Mirio e Izuku.

Katsuki jamás había bajado al Abismo. El territorio de los demonios debía ser tratado con respeto, como ellos no pasaran sus fronteras, entonces el clan del Zorro de la Luna Roja tampoco debía invadir sus territorios. En los tiempos de guerra, sí se bajaría al Abismo, dónde la magia negra dificultaba la respiración, los árboles crecían negros y torcidos, la tierra oscura sin ser firme pero tampoco líquida por completo.

En la actualidad, como la paz gobernaba, a no ser que Mirai y Toshinori hubieran bajado al Abismo, las posibilidades de que la ilusión fuera cien por ciento veraz eran escasa.

El cenizo no se atrevió a moverse de su lugar. La mesa y los cojines seguían estando como antes, los mayores delante suyo solo lo miraban esperando su reacción, alguna muestra de miedo o disgusto, pero él no tuvo ninguna. Para los demonios, el Abismo era su hogar, que ellos no pudieran entender eso no quería decir que debían menospreciarlo.

Cada uno vivía como vivía y punto.

— ¿El escenario espeluznante es para efecto dramático u otra mierda?

Yagi y Sasaki intercambiaron una mirada donde se decidió que sería el segundo el que explicaría la historia y el primero el que aportaría los detalles. Sería más sencillo para el cenizo entenderlo de este modo.

—Es para que Katsuki-san comprenda a lo que nos enfrentamos y este tipo de ilusión en particular es un poco más poderosa que la de los bosques tranquilos —explicó el azabache y al notar que el menor no hizo comentarios, continúo —Hace unos seis meses, mi pupilo Mirio Togata estableció una...relación con un miembro menor del clan del Cuervo Negro, Tamaki Amajiki.

Katsuki alzó una ceja con intriga sin entender cómo una relación entre un espíritu zorro y un demonio se relacionaba con la ausencia de Izuku en el Pueblo de Rinji. Pero decidió ser paciente y, por suerte, no era como si Mirai quisiera tantear sus límites. Fue rápidamente a los puntos importantes de la historia.

—No era una relación que su familia o yo quisiéramos para él. Los miembros del Cuervo Negro son demonios siniestros y perversos, sedientos de sangre y poder. Sin embargo, Mirio hizo caso omiso a nuestra oposición y siguió frecuentando las fronteras del Abismo para ver a Amajiki. Eso hasta que los demonios los descubrieron —apretó los puños el azabache e hizo una expresión de frustración contenida —Al inicio, pensamos que estallaría una guerra ya que Mirio no debía estar de ese lado de la frontera. Pero Amajiki cargo con la culpa y declaró que quería abandonar el clan.

Para dejar una cosa en claro, los demonios eran una comunidad más unida que los demás especies de espíritus y criaturas del Valle de Anteri. Vivían sabiendo que eran rechazados y que solamente podían aceptarse entre ellos. Que un miembro de un clan dijera que quería abandonarlo era lo mismo que pedir ser aislado y marginado de toda la comunidad. Aparte de que tendría un horrible castigo por ello.

—El Cuervo Negro acepto su pedido y harían el Destierro en tres días. Mirio corrió acá rogando por ayuda. El Destierro consistía en arrancar todas las plumas del demonio cuervo hasta que no quedará ninguna, si Amajiki tenía suerte, podría sobrevivir a un gran costo. Pero, la verdad, las posibilidades de que muriera eran más grandes —siguió hablando el mayor perdido en sus pensamientos —Mirio no quería que eso pasara pero ninguno de nosotros estuvo dispuesto a ayudarlo, si el demonio moría, no era nuestro problema y ellos tienen sus propias reglas. No podíamos meternos en eso. Pese a nuestras negativas, hubo una persona que decidió ayudarlo.

—Deku —dijo el cenizo sin el menor rastro de sorpresa pero sintiendo como toda la sangre de su cuerpo se congelaba.

Su maldito amigo de la infancia se metió en el jodido Abismo de los demonios por una pareja, ¿acaso buscaba su muerte o qué?

Toshinori dejo ver una expresión de agotamiento que, en los últimos tres meses, logro ocultar perfectamente pero que ahora era muy notoria y desagradable. Siendo su turno de hablar, dió al menor los siguientes detalles.

—Izuku es un habilidoso ilusionista. Inko ha estado intentando romper lo que sea que hizo en los últimos tres meses en la frontera con el Abismo pero no ha obtenido el menor resultado. Todo lo que sabemos es que está bien y que no puede dejar la barrera todavía —contó el rubio —Si no fuera porque ha estado en comunicación con su madre y ha pedido expresamente que no se informe nada de esto a Mitsuki-sama, hace tiempo que habríamos mandado alguna carta.

— ¿Y por qué mierda todavía no han salido de ahí? —quiso saber el cenizo.

—Al crear una barrera ilusoria en el Abismo, Izuku activo cierta magia del lugar que es peligrosa y dañina. Amajiki-kun los ha estado protegiendo y buscan la forma de salir desde hace tiempo —respondió el rubio —Inko cree que podría romper la barrera si se junta una enorme cantidad de poder pero eso liberaría toxinas tóxicas peligrosas para nosotros.

Una situación jodida por dónde quiera que se viera y el cenizo sabía que todavía no terminaba, al ver que los adultos huir de sus ojos, clavo la siguiente hipótesis en un tono amenazante.

—Deku debió crear una barrera grande para que Togata y Amajiki pudieran huir del Cuervo Negro, una barrera lo bastante grande como para cubrir parte de los caminos de la frontera por dónde pasan los carruajes, ¿no?

El rubio golpeó la mesa con sus dedos con delicadeza y el azabache bajo la cabeza, mirando la taza de té vacía en la misma como lo más interesante del universo. El cenizo apretó los dientes y el paisaje del Abismo se cambió por un enorme incendio. Al ser capaz de modificar tan fácilmente la ilusión de dos adultos que tenían un poder mágico impresionante demostraba que las capacidades del futuro líder del clan no eran un chiste.

Oh, también mostraban que estaba extremadamente enojado.

— ¡¿Quieren decir que mi maldito prometido fue arrastrado a esa barrera con todo y su carruaje?!

El fuego comenzó a devorar todo el Abismo y a los adultos no les quedó otra alternativa que empezar a disculparse en nombre de sus arriesgados protegidos.

— ¿Midoriya-kun? ¿Estás bien?

Izuku había sentido un escalofrío horrible hace un momento pero no sabía si se debía al agotamiento o a las heridas que no se curaban de sus brazos. A su lado, Mirio que cargaba a un herido Tamaki, le miro con preocupación. Ambos tenían los rostros pálidos y rastros de sangre por toda la ropa.

Antes de contestar, giro la cabeza hacia la derecha, dónde estaba la figura de una enorme criatura cuyos ojos no dejaban de mirarlos con recelo. Al ser el momento de la "tregua", no se habían herido mutuamente. Pero está situación realmente se estaba volviendo insostenible. Lo que con tanto recelo protegía esa criatura acabaría muriendo si no salían de ahí.

—Estoy bien, Togata-san. No es nada grave —se movió un poco, sintiendo un dolor agudo en su hombro derecho y el gruñido de advertencia del dragón a lo lejos. Se quedó quieto otra vez y observó como el rubio abrazaba más fuerte al azabache —Cuidado, las heridas de Amajiki-san se pueden volver a abrir.

Como si le diera crédito a sus palabras, de los labios pálidos y resecos del demonio salió un pequeño gemido de dolor. Debido a que no llegaron a tiempo a salvarlo, en el Destierro perdió por completo un ala negra y la mitad de la otra. Estaba tan debilitado que si no fuera porque su barrera impedía el avance natural de las heridas —ya que se encontraban en un tiempo suspendido— ya estaría muerto. El rubio aflojó un poco el agarre de sus brazos y el azabache abrió sus oscuros rojos, que reflejaban una gran culpa y dolor al mirar al de pecas.

—Lo...lamento...por mí culpa...—repitió esta frase tantas veces que para los dos era como escuchar el susurro del viento a su alrededor.

—Amajiki-san, vine porque así lo quise. Ya se lo he dicho —le recordó el de ojos esmeralda sin el menor arrepentimiento —Ahora lo importante es que salgamos de aquí. Mis poderes no aguantarán más tiempo.

—Dile eso a él —observó el rubio también a la criatura a lo lejos —Llevamos casi sesenta días en esto y no ha dado el menor indicio de ceder.

El menor contuvo un jadeo y se movió a la derecha, el dragón cuyo cuerpo era alargado, de escamas rojas y blancas, con largos cuernos blancos en la cabeza, soltó un gruñido poderoso de advertencia al verlo en movimiento. Con una mirada le aseguro que no se acercaría pero por los ojos oscuros de la criatura pudo saber que no le entendía. El Gas de Tum le había infectado bastante desde el principio y el dragón era incapaz de reconocer que no eran potenciales enemigos aún después de todo este tiempo. Tamaki había dicho que, a no ser que salieran del Abismo, el dragón los terminaría asesinando.

Realmente esto es horrible.

Se suponía que salvar a el azabache no sería una tarea tan complicada. Midoriya sabía bien en lo que se metía cuando eligió ayudar a Mirio, el cuál le rogó entre lagrimas que salvará a el demonio de su horrible destino. Pero jamás imaginó que la combinación de sus poderes y los del mayor al establecer una barrera de protección serían tan grandes como para que, en medio de la batalla con un grupo de demonios, apareciera una carruaje. Y que de ese mismo carruaje, saliera un muchacho rubio de ojos dorados, confundido y asustado, que termino siendo atacado por un demonio y que después de eso el enorme dragón que estaba dentro de ese carruaje surgiera con un gruñido de furia y enojo.

Fue tan caótico que todavía le resultaba difícil procesarlo. El enorme dragon por poco asesina a todos los demonios que llevaron a cabo el Destierro del azabache. Si no fuera porque él creo una enorme barrera para protegerlos y aislarlos, podría haber causado una masacre dentro del Abismo. Para peor, el Gas de Tum —veneno para toda criatura que no fuera demonio— se condeso alrededor del dragón e hizo que perdiera la cabeza. Al menos, seguía siendo lo bastante conciente como para proteger al rubio que fue herido y para no atacar cuando se encontraba cansado. Después de todos, unos cuantos demonios le lanzaron lanzas con Veneno de Araña para que inmovilizar su cuerpo.

— ¿Cuántas plumas le quedan a Amajiki-san? —quiso saber el de pecas.

—Cuatro —contestó con seriedad el rubio.

Las plumas de Amajiki habían hecho que el tiempo dentro del Abismo no les afectará. Mientras tuvieran una pluma del demonio cerca, los venenos dentro de las tierra de los demonios no les harían daño. Además, tenían un efecto extra que les ayudaba a manter sus cabezas despejadas y serenas. Lo que era bueno en un lugar tan sombrio y oscuro.

Aún así, realmente necesitaban ayuda.

Ayuda urgente.

Después de gritarles por un buen rato a ambos adultos e informarle a Kirishima la situación a la cual se estaban enfrentando, Bakugou fue guiado por un asistente de Yagi a la frontera que custodiaba la anterior Oculto, la madre de Midoriya. Seguía siendo muy talentosa y poderosa pese a su edad, pero no podía romper la barrera de su hijo sin importar cuántas veces lo intentará. Por lo tanto, para estar siempre atenta, eligió quedarse en los bordes del Abismo con una escolta.

Para cuando el cenizo llegó en su caballo, la mujer de cabello verde y ojos esmeralda lo estaba esperando, usando un largo vestido negro con joyas de oro en el cuello y tenía una expresión pensativa dirigida a los árboles falsos en el camino. El menor dejo los caballos y le dió al pelirrojo una instrucción muy simple, si no salía en dos días del Abismo, debía volver con su madre y contarle todo. Ella sabría qué hacer.

—Katsuki-kun, ha pasado mucho tiempo.

Inko tenía ojeras negras y la piel de un tono pálido, no se veía tan mal como el rubio, pero eso debía ser porque su hijo mantuvo cierto contacto con ella. Si no, estaba seguro que estaría peor.

—Tía Inko —la saludo con amabilidad y familiaridad ya que tenían años de conocerse — ¿La barrera ha sufrido algún cambio?

—No, es igual de estable que hace tres meses —suspiró la mayor y viendo con preocupación al cenizo, preguntó — ¿Vas a bajar, no?

—Es el método más directo —se encogió de hombros el menor —Volveré rápido. Conozco bien las barreras de Deku. Encontraré una fisura, pasaré y traerse a esos idiotas de vuelta.

—Lo haces sonar demasiado sencillo —comentó la de cabello verde angustiada —Me preocupa que salgas lastimado, Katsuki-kun. El Abismo es un sitio peligroso.

—Los miembros principales del Zorro de la Luna Roja pueden pasar con facilidad —contesto confiado el de ojos rojos —Si me encuentro con demonios del Cuervo Negro usaré eso.

A diferencia de Mirio e Izuku, Katsuki tenía inmunidad si entraba al Abismo. Al reconocer al clan del Cuervo Negro y mantener la paz, tenían un pacto de no atacar a las personas que eran del linaje principal.

Inko sabía claramente de esto. Mitsuki había bajado en el pasado unas cuantas veces al Abismo para firmar armisticio o llevar a cabo guerras con los demonios. Tenía casi la misma edad que el cenizo la primera vez que bajo. Sin embargo, los demonios seguían siendo criaturas traicioneras, mandar al menor solo representaba un nivel de peligro enorme.

No podía detenerlo y eso la hacía sentir el doble de angustiada.

—Te acompañaré hasta donde pueda —termino ofreciendo lo mejor que podía hacer.

Bakugou asintió y la mayor la acompaño. La primera etapa de la barrera era una continuación del bosque donde estaban, árboles enormes con hojas verdes y arbustos, el camino de tierra parecía real hasta que se llegaba a un risco. Parecía un paisaje normal hasta que uno sentía una sensación de malestar y vértigo, aparte de un ligero olor a azufre.

La de cabello verde se detuvo y se dió la vuelta, deseándole suerte. El menor camino hasta que el olor se volvió más fuerte, se detuvo y piso el suelo. La sensación de vértigo se incrementó. Piso más fuerte, dos veces más y creo una grieta. La caída que produjo eso no le asustó. Su madre le explicó una vez que la caída de la barrera haría que quisiera vomitar pero que tenía que soportarlo hasta tocar tierra. De lo contrario, no iba a vomitar lo que sería "normal". En su interior entraría el Gas de Tum y lo que terminaría vomitando sería sangre. Luego de eso, tendría una infección y sus posibilidades de salir del Abismo se reducirían a la mitad.

Katsuki sintió todos los alimentos que subían por su esófago hasta su garganta, se tapó la boca con fuerza y cerro los ojos hasta que sus pies sintieron algo sólido. Entonces, abrió los ojos y soltó un suspiro. Lo que vio fueron los árboles negros y el cielo oscuro de tono rojizo, el sonido del viento y el calor y la humedad de los Volcanes Infi. Se tomó unos minutos para estabilizarse y después, comenzó a caminar.

No tardó en llegar al primer pueblo. Los demonios, vestidos de negro y rojo le vieron con intriga, curiosidad. Estaban acostumbrados a los visitantes. Después de todo, la frontera del clan del Zorro de la Luna Roja los mantenía fuera de su territorio pero las otras criaturas podían entrar en el Abismo con facilidad. La mayoría lo hacía para comerciar con objetos que solo podían encontrarse en el Abismo.

— ¡Muchacho, muchacho! ¿Eres un zorro, no? ¿Quieres probar un poco del maquillaje del viejo Hei?

— ¡O comer carne de la Posada del Averno!  ¡Te vas a querer morir!

— ¡Compra un poco de licor de sangre, niño! ¡Si llevas dos botellas, te regalo una cabeza de jabalí!

El cenizo se esperaba este mercado tan animado. Se le solían llamar Los Centros de la Locura. Todos los puestos vendían cosas muy extrañas, peligrosas y oscuras que no debían ser usadas por otras criaturas mágicas. Pero claro, mientras no lo supieran, iban a comprarlos igualmente. Ignorando varios puestos, fue directamente a una posada y pidió ver al gerente de la misma. Le pasó una importante cantidad de dinero a un demonio que hacia de mesero —cuyos ojos brillaron— para que fuera atendido de inmediato. En cuestión de segundo, un demonio de alas negras visibles vino a verlo, con una expresión sería y el cabello largo de color rojo atado en una coleta alta.

— ¿En qué puedo ayudarlo, estimado cliente? —le hablo con respeto.

—Hace tres meses un zorro vino aquí a buscar a un demonio, ¿no? —no quería dar el nombre del clan directamente pero, por la mirada calculadora del posadero, supuso que tenía los detalles del asunto — ¿Qué sucedió con ellos?

—Eso...es un incidente que corresponde al Templo de Azari —se mostró dudoso el demonio —Pero si está dispuesto a pagar por esa información, se la pudo dar.

Sin dudarlo, Bakugou le entrego más dinero al posadero que empezó a contarle de lo más contento todos los detalles. En especial, los que él no sabía y Sasaki junto con Yagi parecía que tampoco.

Hace tres meses, en el Templo de Azari —que estaba bajo la tutela del Cuervo Negro— se encontró a el Sacerdote Tamaki Amajiki con un espíritu zorro. El Templo de Azari quedaba muy cerca de las fronteras del Abismo, al norte de dónde el cenizo había caído. Y los demonios que vivían ahí se dedicaban a hacer medicamentos, llevar a cabo ceremonias y guardaban tesoros de otros demonios en espera de su reclamo. No estaba permitida la entrada a ninguna otra criatura mágica, el demonio que violara está regla, sería condenado a el Destierro automáticamente y la criatura que hubiera entrado tendría que morir para que el templo fuera purificado.

Pero debido a el cariño hacia el Sacerdote Amajiki que cargo con toda la culpa y rogó porque dejarán que el espíritu zorro se fuera sin sufrir daños, los miembros altos de clero decidieron que el Destierro no se haría si el espíritu zorro que salvó era digno de su amor y lo llevaba a su clan. Para muchos, eso fue cruel, ya que nadie estaba seguro de si ese hombre zorro volvería por un demonio de bajo nivel. Le dieron unos tres días para ser salvado y, al cuarto día, el Destierro comenzó. A el sacerdote se le quitó casi en su totalidad sus dos alas antes de que el espíritu zorro llegará con su compañero a salvarlo.

Uno pensaría que ahí terminó todo pero debido al estado de Tamaki, su compañero enloqueció e inicio una pelea. Aparte de eso, una enorme barrera de ilusión atrapó a los miembros del Templo de Azari y después, se escucharon los rugidos de una bestia aterradora. Cuando algunos demonios se acercaron a revisar, los miembros del templo estaban heridos y pálidos, se hablo de un dragón y el asunto quedó hasta ahí. El posadero solamente agrego que el clan del Cuervo Negro lanzó una advertencia de que nadie se acercará al área norte donde estaba el templo por su propia protección.

Por un dinero extra, el cenizo consiguió un mapa exacto de dónde estaba el Templo de Azari y sin más tardanza, se dirigió a ese lugar.

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