recelo y superioridad.
Oh, iba a llamarlos. No cabía duda. Estaba demasiado entusiasmada con la idea de su única hija casándose, que no vacilaría en gritarlo a los cuatro vientos.
Si esto era lo que tenía planeado para el anuncio, no quería ni imaginarse lo que tramaba para la boda.
Ah, sus amigos del instituto...
Por supuesto, estaba Todoroki, pero no se había olvidado de los demás. Nunca lo haría.
Midoriya todavía le hablaba de vez en cuando, el cual no quería perder el contacto con nadie.
Mineta siguió enviándole mensajes bastante perturbadores mucho después de graduarse, por lo que pasados unos meses se decidió a bloquearlo. Gracias a Dios, no había vuelto a tener noticias de él. Le rogaría a su madre que no lo invitara. De rodillas si hiciera falta.
Con los demás no había tenido mucho trato, pero, aún así, se seguía acordando de ellos de vez en cuando. De Kaminari, Kirishima, Sero, Shôji, Tokoyami, Satô... y todos los demás. Incluso de Bakugô, aún con su mal humor. Quizás ya se le habían bajado un poco los humos.
Igualmente, de Shinsô, quien se transfirió a mediados de curso.
También de algunos chicos de la clase B, como Kendô y Awase, con los que había cosechado una gran amistad, aunque ahora, una vez más, no se hablaran muy seguido. También estaban Ibara, Tetsutetsu y, lo quisiera o no, Monoma. Al final una le acababa cogiendo cariño.
Īda, aunque no lo invitara, iría de todas formas, puesto que Tensei era su hermano. Un momento... ¿eso lo convertía en su conconcuñado? O sea, si era hermano del marido de la hermana de su futuro marido...
Un escalofrío le recorrió el cuerpo. No debía pensar en eso. No se iba a casar con él, de ningún modo.
Pensó en las chicas.
Oh, a Momo le encantaba pensar en las chicas.
Ellas eran a quienes más había visto, pues habían quedado unas cuantas veces. Ashido y Hagakure se aseguraban de ir de compras cada cierto tiempo y Tsuyu y Ochako siempre aceptaban encantadas.
A menudo iban acompañadas de sus parejas, y ahí fue cuando la ojinegra se dio cuenta de que Mina cambiaba de novio como de ropa interior. Quizás fuera así literalmente.
También, de que las relaciones de Tōru y Uraraka iban muy en serio. Tsuyu, por otro lado, seguía soltera. Decía que no le interesaban los temas amorosos. Además, eso de trabajar en una reserva marina no le dejaba mucho tiempo libre.
A quién no había visto ni una sola vez desde la graduación era a Jirô.
Esta siempre se excusaba alegando que entre la universidad y la banda de la que era líder, la tenían muy ocupada. Y no, ingeniería de las telecomunicaciones no tenía pinta de ser sencilla, ni negaba que las canciones que componía, ensayaba y grababa le quitaran mucho tiempo, pero sabía de buena mano que se había reunido con las demás en alguna ocasión.
Siempre que no estuviera ella, claro.
Era lógico. Era totalmente comprensible que no quisiera volver a verla nunca más. No después de lo que le hizo.
Quizás a Momo también le convendría olvidarse de ella; al fin y al cabo, habían transcurrido casi tres años. Ella misma se machacaba con ello, día tras día, pero no podía simplemente borrarla de su memoria. Ojalá. Estaría dispuesta a gastar toda su fortuna en ello.
Puede que esta fuera una buena oportunidad para meterse en la cabeza que tenía que dejarla atrás, puesto que sería muy probable que tuviera novio. A lo mejor había accedido a salir con Kaminari al final. Ese muchacho siempre andaba detrás suya y aunque fuera algo... despistado, era un buen chico después de todo.
De todos modos, ella no vendría, se dijo.
— Sí, mamá. Invitaré a algunos amigos.
×××
En realidad, esto no estaba pensado para ser un capítulo, sino como una introducción a uno que se viene, pero me explayé de tal forma que al final le he tenido que ceder su parte propia.
Bueno, capítulo casi méramente informativo. Ya sabéis que ha sido de los demás, a los cuales veremos muy pronto. ¿Qué habrá sido de sus vidas? (Tampoco me voy a centrar mucho en ello) ¿Habrán cambiado mucho? (En realidad no tanto) ¿Seguirán todos solteros? (Sabéis que me encanta meter mil ships, así que ya os estaréis imaginando que no)
Aunque igual os lleváis alguna sorpresa...
Por otro lado, estoy trabajando en un one shoot con la temática del fantasy AU de una pareja ya veterana en este perfil ¿La adivináis? Quizás tenga algo que ver con prínicipes y princesas... O quizás no.
Espero que os guste cuando lo tenga terminado, porque, de verdad, me gusta mucho como me está quedando. Y no es sencillo que yo diga algo así de algo que yo he creado.
En fin, que ya me callo.
¡Hasta luego!
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