Una persona muy directa.
—Entonces, ahí estaba, una visión de Bakugou sonriendo al hombre más guapo que he visto en mi vida —contaba Ashido — ¡Una sonrisa amable, Kirishima! Oh, juraría que estaba en otro mundo, pero Sero estaba conmigo y me aseguro que no era un espejismo.
Kirishima le dedicó una muy mala mirada a Sero, el cuál junto las manos en señal de disculpa y se rió con pena. La femenina fingió no darse cuenta, coloco ambas manos sobre la mesa y le hizo un puchero al pelirrojo.
— ¿Cuando pensabas decirnos que a Bakugou sí le gustaba su prometido? —se quejo la de cabello rosado — ¡Hubiéramos ido antes a verlos!
—Por eso mismo no les dijo. Ni yo lo mencioné —suspiro el de dientes puntiagudos y agrego —Además, Bakugou aún no me ha confirmado que le guste.
—Oh, vamos —intervino el azabache —Eso es una vil mentira, Kirishima Eijirou.
—Bakugou no le ha sonreído así ni a su mamá —hablo firmemente la de cabello rosado —No me digas que sí lo ha hecho porque no es así. Ahora, ¿cuando podemos verlo?
Kirishima soltó un suspiro muy largo que hizo a los dos reírse en voz baja y esperar su respuesta. Por un lado, lidiar con la femenina no era tan difícil pero debido a que contaba con el apoyo del azabache —el cual lo demostraba en una sonrisa silenciosa y divertida— para esto, él solo podía hacer de mediador entre todos. A Bakugou no le gustaría la idea de que conocieran a Todoroki. No en este preciso momento. Mierda, su relación iba muy bien como para que un par de bromas de esos dos lo echarán todo por la borda.
—Kirishima —lo llamo el azabache en voz baja al notar que estaba levemente tenso —Si el prometido de Bakugou, es la persona que le gusta y considera importante, entonces te prometo que no haremos nada malo.
—Sin bromas —juró la femenina —Ni comentarios o insinuaciones. Nos presentamos como lo que somos, amigos de Bakugou y ya.
— ¿Prometen comportarse? —preguntó el pelirrojo en un tono serio que hizo que los otros dieran asentimientos idénticos con igualdad de seriedad —Chicos, no es broma, si le llegan a decir algo a Todoroki que moleste a Bakugou...se va a enojar feo.
—Lo prometemos —dijeron los dos al unisono.
Eijirou sentía que sería un dolor de cabeza, tanto para él como para Katsuki lo que se venía, pero termino aceptando hablar en favor de Mina y Hanta para que conocieran a Shoto.
De las familias importantes dentro del clan del Zorro de la Luna Roja, destacaban dos que ayudaban y acompañaban a los Bakugou. La familia de la Canción Lunar y la familia del Zorro Oscuro. Ambas familias eran clanes conformados por familias variadas, distintas y con dones especiales entre los zorros espirituales. Eran guerreros, monjes, sacerdotisas, bailarines de la Luna Roja, etc. La Canción Lunar se encargaba de asesorar al líder de los Bakugou respecto al comercio dentro de su clan, las embarcaciones y eran muy poderosos a nivel mágico, conocidos por ser más fuertes al cantar durante las noches. El Zorro Oscuro era un clan más misterioso, con creencias religiosas extrañas y arcaicas, que cuidaba del heredero a la distancia, a veces metiéndose más en algunos asuntos que otros y funcionaba en ocasiones como una especie de guardianes en secreto. Las habilidades mágicas de los miembros era promedio, pero destacaban en las artes marciales y las transformaciones.
Mina Ashido pertenecía al Zorro Oscuro, era la futura heredera. Sero Hanta era el actual líder de la Canción Lunar. Los dos conocían a Bakugou Katsuki desde su infancia y eran amigos, una prueba de eso era que los sirvientes ni pestañaban cuando aparecían de la nada en los jardines del Pasillo de las Orquídeas, hablando acerca de llevar al cenizo a una fiesta improvisada del té. Últimamente, estuvieron muy ocupados con sus respectivos clanes y ni siquiera pasaron por esos jardines en un mes y medio. De casualidad, el día que tuvieron libre para ir justamente a esos jardines, vieron a su querido amigo hablando y sonriendo con un joven muy lindo que concordaba con la descripción que la de cabello rosado tenía acerca de Todoroki Shoto, su futuro prometido que pertenecía al Dragón del Sol.
Estaban muy curiosos por conocer a la única persona capaz de hacer que el cenizo hiciera esas expresiones.
— ¿Por qué no puedo yo meterme con sus jodidas parejas pero ellos sí con la mía? —se quejo el de ojos rojos cuando el pelirrojo vino a contarle de las demandas de esos dos.
—Porque te agrada que Hagakure sea la pareja de Ashido, es la que la mantiene estable cuando tiene que tratar con todo lo oscuro que puede ser su clan —respondió el de dientes puntiagudos —Mientras que Uraraka es la que hace que Sero cumpla con sus responsabilidades sin perder su personalidad relajada por eso. Además, el compromiso de ellas dos en el Zorro Oscuro fue incluso antes de su nacimiento y el de Sero y Uraraka hace cinco años. No tenías voz ni voto en ese momento para meterte.
Katsuki odiaba realmente cuando Eijirou usaba su lado lógico y razonable para darle argumentos contra las cuales poco y nada tenía para decir.
—Aparte de que sabes que lo hacen porque te quieren —continuo hablando el pelirrojo y ante la ceja alzada del cenizo, agrego divertido —Sí, también lo hacen para molestarte. Pero es verdad que lo hacen debido al cariño que te tienen, Blasty. Recuerda que...bueno, tú mismo dijiste que si el matrimonio era perjudicial para Todoroki, lo dejarías volver a su clan apenas estuvieras embarazado. A Sero y a Ashido les debe preocupar que tú lo quieras, pero que no sea lo mismo a la inversa y que te afecte cuando se vaya.
El de dientes puntiagudos se esperaba alguna negación por parte de su amigo, incluso pensó que podría enojarse debido a que hablo directamente por él acerca de los sentimientos que tenía por Shoto. Sin embargo, todo lo que encontró cuando alzó la cabeza para verlo fue el ceño fruncido usual con sus mejillas un poco rojas y sus labios apretados en una fina línea. Se quedó observando esa expresión, que era pensativa y a la vez, cohibida, muy impropia del amigo a quien conocía bien.
Honestamente, si no fuera por Denki, estaría igual de preocupado por su relación con el bicolor como Mina y Hanta. No quería ver a el cenizo herido, solo, con el corazón roto y teniendo que criar por su cuenta a un bebé de la persona que amaba. Sin embargo, parecía imposible que ese evento sucediera, según él y el de ojos dorados, esos dos tenían sentimientos por el otro. El bicolor parecía ser más directo y sincero con ellos, aunque escucho por parte de el rubio que se contenía un poco por miedo a espantar al cenizo.
Bastante inteligente de su parte hacerlo. El de dientes puntiagudos se lo reconocía.
—Hablaré con él sobre eso —murmuró el cenizo llamando su atención —Es el Festival de la Luna dentro de poco. Si él...si dice que quiere quedarse, mierda, si le llega a gustar la idea...
—Seguro le gustará —comentó alentador el pelirrojo.
—No sabes eso, idiota —bufo el cenizo —Le hablaré ese día o antes de eso. Antes de seguir...con esto, prefiero estar seguro que no se va a arrepentir.
Kaminari dijo que se arrepiente de no besarlo en cada paseo que dan.
Kirishima se guardo sus pensamientos para sí mismo. Kaminari era una gran fuente de información, pese a que le decía cosas que no le gustaría tanto saber. Como que Todoroki se controlaba más de lo que Bakugou se llegaría a imaginar alguna vez y que se la pasaba escribiendo sobre él y haciéndole dibujos, que no le regalaba todavía. El rubio intentaba convencerlo de lo que lo hiciera, en vano, porque al dragón le daba mucha vergüenza.
Oh, sería tan divertido el día en que esos dos por fin estuvieran juntos. Le contaría todo al cenizo pero, por ahora, haría como que no sabía nada y lo apoyaría.
— ¿Y antes de eso, te gustaría que conociera a Ashido y Sero? —le preguntó y el cenizo asintió dando un suspiro — ¿Los traigo ahora? ¿Durante su paseo?
El pelirrojo se mordió los labios para no reírse cuando noto la expresión de frustración del cenizo.
—Sí, es mejor adelantar está mierda antes de que ellos aparezcan de la nada y lo hagan como les da la gana —acepto rendido el cenizo —Pero espera veinte minutos. Quiero estar solo con él para explicarle.
—De acuerdo —asintió el de dientes puntiagudos —No será tan malo, ya verás.
—Oh, será muy malo —gruño de malhumor y un tanto preocupado —Le llegan a decir algo estúpido y juro que los mataré a los dos. Nada los va a salvar. Dales una clara advertencia sobre ello.
Eijirou asintió y se dispuso a arreglar aquel encuentro.
Lindo.
Shoto adoraba el volver a caminar con normalidad, hablar —aunque nunca lo hizo mucho, en realidad— y por sobre todo, el estar despierto. Porque significaba que podía pasar más tiempo con Katsuki, el cuál descubría cada día que podía ser más y más adorable. Cada expresión suya, cada acción, cada movimiento, le parecía lindo.
Además, ese día, descubrió que cuando estaba nervioso le aparecían sus orejitas de zorro sobre la cabeza. Se movían, de izquierda a derecha, y él no se daba cuenta.
Cielos, se moría de ganas de tocarlas. Juraba que le picaban las manos por hacerlo.
—E-Ellos son, un poco extraños, pero no en el mal sentido. Son exagerados y dicen idioteces que puedes ignorar —intentó explicar el cenizo sin percatarse que el bicolor solamente le prestaba atención al movimiento de sus orejas —Ni les hagas caso, Todoroki. Hablan por hablar y...¿me estás escuchando?
El más bajo había notado que su prometido estaba distraído —normalmente siempre era así pero no tanto— y se preguntó si es que no se sentía mal y él no lo había notado. Inclino su cabeza, para poder verlo bien y pudo observar como las iris de sus ojos cambiaban a las del dragón que era, pupilas en vertical que deberían darle miedo pero que no lo lograban porque el cenizo sabía bien que la última cosa que pasaría por la mente del bicolor sería hacerla daño.
—Tus ojos acaban de cambiar —avisó y recién en ese momento su prometido parpadeo, buscando darle su atención, con sus ojos todavía de aquella manera — ¿No dijiste que pasaba cuando veías algo que te llamaba mucho la atención?
—Sí —reconoció el más alto —Así es.
— ¿Y qué mierda estás viendo para que suceda? —frunció el ceño el de ojos rojos, sin entender porqué le pasaba eso.
—Tú —señalo el dragón y ante la mirada de extrañeza de su prometido, sonrió y apunto más arriba, sobre su cabeza —Te salieron orejas, Bakugou.
— ¿C-Cómo...? Mierda —tartamudeo nervioso, para después tocar su cabeza y efectivamente notar sus dos orejas expuestas — ¿No podías avisar antes, mitad-mitad?
—Te ves lindo con ellas —uso como excusa el más alto, ganándose un golpe por parte del cenizo que empezó a soltar maldiciones por lo bajo e hizo desaparecer sus orejas, soltó un pequeño suspiro de decepción que la llamo la atención del más bajo y dijo —Preste atención hasta la parte donde dijiste que nos íbamos a reunir con Ashido Mina y Sero Hanta, amigos tuyos, una es la heredera del Zorro Oscuro y el otro el líder de la Canción Lunar. Seré respetuoso con ellos, Bakugou.
—Eso lo sé bien, no eres tú quien me preocupa —bufo el cenizo —Escucha, lo diré otra vez. Son dos exagerados que muy posiblemente te hagan preguntas incómodas, eres libre de mandarlos a la mierda si quieres. Y, como no lo escuchaste, en esta reunión seran solo tú y ellos.
— ¿Por qué? —quiso saber el bicolor, que no tenía asuntos que supiera tratar, aún, con dos miembros tan importantes del clan del Zorro de la Luna Roja.
—Quieren conocerte a ti, sin mi intervención —suspiró el más bajo y murmuró en un tono molesto —Creeme, yo quisiera estar contigo. Esos dos son un dolor de cabeza pero...no son malos.
Hace mucho pero mucho tiempo atrás, Mina le propuso que le buscaría una pareja adecuada para él, una que pudiera aguantarlo y soportarlo, que fuera amable y genial como él lo era. Cuando se enteró del compromiso fue de las primeras veces que la vio tan alterada, entrando al Pasillo de las Orquídeas de una manera tan dramática, gritando que lo iba a secuestrar y esconder en el Zorro Oscuro si el matrimonio fue impuesto en contra de su voluntad. Por otro lado, Hanta prometió, el primer día en que se conocieron, que si alguna vez necesitaba relajarse él iría a cualquier hora al Pasillo de las Orquídeas a tocarle las canciones secretas de su clan, aquellas que podían curar los dolores del alma y mitigar el cansancio mental.
Eran buenos amigos. De los pocos que tenía contando a Eijirou y, sí, para él era importante que se llevarán bien con el bicolor, pero le parecía todavía más importante que no hicieran nada estúpido para espantarlo.
Un leve toque en su mejilla hizo que el más bajo girará la cabeza y se encontra con los ojos azul y gris de su prometido, que habían vuelto a la normalidad y le miraban de una manera a la cual no sabía si debía acostumbrarse, si debía poner sus esperanzas en ella o simplemente hacer como que no existía.
Porque era una manera de mirar que tenía miedo de perder algún día.
—Haré todo lo que esté en mi alcance para que salga bien, Bakugou —prometió.
El cenizo se mordió los labios, después llevo una de sus manos a la otra que seguía sobre su rostro, estaba fría y era suave. Le pareció que se calentaba cuando sus dedos se movieron alrededor y asintió con la cabeza, dejándolo hacia abajo de modo que solo veía sus pies y los del más alto. Luego, pudo sentir esos dedos largos moviéndose, llegando hasta su oreja y tocando débilmente esa área, casi con anhelo de más. Fue por poco tiempo, sin embargo, logro sentir un cosquilleo en su interior.
Cuando Todoroki dejo de tocarlo, sintió una sensación de vacío y no alzó la cabeza hasta que escuchó a alguien caminando por el pasillo donde estaban ellos. Entonces, Bakugou se volteo sin ver a su prometido y se encontró con Kirishima que le anuncio que sus invitados estaban en el jardín.
El bicolor le aseguro que podía ir solo, pero aún así lo acompaño parte del camino.
— ¿Edad? —preguntó la de cabello rosado.
—Veinte años.
— ¿Pasatiempos?
—Leer.
— ¿Habilidades?
—Hielo y fuego, también puedo creer ciertos desastres naturales si lo necesito.
Ashido Mina silbó de manera halagadora, después murmuró algo para su acompañante que no logro escuchar. Usaba un yukata que era verde oscuro, con complicados patrones de triángulos y tenía en el cabello rosado corto y rizado un broche de una mariposa color negro. Su aura mágica no era poderosa pero sí peligrosa, el bicolor podía notarlo por la manera en que sus bordes se volvían afiliados y tenía un olor que le recordaba al Abismo. Como si fuera azufre. O el humo de una fogata apagada.
Mientras tanto, Sero Hanta traía un yukata blanco liso, que lo hacía parecer una especie de entidad santa de esas que adoraban los humanos. Le hizo solo dos preguntas, qué tipo de dragón era y de dónde venía, después de eso se quedó en silencio, dejando que la femenina llevará el rumbo de la conversación y se le quedaba observando con esos ojos negros profundos. Su aura mágica era curiosa, no lograba sentir gran cosa, pero percibía algo como una melodía. Una canción suave y calmante.
Todoroki se había sentido algo nervioso desde que Bakugou lo dejo con ambos en una de las mesas de los jardines. Pero después, a medida que pasaba el tiempo y sus preguntas eran más o menos, informales y pasables, se fue relajando. Estaba pensando que todo podría salir bien justo en el momento en que el azabache hizo una pregunta inoportuna.
— ¿Qué piensas de Bakugou?
El bicolor se ahogo con el té. Escucho una ligera risa y la femenina le pasó una servilleta, tenía una sonrisa de disculpa en la cara. El azabache se disculpo también por tomarlo por sorpresa y le dieron tiempo a que se limpiará, mientras que la de cabello rosado se explicaba.
—Todoroki, si vas pasar toda tu vida aquí, al lado de Bakugou, queremos escuchar si sabes realmente como es y aceptas todo eso —aclaró la femenina —Para que después no tengamos que oír que te arrepientes o que no era lo que imaginabas.
—Puede que te parezca innecesario que lo hagamos, cuando el compromiso fue hecho por Mitsuki-sama y tú padre —agrego el azabache —Y también debido a que Bakugou lo acepto. Pero lo hacemos porque nos importa que él sea feliz. Va a ser un gran líder, con una enorme responsabilidad y tiene un carácter un poco duro...
—Bastante duro —intervino la femenina.
—Un carácter bastante duro —acepto el azabache —Si la persona que está a su lado, solo va a estarlo por un tiempo y luego se va a ir, los que nos quedamos con él somos nosotros. Queremos saber si podemos confiar en que no vas a hacerle eso. No me gustaría ir a patearte el trasero a las Montañas de Iruyuki. Suena a que es un lugar frío.
—Es un lugar muy frío —afirmó el bicolor —Pero no creo que tengas que hacerlo. No me iré de aquí.
— ¿Te gusta esta parte del Valle de Anteri? —quiso saber la de cabello rosado.
—Me gusta —asintió el más alto —Me gusta más porque aquí está Bakugou.
— ¿En serio? —insistió la femenina — ¿Y qué te gusta de él exactamente? ¿Qué piensas de él?
Shoto se tomó un momento para pensarlo, en lo que jugaba con la cuchara de su té y buscaba que las palabras tuvieran sentido en su mente. Mina no lo presiono —pese a que se sentía ansiosa por oír una respuesta— y le pareció escuchar a Hanta tararear una melodía, que lleno su corazón de paz e hizo más fácil el hablar.
—Me gusta que, aunque no lo parezca, siempre se esfuerza mucho. Es presumido y egocéntrico, pero siempre escucha cuando hay algo que no conoce o no entiende. También, tiene sus momentos de entusiasmo, cuando hable mucho sobre algo que le gusta, sus ojos brillan y sonríe mucho, tanto que pienso que es lo más bello que he visto en mi vida. Es valiente e inteligente. Y sí lo he visto demandar de más a otros o ser muy exigente, pero estoy seguro que él es mucho peor consigo mismo. Me gustaría cambiar un poco eso...—divago, en lo que movía la cuchara y recordaba al cenizo, su sonrisa, la manera en que tapaba su rostro al reírse, el color que subía a su rostro cuando sentía vergüenza —Siempre me ha gustado la manera en que sus ojos me miran, con atención, solo a mí y que trate por igual a todos, sin importar quienes sean. Que sea justo y...
—Detente.
El pequeño murmullo de Ashido basto para que el bicolor cerrará la boca, sentía las mejillas calientes pero su corazón latía tranquilamente, porque nada de lo que dijo era mentira o una exageración. Eran palabras honestas, que veían de su tiempo con Bakugou y que deseaba que escuchara, si no estuviera seguro que podría huir lejos de él si lo hacía.
El bicolor vio que la femenina se tapaba los ojos y se reía en voz baja, casi parecía que iba a llorar. Por otro lado, el azabache sonreía, parecía muy feliz por algo que él no sabía qué era, pero igualmente le devolvió la sonrisa. Cuando la de cabello rosado dejo de taparse sus ojos amarillos, noto que los tenía brillosos y lucía mucho más feliz que su acompañante.
Shoto creyó que le haría más preguntas pero, en cambio, Mina le soltó algo todavía más inesperado.
—Todoroki, ¿sabes qué es el Festival de la Luna?
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