Una sorpresa no tan sorpresa.

Su madre le contó que su embarazo fue un tanto extraño, tuvo la buena suerte de no tener náuseas matutinas hasta el tercer mes de su embarazo, no sintió grandes cambios en su cuerpo más que cansancio y fatiga fácilmente sujetos a sus labores como líder del clan, aparte de que su flujo de magia estuvo en perfecto equilibrio la mayoría de los meses. Si no fuera por la manera en que su vientre se fue hinchando con las semanas, habría sido ignorante de su gestación por mucho más tiempo del normal.

Katsuki nunca pensó que su suerte sería igual aquella mañana, en la que examinando su cuerpo en el espejo de su baño privado, noto que tenía el abdomen hinchado y algo redondo. Se tocó con cuidado la piel, notando que estaba tensa y dura.

Habían pasado quince días del Festival de la Luna.

Quince días desde que tuvo la escencia de Shoto dentro de su cuerpo y no tomó ninguna medicina que impidiera la gestación, plenamente conciente de lo que eso significaba.

Oh, cielos, su madre estaría loca cuando le diera la noticia y su padre posiblemente se desmayaría.

¿Qué reacción tendría su prometido? ¿Le daría una sonrisa? ¿Lo abrazaría? ¿Estaría feliz? Tenía el presentimiento de que se pondría a llorar apenas se lo dijera y eso le hacía sonreír hacia su propia imagen en el espejo. Todavía no estaba seguro de nada pero ya lo sentía, algo cálido y firme que se formaba en su interior, una vida que esperaba llegar a buen termino.

Aunque debería estar asustado y preocupado, el cenizo solo pudo sonreír de una forma más grande en la privacidad de su baño, acariciando su estómago un poco más antes de ponerse su ropa y salir para empezar el día.

Querido hijo :
      La nieve blanca es lo más común aquí, lo que me recuerda a ti todos los días y hace que te extrañe mucho, pero sé bien que estás en el lugar que más amas y quieres, eres feliz y eso es lo que me hace a mí feliz.
       Fuyumi ha hablado de una visita, dice que ya es tiempo y quiere conocer a tu prometido, está muy entusiasmada y tú padre cree que sería lo mejor que fuera ella. En comparación con tus otros hermanos, no puedes negar negar que tu hermana tiene un sentido de la discreción diferente y es más amable, Sho. Iré yo también, aunque es posible que el clima no me sea muy favorable, a diferencia de ti, mi hijo, no tengo esa capacidad de adaptación a el lugar cálido que es el oeste del Valle de Anteri. Tu hermana tampoco, pero lo podrá sobrellevar, te lo aseguro.
   He pensado en algunas cosas para llevarte, mis nietos no vendrán a las Montañas de Iruyuki en mucho tiempo, el frío de aquí sería terrible para su salud y Enji no encontrará la forma de adaptarlo hasta que tengan ocho o diez años, por lo que he visto. Así que, he pensado en qué llevar que pudiera ser de aquí que los haga pensar en su familia paterna. Tus sugerencias serán bienvenidas hijo.
Dile a mi querido yerno que le llevaré un par de semillas de las flores que crecen aquí para que pueda hacerlas crecer en tu maravilloso jardín. Espero que les gusten a los dos.

Con amor, mamá.

Todoroki cerro la carta de su madre con una pequeña sonrisa en sus labios que era familiar para Iida. Generalmente, solo Rei o Fuyumi le causaban esa reacción cuando llevaba sus cartas. Si eran las de Touya o Natsuo, el bicolor solía negar con la cabeza, suspirar con resignación o reírse dependiendo de la tontería que le estuvieran contando sus hermanos. Con las cartas de Enji, que eran bastante cortas y periódicas —mandaba una por quincena— el dragón las leía con el ceño fruncido pero con atención y las respondía en el momento, lo que hacia que él tuviera que enviar una respuesta esa mismo día a las Montañas de Iruyuki.

Era una señal de respeto el responderle tan rápido a Enji. Porque con las demás cartas tenía entre dos a tres días para llevarlas.

— ¿Cómo está Kaminari?

El de lentes salió de sus pensamientos con la pregunta del bicolor, que tenía sus ojos desiguales fijos en él y en su respuesta, no pudo evitar que la preocupación se filtrara en su voz al hablar del estado del rubio.

—La fiebre le ha bajado pero hasta ahora sigue durmiendo —respondió —Según Amajiki-san es común que tarde tiempo en sanar. Aún sin una exposición total, Kaminari también estuvo en el Abismo y con el Gas de Tum a su alrededor y el Veneno de Araña en su sangre hizo que su sistema inmune sea más delicado.

Tamaki Amajiki, el demonio por el cuál empezó —se podría decir— su accidente en el Abismo se había convertido en un herbolario favorecido por Mitsuki. Tenía grandes conocimientos sobre hierbas medicinales y distintos tratamientos, aún seguía en un estado delicado, pero apenas pudo caminar quiso ser de ayuda y comenzó con la elaboración de distintos medicamentos para abastecer tanto al Palacio de Plata como al Pasillo de las Orquídeas e incluso vender a las farmacéuticas cercanas. Cuando el día anterior Kaminari colapso durante su cena con Iida, fue el primero a quien llamaron para que los ayudará. Solo entonces el demonio dió un diagnóstico de que el dragón de cabello rubio tenía aún en su sistema sanguíneo —que no era lo mismo que el mágico que le fue revisado por Hawks— contaminación por el Gas de Tum y que estaba experimentando lo que podría llamarse una "recaída" en su recuperación.

En palabras propias del azabache no era más grave que un duro resfriado. Tendría fiebres por unos días, bajo apetito y mareos. Necesitaba hidratarse y recomendaba que no fuera a la Cueva de Cristal para curarse. A largo plazo, sería lo mejor que su sistema pudiera curarse por su cuenta y limpiar todo lo que quedará de las toxinas del Abismo.

—Debí pensar en eso antes —murmuró el bicolor —Kaminari nunca se examinó. Pensó que la Cueva de Cristal lo había curado por completo.

—Kaminari ha dicho que será más cuidadoso a partir de ahora —aseguro el de lentes —Yo personalmente veré qué lo cumpla.

Shoto asintió bastante a gusto con esa respuesta. Denki llegaba a ser muy descuidado consigo mismo y se confiaba mucho de su buena salud. Tenya era más estricto, así que podía dar por descartado que estaría bien cuidado.

—Dime si puedo ir a hablar con él durante la tarde —pidió en un tono amable y poniéndose de pie —Si se siente bien. No quisiera molestarlo o que se sienta obligado a atenderme.

—Se lo haré saber —prometió el de lentes, siguiendo los pasos del contrario para salir de la habitación al pasillo.

—Y, por cierto, Iida —se dió la vuelta el bicolor, ya que iban a ir por rumbos distintos, él a ver a el cenizo mientras que el más alto se dirigía a seguir cuidando del rubio en la habitación de al lado —Deberías ser más directo con Kaminari. Es solo un consejo pero, a este paso, su matrimonio va a tomar bastante tiempo.

El de lentes se puso rojo hasta la punta de las orejas pero no negó ninguna de las palabras del contrario, respondió en voz bajita que lo tendría en cuenta y se metió en la habitación continúa, dónde un enfermo rubio descansaba. Por otro lado, el de ojos desiguales aguanto la risa en su camino hasta el jardín principal del Pasillo de las Orquídeas, dónde lo esperaba su hermoso prometido sentado en una de las redondas mesas preparadas para su desayuno matutino.

Se tomó unos segundos desde el pasillo para admirarlo. Katsuki siempre usaba la misma ropa formal de su clan, un yukata de color oscuro con patrones rojo, que dejaba al descubierto parte de su precio y sus antebrazos. Pero últimamente también optaba por colores más claros, como el azul y el blanco, de unas telas que él envío hace muchos meses como regalo de cortejo. No sabía en qué se veía mejor su prometido, era muy difícil tener alguna preferencia.

Aunque, bueno, particularmente adoraría verlo desnudo.

El dragón sacudió la cabeza para alejar los pensamientos impuros y bajo por los tablones de madera para llegar hasta el jardín. El ligero ruido de sus pies no alertó al cenizo, que estaba bastante tranquilo acariciando su abdomen y murmurando una canción, tenía una voz muy bonita. Y, además, algo en esa imágen lleno al dragón de ternura e hizo que sus pasos se volvieron más lentos, atrasando el deseado momento solo para no perturbar la tranquilidad de su prometido y el sonido de su voz.

Que la luz de la Luna te guíe, que el calor del Sol te proteja, que la vida te sonría y en paz estés, mi pequeño amor —susurraba la melodía el cenizo —Viaja con el viento y vive del amor, que nunca te falte nada, porque aquí estaré yo...

Bakugou se detuvo debido al sonido de una ramita que, bajo el pie izquierdo del dragón, rompió su concentración e hizo que alzará la vista para verlo. Todoroki puso una expresión de inocencia, con las manos detrás de la espalda en lo que caminaba hasta él y le daba un beso en la enfrente —era su forma de decirle buenos días y todavía le costaba horrores asimilarlo sin sentir la necesidad de gritar— para después sentarse delante suyo en la mesa e iniciar con el té.

— ¿En serio vas a fingir que no me estuviste descaradamente espiando hace menos de un minuto, mitad-mitad? —cuestiono una ceja alzada e intentando ignorar que tenía el rostro ruborizado por el saludo.

—Te estaba observando con atención, no espiando —corrigió el bicolor sin cambiar su expresión y haciendo el té como sabía que le gustaba a su prometido, ni tan dulce ni tan amargo y con un poco de miel —Nunca te había escuchado cantar. Tiene una voz muy linda, Katsuki.

—No la tengo —bufó el cenizo —Mí voz es demasiado gruesa para ser considerada linda.

—Pero para mí lo es —aseguró el dragón, encantando con la manera en que su prometido se escondió detrás de la taza que le ofreció para evitar que viera sus mejillas rojizas por la vergüenza — ¿Qué canción era la que estabas cantando?

—Una canción de cuna que me cantaba mi viejo antes de irme a dormir —respondió el de ojos rojos —Pensé que al bebé le gustaría.

Hubo un ligero y pequeño silencio entre la pareja hasta que el más alto, con una expresión embobada que el cenizo se aseguraría de recordar para toda la vida, se puso de pie y camino hasta él. Tenía los ojos ligeramente brillosos mientras se inclinaba en el césped del jardín, con ambas rodillas en ese lugar olvidando toda la etiqueta que aprendió en su hogar natal y siendo muy obvio respecto a su sentir. Cuando sus ojos se encontraron y el más bajo vio que le estaba pidiendo permiso para tocarle el estómago, se lo otorgó con un pequeño asentimiento y se acercó más en la silla. Sobre la tela del yukata, el dragón coloco muy cuidadosamente ambas manos, sin poder sentir nada más que la firmeza del músculo ahí debajo hasta que, al moverlas, percibió una forma más redondita y dura que un músculo.

Estaba sin palabras. El cenizo le acaricio con gentileza el cabello cuando aparecieron las primeras lágrimas y volvió a cantar la canción de antes con suavidad, mientras que el bicolor apoyaba la frente en su vientre y agradecía a todos los seres en la tierra la bendición que tenía de estar a su lado, de estar vivo en ese preciso y bello momento.

Una vez sus emociones se calmaron un poquito, el más bajo dejo que el dragón limpiará con tranquilidad sus lágrimas y le tomara de las manos. Seguía teniendo una expresión embobada y perdida, pero llena de un brillo que no vio hace un minuto atrás.

—Justamente hoy mi madre me mandó una carta hablando de sus nietos —murmuró el bicolor —Habrá tenido alguna de sus visiones al respecto.

—Podría habernos avisado un poco antes —bromeó el cenizo —Mi vieja estará como loca cuando lo sepa. Y habrá que preparar la boda de inmediato y otras cosas.

—Te ayudaré —juró el bicolor —En todo lo que pueda. En cada cosa que me sea posible.

—Oh, por supuesto que lo harás, estoy contando con eso —acarició con cuidado la carita de su prometido, limpiando las últimas lágrimas y besando su cicatriz con cariño — ¿Deberíamos compartir la noticia ahora o mañana?

— ¿Qué quieres hacer tú?

Katsuki pensó que, tal vez, lo mejor sería decirlo de inmediato, buscar una confirmación médica aunque él ya estaba bastante seguro de lo que se formaba en su interior, preparar una boda no era sencillo y posiblemente su madre y su padre quisieran darle un sermón acerca de su imprudencia y por saltarse las formalidades del clan. Además, habría que contactar a Hanta y Mina para que iniciará la colaboración entre los clanes para la ceremonia y tenía que mandarle una carta a Izuku para que viniera, mataría al maldito si no asistía a su boda. Y también estaba el hecho de que tendría que contarle a la familia de su prometido acerca del embarazo, ya que con Enji no discutieron si alguno de sus nietos tendría derecho sobre algo en las Montañas de Iruyuki. Había muchísimas cosas para hacer y, sin embargo, el cenizo eligió postergar todas ellas para la mañana siguiente.

Mitsuki y Masaru ya debían presentir que su relación con el bicolor no llegaría al matrimonio de la forma tradicional. Así que el embarazo no sería una sorpresa. Le darían el sermón más por costumbre que porque se sintieran molestos y luego harían todo un escándalo por la habitación del bebé en el Palacio de Plata y sus jueguetes. Eijirou tampoco estaría sorprendido, le llevaba mirando el estómago con intriga desde hace una semana y, por lo que llegó hasta sus oídos, tenía un par de apuestas con los sirvientes del Pasillo de Orquídeas por su embarazo. Atrasaría su victoria un día más.

Las cartas podrían ser enviadas por medio de Tenya, lo cual haría todo más rápido. Y los demás preparativos podían esperar. Sí, definitivamente, podían esperar.

Por ahora, quería un día de paz dónde solo fueran él, Shoto y su pequeño bebé, disfrutando de su reciente conformada familia.

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