XIII. Ophelia y Baelor

TODO EL EMBARAZO ALICENT SE COMPORTÓ, Aemond estaba asombrado por el cambió de 180 grados que dio de su madre. Y claro que Aegon siempre hacía algún comentario sarcástico o inapropiado.

Alicent iba a las cocinas y con cuidado seleccionaba que alimentos podía y cuáles no ingerir Visenya por su estado. Tenía un cocinero a todas horas disponible para cumplir los antojos, tanto que Aemond no tenía que separarse de Visenya para buscar nada ya que la Reina puso más de diez sirvientes a su disposición.

Si Enya tenía antojos Aemond solo recibía la bandeja y se lo entregaba a ella.

-¿Pastelitos de limón, Visenya? -Alicent le acercó un plato repleto, ya que en esos momentos el príncipe estaba en el consejo junto a Otto Hightower-. Al parecer mis nietos aman estos dulces. ¿Puedes comer o los bebés siguen pateando?

-Han pateado toda la mañana. -Enya soltó el libro que leía, sonrió al leer el título, claro que era Hamlet, Aemond le había conseguido el libro al volver de Pentos-. Hace una media hora me dejaron en paz.

-Oí que enviaste a hacer un vestido de color verde.

-Es el color de la casa Tyrell. -Respondió Visenya a negarse sentirse aliada de la casa Hightower-. Amo a Aemond pero debo mantener la identidad de mi casa a pesar de ya no usar los colores heráldicos de los Targaryen.

-Lo sé. Por eso es que mis hijos y yo vestimos de verde, lamento mucho si mi comentario te incómodo. -Alicent se encogió de hombros-. Supongo que querrás cambiarte para el almuerzo en los jardines. Iré a buscar a Aegon y a Helaena, sabes que ella ha dicho que se siente gruesa y torpe por el embarazo. Creo que algo de compañía la ayudará.






VISENYA LE DIRIGIÓ UNA MIRADA PICARA A AEMOND, estaban sentados en los jardines en una mesa rebosante de comida. Enya probó la carne con salsa de zumo de limón con una sonrisa.

Con un embarazo avanzado, el vientre abultado no disminuía en
absoluto su delicada belleza, ni tampoco su disfrute de la comida y de las caricias de su esposo. Aemond le daba los mejores pedacitos de comida de su plato. Bebían de la misma copa y, a menudo, se besaban sin motivo aparente. Siempre que lo hacían, él le ponía lamano sobre el vientre en gesto cariñoso, tierno y protector.

Una sonrisa permanente bailaba en los labios de Enya.

-¡No es justo! -Aegon el Mayor hizo un puchero, estaba más concentrado en hallar nombre para sus sobrinos qué en pensar cómo llamaría a sus hijos-. ¡Yo tambien debo elegir un nombre! Seré su tío.

-Bien, Aegon, ¿Qué nombre quieres? -Aerion, que había llegado hace unas horas de Roca Casterly no tuvo problemas en ver a su madre embarazada de otro hombre, ni siquiera le molestó sentarse con los Verdes y compartir la comida-. No sé, sinceramente, como mi madre permite que nombres a uno de los niños.

-Sé que Alicent y Otto lo detendrán si quiere hacer una estupidez.

-¿Entonces no lo puedo llamar Maegor? -Alicent alzó la mano y le dió un empujoncito a su primogénito que gruñó por lo bajo de la misma forma que lo haría Fuegosol.

-Por más buena idea que sea no permitiré que mi hijo se llame Maegor como Maegor el Cruel. -Aemond presionó un beso en el rostro de Visenya y Aegon se quejó de nuevo-. ¿Y ahora qué?

-¡Quítale las manos de encima a Visenya y dime por qué no puede llamarse Maegor! -Aegon meneó su copa de vino y lo miró con interés.

-Maegor el Cruel. Esas tres palabras son suficientes, Daemon. -Otto Hightower hizo un breve ademán, parecía más sereno y tranquilo junto a su familia sin embrago era distante. Estaba en el lugar más lejano de Visenya ya que ella recordaba perfectamente la alianza que tuvo con Larys Strong-. Creí haber escuchado que Aemond sugirió Baelor.

-Lo sugerí, es cierto, me parece un nombre apropiado y para que dejes de molestar a Aegon si aceptas deber un favor a mi persona te dejaré llamar a mi siguiente hijo Maegor o Maelor.

Aegon aplaudió y alzó su copa para brindar por sus sobrinos.

-... ¿Cómo se llamará la niña?

-Ophelia. -Enya intercambio una mirada con su esposo.

-Tuyo eternamente, mientras este cuerpo exista. -Aemond le sonrió con amplitud y alegría típica cuando estaba cerca de ella. Citó una frase del libro:-. Hay romero, eso es para el recuerdo. Te lo ruego, amor, recuerda.





EL PRÍNCIPE DAEMON TARGARYEN LLEGÓ EN EL MOMENTO que Aemond tenía las manos sobre Visenya.

Ella usaba un vestido de brocado color verde claro con el corpiño de encaje muy ceñido a las gloriosas curvas marcadas aún más por el embarazo, tenía al descubierto los hombros y el nacimiento de los pechos hinchados por el embarazo. La mirada de Daemon la recorrió con hambre, deseaba arrancarle el vestido y hacerla suya. Llevaba suelta la cabellera dorada, que le caía en cascada por la espalda y los hombros, y le llegaba casi hasta la cintura. Se ceñía las sienes con unadelicada corona de oro con esmeraldas. Su sonrisa era tímida y dulce.

Él no pudo evitar, con disgusto, soltarse del agarre de Rhaenyra bajo la atenta mirada de los cachorros Strong y sus propios hijos. No quería absolutamente a nadie que no fue Visenya, Nyra se le había vuelto insípida y sosa con el tiempo. Seguía con ella porque era necesario dejarla embarazada para asegurar que sin importar qué pasará uno de sus hijos sería El Rey de los Siete Reinos.

-¡Príncipe Daemon! -Otto Hightower fue el primero en verlo. Las risas murieron como rosas en invierno y la seriedad abundó en los rostros.

-La mano, o el inútil. Como prefiráis que os llame. -Él, a pesar de estar furioso, le sonrió con sarcasmo.

Lo peor fue ver a su hijo sentado allí como si no fuera un verdadero Targaryen, un Negro si no un Verde. El joven sacó todo el atractivo de su madre, y tenía los ojos como oro líquido. A pesar de su juventud y esbelta figura, era un guerrero capaz, Daemon sí estaba orgulloso de su hijo porque claro ¿cómo no estar orgulloso de tal prodigio? Pero el niño era tan testarudo y explosivo como él, en ocasiones también era cruel, hosco y malhumorado.

-Rytsas! Jiōrna! -«¡Hola! ¡Bienvenido!» Su hijo lo saludo con sarcasmo.

-¿Qué haces aquí Aerion?

-Un torneo por mi cumpleaños, eso dije en mí carta. -Él rodó los ojos y echó la cabeza hacia tras de la misma forma que lo hacía Daemon, sonrió mordaz-. Invite a todos los señores de los Siete Reinos. Incluyendo a los Stark y a vosotros. No participaré pero espero que los príncipes lo hagan. Además, espero conocer a mis hermanos. Seré hermano mayor así que esto es importante.

-¿Hermanos? -Daemon no había visto el vientre de ocho meses de Enya.

Cuando lo vió se permitió sentir piedad de sí mismo, de su necedad y estupidez, y del mierderito trono lo había cegado. Tenía una esposa fuerte e inteligente, vivaz, hermosa y dulce. Su querida Rosa de Fuego. Visenya cautivaba a todos, era mucho menor que él y aún así había hecho caso omiso a los señores de las grandes casas para casarse con él, un príncipe que exiliaron dos mil veces.

-¿De verdad tenías que embarazarte? -Espetó él con incredulidad y frustración. Chasqueó la lengua, juzgador.

-¿Por qué Nyra no está embarazada? -Visenya inquirió con una sonrisa llena de picardía-. Esperaba qué por todos los años que han pasado, ya casi cuatro, Jace, Luke y Joff ya tuvieran muchos hermanitos.

Rhaenyra se removió incómoda y puso una mano en el vientre vacío. No tenía más hijos porque por mucho que le insistiera a Daemon él siempre tenía una excusa para no tocarla, que si le dolía la cabeza, que si estaba cansado, que si los planetas no se habían alineado... Sonrió con falsedad y titubeó sin saber cómo responder.

-Debemos descansar, vamos llegando y debemos instalarnos. Jace, Luke, acompañad a Margaery a sus aposentos.





DAEMON SE DESLIZÓ POR LOS PASADIZOS Y SE DECIDIÓ A ESPIAR A VISENYA. Ella le sonreía a Aemond, él, como siempre le miraba embobado. Admirado cada movimiento que hacía y cada expresión que tenía.

Sin embargo, la preocupación se teñía en la voz del Príncipe Tuerto.

-¿Estás segura que no quieres ir a Aguasdulces? Podrías visitar a Aegon y...

-Veo con más frecuencia a mi Aegon que a Aerion. -La voz de Visenya se quebró por la tristeza y le rompió el corazón a Daemon-. El más pequeño de mis hijos siempre ha sido capaz de cuidarse solo, cree que el conocimiento es poder y Aerion, bueno, es revoltoso y disparatado. Tiene demasiada energía y piensa que el poder es poder, no es un estratega como su hermano... Necesita más de mí y menos de Daemon, no puede comportarse como quiera todo el tiempo o Vys cuando sea rey deberá exiliarlo y el ciclo se repetirá.

No quería que Aerion pasará por aquello, pero al igual que su padre, el príncipe Baelon, no sabía cómo tratar a su hijo. No podía ayudarlo a sentirse mejor... No podía hacer nada por ayudar a Aerion.

-No te separé de nuestros hijos. Lo juró. Si lo deseas así Ophelia y Baelor permanecerán con nosotros, siempre. -Era una promesa que Aemond no podría cumplir por mucho que quisiera.

Aemond posó una mano en el rostro de Visenya y tocó sus labios con dulzura. Daemon se llenó de repulsión y golpeó la pared. Por suerte, el ruido no se escuchó. Pudo seguir observando y notó el momento en el que el besó subió de tono.

Ella gimió llena de placer y él la recostó en la cama. Daemon deseó estar allí dentro y ser él quién la tuviera. Antes de hacer nada Aemond la detuvo mientras jadeaba.

A medida que los bebés crecían dentro de ella, Enya se cansaba cada vez con mayor facilidad; incluso mucho más que en cualquiera de sus embarazos anteriores. El embarazo no había hecho más que inflamar la pasión de Aemond, y últimamente, sus atenciones ladejaban exhausta.

-Te sentaría bien una noche de descanso. Sé que tú también quieres lo mismo que yo pero debo cuidarte. -Ambos intercambiaron un pequeño y besos y sonrisas-. Necesito que estés bien por mi y los bebés...

Visenya lo veía desde abajo ya que Aemond estaba sobre ella sin hacerle daño. Apoyando el peso a los alrededores de su vientre hinchado. La larga cabellera plateada le colgaba como una cortina y cubrió de los ojos de Daemon los mimos y besos que se dieron.

El Targaryen mayor temblaba de rabia y no supo cuando las lágrimas corrieron como un cauce frenético por su mejillas. Sintió la sal en la boca y se permitió sollozar. Se obligó a seguir viendo las consecuencias de sus errores.

Había hecho cosas por repararlos, sí, había escrito miles de cartas que Visenya nunca respondió. Se preguntó si alguien impidió que llegarán a sus manos, debía de ser uno de los malditos verdes.

-¿Estás bien? -Aemond acarició el rostro de Enya.

-Yo... Si te refieres a Daemon ya no me importa mucho, entiendo que quizás sea difícil para ti tener que verlo a él.

-Yo no estuve casado con él, Visenya.

-No, claro. Pero sé que te conozco bien y eres un libro abierto para mí por lo que entiendo que estás incómodo por la situación. -Ella se sentó y él la presionó entre sus brazos para sentirla más cerca-. Mi único interés son mis hijos, Margaery está cada vez más distante de mí pero más cerca de los cachorros Strong. Y Vys parece el único que ha llevado bien la separación, está inquieto pero siempre ha sido así. No puede estar quieto.

-¿Ya no lo amas? -Aemond parecía el mismo muchachito inseguro que le llevaba flores a Visenya con las mejillas sonrojadas y las extremidades temblorosas.

-Te amo a ti, estoy embarazada y te daré dos hijos, creo que es bastante obvio. -Visenya se rió cantarina, no había respondido la pregunta, claro pero Aemond le permitiría salirse con la suya.

-Tengo algo para ti y para ellos. -Aemond se alejó de Enya y sacó de un cofre con adornos de oro en forma de dragones y flores dos huevos de dragón.

Uno era crema casi blaco, con motas doradas, mientras que el otro era de un negro tan intimidante como el que era El Terror Negro.

-Pensé que quizás los niños podrán tener los huevos de dragón un poco antes de su nacimiento.

-Fue una brillante idea, esposo.

Visenya se tumbó juntoa Aemond, él la cubrió con la sábana de seda y ella acunó el huevo sobre su vientre hinchado. Le gustaba abrazar aquellos huevos. Eran muy hermosos, y a veces su simple proximidad la hacíasentir más fuerte, más valiente, como si pudiera absorber la energía de los dragones de piedra encerrados en su interior.

Estaba así tendida, abrazada a los huevos, cuando sintió que el niño y la niña se movían ensu interior... como si intentaran llegar al huevo, a su hermano, a un ser de su sangre.

-Tú eres el dragón -Le susurró ella después de un rato, cuando la luna ya se había ocultado-. El verdadero dragón. Ambos lo son. Mis pequeños cachorros.

Sonrió y se quedó dormida soñando con un futuro próspero y sin guerras. Aquello no llegaría nunca, la Danza de Dragones empezaría pronto y los gemelos en su vientre saldrían lastimados por ser hijos de Aemond Targaryen.

Esa noche Daemon tomaría a Rhaenyra en venganza, se dijo que la dejaría embarazada.





SE VISTIÓ DE BLANCO, DECIDIÓ QUE NO USARÍA NI NEGRO NI VERDE. Visenya usaba seda color marfil y encajemyriense; la falda estaba decorada con dibujos con flores y espinas hechos con perlaspequeñas. La empezarían a llamar La Princesa Blanca.

No era partidaria ni de los Targaryen ni de los Targaryen Hightower. Aún así se permitió darle dos hijos a Aemond y defender a los Verdes. Era tan obvia como misteriosa su inclinación hacia un bando.

Aerion se sentó a su lado, llevaba capa negra con ribete de raso granate sobre el jubón de oro y flores. Su hijo se divertía en organizar algo donde él fuera el centro de atención. El torneo no era la excepción.

Los torneos podían ajustarse a decenas de modalidades, al capricho del señor(príncipe en este caso) que los organizara. Algunos imitaban batallas entre equipos de caballeros; otrosconsistían en una lucha de todos contra todos donde la gloria recaía en el último que quedara en pie. Cuando se elegía la modalidad de combate individual, los emparejamientos podían decidirse por sorteo o al albedrío del maestro de justas.

Sin embargo a sabiendas que su padre, tío y primos participarían Aerion exigió decidir el mismo los emparejamientos. Primo Jace contra Luke y luego contra Brandon Stark, y para el final Aemond contra Daemon Targaryen. Visenya no sabía de esto porque si no lo impediría.

Aemond había recibido la bendición de Aerion para estar con su madre.

-Merecía algo mejor que mi padre, ella siempre lo amó y el siempre amo el Trono de hierro. Vys lo sabe pero idolatra a papá y no hará nada en su contra, Margaery prefiere no meterse y Aegon sufre en silencio así que solo yo tengo los pantalones suficientes para enfrentar al Príncipe Canalla. -Se desahogó y luego Aerion sonrió ampliamente-. Corona a mamá como Reina del Amor y la Belleza y así Daemon se va a humillar. Un Lannister (y ahora un Targaryen) siempre paga sus deudas.

-¿Estás seguro, Aerion? -Aemond no podía ver a nadie más qué a él o a un Verde haciendo frente a Daemon Targaryen.

-Súper seguro, tan seguro como que lo odio.

Aemond se había sentido desfallecer al sentir todo lo que sufría Aerion por Daemon Targaryen, por aquello prefirió no decirle nada a Visenya. Así que llegado el momento se deslizó discretamente para cambiarse.

-Aemond Targaryen -anunció un heraldo-, príncipe de la Fortaleza Roja de Desembarco del Rey, de lacasa Targaryen, hijo de nuestro señor Viserys I, rey de los ándalos,los rhoynar y los primeros hombres y señor de los Siete Reinos.

Visenya soltó un gritito asustado al distinguir a Aemond en la lid. Le lanzó una mirada inquisitiva a su tercer hijo que solo se encogió de hombros con la inocencia que no poseía.

-Aemond es un gran guerrero, princesa Visenya. Estará bien. -Criston Cole, tras de la Reina habló con confianza absoluta. Ella negó llena de desesperación.

Alicent colocó una maternal mano en su hombro.

-Aemond estará bien, ser Criston tiene razón. Calma, Visenya. Por los bebés. Toma algo y espera.

El corcel del Príncipe Tuerto era negro como lanoche, a juego con el color de su armadura, lanza, escudo y guarnición. Lacimera era un dragón de tres cabezas con las alas abiertas, esmaltado en rojo.Un dragón, figuraba en la brillante superficie del escudo.

A pesar del susto que tenía Visenya Aemond se destacó en repetidas ocasiones en la lid. Humilló a catorce caballeros, cada uno más temible que el anterior.

Claro que quién hizo un gran escándalo fue Daemon. No podía ser de otra forma, claro, pensó Visenya con rabia.

Si el oponente llevaba alguna clase de cimera, Daemon la cortaba y la arrojaba al público. Como se trataba de piezas muytrabajadas, hechas de cuero o madera labrada y en algunos casos con baño de oro o esmalte, cuando no de plata maciza, la costumbre de Daemon Targaryen no era del agrado de los vencidos, si bien es cierto que le granjeaba el favor del público de apie. Llegó el momento en que sólo lo desafiaban caballeros sin cimera.

Eso le causó risas a los cachorros de Rhaenyra y a Vys, mientras que Margaery se observaba aburrida desde que Bran Stark derribó a Jace, Aerion deseaba que más temprano que tarde Aemond y Daemon se enfrentarán.

La sonrisa de psicópata de Daemon al ver que se enfrentaría a Aemond y tendría la oportunidad de matarlo no se hizo esperar. Aemond permanecía serio sin titubear, se dijo que debía estar tranquilo y ganar por Enya.

Tras un arranque lento, en la tercera carga Aemond fue ganando rapidez; su enemigo, en cambio, espoleó con fuerza al corcel. La lanza del Príncipe Canalla, apuntó hacia el suelo.

-Demasiado bajo-Dijo Criston Cole nada más verlo-, necesita levantarla o en lugar de Aemond le dará al caballo.

Visenya frunció el ceño, y con creciente horror, se dijo que Daemon lo estaba haciendo a propósito.

Viendo con ojos enloquecidos la lanza que le venía encima, el corcel de Aemond trató de moverse en el último momento. Fue demasiado tarde. La lanza de Daemon se clavó justo encima de la pieza que cubría el esternón del animal y salió por el otro lado del cuello con un chorro de sangre negra.

Visenya sintió ganas de vomitar, el estómago se le revolvió con furia. El caballo se derrumbó con un chillido y su caída lateral hizo pedazos la barrera. Aemond quiso zafarse, y salto del caballo, terminó dando vueltas por el suelo. ¡Trasc!

El sitio se llenó de gritos, Enya no supo cuándo empezó a gritar pero se encontró sollozando en brazos de Alicent. Varios hombres corrieron al centro para ayudar a Aemond; incluso Aegon El Mayor, pero los detuvieron las coces del caballo agonizante. Daemon, que había seguido hasta el final del pasillo con despreocupación, dio la vuelta a su caballo y regresó al galope.

También gritaba, pero los relinchos del caballo, casi humanos, impidieron a alguien entender lo que decía. Sin embargo todos podían hacerse a la idea que Daemon le reclamaba por usurpar su esposa y dejarla embarazada.

El Príncipe Canalla saltó a tierra, desenvainó la espada y se acercó a su contrincante caído.

Tuvieron que retenerlo Criston Cole y Tom Flores que había entrado a la arena. Era la única forma de que no matará a Aemond.

Un soldado remató al corcel de Aemond con un hacha y dio fin a los atroces chillidos mientras Criston arrastraba a Daemon fuera de la arena y Rhaenyra los flanqueaba y gritaba a su esposo.

En cuanto Aemond se acercó a Visenya ella se aferró a él. Emitió un sollozó.

-Pensé, pensé... ¿Y si habías muerto? ¡No vuelvas a enfrentarte a Daemon! ¡Es una locura que pudo llevar a que ambos terminaran muertos, Aemond!

Él presionó un beso en los labios de Enya para silenciarle, no podía prometer que no se volvería a enfrentar a Daemon.





AERION TEMBLABA POR EL SUSTO, su plan se desboronó ante sus ojos, todo salió terriblemente mal y casi que dejó a sus hermanitos sin padre.

De la que se había salvado por poco. Entró tras sus hermanos a dónde Rhaenyra Targaryen estaba con Daemon y sus hijos. Los gritos resonaban y traspasaban la tienda de seda roja y negra.

-¿Qué estabas pensando? ¡Mi padre pudo exiliarte al enterarse que mataste a su hijo! ¡Ni siquiera he podido verlo pero la primera vez que lo vería sería para desherdarnos a ambos! -Le gritó la Reina Negra bastante alterada, jadeaba ya por el tiempo que llevaba atocigandolo con reclamos-. Por todos los dioses, en los siete infiernos vamos a parar Daemon. ¡Y todo por Visenya! ¿Cómo se te ocurre tal barbaridad? ¡Te levantas y dices "Hoy haré que me exilien"! ¡Si no quieres pensar en mí piensa en tus hijos! ¡Margaery y Vys necesitan a su padre! ¡Ella es una dulce flor sin espinas y Vys aún debe ser preparado si quiere ser un buen rey! ¡Aegon tampoco estaría bien sin su padre que le de apoyo! ¡No debes hacer tonterías! ¡Aerion también es tu hijo y los cuatro son mis sobrinos! ¡Me veo obligada a defenderlos de tus transgreciones!

-¿Transgresor yo? -Daemon alzó la mirada de su copa de vino afrutado-. Yo por lo menos no me acosté con un caballerito de quinta y le dí tres hijos fuertes (Strong).

-Eres un hijo de la puta, es una suerte que Visenya esté con Aemond y no contigo. -Rhaenyra giró sobre sus talones y salió del sitio hecha una fiera.

Jace la siguió después de que Luke lo arrastrará ya que el mayor pretendía golpear a Daemon, lo hubiera hecho sin titubear de no ser porque se lo impidieron.

En cambio, el golpe lo recibió Aerion, Daemon le dio un puñetazo en el vientre, tan fuerte que se le fue todo el aire de los pulmones. Cuando se dobló por la cintura, Daemon la agarró por los hermosos rizos y desenvainó la espada.

Durante un instante horrible Aemond creyó que iba acortarle la garganta, pero lo que hizo fue intentar golpearle los muslos con el lado plano. Gritó y aulló, su dragón rugió, Fuegobrillante. Se le llenaron los ojos de lágrimas. «Esto terminará pronto». Enseguida supo que perdería lacuenta de los golpes.

Vys golpeó la mano de su padre y lanzó la espada a un lado antes de que le diera una verdadera paliza a su hermanito.

-¡Basta! ¡No lo dañes, por favor!... -Vys se metió entre su padre y hermano. Sabía que no habría consecuencias para él, su padre lo amaba y no por nada el pueblo llano lo llamaba «La Adoración del Reino»-. Sé que hizo mal pero no merece una putiza por eso. No debió invitarnos y no debió arreglar el duelo pero el que más se equivocó fuiste tú al acostarse con Rhaenyra.

Daemon miró a su tercer hijo, inexpresivo.

-No es mi hijo, no lo será nunca más, ahora es un Verde y que vaya a joder a los Hightower.

Vys exhortó a Margaery a salir del sitio y que llevará a Aerion a algún sitio donde estuviera a salvo. El más joven sollozaba ante las palabras de su padre, ¿Qué había hecho Aerion para que Daemon le odiara?





-¡MARGAERY HELENA TYRELL TARGARYEN! -Visenya aulló al ver como su hija llevaba a Aerion por los pasillos de la Fortaleza Roja.

Tomó a su cachorro del rostro y examinó sus heridas, lo llevó con la ayuda de Aemond a una habitación vacía y buscó con que curarlo.

-¿Qué pasó? -Inquirió una vez que le dió leche de amapola a Aerion y este dormía en un diván-. ¡Margaery, mierda, responde! ¡Deja de sollozar y suspirar y dime qué le pasó a tu hermano!

-Papá... -Argaery no terminó de hablar cuando Enya salió de los aposentos dando un portazo para ir a buscar a Daemon.

Aemond la siguió sin titubeos, supo que solo uno de los dos saldría vivo y no sería Daemon Targaryen. Visenya avanzó con determinación y subió las escaleras con rapidez a pesar de su estado, pero al décimo escalón sintió una punzada en el vientre.

Dejó escapar un sonoro jadeo y Aemond tomó su brazo para sostenerla, ya que se había doblado a la mitad por el intenso dolor. Sollozó y agradeció que aún no rompía fuente, tenía algo de tiempo antes que nacieran los niños para gritarle a Daemon.

-Deberías desistir, sé que eres necia pero no querrás que nada les pase a los bebés. Por algo madre ubicó nuestros nuevos aposentos en planta baja para que no tuvieras que subir escaleras, una vez ella cayó y...

Visenya se echó a reír sonoramente mientras las gotas de sudor caían por su rostro. Aemond no sabía que Vys y Aerion la habían empujado de una forma muy sutil. Hijos de su padre, pensó Visenya con los ojos llenos de lágrimas.

¿Por qué los condenados chamacos tenían que querer nacer un mes antes? ¿Por qué no seguía casada con Daemon? ¿Por qué la tuvo que engañar con Rhaenyra? Se sintió mareada y confundida. Segundos después recuperó la determinación al saber que Aerion necesitaba la defensa de su madre.

Exhaló. No les daría la satisfacción de derrumbarse.

-Uhm... Uhm... -Enya se aferró a Aemond con ambas manos y él la tomó de la cintura para subir las escaleras sabiendo que no iba a detenerse.

Logró avanzar unos escalones sin jadear hasta que el dolor la hizo exclamar. Aemond con gusto aceptaría todo el dolor y sufrimiento para que ella no se sintiera tan mal, no servía de nade desearlo ya que nada podía hacer pero el gesto decía mucho.

-Mm, Mm, Mn. ¡Aemond! -Se quejó intentando obtener consuelo de la cercanía del príncipe-. ¿Por qué duele tanto? Ninguno... Ninguno de mis anteriores partos fue así... -Negó de un lado a otro. Sofocó un grito de dolor-. Mh...

-¿Qué es, Enya? ¿En qué te puedo ayudar?

-No volverás a tocarme por lo que queda de año, ¡No volveré a quedar embarazada de gemelos! ¡No, me niego!

-¿No hablas en serio o sí? -Aemond abrió la boca, asombrado. No podía creer la amenaza.

-Hablo muy en serio. Mm... Mierda. -Enya arañó a Aemond al apretarse a él-. Agh... Tengo... ¡Continuemos! -Bajo el tono de voz-. ¡Camina, camina, Aemond!

Él sostuvo las faldas de Visenya en el momento que ella se dobló de nuevo por el dolor. El cabello ya se le pegaba al rostro y ofrecía una noble pero descuidada apariencia.

Avanzó rezando a los siete dioses y a los dioses antiguos. Se fijó en qué jamás había sentido tanto dolor como ahora, en unos años no se compararía al dolor de la pérdida a causa de la guerra.

Ojo por ojo, hijo por hijo. Lucerys será vengado.

Visenya abrió la puerta de golpe; se irguió, Nyra estaba allí, frente a ella. Hizo una mueca. Intentó decir algo pero Enya le interrumpió...

-Muevete o te muevo. -Advirtió con sequedad, posó las manos en su vientre para protegerlo.

-Me muevo. -Nyra salió sin intención de discutir.

-Aerion es como es, pero sigue siendode tu sangre y la mía. -Declaró con tono férreo al ver a su antiguo amado tranquilo en una silla tomando vino dorado del Rejo-. No seas imbécil y trata a nuestro hijo con respeto por lo menos, quizás no lo ames tanto como a Vys o Margaery pero te pido que aunque no lo quieras lo cuides. Es tu deber como su padre.

Él suspiró con pesadez.

-¡Daemon! -Exclamó posando las manos en los hombros de él agitandolo.

Daemon apartó la vista y rodó los ojos.

-¡Mirame! -Visenya le tomó la barbilla y Daemon la observó con atención dándose cuenta que le gustaba ver a Enya dominante, diciéndole que hacer.

Le sonrió y alzó una mano para deslizar los dedos entre las hebras que arrancaban brillos del sol. Daemon recibió una bofetada de parte de Visenya pero es solo lo hizo divertirse más.

Ella se enfureció tanto que el dolor la invadió, casi cae al suelo de no ser porque Aemond sostuvo su brazo, haciéndola apoyarse en sus rodillas. Enya jadeó y se dió cuenta que lo mejor era salir de allí y buscar un maestre.

-¡Busca a Alicent, rápido! ¡Dile a Tom y tú llévame a nuestros aposentos!

TENER A SUS NIETOS EN BRAZOS LA ENORGULLECÍA, Alicent había logrado el plan que hace muchos años tramo.

Todo empezó las horas siguientes después de que a Aemond le sacaron el ojo. La idea surgió al hablar con su lord padre, Otto Hightower.

-¿Y qué podría ser eso? -Su padre la observaba pero Alicent solo veía el fuego. Ella iba a empezar a reprenderse a sí misma pero Otto interrumpió-. Felicitaré a Aemond en persona por haber ganado un dragón, y por permanecer junto a Visenya siempre, cuando se quebrara todo. Se ha esforzado por ganarse un lugar en el corazón de ella así que eso nos deja a salvo a nosotros.

-¿Cómo? -Alicent giró hacia él-. Casi la atacó, no me lo perdonará tan fácil. Al igual que El Norte ella recuerda. Ataque también a la princesa, dicen que me he vuelto loca y que mi hijo se ha puesto en mi contra.

-Jugamos un juego horrible y necesitamos los aliados de Visenya. Si está junto a Aemond los Verdes nos haremos más fuertes. En la guerra no luchará por Rhaenyra, la ve como lo que es, lo que la terquedad del rey ha forjado...

-Luchará por sus hijos. -Espetó Alicent, aún en shock-. Vys y Margaery son y siempre serán Negros, son los hijos de su padre, los mayores y los que heredarán el reino.

-Sí, sin embargo Aegon El Joven es listo, e incluso puede que tenga sueños de dragón. Si vee el futuro... Y además Aerion solo quiere ver el mundo arder. Se divierte molestando a su padre y generando caos. Quemaría Poniente solo para vengarse. Ambos podrían ser Verdes.

-O harán exacto lo que planea su madre, se aislaran en Invernalia. Aerion quizás luche para ambos bandos. -Alicent negó, estaba temblando-. No le harán daño a su madre pero a Aemond...

-No lastimarían a su madre, si Aemond le hijos a Visenya una parte de la casa Hightower sobrevivirá independiente de lo que nos pase. -Otto se encogió de hombros-. Todo vale mil veces lo que Aemond ha pagado. Tendrá una buena esposa y grandes hijos.

Ophelia tenía la belleza de los Targaryen y los ojos azules de su padre, mientras que Baelor era la copia perfecta de Aemond. Alicent presionó un beso en la cabecita de ambos, se juró que los protegería y que pasará lo que pasará nunca dejaría que los Negros o los Verdes les hicieran daño.



NOTA: ¿Qué opinan del duelo (la antesala) de la gran batalla final que tendrán Daemon y Aemond?

¿Y lo qué Aerion armó, todo el plan y los golpes que recibió?

Los leo!

PD: La bonita conversación con Laenor queda para el siguiente extra.

Fueron 5216 palabras ✨

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