El Festival de la Luna
— ¿Te gusta, Shoto-kun? Masaru lo diseño y cosió el mismo —contó Mitsuki haciendo evidente el orgullo en su voz —Tambien hizo uno para Denki-kun.
El bicolor observó el kimono colgado en su habitación, de un color azul oscuro, con patrones de dragones en dorado y negro. Decir que era hermoso se quedaba muy corto. Se acercó para tocar la tela, se sentía fina y delicada, de cerca noto que los patrones eran mucho más complicados de lo que pensó en un inicio y no pudo evitar el recordar que se veían muy similares a los que usaba cuando estaba en su clan. Eso le hizo sentir algo nostálgico y todavía más agradecido por el regalo.
—Es precioso, muchas gracias —agradeció girando la cabeza hacia la pareja y viendo que el castaño pareció estar aliviado de que le gustará —Muchas gracias también por hacerle uno a Kaminari. No era su deber.
—Es un muchacho lindo y se ha ganado mi aprecio —dijo el de ojos marrones —Lo hice de buen agrado, no te preocupes, Shoto-kun.
—Aún así, gracias —inclinó su cabeza respetuosamente hacia el matrimonio.
—Eres realmente muy respetuoso y formal, ¿no? —se rió la rubia yendo a tomar los hombros de su yerno para que se pusiera derecho y pudiera verle bien el rostro —Shoto-kun, seremos una familia, no hace falta que seas tan rígido cerca nuestro, ¿de acuerdo?
—Lo intentaré, Mitsuki-san —prometió el más alto.
—Bien —se mostró satisfecha la rubia, soltando sus hombros y yendo hasta su marido para tomarle de la mano —Iremos a preparar los carruajes, mientras tanto puedes cambiarte tranquilo y te llamaremos cuando sea el momento de partir.
Todoroki asintió sin darle muchas vueltas. Le hubiera encantando poder ver el Festival de la Luna por primera vez junto con Bakugou pero su prometido se había ido muy temprano esa mañana, para preparar todas las ceremonias y arreglar otros asuntos. Era un poco triste, claro que sí. Sin embargo, tendría la compañía del matrimonio y de Kaminari e Iida. No sería tan malo, aprendería más de las costumbres del clan y disfrutaría de la comida.
Y, al final, pasaría el resto de la noche con el cenizo.
Kirishima tenía la "obligación" de estar al lado del cenizo durante el festival. Pero, en realidad, no hacia casi nada y se aburría muchísimo, así que, se encargaba de otras cosas. Por ejemplo, ayudaba a Ashido a peinarse correctamente para su ritual o iba detrás de una nerviosa Uraraka cuando se le escapaba a Bakugou y Sero. O juntaba un par de bocadillos para su amigo que estaba sin almorzar desde la tarde y cargaba las cosas de algunas personas a sus puestos. Para él era un día aburrido siguiendo a su amigo en sus tareas, sin que hubiera mucho en lo que pudiera opinar o hacer, ya que su clan no era realmente relevante ni tenía un papel fundamental dentro del Zorro de la Luna Roja.
—Deberías ir con Kaminari, Kirishima —indicó el cenizo que podía notar de lejos que el pelirrojo se estaba aburriendo —No voy a terminar pronto y lo sabes.
—No, me quedaré. Me sentiría peor si disfrutará del festival solo —hizo un puchero el más alto que pese a aburrirse y todo, agradecía estar con sus amigos y poder serles un poquito de ayuda —Aunque, si quieres, puedo ir a verificar cómo está Todoroki.
El de dientes puntiagudos se rió ligeramente cuando vio las mejillas de su amigo sonrojarse y vió a las femeninas con las que estaban, Hagakure y la castaña, mirarse curiosas entre ellas y mirándole intensamente a el cenizo después. A la de ojos chocolate parecían haberse ido los nervios por su presentación cuándo miro divertida al futuro líder del clan.
— ¿Ya nos vas a presentar a tu prometido? Hanta-kun me dijo que era muy guapo —sonrió juguetona la castaña, abrazando su abultado estómago y bajando la cabeza, como si le hablara al mismo —Bebé, tendrás muy pronto un primito o una primita con la cual jugar.
— ¡No inventes tonterías, cara redonda! —exclamo el cenizo, sonrojado y avergonzado.
—Cierto, Ochako-chan, todavía falta que se casen y como Katsuki-kun es el futuro líder la ceremonia será muy especial, por lo que va a tardar mucho —frunció ligeramente el ceño la otra chica, que tenía el cabello rubio algo rizado y ojos verdes —Tal vez en un año o dos tengamos a nuestro sobrino o sobrina.
— ¡¿Quien carajos dijo que serían sus tías?!
— ¡Oh, admites que tendrás bebés! —gritó la castaña y la rubia soltó una carcajada.
Eijirou negó con la cabeza, queriendo sumarse a las bromas de las chicas y sus apuestas por sus futuros sobrinos, pero se contuvo y, en cambio, coloco una mano sobre el hombro de su amigo para calmarlo.
—Ya, ya, no molesten a Bakugou. Que si el baile de hoy sale mal, la Diosa Lunar se enojara con nosotros y nos caerá una maldición —se rió el pelirrojo —Uraraka, Hagakure, me voy por un rato. Sean buenas con él, ¿de acuerdo?
Las femeninas respondieron de forma positiva, haciendo que el cenizo soltará un bufido y dijera que el maldito pelirrojo no era su niñera para andar diciendo esas cosas. Todos se rieron y el de dientes puntiagudos se retiró, dejándolos solos.
Estaban los tres dentro del Santuario de la Luz, uno de los principales de la ciudad que pertenecía al clan de los Bakugou, aunque no era uno de los primeros que se había instalado en el Valle de Anteri. Esperaban que Mina volviera de su ritual, que se daba en una sala aparte con un par de sacerdotes y que Hanta terminara de preparar a aquellos que cantarían en el salón principal cuando empezarán las festividades. Tohru no podía acompañar a su esposa en esos rituales y eso le ponía un poco inquieta, porque los rituales del Zorro Oscuro hacían que su líder terminará con una especie de secuela a largo y mediano plazo. En el caso de su pareja, después del Festival de la Luna, tenía unas cuantas pesadillas. No le gustaba eso, sin embargo, comprendía que las pesadillas se asociaban a los deseos del Zorro Oscuro, las pesadillas eran predicciones de futuros desastres que podían o no pasar. Y dependía de la interpretación de la femenina, lo que terminará pasando. Ella confiaba siempre en que su esposa actuaría correctamente, pero le encantaría que no sufriera de pesadillas por ello.
Por otro lado, Ochako sí que iba a participar en el evento de la Canción Lunar, pero era la primera vez en cinco años desde que era la esposa del azabache y se debía solamente a su embarazo. Era para desearle buena salud y fortuna a su heredero. Pero ella tenía una voz espantosa para cantar y le aterraba afectar de alguna forma a la canción y, por ende, a su bebé. Su esposo le aseguro que no pasaría, pero seguía preocupada y el cenizo estaba ahí en esa sala con ella para evitar que saliera corriendo.
Porque, en serio, era bastante capaz de escaparse con su enorme panza por detrás del santuario.
—Hablando con la verdad, ¿podremos ver a tu prometido hoy, Katsuki-kun? —interrogó la rubia con curiosidad —Mina me contó que se llama Shoto. Es un nombre muy bonito.
—Él es jodidamente bonito —presumió el cenizo sin rodeos, aunque sus mejillas se pusieron algo rojas y las femeninas se rieron de ello —Lo verán por un rato, supongo. Agradecería que le dieran una bienvenida adecuada.
Tohru y Ochako tenían ciertos papeles secundarios dentro de sus clanes que podían ser supervisados en el futuro por su prometido. Si hacia que se conocieran antes, le haría más sencillo al bicolor su trabajo en el futuro, al no tener que estar ansioso por las personas con las que tendría que tratar.
—Estaríamos encantadas de hacer eso —acepto la castaña por las dos —Oh, ¿lo llamamos por su apellido, no es así? Debido a que todavía no están casados.
— ¿No sería mejor llamarlo con su nombre para empezar? —cuestiono la de ojos verdes —Podría sentirse más cómodo así, ya que no usará más su apellido cuando se casen.
Las dos se dieron una mirada confundida y después miraron hacia el cenizo. Katsuki no tenía mucha idea de esas cosas y ahora lamentaba mucho no haberle preguntado a Shoto al respecto. Sus amigos lo llamaban respetuosamente por su apellido, sus padres usaban el nombre y algunas sirvientes simplemente le hablaban como su señor. No creía que hiciera una gran diferencia como ellas se pudieran referir a él, pero odiaba la idea de asegurarles algo de lo cual no estaba seguro y que eso terminará afectando a su prometido.
—Hacerle esa pregunta cuando lo vean. Es posible que no le importe ninguna de las dos formas —comentó el de ojos rojos —Aún así, no hagan nada estúpido y preguntarle primero. No quiero que esté incómodo.
—Aww, te preocupa. Que lindo, muy lindo.
Bakugou rodó los ojos ante el intento de Uraraka de molestarlo y lo ignoro por completo. Únicamente pensó que, cielos, realmente quería ver a Todoroki.
La Ciudad Roja era el centro del clan Bakugou, el lugar donde la mayoría del clan del Zorro de la Luna Roja vivía aparte de los pueblos repartidos por todo el Valle de Anteri. Era un lugar muy alegre, llamativo, lleno de mercados y santuarios dónde los colores principales eran rojos, dorados y negros. Fue la primera vez que Shoto tuvo el placer de ver tal lugar, tan lleno de vida y gente, muy distinto a la soledad y paz de las Montañas de Iruyuki. Si bien al inicio se sintió sofocado por todo el movimiento, después se encontró disfrutando del ambiente y los regalos de los vendedores que al saber de su estatus como el prometido del líder, no paraban de darle cosas grandes y mucha comida.
El bicolor se negó las primeras diez veces, Denki las siguientes quince. Sin Masaru ni Mitsuki para ayudarlos —se habían ido para tener un tiempo a solas, algo que muy rara vez sucedía y ninguno quiso interponerse entre ellos— era muy difícil persuadir a los vendedores y los posaderos que insistían con sus productos gratuitos, todo con tal de ganarse algún favor del futuro líder por ser amables con su prometido. Incluso Tenya que se les unió en el recorrido —debido a la propuesta del rubio de ir al festival juntos — había perdido la paciencia y ya rendidos simplemente aceptaban cada cosas que querían darles.
—Esto es muy agotador —menciono el rubio, el cuál llevaba un yukata de color blanco con pequeños dragones en dorado por los bordes y mangas, su cabello peinado en una coleta y con un alfiler en su flequillo, lo que dejaba sus ojos dorados todavía más expuesto de lo normal —Me duelen los pies de tanto huir de los vendedores.
—Podríamos tomar un descanso —sugirió el de lentes que traía un simple yukata negro y señalo en dirección hacia unos peldaños en una de las calles del festival —Unos minutos. Todoroki-kun quería ver la presentación de Bakugou-kun en el escenario.
—Puedo ir solo —comentó el bicolor, que se agachó un momento en el suelo para darle un vistazo a los pies del más bajo y agrego con un tono algo preocupado —Kaminari tiene los pies lastimados.
— ¡¿Lastimados?! —exclamó el de lentes asustado.
El de ojos dorados se rió de si mismo, haciendo un sonido de ups entre sus labios que no le causó tanta gracia a los otros dos como quería creer. De inmediato fue llevado a esos peldaños y el de gafas se arrodilló en suelo, notando que las tiras de sus sandalias estaban lastimando la piel de sus tobillos, se los quito con cuidado pero aún así el rubio hizo una mueca de dolor y el bicolor se sentó a su lado para pasarle una botella de agua.
— ¿Por qué no dijiste que te dolían los pies, Kaminari? —quiso saber, ya que llevaban caminando mucho tiempo y no vio al rubio hacer la menor mueca, aunque el daño en sus tobillos era evidente.
—Porque la estaba pasando bien y no es tan malo, mientras caminaba casi no lo sentía —fue parcialmente honesto ya que cada vez que se detenían en algún lado podía sentir a sus pies pulsando por sí mismos —No es tan grave.
—Aún así, debiste decirnos, no sufrir solo —murmuró el de lentes tocando con cuidado los pies del rubio y agradeciendo ser lo bastante precavido como para ir al festival con un pequeño kit de primeros auxilios en caso de que el más bajo lo necesitará —Sería mejor si no te mueves por un tiempo. Te llevaré devuelta al Pasillo de Orquídeas cuando sea el momento.
— ¿O sea que me vas a cargar hasta allá? —interpreto el de ojos dorados, deseando fervientemente estarse equivocando y sintiendo como su rostro se ponía cuál remolacha cuando el más alto asintió con la cabeza —N-No es necesario Iida. Puedo ir solo. No soy un niño. No tienes que cargarme.
—No iba a hacerlo. Iba a llevarte hasta un carruaje para ir al Pasillo de Orquídeas, pero lo de cargarte suena bien, Kaminari —asintió para sí mismo el más alto, pensando que tenía bastante sentido y mientras tanto, el rubio deseo que la tierra se abriera para tragar su cuerpo por completo —No harías ni el menor esfuerzo. Sí, creo que haremos eso.
— ¡Q-Que no hace falta!
Shoto pensó, divertido, que era la primera vez que veía a Denki perder tan fácilmente los nervios contra alguien y que también por primera vez veía que Tenya bromeaba con alguien, nunca creyó que fuera capaz de hacerlo. Parecía una discusión, pero en realidad el de lentes quería ver hasta que punto podía lograr que el rubio se pusiera más y más rojo, con su nariz fruncida y sus ojos dorados completamente tímidos en una faceta de su personalidad que no le conocía.
Como ellos parecían muy enfrascados en sí mismos, opto por dejarlos solos e irse en la dirección en que sus suegros le indicaron que estaría el Santuario de la Noche, el más viejo dentro del clan y dónde se llevaba a cabo el tradicional baile que se moría de ganas de ver. Ya mucha gente se dirigía hasta allá y pensó que no llegaría a tiempo para ver a su hermoso prometido bailando, pero por lo que iba escuchando a medida que se acercaba todavía faltaban diez minutos. Bien, lo lograría.
El Santuario de la Noche era bastante pequeño, humilde, de piedra negra y con símbolos tallados por todas partes, el escenario principal delante del santuario tenía dos enormes antorchas que iluminaban el pedestal y el bicolor noto que había unos cuantos miembros del lugar tocando música en unos tambores. El ambiente era relajante, sin embargo, se podía sentir algo místico y misterioso en el aire, como si en cualquier momento, algún Dios pudiera aparecer en el escenario.
Y, en cierto forma, eso era lo que pasó.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top