Preocupaciones y Miedos.
Kaminari no era la persona más inteligente de todas. Era despistado, torpe y distraído. Su fuerza magia se iba en pique cuando hablaban de sus destrezas mentales. Masaru le había dicho que era muy duro consigo mismo y que se acomplejaba por personas que eran mayores que él —es decir, los otros guardianes de los Todoroki— que compartían su misma tarea. Era lógico que no se pareciera a Keigo, Tenko y Tensei. Ellos tenían más años, otras cargas según sus protegidos y personalidad distintas.
Masaru siempre le decía que él era él y hacia su trabajo a la perfecta medida de su protegido, que era Todoroki Shoto. Y empezaba a creerlo con seriedad pero eso mismo hacia que estuviera todavía más preocupado por lo que estaba sucediendo.
Aún sin que Bakugou y Todoroki lo mencionaran, fue posible para él —y para varios otros— darse cuenta de que su relación cambio muchísimo después del Festival de la Luna. Se volvieron más íntimos, más cercanos a un nivel físico que antes no estaba presente. El rubio los vio en varias ocasiones tomados de la mano en sus caminatas por los jardines, una o dos veces fue testigo de sus besos a escondidas en las habitaciones y una única vez, los encontró a punto de pasar a algo más en la habitación del bicolor, dónde se reunían para almorzar.
Estaba feliz por ellos, por supuesto. Nunca había visto al bicolor sonriendo por tanto tiempo como ahora y tan relajado. Pero le preocupaba el hecho de que, pese a todas sus mejoras y que parecía completamente sano, siguiera teniendo una cantidad considerable de Gas de Tum dentro de su sistema. Y si acaso había llegado a tener relaciones sexuales con el cenizo, le daba muchísimo miedo de que su futuro bebé o el propio líder del clan del Zorro de la Luna Roja estuviera afectado.
Después de hacerle al bicolor unos exámenes más largos que de costumbre, dónde le extrajo sangre y examinó con mucha precisión la circulación de energía en su cuerpo, el rubio se encerró en su habitación con varios papeles, notas y libros. No quería angustiar a la pareja por nada, prefería estar seguro de todo y estudiar lo más que pudiera el caso. Lo peor de todo era que no tenía la oportunidad de hablarlo con Masaru al respecto, no deseaba mencionarle lo que creía al padre del cenizo y al futuro suegro de su amigo. Aún con la actitud pacífica y amable que tenía su mentor, le preocupaba que pudiera enojarse con la pareja por no pasar los rituales correspondientes en su matrimonio.
No, no, no. Denki quería estudiar y analizar todo por su cuenta, una vez estuviera un ochenta por ciento seguro de que podría haber algún riesgo en Katsuki por el descuido de Shoto —debió haberle pensando dos veces antes de tener relaciones con el cenizo ya que seguía infectado con el gas demoníaco— iría con ellos y ahogándose en un mar de incomodidad, les pediría absoluta sinceridad acerca de hasta qué punto había llegado su relación. Si ellos negaban lo que creía, haría presión para que lo soltarán. Y si lo aceptaban con rapidez, pasaría a explicarles sus preocupaciones e inquietudes.
Estaba en la habitación que le dieron a un lado de su protegido, era un tanto más pequeña pero igual de acogedora y tenía muchas cosas esparcidas aquí y allá. Nunca fue muy ordenado pero debido a su nivel de ansiedad actual la habitación era un completo desastre. Tenía el futón sin doblar en una esquina, hojas esparcidas por todo el tatami y uno de sus yukatas en el suelo. El cuarto entero olía a tinta y a un sahumerio de olor lavanda, un regalo un poco extraño de Tenya, el cuál dijo que era bueno como tranquilizante. El de ojos dorados no lo prendía muy seguido, la caja traía poquitos y era un regalo por el cuál tenía cierto afecto, no se explicaba bien porqué pero no quería que se gastarán tan pronto. No estaba seguro de si el de lentes le daría un regalo así en otra ocasión.
Volviendo a sus tareas, el rubio tenía muchísima notas con los últimos exámenes de su protegido. Debía mandarle también un resumen de ello a Keigo para que estuviera al tanto de la situación y pudiera informarle a Fuyumi, ella le daría la noticia al resto de la familia Todoroki. Según los exámenes, el Gas de Tum había sido erradicado en un setenta y cinco por ciento, lo que dejaba un veinticinco por ciento todavía en circulación dentro del bicolor. Podía considedarse bajo si se tomaba en cuenta que podía llevar a cabo sus actividades sin ningún esfuerzo, que salía al exterior más que antes y hacia ciertos ejercicios al aire libre para pasar tiempo con su prometido. Pero por las teorías que tenía el rubio, aún había un riesgo de que pudiera afectar al cenizo de alguna manera por el contacto sexual y no sabía qué podría pasar si tenían un bebé.
En el mejor de los casos, Bakugou experimentaría una especie de infección, que lo llevaría a estados de fiebre por culpa del desequilibrio mágico, lo cual era fácilmente tratable. En el peor de los casos, su núcleo mágico se vería seriamente afectado por el Gas de Tum en su interior y se iría debilitando lentamente hasta quedarse seco. Bien, el rubio no quería pensar en eso, pero lo anotó de todas formas y puso en letras grandes, "posibilidad remota". Para el caso de que la infección no afectará al cenizo pero sí a su bebé puso lo único que se le ocurrió, que el niño o niña podría nacer con alguna mala formación. Los zorros espirituales eran conocidos por tener embarazos mayormente seguros sin importar si eran hombres o mujeres, no tenían una alta tasa de mortalidad natal y eso llenaba de esperanzas a un muy angustiado rubio.
Dios, realmente, habría esperado un mejor criterio de la situación por parte de su protegido. Aunque tampoco podía culparlo, Todoroki apenas se sentía mal en las últimas semanas, si creía estar completamente sano, era culpa suya por no dejarle en claro que seguía habiendo Gas de Tum en su sistema y que podía ser riesgoso para su prometido si tenían relaciones sexuales. Si algo malo pasaba, sería su culpa por haber descuidado su tarea, por haberse ido antes de que terminara el Festival de la Luna por su maldito pie lastimado, por no haber hablarlo más con el bicolor al respecto...
Unos golpes en sus puerta hicieron que Kaminari saliera de su ciclo de culpabilidad interminable en el que cayó inconscientemente. Se frotó los ojos dorados con cansancio y miro hacia la ventana de su habitación, desde la cual se podía ver el cielo estrellado y la luna asomándose. Juraba que apenas era mediodía cuando se encerró. Sus piernas le reclamaron la falta de movimiento cuando se puso de pie y un agudo dolor de cabeza lo golpeo de repente, junto con un mareo que le hizo tropezar antes de abrir la puerta y caerse patéticamente delante de ella.
El más bajo ya estaba maldiciendo su falta de atención respecto al tiempo —lo que hizo que se perdiera el almuerzo y la cena— cuando una voz conocida murmuró una disculpa y escucho la puerta abriéndose. Desde el piso, vio la figura alta de Iida entrando en su habitación, un surco de preocupación en su entrecejo fue lo primero que notó y lo segundo fueron sus grandes manos en torno a sus delgados brazitos, ayudándolo a ponerlo de pie.
—Muchas gracias —agradeció, sintiéndose un tanto tímido.
—De nada, Kaminari, perdón por entrar sin esperar tu permiso —se disculpó el más alto, dando un paso atrás y examinando al rubio, la preocupación visible en sus ojos azules —No quería molestarte pero Todoroki-kun me contó que te encerraste en tu habitación después de sus exámenes y Kirishima-kun, que vino a buscarte para el almuerzo, me dijo que no le contestaste. Pensó que te sentías mal y no quiso molestar, pero aún así me pidió que me fijará cómo estabas. Todoroki-kun hizo lo mismo.
—Lo lamento, perdí la noción del tiempo —se llevo una mano detrás de la cabeza, intentando en vano peinar su cabello rubio que debía ser un irremediable desastre —Estuve ocupado.
Tenya asintió, viendo todas las hojas en el suelo y los libros sobre el escritorio, parecía que el rubio estaba investigando sobre algo y por las ojeras en su cara y la palidez de su rostro, suponía que estuvo en eso todo el día. Al punto en que se olvidó de comer e ignoró a todos los que fueron a buscarlo, inquietos por su ausencia en el Pasillo de Orquídeas. El de ojos dorados era una presencia constante y alegre, yendo detrás de Shoto para acompañarlo y estudiando junto con Masaru Bakugou en su sala privada, incluso bromeando con Eijirou por los pasillos y molestando a Katsuki. Su encierro hizo que todos se dieran cuenta del silencio que había en ese lugar sin él.
Y todos estaban preocupados pero sabían que, a veces, el rubio necesitaba su tiempo a solas. El bicolor pidió que no se le molestara y el cenizo le guardo parte de la cena de ese día. En realidad, él vino porque no soportaba la preocupación y el pelirrojo lo alentó, diciendo que con él presente el rubio sería más sincero acerca de sus inquietudes.
El de lentes no estaba seguro de porqué el pelirrojo creía eso pero lo quería intentar de todos modos.
— ¿Es un asunto del que quieras hablar? —preguntó en voz baja, con cuidado y observando la expresión del más bajo —Puedo escucharte, Kaminari.
—No hace falta...—murmuró el rubio, abrazando su estómago que empezaba a doler por la falta de alimentos y queriendo pasar del más alto —Es mí asunto, yo lo arreglaré, Iida, no te preocupes. Iré a buscar algo de comer, ¿me acompañas...?
Denki había intentado pasar por el lado del más alto para dejar atrás su habitación, sin embargo, no se espero que le tomara del brazo derecho para detenerlo y que apoyará su cabeza contra el hueco entre su cabeza y su hombro. Su cuerpo entero sintió un cosquilleo parecido a la electricidad que usaba para atacar a la gente y tuvo que morderse los labios para evitar que eso le sucediera al más alto. El pulso de su corazón estaba loco. Por otro lado, el de lentes no estaba mejor, en un impulso por retener al rubio, termino haciendo algo que podría ponerlo incómodo y no se atrevía a mirarlo a la cara. Así que, se quedó quieto contra su cuello, respirando profundamente y percibiendo el olor a lavanda en su ropa.
— ¿Estabas usando el sahumerio que te regale? —mencionó, un poco emocionado por ese hecho.
—S-Sí, hum, es efectivo, ¿sabes? —tartamudeo el rubio sintiendo cosquillas y algo más con la respiración del contrario contra su cuello —A-Ayuda a que este tranquilo y huele bien, aunque no espere que se me pegará en la ropa.
—Creí que no te había gustado —murmuró el de ojos azules —Nunca me dijiste que lo usarías.
— ¡Me gusta! —exclamo nervioso el rubio —N-Nunca me habías dado un regalo, por lo que es verdad que lo uso pocas veces. P-Pero lo uso, en serio, me gusta mucho el olor y me calma.
—Te compraré otros más entonces.
Kaminari asintió, más emocionado por la idea de lo que pensaba e Iida se sintió un poco más valiente para tocarlo, ya que el rubio no lo estaba empujando lejos ni parecía incómodo. Puso su otro brazo sobre el estómago del más bajo, para pegarlo a su espalda y sintió como templo ligeramente pero no se alejó de él. Olía muy bien, no solo a la lavanda, sino también a pasto y tierra y eso le traía recuerdos de las tardes en que vio al rubio en los jardines, junto con Todoroki, enseñándole el placer de dormir siestas en el sol al aire libre. Debido a esa costumbre, ahora encontraba cada tanto al bicolor durmiendo en el pasto de los jardines, algo que hubiera sido imposible en las frías Montañas de Iruyuki. Parecía muy feliz y a gusto.
A él también le dió por hacer eso cada tanto. En un rincón del jardín muy escondido, se acostaba boca arriba y al principio pensaba qué había de bueno en dormir en ese tipo de lugar, cubierto de pasto e insectos. Pero después, cuando cerro los ojos y sintió el sol tocando su cuerpo, pudo descubrir lo que fascinaba tanto al rubio, lo que terminó conquistando al bicolor. Aquella paz y seguridad, el calor del sol amigablemente sobre su cuerpo, nunca había dormido tan bien y a gusto como en aquella tarde.
Oliendo el cuello del rubio, se dió cuenta de que olía como a aquella tarde, tenía el olor del sol en su piel y sus labios no resistieron la tentación de tocarla.
Entonces, sí que Denki tuvo una reacción, fue un pequeño movimiento de hombros y, luego, había empujado al de lentes lejos suyo, con el rostro totalmente rojo y ambas manos en su cuello.
Tenya se puso más rojo que él, sin creer lo que había hecho e inclino la cabeza.
— ¡Lo siento mucho! —se disculpo —No volveré a hacerlo, lo lamento, Kaminari-kun.
El rubio solo pudo asentir tontamente, sentía el cerebro sobrecalentando y podía jurar que había algo ardiendo en la zona de su piel donde Iida lo beso. Sus manos temblaban y sentía que todos sus miedos y preocupación se habían evaporado con lo que acababa de pasar. Ahora solo podía prestar atención a la persona que estaba delante suyo, con el rostro ruborizado y sus ojos azules fijos en su persona.
Mierda, casi que quería estar interrogando a Bakugou y Todoroki acerca de si tuvieron sexo o no. Deseaba desaparecer de la tierra en ese mismo momento.
La tensión dentro de la desastroso habitación podría haber sido cortada con un simple cuchillo viejo pero, lo que la termino, fue el sonido de protesta del estómago del rubio que estaba cansado de ser ignorando y exigía alimentos. El de ojos dorados no pudo haber estado más agradecido de tener una excusa para volver a hablar con el de lentes acerca de si lo acompañaba a buscar algo de comer.
El más alto de inmediato acepto hacerlo, intentando de ignorar que Kaminari seguía tímidamente cubriendo su cuello, con un ligero rubor rosado en sus mejillas que destacaba las pequitas en su nariz y le miraba de reojo, como esperando que le hiciera algo. Era tan tentador el molestarlo, ya que nunca le había visto esa faceta adorable cuando estaba nervioso, pero se contuvo y le contó que le habían guardado parte de la cena y que si quería podían comer en los jardines, los dos juntos y a solar, ya que la mayoría a esa hora se estaba preparando para dormir.
El rubio accedió, en parte inquieto y en parte emocionado por la cena, sin recordar todavía lo que le lleno de miedos y preocupaciones todo el día. Eventualmente, una vez se fuera a dormir, lo recordaría pero ahora mientras caminaba con el de lentes y hablaban sobre distintas cosas, era sencillamente feliz.
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