Sentimientos.

Un traje completamente blanco. Una corona dorada. Maquillaje que resaltaba unos ojos rojizos salvajes y poderosos. Las siete colas de zorro que salían detrás de su espalda. Dos abanicos en sus manos, uno con el símbolo de la Luna llena y otro con el símbolo de la Luna Roja.

Si Bakugou Katsuki no era una especie de Dios en ese momento, Shoto no estaba seguro de qué sí podría considedarse semejante.

Los tambores comenzaron a resonar a medida que el cenizo llegaba al centro del escenario, con fuerza y virilidad. Mientras más fuerte el sonido, más fuerte podía sentir que el cenizo se empujaba hacia adelante y comenzaba la danza. Sus abanicos se movían de izquierda a derecha, como si fueran una extensión de su cuerpo y sus colas se movían de distintas formas, haciendo que se preguntará cómo es que todavía no se caía. La multitud no aplaudía, estaban todos en silencio, admirando el espectáculo, la bella y elegante danza de su futuro líder. Parecían admirados, esperanzados y llenos de un orgullo que el dragón nunca antes había visto.

Unas mujeres empezaron a entonar una melodía en voz baja, suave, muy distinto al sonido de los tambores. Aún así, le melodía llegó a él, la hermosa canción que acompañaba la danza de su pareja.

Una noche, a la Luna le rece, le rogué.
Un hogar, una familia y un camino que tener.
Un Zorro es fiel. El Camino de la Luna seguiré.
Mi eterno amor le entregaré.
Si la Diosa Lunar me favorece, a sus pies yo estaré.
A esta tierra, protegeré.
A mí familia nunca traicionare. Y al Valle de Anteri, por siempre y para siempre, cuidaré.
Si la Diosa Lunar me favorece, a sus pies yo estaré.
Mi eterno amor entregaré.

Todoroki no estaba seguro si era la letra o la manera en la que estaban cantando, pero podía sentir el verdadero cariño de esas personas en la canción y se sintió por primera vez parte de ese lugar en el Valle de Anteri, como si realmente fuera a pertenecer al Zorro de la Luna Roja en lugar del Dragón del Sol. No sería muy cortés de su parte cantar la canción cuando, aún, podría ser considerado un forastero para la población. Así que hizo el esfuerzo de memorizar la letra y se prometió a sí mismo que el año siguiente la cantaría cuando viera a Bakugou bailando nuevamente.

La música fue disminuyendo en sonido junto con los pasos del cenizo en el escenario, su rostro estaba algo rojizo por el esfuerzo y por un momento, sus ojos se encontraron. El bicolor sonrió y el más bajo le devolvió la sonrisa, de una manera más reservada, para luego terminar su presentación con una reverencia y lo que debían ser los saludos usuales en el Festival de la Luna. La multitud finalmente rompió en aplausos, ovaciones y felicitaciones hacia el futuro joven líder, que ya se notaba sería muy querido por todos. El más alto no se reprimió en aplaudir con todas sus fuerzas y observar al cenizo recibiendo todo ese reconocimiento.

Estaba bastante entusiasmado con eso, por lo tanto, no reaccionó a Kirishima hasta que el mismo pelirrojo le tocó del brazo y le llamo la atención, haciendo que se llevará un buen susto en el proceso.

—Perdón Todoroki —se disculpo, un poco divertido por la expresión que había puesto el dragón la primera vez que le tocó —No me estabas escuchando y no quería causar alboroto.

— ¿Alboroto? —repitió sin entender el más alto.

—Estas personas están tranquilas porque es el Santuario de la Noche pero seguro te van a molestar cuando tengas que salir de aquí por ser el prometido de Bakugou —explicó, tomando del brazo al bicolor con cuidado y dando una mirada alrededor — ¿Ves como te miran?

Shoto presto atención a su alrededor. Como había estado bastante tranquilo viendo el baile, ni siquiera se percató que varias personas se dieron cuenta quién era él —su apariencia era bien conocida y, bien, era el único con ella y su aura mágica era muy diferente a la de los zorros espirituales, lo que lo hacía todavía más reconocible para ellos— pero tampoco le interesó ya que en el mercado también lo habían visto y tratado como el prometido de Katsuki. No entendía la diferencia, hasta que Eijirou se la explicó a medida que se alejaban de la multitud camino a la entrada del Santuario de la Noche.

—Hay una pequeña parte del clan a la cual no le gusta que Bakugou este comprometido con alguien de otro clan, más de uno tan lejano como lo es el Dragón del Sol —confesó el de ojos rojos —Nunca han molestado por eso pero no quiero que empiecen hoy. Blasty quería que pasarás un buen festival.

El bicolor asintió, sonriendo ante la idea de que el cenizo estuviera preocupado por él. Era sorprendete lo protector que llegaba a ser y eso le gustaba. No que necesitara que le cuidara o defendiera, cuando llegara el momento y si se lo permita —algo de lo que iba a asegurarse desesperadamente— su prometido, defendería su lugar como esposo del líder del clan y aceptaría todas las demandas que quisieran poner sobre él. Las cumpliría de la forma adecuada.

— ¿Kaminari e Iida no tendrían que estar contigo? —cuestiono el pelirrojo, abriendo una de las puertas del edificio y permitiéndole su ingreso, resguardando al bicolor de las miradas curiosas y sintiéndose satisfecho consigo mismo por su prevención.

—Kaminari no podía caminar más —respondió el más alto —Iida lo estaba cuidando.

—Oh, comprendo —asintió el de dientes puntiagudos — ¿Crees que podra ayudarlo? Si quieres, puedo ir a buscarlos y hacer que Kaminari vaya a casa a descansar.

—No hace falta Kirishima, Iida se hará cargo de él. Pero gracias por ofrecerte —declinó amablemente el de dragón, suponiendo que al más alto no le gustaría la intervención del pelirrojo.

—De acuerdo, iré a buscar a Bakugou y le avisaré que estás aquí —le dió una palmada en el hombro al bicolor —Todavía le quedan una o dos cosas más por hacer pero seguro que estará libre para La Hora de las Luces, ¿ya te contó de que trata?

—Sí, tengo muchos deseos de ver ese espectáculo con él —admitió el más alto y recibió una sonrisa por parte del contrario.

—Te recomiendo que vayan por las orillas del río. Por ahí es todavía más bonito de ver —aseguró el pelirrojo —Parece que incluso el agua brilla y es maravilloso.

Aparte de que era más privado y Kirishima estaba seguro que el cenizo no iba a arriesgarse a que alguien pudiera encontrarlo para molestarlo con más obligaciones en su clan.

—Lo tendré en mente.

El pelirrojo sonrió feliz de que su sugerencia fuera escuchada y se retiró, dejando a Todoroki en una sala que generalmente era usada por unos pocos monjes, había una mesa modesta en el centro, cojines para sentarse, un pequeño estante con libros y unos canastos con mucha fruta. El más alto eligió sentarse en la mesa, en caso de que Bakugou demorará en llegar y estuvo tentado en tomar un libro para matar el tiempo. Mitsuki le había dado varios cuando escucho de Masaru de su interés por saber más de su cultura y aunque pensaba que no era posible que nadie se enojara por agarrar un mundano libro, no quiso ser irrespetuoso y se quedó sentado donde estaba, viendo los decorados de la sala.

Unos diez minutos después, alguien entro por la puerta, pero no la persona que quería ver. Sino, una mujer de cabello castaño corto, de ojos color café, usando un kimono rosado que se ajustaba a la forma de su abultado estómago. Detrás de ella, apareció otra mujer, de cabello rubio algo rizado y ojos verdes brillantes, cuyo kimono era en su totalidad negro con la excepción de un dragón bordado en hilos dorados.

—Katsuki-kun fue atrapado por los monjes —informó la rubia — ¿Le molestaría que le hicieramos compañía? Soy Tohru Hagakure, la esposa de Mina.

—Yo soy Ochako Uraraka —se presentó la castaña dandole una sonrisa amistosa al dragón —La esposa de Hanta.

El bicolor dió un pequeño asentimiento e intento sonreír con educación. En el Dragón del Sol no estaba obligado a esas cosas, sus hermanos mayores siempre trataron más con otras personas que él y sus padres lo dejaron bastante a sus anchas, sin que tuviera que socializar ya que no le gustaba. Ahora era muy diferente y, realmente, quería dar una buena impresión a aquellos que conocía por primera vez dentro del Zorro de la Luna Roja.

—Todoroki Shoto, del Dragón del Sol, prometido de Katsuki Bakugou —se presentó con la formalidad correspondiente y ambas femeninas asintieron con respeto —Gracias por venir.

—Es un gusto —se sentó delante suyo la de cabello rubio y la castaña al lado de ella — ¿Cómo podemos dirigirnos hacia ti?

—De la manera que preferían. No me molesta.

Las femeninas asintieron y se vieron ante ellas. Debido a los modales y la manera en que parecía algo tenso todavía, pensaron que sería mejor por ahora llamar al bicolor por su apellido. Mina y Hanta les comentaron que podía parecer un poco frío en el exterior pero que, en verdad, era bastante amable y directo con sus palabras. Quizás, a medida que se conocieran más, podrían ver ese lado suyo más relajado.

—Entonces, Todoroki-kun, ¿te está gustando el festival? —se ánimo a preguntar la de ojos chocolate — ¿La comida? ¿Los bailes?

—La comida es realmente buena. Nunca había probado tanta variedad —admitió el más alto —Los bailes han sido hermosos.

—En especial el de Katsuki-kun, ¿no? —sonrió la de cabello rubio, fascinada por el leve rosado en los pómulos del bicolor —Ha sido muy hermoso. Pero es una lastima que no hallas podido ver el de Mitsuki-sama.

—Es triste que una vez que un líder asume el anterior ya no pueda bailar —suspiró la de ojos chocolate — ¿En su clan tienen algo parecido, Todoroki-kun?

—Parecido, pero no igual y un tanto más aburrido —respondió el más alto —Mí padre hace una vuelta a las montañas en su forma de dragón durante el primer día de las distintas estaciones y se celebra ese día comiendo la comida de esa temporada. Es bastante tranquilo.

— ¿Lo extrañas? —preguntó en un tono gentil la rubia, mirando con cuidado al bicolor y examinando su expresión —No tiene que sentirse obligado a responder. Es que estás muy lejos de casa, Todoroki-kun, nadie te echaría la culpa si extrañas tu hogar.

—Este lado del Valle de Anteri es bastante distinto al que controla el Dragón del Sol —agregó la castaña —Estamos más cerca de los humanos y los demonios. Un tanto más peligroso y menos tranquilo.

—Y más hermoso de lo que nunca había visto en mi vida.

Ochako se sobresaltó ligeramente al escuchar ese tono de voz en el bicolor, el cuál la había mantenido suave y tranquila. Parecía casi embelesado y sus ojos azul y gris parecían pierdas preciosas que brillaban maravillosamente. Tohru también estaba emocionada con eso pero se contuvo y espero a que el más alto continuará hablando.

—Los árboles, las plantas, la cantidad de personas que hay, es mucho más de lo que he visto en el Dragón del Sol y me agrada mucho, incluso para mí es una sorpresa —sonrió con suavidad el bicolor, recordando con cariño su hogar lleno de nieve y algo desolado y comparándolo con el hermoso bosque que ahora conocía —Es cálido y...Bakugou ha hecho todo lo posible para que me sienta cómodo.

Katsuki había hecho mucho más que eso. Lo había ido a buscar en el Abismo, se enfrentó a él cuando pudo haberlo matado en su locura por el Gas de Tum, lo acompañó durante su recuperación, se aseguro de su bienestar y el de Kaminari, plantó montones de las flores de su tierra natal para que las viera cada día al despertarse y se esforzaba mucho por darle dos o tres horas de su tiempo en un día que ciertamente se le quedaba corto para la cantidad de cosas que tenía para hacer.

Shoto no solo se sentía cómodo en el Valle de Anteri, estaba tan enamorado del lugar como de aquel que lo hizo maravillarse por el amor.

A las femeninas les hubiera encantado decir algo ante la cara de embobado que traía el bicolor. Pero para su mala suerte, la puerta de la pequeña sala privada fue abierta y por ella entro el cenizo, ya sin el kimono blanco enorme que estuvo usando antes y sin sus colas a la vista, aunque todavía tenía rastros de maquillaje debajo de sus ojos rojizos y en sus párpados. La ropa que traía puesta ahora era mucho más discreta, de un tono uniforme negro, con un pequeño bordado en el lado izquierdo de un dragón hecho con un hilo rojo que, a medida que subía se hacía blanco.

—Lamento la demora —dijo, caminando hasta el bicolor y dándole una mirada evaluativa, asegurándose que estuviera bien — ¿Cómo te sientes?

—Bastante bien —aseguró el bicolor, pensando que a su prometido le preocupaba que tuviera una recesión por lo del veneno en su cuerpo, pero estaba perfecto.

— ¿Te molestaron? —inclino la cabeza hacia las femeninas, que le miraron con indignación e hicieron pucheros, pero no hablaron sino que esperaron hasta que el bicolor lo hizo.

—Fueron muy amables —sonrió el bicolor.

—Bien —suspiró el de ojos rojos con algo de alivio — ¿Vamos a ver la Hora de las Luces?

— ¿No te quedan cosas por hacer, Bakugou? —cuestiono el más alto ya poniéndose de pie, no quería ser una molestia para su pareja y podía esperar un poco más, incluso si eso significaba seguir en esa sala por un raton—No quiero causarte problemas.

—Ya termine —declaró con firmeza —Hice el jodido baile, me aseguré que los rituales salieran bien y hablé con toda la maldita persona que quería hacerlo. Estoy jodidamente harto y te prometí ver la Hora de las Luces juntos, así que eso vamos a hacer.

—Esa propuesta pudo haber sonado mejor —murmuró la castaña.

—Creo que fue lindo —comentó la rubia —Tan lindo como Katsuki-kun puede serlo.

Bakugou enrojeció un poco al darse cuenta que Uraraka y Hagakure estaban más atentas a su conversación con Todoroki de lo que creyó en un inicio. Se dió la vuelta para no tener que ver sus caras pero entonces, sintió como las manos del más alto llegaban hasta su rostro y lo hacían mirarlo, provocando que viera la sonrisa más linda del mundo.

—Kirishima me habló de un buen lugar, ¿podemos ir ahí para verlo?

Meses atrás, si alguien le preguntaba acerca de su prometido, Katsuki habría dicho que no estaba muy interesado en él y hubiera omitido por completo la parte donde guardaba las cartas de ese mismo prometido y los regalos, en una pequeña cajita de madera para las cartas y un baúl para los regalos. Nunca hubiera dicho que miraba esos presentes cada tanto, que releía esas cartas que parecían una conversación unilateral por parte de su prometido el cuál no esperaba una respuesta de su parte y que no quería usar los regalos por miedo a perderlos o peor, romperlos.

¿Ahora? Si alguien se lo preguntaba, diría que si su prometido le pedía todos sus territorios, posesiones, dinero y demás, lo haría. No es como si alguna vez tuviera que responderle verdaderamente esa pregunta a alguien pero era la mejor forma de definir sus sentimientos.

Haría cualquier cosa por él. Cualquier cosa.

Por lo tanto, obviamente, cuando le pregunto eso, respondió afirmativamente que sí y fueron a ese mismo lugar en ese instante.

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