xlvii

—Si le sigues succionando así los labios, se los vas a quitar —regaña Izuku tras darle un caderazo al bicolor y acariciar la boca del rubio quien se ruboriza de tenerlo tan cerca.

Cualquier persona se alejaría, pero, mierda, hasta le parece algo caliente ver a su novio joderse con otro. Eso a un trío hay un largo camino que no desea probar, no señor. Sólo deja que Shōto lo bese mientras la situación se controle.

—Le di un beso en la mejilla y me dijo que no le convenció, fue él quien me violó los labios —el bicolor se acaricia la boca, luego toma su mochila y se la pone al hombro.

—No trates de pasarte, eh, sigo siendo su novio.

Todoroki alza las manos mientras se encoge de hombros—. Creí que te pondrías como loco por haber besado a tu novio.

—Ya le conté —Katsuki resopla—, si siguen brotando de la nieve como margaritas juro que voy a tronar a uno como varita.

—Bueno, seguiremos compartiendo novio, Midoriya —el bicolor le lanza una sonrisa que hace molestar al pecoso. Era joda, pero el de ojos esmeraldas no lo sabe y termina enganchándose al brazo del rubio.

—Ya, ya, anda a pastar, vaca bicolor.

¿Vaca bicolor? —piensa Izuku y trata de encontrar una similitud entre una vaca y Todoroki, mas no la encuentra.

—Lo que digas, Katsuki —se retira.

El rubio le rodea el cuello con los brazos a Izuku desde la espalda—. ¿Y bien? ¿A dónde iremos a comer?

—A donde nadie murmure que soy un cornudo.

—Mientras nadie te llame en la esquina el venado, entonces todo bien.

—¡Kacchan!

—Ya, ya, chiste malísimo.

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