La p0rn0 de Rita Loud

La p0rn0 de Rita Loud

En una noche como cualquier otra, la familia Loud miraba tranquilamente la televisión, salvo por Rita quien en ese momento acababa de bajar las escaleras bien arreglada y lista para salir de juerga.

–Hola, zoquetes –saludó a todos de un modo muy atrevido y con suma picardía.

–¡Oye!, ¡¿qué te pasa?! –empezaron a reclamar su esposo y once hijos–, ¡¿por qué dices eso?!, ¡lo estábamos pasando bien!

–Lo siento –rió Rita en afán de presumir como toda una adolescente insufrible–, pero acabo de recordar que soy la única de esta familia que va a salir a beber un trago con una celebridad.

–¿De qué estás hablando? –preguntó Lynn Sénior.

–Esta mañana –contó su mujer–, saludé en el supermercado a Katherine Mulligan. Le dije lo mucho que admiro su trabajo en el noticiero; ¿y qué creen? Me invitó a recorrer los estudios y a beber un trago con ella esta noche. Así que no me esperen despiertos.

***

Esa noche, en Banger's & Mosh...

–... y por eso –siguió contándole Katherine una de sus muchas anécdotas a Rita–, cada vez que tengo sexo sin protección le llamó hacer un corresponsal de guerra.

–Hay, por Dios, Katherine –estalló la otra en carcajadas–, pero que buenas anécdotas tienes.

–Hay, por favor –replicó esta con modestia–, de seguro tu hiciste cosas alocadas en tus tiempos.

–Bueno...

–Hay –se interesó la reportera en escuchar–, ¿qué cosa?

–No, no, no, no, no, no puedo –dijo apenada la señora Loud.

–Rita –le sonrió Katherine–, siento que estamos congeniando. Anímate, dímelo ya.

–Bueno –se animó a decirle–, yo me practiqué un aborto.

Zzzzz... – bromeó Katherine haciendo como que se hubiese quedado dormida–. Hay, despiértame cuando tengas algo bueno.

–Hay, santo cielo, señora sarcástica. Eso pone bajo mucha presión... Esta bien, mira... Cuando estuve en la universidad –confesó en voz baja–, salí en una película para adultos.

–¡Hay por Dios! –rió Katherine sobresaltada–, ¿hiciste una porno?

Shhh... ¡Por favor!, ¡por favor!, no se lo digas a nadie jamás –se apresuró a pedirle Rita–. Nunca se lo he dicho a nadie. Ni siquiera a mi esposo.

–Prometo que me lo llevaré a la tumba –juró Katherine–; pero por Dios, Rita, eso es muy gracioso. ¿Tienes una copia?

–Hay, no, esa película desapareció como el final original de No Such Luck en el que Lynn acababa usando la botarga de ardilla.

***

La noche siguiente, a la hora en que todos se reunieron a mirar la televisión en la casa Loud...

–Rápido –avisó la matriarca que tomó el control con entusiasmo–, cambien el canal. Le prometía a mi amiga Katherine que vería las noticias hoy.

Gracias –en la pantalla apareció la mencionada, justo en el momento que procedía a dar su siguiente reportaje–. Pornografía: la simple palabra invoca imágenes de zonas rojas, sexo sin protección y, claro, la maquina del pornógrafo del siglo diecinueve. Pero al parecer la pornografía por fin halló como llegar a nuestro vecindario. Si, la asistente dental y aspirante a escritora, Rita Loud, le reveló a esta reportera que apareció en una película pornográfica a mediados de los años noventa.

–¡¿Qué?! –Rita se levantó del sillón indignada como nunca.

–¡Mamá, eres tu! –exclamó Lynn con un chillido agudo cuando en la tele, junto a Katherine, apareció un póster promocional de dicho filme con la imagen de una Rita mucho más joven que se mostraba desnuda de cabo a rabo y totalmente drogada.

–I ji ji ji ji ji ji... Esa barra negra estaría más abajo hoy en día –no pudo evitar bromear Luan por los nervios, refiriéndose a la censura con la que mostraron la toma de los pechos de su madre–. ¿Entienden?

Evidentemente, Rita Loud –prosiguió Katherine con su reportaje–, ciudadana modelo de Royal Woods y madre de once, también es Rita Loud: estrella de La Guerra del bello. Lo que demuestra que uno nunca sabe que clase de persona es su vecina.

–¡No puedo creerlo! –vociferó Rita. A su alrededor los demás, incluso Lucy que se descubrió el cabello, la miraban con perplejidad.

–Mamá –tuvo que preguntar Lori–. Literalmente, ¿hiciste una porno?

–¡Traicionó mi confianza –clamó su madre señalando al televisor–, creí que las amigas tenían que apoyarse mutuamente!

Toc, toc...

En ese instante, María Casagrande tocó el cristal de la ventana para hacerse notar afuera en el jardín.

–¡Ja, zorra! –se burló de ella apuntándole con su dedo.

***

Más tarde, luego de terminada la transmisión, Rita acudió personalmente al estudio a irrumpir directamente en el camerino de Katherine.

–¡¿Cómo pudiste hacerme eso?! –reclamó al entrar.

–Ah, hola, Rita –la saludó la reportera en tono sarcástico.

–¡Te dije eso en confidencia! ¡Me humillaste frente a todo mundo!

–Bueno, entonces ya estamos a mano –se cruzó de brazos Katherine.

–¡¿Qué?! ¡¿De qué estás hablando? Yo nunca te he hecho nada.

–De verdad no te acuerdas de mi, ¿no es cierto?

–¿Acordarme de ti?

–Fuimos juntas a la preparatoria, Rita; clase de química, primer año, Katy la G.

–Espera, ¿tú eres la gorda Katy?

–Si, pero no aceptarían ese nombre en televisión, así que lo cambié a Katherine. Tu arruinaste mi adolescencia –la acusó entrecerrando los ojos–. Me dijiste que me habían aceptado en las porristas, me vendaste los ojos y me dijiste que iríamos a un almuerzo especial para celebrar. Cuando me quitaste la venda, estaba parada frente a toda la escuela con los pantalones en los tobillos y una salchicha en la boca. ¡Esa fue una broma horrible, Rita!

–Mira, Katy, eso fue hace muchísimo tiempo, y de verdad lamento lo que hice. Pero ya somos adultas, y eso no te da el derecho de humillarme de esa manera.

Bu, bu... –se burló Katherine como si se enjugase una lagrima–. ¿No te gustó? Puedes ir a hablar con un reportero.

–¡Válgame, Dios! Creí que éramos amigas. De la clase de muy buenas amigas que se comunican muy mal por facebook.

***

Mi tía Ruth acaba de fallecer después de una larga batalla contra el cáncer. Todos lamentamos que hubiera sufrido tanto.

A Katherine Mulligan le gusta esto.

***

A la mañana siguiente, la señora Loud convocó a una urgente junta familiar en la sala.

–Familia, creo que es importante que hablemos abiertamente de esto. Fue durante un periodo asqueroso llamado los noventa, una época en que las mujeres se paraban sin blusa drogadas con cocaína en balcones mientras las cortinas se agitaban junto a ellas. Creo que en esas fechas había más viento...

Flashback.

–Oye, Rita –la llamó Raul, el que en aquel entonces era uno de sus novios–, ven adentro. Esta coca no se va a inhalar sola.

–Vaya fiesta, Raul –entró acudiendo a su llamado–, siento que estoy acaparando toda tu cocaína.

–Oye, no importa. Tu puedes comprar la siguiente bolsa, ¿eh?

–Hay, no podría pagarla. Mi papi me obligó a pagar mi colegiatura este semestre porque sobregiré mis tarjetas de crédito por comprar una copia de Salo en la tienda de video. Costaba trescientos noventa y nueve dólares.

–Si, pero ya es tuya, puedes verla cuando quieras. Además... Sé de otra manera para que ganes dinero.

Fin del Flashback.

–... y Raul me dio empleo en su tienda de mascotas –terminó Rita con su relato–, pero aun necesitaba dinero. Un día limpiaba una jaula de aves cuando llegó un productor porno y... Bueno, ya saben lo que pasó.

–Como que... –habló Leni–. La parte que debíamos ver... Nha, olvídalo, quedó claro.

–¡Ga ga goo goo ga! –balbuceó Lily tan horrorizada como todos.

–¿Qué dijo? –preguntó Lynn Sénior.

–Dijo –se ocupó de traducir Luan–: ¡santo Dios!, ¡¿soy una bebé de la pornografía?!

–Negativo, hermana menor –aclaró Lisa–, lo dudo... Bueno, ez pozible, tal vez zi.

***

Al poco tiempo, los niños Loud también estuvieron expuestos a las burlas de sus compañeros de escuela.

–Miren, ahí va Lana –indicó Lindsey a sus amigas que la fueran a rodear al verla pasar por el corredor.

–Tu mamá hizo una porno –se le burló una de ellas.

–Mi hermano le vio las Boobies –se le rió otra.

–¡Cállense! –chilló Lana.

–Oye, Loud, tu mamá es una zorra –se le burló otra niña.

–¡Por favor, déjenme en paz!

–Si, Loud –se unió la mismísima Lola a las burlas–, tu mamá es vulgar y asquerosa.

–¡Oye! –la reprendió Lindsey–, eso no se dice, Lola. Es la mamá de una niña.

–Bueno –dijo su rival de los concursos en su defensa–, también es mi mamá.

–¡Ja, tu mamá es una zorra! –volvió a burlarse Lindsey de ella.

–¡Si, toma eso! –secundó Lana–, ¡eres hija de una zorra!

–Si, Lana si entendió –rió Lindsey otra vez.

***

El día domingo, los Loud asistieron a la iglesia vestidos formalmente para el servicio dominical.

–Que ganas tenía de venir –suspiró Rita mientras le acomodaba la corbata a Lincoln a las puertas del templo–, necesito la iglesia después de la semana que tuve.

Al entrar, los feligreses le lanzaron sus miradas inquisidoras mientras iban a tomar sus lugares.

Pecadora –hizo como que tosía el señor Quejón.

Ramera –lo imitó Scoots.

Vulgar –terció Flip.

Yo si estoy enfermó –tosió genuinamente el director Huggins.

–Ya no eres bienvenida aquí, Rita Loud –proclamó el cura en voz alta.

–Pero padre –quiso implorar la mujer–, he sido miembro activo de esta iglesia desde...

–¡Vete de esta casa de Dios!

–Pero... Pero amo la iglesia. Es una parte importante de mi vida.

–Tal vez debiste pensar en eso antes de hacer un porno.

–Pero padre, no era mi... Espere, ¿dijo un porno?

–Si.

Guau, eso es extraño.

–¿Qué?

–Bueno, se dice: hizo pornografía o hizo una porno, no se dice hizo un porno. Así no se dice.

–Hay, Dios, ¿lo he estado diciendo mal todo este tiempo? –se regresó a preguntar el cura a sus monaguillos quienes asintieron con la cabeza.

***

En la noche, Rita se encontraba en su habitación gastando caja tras caja de pañuelos desechables de tanto llorar devastada.

–Tranquila, querida –trató de consolarla su esposo quien estaba a su lado–, si te hace sentir mejor, a mí no me molesta. ¿Y que importa lo que piensen los de la iglesia? La mayoría de ellos son extras en el fondo que nunca antes habíamos visto. La mitad de ellos no se mueven y la otra mitad sólo parpadean. Si acaso, con suerte, algunas de las que son chicas los fans las llegan a shipear con Lincoln por una semana o dos, si es que tienen algún diseño llamativo; pero después de eso también se olvidan de ellas.

–Lynn, eres muy dulce –sollozó Rita–, ¿pero cómo voy a vivir en esta ciudad si soy una paria social?

–¿Qué es eso?, ¿son los pececillos que comen vacas?

–Sólo, déjame sola, por favor.

El señor Loud accedió al pedido de su esposa y salió de la habitación sintiéndose impotente por no saber como ayudarla.

–Mamá –entró al poco rato el único hijo varón de la familia–, ¿puedo hablar contigo un segundo?

–¡Por ultima vez, Lincoln, no hay ninguna dirección de internet para la película!

–No, no, no, no, no, mamá. Eso no es para lo que vine –se apresuró a aclarar sentándose en la cama junto a ella–. Mira, mamá, lo hecho hecho está y eso ya no lo puedes cambiar. Pero la gente sólo te puede humillar si se lo permites. Si asumes la decisión que tomaste, les quitas el poder de hacerte sentir mal por lo que hiciste.

–¿A qué te refieres?

–Bueno, ¿recuerdas que hace un par de años todos en la secundaria se burlaban de LJ diciendo que me molestaba porque estaba enamorada de mí; hasta que ella misma empezó a bromear con eso, como con lo de irse a dormir a mi cuarto y todas esas cosas, y ahora ya nadie se burla de ella? Sigue estando muy enamorada de mí, pero ya no es gracioso decirlo porque ella se adelantó a todos.

–Por Dios... –exclamó triunfante Rita al entender a que se refería Lincoln–. La degenerada de mi hija es una #!*...@ genio.

***

El domingo siguiente, Rita entró juntó con toda su familia a la iglesia a pesar de que le dijeron que no volviera jamás.

–Oh, miren –la acusó el cura–. Es la entrepierna del diablo.

Los feligreses empezaron a murmurar. Entre ellos se encontraba también Katherine Mulligan.

–¿Cómo está, padre? –lo saludó Rita con tranquilidad.

–Creí que había dejado claro que ya no eras bienvenida aquí.

–Sabe, vengo a esta iglesia desde hace años, y escuché todas las historias.

Rita se regresó a hablarles a todos los presentes ahí, en tanto Luna y Lincoln despejaban la tarima y sacaban a empujones al cura y Lynn Sénior ingresaba con un vhs conectado a un proyector y unos parlantes puestos en una mesa con rueditas.

–¿Y con quién se juntaba Jesus? –preguntó Rita a los feligreses–. Con María Magdalena; ¿y quién era ella?, una prostituta. Osea, si hubieran tenido cámaras en esa época, ella habría filmado una porno.

La audiencia empezó a debatir la afirmación de Rita, entretanto Lori y Leni cerraban las cortinas y Lynn Jr. bajaba la pantalla para proyector.

–Y de haberlo hecho –prosiguió la mujer con su discurso–, sé que Jesus la habría perdonado. ¿Acaso soy peor que María Magdalena? y, aun más importante, ¿ustedes son mejores que Jesus?

–Yo soy mejor que Jesus –se levantó alguien a responder.

–Si, esta bien, Jancey Yates, tu eres mejor que Jesus. Pero todos los demás, los demás tienen que aceptar el hecho de que cometí una simple equivocación. Y hela aquí:

Entonces Lucy apagó las luces y Lynn Sénior encendió el proyector.

La Guerra del Bello, decía el titulo en la gran pantalla dando inicio a la susodicha película triple x, la cual Rita pudo conseguir al ponerse en contacto con su viejo amigo Raul.

El filme inició con el enfoque de un actor interpretando a un cavernario en un escenario de bajo presupuesto ambientado por música de cabaret, seguido por una versión más juvenil de Rita Loud que entró en escena disfrazada igualmente como cavernícola.

En la siguiente escena, la cámara enfocó a sus sudorosos pechos y el cavernario varón inmediatamente la acercó hacia el, la empezó a lamer por diferentes lados y la acostó en el suelo.

Para cuando avanzó a una toma en que estaba acostada en un colchón sucio boca arriba y el primer actor se puso a quitarle las pantaletas, varios hombres observaban fijamente con sus bocas abiertas de par en par y las mujeres les tapaban los ojos a los niños, pero tampoco podían dejar de mirar.

–Sé que soy un hombre de Dios –comentó el cura–, ¡pero ese trasero está bien bueno!

Para desagrado de Katherine, todos en la iglesia ovacionaron de pie por su magnifica actuación a Rita, quien a su vez le sonrió a su hijo por haberla inspirado a mostrar su película ante todos con la frente en alto.

Mas sin embargo, al mirar de reojo, Lincoln notó algo en la siguiente toma que si llamó su atención.

–Hay, miren eso –señaló escandalizado a la pantalla–, ahora si estoy empezando a sospechar.

¿Alguien ordenó una pizza? –preguntó al entrar en escena un tercer actor porno que interpretaba a un cavernícola repartidor, que evidentemente pasaría a complementar el ultimo tercio de un trío con su madre en la película.

Y es que este ultimo, era un hombre de cabello blanco con la piel salpicada de pecas y grandes dientes de conejo.

FIN

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