Capítulo 2
— Shôto.
El nombrado despegó de mala gana la vista de su apetecible plato de fideos y contempló el rostro serio de Enji.
A nadie le parecería raro que un padre y un hijo conversaran durante la cena, pero en el hogar de los Todoroki hacía demasiados años que algo parecido a una familia había desaparecido sin dejar rastro.
O quizás, directamente, es que nunca había llegado a aparecer.
— ¿Qué quieres, viejo? —preguntó, mientras lo fulminaba con desprecio.
Estaban en el comedor de estilo tradicional japonés, ese que había visto tantas discusiones, peleas, gritos y más de un golpe. Y estaban completamente solos.
Hacía tiempo que Rei no salía de su habitación si no era estrictamente necesario, ni articulaba palabra, recluida como en una celda. Aunque aquella mansión siempre fue como una prisión para los que vivían en ella. Y Enji era el carcelero.
Natsuo no había vuelto a pisar la casa desde que se marchó a la universidad, al igual que Fuyumi, que incluso se había cambiado el apellido por el de su marido. Aunque, por supuesto, llamaban de vez en cuando y se había reunido con ellos un par de veces. Seguían queriendo a su hermano y a su madre.
Y Tôya... Bueno, estaba prohibido pronunciar su nombre siquiera.
Solo un par de fieles sirvientes aliviaban un poco la angustiosa soledad que rezumaba aquella casa.
Cualquiera se preguntaría porque demonios Shôto no había huido de aquel espantoso lugar nada más cumplir los dieciocho. Él mismo se lo preguntaba a veces. Pero entonces se acordaba de su madre y se le pasaban las ganas de irse. No podía dejarla sola, allí, en aquel infierno, con aquel monstruo. No podía.
— ¿Cómo te va en la universidad?
Nada le habría sorprendido más. ¿A cuento de qué venía ese repentino interés por su vida? Porque era obvio que quería algo de él; no iba entrometerse en sus asuntos por pura benevolencia.
— Bien. Supongo —contestó secamente antes de sorber otra tanda de su soba.
Todo lo bien que le podía estar yendo en una carrera que no le gustaba. No le resultaba particularmente difícil, pero empresariales le aburría mortalmente.
La única razón por la que optó por la misma era porque se lo había exigido el hombre que se cruzaba de brazos delante suya, pues su hijo menor era la única esperanza que le quedaba para que alguien continuara con la compañía de seguros que su familia había dirigido durante tantas generaciones y que tanto dinero les daba. Obviamente, a base de timar a gente humilde y pacientes moribundos.
Enji también era famoso por estar metido, de alguna u otra forma, en todos los chanchullos de los políticos. Aunque siempre se libraba de las sanciones, puesto que contaba con algunos de los mejores abogados del país y nadie se atrevía a testificar en su contra.
Lo mismo pasaba con el tema de la violencia doméstica.
— ¿Y sigues sin haber conocido a ninguna chica?
Ah, así que la conversación iba a ir por ahí.
Pues no. No había conocido a ninguna chica. Ni a nadie en general. Ni siquiera había hecho amigos desde que se graduó del instituto, como para tener pareja. Él no era del tipo de persona que se acercaba a los demás; los demás tenían que acercarse a él.
Y la mayoría de los que lo conocían se mostraban reacios a ello. Suponía que su cicatriz tenía que ver. Una quemadura que le ocupase casi la mitad de la cara podía espantar a la gente, sí.
— No—respondió—. ¿A qué viene tanta curiosidad?
Hacía ya tiempo que Enji había desistido de presentarle jovencitas atractivas y de buena familia a su hijo, ya que este las rechazaba a todas. Alegaba que estaba muy ocupado con los estudios. Siempre decía lo mismo.
Guapa y rica. Le había traído a casa decenas de chicas así. ¿Qué más podría buscar su hijo en una mujer?
Estos últimos meses lo había dejado un poco en paz y Shôto se alegraba de ello, aunque a la vez le transmitía una cierta sensación de inseguridad, como si fuera demasiado bueno para ser verdad. Se podía palpar la tensión en el ambiente. En ese preciso momento más que nunca.
Porque Enji no consentiría darle un respiro al pobre chico. Se le había ocurrido una idea brillante.
Y si no le gustaba, iba a tener que lidiar con ello.
Oh, pero seguro que estaría de acuerdo con la proposición, porque había encontrado a la chica perfecta.
— Shôto, hijo, me parece que he encontrado la chica perfecta para ti.
"La chica perfecta". Sabía a que se refería su padre con esas palabras.
No, no bastaba con que fuera guapa y rica. Había algo más.
Aunque quizás lo hiciera de forma inconsciente, pero todas las muchachas con las que lo había intentado comprometer tenían algo más en común: eran débiles.
Y no sólo físicamente, por supuesto.
Le encantaban las que eran débiles emocionalmente, las que tenían poca autoestima, las que eran frágiles. Las que acataban sin rechistar. Las que podía manejar a su antojo.
Las que eran sumisas, calladas, manejables, obedientes.
Más que esposas, Enji buscaba esclavas.
Luego, las usaba como juguetes, las dejaba tiradas en un rincón y después las rompía. Por fuera y por dentro.
Eso era lo que buscaba para su hijo, y eso era lo que el había hecho con Rei. Le había arrebatado la vida a la feliz y gentil mujer que una vez fue. Era un destino peor que la muerte.
No podía dejarla sola.
— Ah, ¿sí? —replicó el joven con dolorosa ironía.
Por mucho que removiera cielo y tierra, su autoritario padre nunca le encontraría a "la chica perfecta". Jamás.
Se le clavaba una espina en el pecho cada vez que lo pensaba.
— Sí —afirmó el hombre con una sonrisa que ponía los pelos de punta—. Mañana hemos quedado con su familia para que os reencontréis.
Le resultaba irritante que se lo hubiera dicho el día antes, cuando era evidente que lo había estado planeando durante los últimos meses.
Le resultaba irritante que hubiera dicho "hemos", como si hubiera tenido en cuenta la opinión de su hijo, cosa que nunca hacía.
Pero lo peor de todo es que había dicho "reencontréis".
— ¿Cómo?
— Ya la conoces, Shôto. Es la hija de los Yaoyorozu.
No.
No, porque Momo no era "la chica perfecta".
No, porque Momo no era ninguna de las cosas antes nombradas.
No, porque Momo era la mujer más fuerte que había conocido.
× × ×
¡Hola!
Pues el siguiente capítulo ya está aquí y tenemos el punto de vista de Todoroki respecto a su introducción. Me ha quedado un poquillo escueto, pero que se le va a hacer. De todas formas, el próximo también estará centrado en él y además aparecerá nuestro pecoso de ojos verdes favorito.
Y sí, ya sé que actualmente Endeavor está intentando "cambiar" y "volver a formar una familia" y no me parece mal que lo haga mientras esté bien desarrollado el asunto (y me fío de Hori) pero la verdad es que yo le tengo un poquitín (mentira) de odio por haber sido tan cabrón y por eso también es un cabrón en la historia. Fin.
Y bueno respecto a lo de que Rei no habla, es por su falta de cordura; no es que se haya quedado muda, es que se pasa el día "en su mundo", ajena a todo.
Y creo que esas son todas las aclaraciones necesarias, así que nos veremos la semana que viene.
¡Hasta luego!
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