Capitulo 4

Aquella cena acabó allí. Momo solo se resignó e intentó no sucumbir al llanto hasta que se hubo terminado la mínima ración de "comida sana" que tenía en el plato. Luego, se fue corriendo a la cama y lloró hasta que no le quedó ni una lágrima, hecho que ya se había convertido prácticamente en una rutina.

A la mañana siguiente, estaba allí, en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, a la altura de las estirpes Yaoyorozu y Todoroki, luciendo un sencillo vestido blanco y su siempre majestuosa coleta; por su puesto, había cubierto sus negras ojeras con maquillaje. A su lado, sus padres, quienes ensayaban sus mejores caras para recibir a la familia del novio.

Entraron. Primero el imponente Enji y luego su hijo. No había cambiado nada; seguía llevando ese sencillo corte de pelo que le quedaba tan bien, con el flequillo pelirrojo cayendo sobre su frente, dejando a la vista sus ojos bicolor, uno gris y el otro celeste, y la enorme cicatriz que descansaba sobre este último. Ni si quiera le había salido barba. O quizás sí, solo que se la había afeitado muy bien.

Era curioso lo normal que resultaba ser Todoroki una vez se lo conocía, pues con lo exótico de su aspecto uno tendía a pensar que sería... distinto. También le era gracioso comparar sus rasgos con los suyos propios, que no podían ser más... japoneses, por así decirlo. Piel paliducha, ojos negros sin gracia y una melena oscura, lacia y aburrida. Ella sí que era muy normal. Y también ella seguía exactamente igual que en instituto. Incluso llevaba el mismo peinado de todos los días.

Sin embargo, sí que notaba algo diferente en Shôto, pues pocas veces había visto su rostro tan... demacrado. Ella tenía que estar igual.

— Buenos días —se presentó el padre del chico—. Discúlpenme, pero —carraspeó— mi esposa no ha podido venir hoy.

— Oh, no tiene usted porqué disculparse, al fin y al cabo, no es culpa suya —la señora Yaoyorozu reparó en que el pequeño de los Todoroki miró a su padre con una expresión de profundo desprecio—. Siéntense, por favor.

• • •

Los chicos ni se miraron a la cara durante la conversación de sus padres. Sólo Momo levantó tímidamente la vista en un par de ocasiones para comprobar que Shôto tenía la mirada perdida.

Todo aquello no habría ocurrido si les hubiera confesado a sus padres su orientación sexual hace tiempo. Al menos podría habérselo dicho la noche anterior, pero no. ¿Por qué? Por miedo. Puede que no la aceptaran; puede que la echaran de casa; puede que la desheredaran. 

No, de hecho, lo más seguro es que a sus padres no les hubiera importado lo más mínimo. Probablemente le habrían dicho que era una chorrada, con lo femenina que ella siempre había sido; que era una fase y que ya se le pasaría cuando se casara. Cuando su apellido pasase a ser Todoroki.

"Momo Todoroki".

Es que hasta sonaba bien.

Aunque, entonces, dejaría de ser YaoMomo para siempre.

— Todoroki-san, deberíamos dejar a los chicos solos, para que hablen entre ellos, ¿no cree? —propuso Hanako.

— De acuerdo —accedió este.

Sus padres se levantaron y abandonaron la sala. Momo escuchó que, mientras cerraba la puerta, Enji se dirigió a su padre con un «Y ahora, Yaoyorozu, hablemos de negocios».

Un portazo no demasiado fuerte sonó, dejando la habitación en un profundo silencio que duró unos interminables segundos.

La pelinegra se levantó. Estar al otro lado de una enorme mesa de reuniones le parecía lo más impersonal del mundo, por lo que fue a sentarse al lado del joven.

— B-Buenos días, Todoroki-san, hacía mucho tiempo que no nos veíamos —se le trabó la lengua menos de lo que esperaba. Dio gracias a su alto carisma, entrenado desde la cuna.

— Hola, Yaoyorozu —el chico por fin se atrevió a mirarla a la cara, a lo que la muchacha descubrió que su mirada irradiaba más frío e indiferencia de lo habitual.

— ¿Cómo has estado?

— Bien. Supongo.

— ¿Al final... escogiste empresariales? —cualquiera con mínimas lecciones de socialización sabía que los estudios y/o trabajo eran el tema ideal para empezar una conversación. A partir de ahí se podía encauzar la charla hacia casi cualquier sitio.

— Sí —pero Momo no contó con la nula dote social del pelirrojo.

— ¿Y qué tal te está yendo?

— Bien. Supongo.

Momo intentó convencerlo en su día de que se lo pensase mejor, que escoger una carrera era algo muy importante, que no se dejase manipular por su padre; pero su amigo se negaba, diciendo que en realidad tampoco había nada en específico que quisiera hacer.

— Ah. Qué bien.

— ¿Y tú qué? ¿Sigues con tu química orgánica y esas cosas?

— Bioquímica —lo corrigió—. Y sí, sigo con ella. Y me gusta mucho, aunque es complicada.

— Pero seguro que no has bajado tu nota media de sobresaliente.

— No, no ha bajado, es cierto, pero cada vez me cuesta más mantenerla.

Por primera vez desde hace lo que le pareció demasiado tiempo, se sintió bien. A gusto. Hablando amigablemente de trivialidades con Todoroki, tal y como lo solían hacer en su época de estudiantes de bachiller. 

Momo se sintió también vieja al darse cuenta de que ya habían pasado unos cuantos años.

Suspiró.

— Bueno... Y ahora...

— Estamos aquí —el heterocromático volvió a retirarle la mirada.

— Mira, Todoroki-san, sobre lo que nuestros padres quieren hacer con nosotros... Yo... no estoy muy de acuerdo...

— Yo tampoco —añadió él con expresión triste.

Sabía que Shôto la entendería, aún sin decírselo directamente. Él no sería capaz de seguir adelante con ese disparate que habían tramado sin si quiera consultárselo a ellos.

Una expresión esperanzada se formó en su pálido rostro.

— Entonces, tenemos que...

— Espera, Yaoyorozu —la interrumpió.

— ¿Qué pasa?

— Como te digo, yo tampoco soy el más emocionado con la idea...

— Ajá... —se le hizo un nudo en el estómago; no le gustaba el tono que estaba empleando su amigo.

— Pero tenemos que hacerlo.

Esto no podía estar pasándole. No, por favor. Todas las personas menos él.

¿Por qué él? ¿Y por qué ponía esa cara de amargura, como si estuviera tomando la decisión más difícil de su vida? ¿Por qué mientras le decía aquello?

— ¿Qué? ¿Qué dices, Todoroki-san? —le tenía que estar jugando una mala broma. La opción no sonaba plausible, mas sí un buen método de autoengaño.

— Es lo que nuestros padres esperan de nosotros. Es lo que todo el mundo espera de nosotros.

Sabía de sobra lo que todo el mundo esperaba de ella. Momo debía de ser delgada, guapa, encantadora, amable, inteligente (pero no demasiado), educada, una "buena esposa" y madre de unos cuantos hijos. Y un largo etcétera.

Y estaba segura de que lo que todo el mundo esperaba de Shôto no podía ser muy diferente a las cualidades que se le atribuían a ella. Por eso no lo entendía.

Por eso, de la negación, pasó a la cólera.

— Todoroki-san, yo... entiendo que te es difícil oponerte a tu padre... —dijo más molesta que otra cosa— De hecho, nunca te has enfrentado a él.

Se arrepintió al segundo de haber dicho eso.

— Es cierto. Soy un cobarde —admitió este con la expresión más abatida que jamás le había visto.

Y después del enfado, vino el derrumbe emocional.

— No, no —negó, llevándose las manos a la cabeza—. No es cierto. No quería decir eso. Lo siento. Yo sí que soy una cobarde.

No pudo más. Se desplomó y se encogió sobre sus piernas, casi sollozando.

— No, no lo eres —el joven colocó una mano temblorosa en la espalda de la chica, intentando consolarla torpemente.

Esta, instintivamente, se aferró a él en un cálido abrazo. Lo necesitaba. Hacía mucho que no se sentía cómoda en los brazos de alguien. Y aunque Shôto apenas se moviera y solo se mantuviera rígido, sin saber muy bien que hacer, pues no acostumbraba al contacto físico, la gratificaba el saber que podía contar con un amigo.

Porque Todoroki era su amigo.

Aunque no comprendía porqué se había comportado así, pero tenía que haber una razón. Hacía mucho que no contactaba con él; es posible que su padre le hubiera lavado el cerebro. O que lo hubiera amenazado. Eso seguro. Siempre lo amenazaba.

— ...i-intento... Siempre intento cumplir las expectativas que todo el mundo pone sobre mí —decía estallando en lágrimas, aún ceñida a su pecho—, pero... no puedo. Esta vez no puedo.

El chico la obligó a levantar el rostro, cogiéndolo con las manos y limpió las lágrimas caían por sus pálidas mejillas. A medida que brotaban más, las iba secando con sus pulgares.

Menos mal que Momo solo se había maquillado con corrector y un ligero gloss de labios rosa, o ya tendría toda la cara esparcida de máscara de pestañas negra.

— No pasa nada. Yo estoy contigo. Nosotros... podemos... —la de ojos azabache advirtió que, aunque el joven intentaba sonar tranquilizador, estaba igual de asustado y tenía las mismas ganas de llorar que ella.

— No se trata de eso —se enjuagó las últimas gotas saladas y se sorbió la nariz—, Todoroki-san, lo que pasa es que yo...

Llamaron a la puerta y, sin pararse a esperar respuesta, entraron de súbito en la sala. Por su puesto, era su familia, encabezada por la madre de Momo que se mostraba tremendamente contenta.

Claro, porque había abierto y se había encontrado con los chicos juntos, muy juntos, medio abrazados y con Shôto sosteniendo el rostro de su hija entre las manos.

Ellos inmediatamente se separaron. En otra ocasión, Momo habría enrojecido por la situación, pero aquella vez impotencia y tristeza eran las únicas emociones que se paseaban por su mente.

— Uy, chicos, sentimos... interrumpiros —rio la mujer—, pero nos tenemos que ir ya.

La chica se levantó y fue a coger su pequeño bolsito rosa

—Me alegro que os hayáis llevado bien —le dijo Hanako a su hija, mirándola con expresión de superioridad y una mirada que exclamaba «Te lo dije».

× × ×

¡Hola!

Unos minutillos tarde pero espero que me lo perdonéis, ¡los domingos se me pasan volando!

Y bueno otro capítulo sad... lo siento no me matéis por favor.

Y sí, ya sé que Todoroki ha estado tontísimo y os estaréis preguntando que cojones está (estoy) haciendo con su vida, pero, comprended al pobre chico.

Y dejando las aclaraciones de lado, ¿Alguien me quiere explicar cómo demonios funciona el algoritmo de Wattpad? Porque, o sea, tengo tres historias subidas. Vale. Una de ellas no llega a las cien visitas (y 50 son mías, duh), otra, esta, tiene al rededor de trescientas, lo cual no está nada mal, pero es que la otra tiene DIEZ MIL VISITAS Y SUBIENDO.

O sea, no sé si es porque sale el TodoDeku en la portada y a la gente le encanta el TodoDeku, pero, de verdad, que es súper penosa la situación. Sobretodo porque leo algunas partes de la historia y me dan todo el cringe. La tengo que editar al completo pero no tengo tiempo, ah...

En fin eso ha sido todo, ¡nos vemos!

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