No recuerdo la noche que tuve. Pero desperté en shock, de una pesadilla que no tenía el menor sentido. Comencé a inhalar y exhalar pausadamente. 

Pero a mi lado dormía desnudo Ethan. Hacía mucho que no lo veía, y dado que tampoco desperté con ropa, mi cabeza latía con cada suposición de lo que pudimos hacer en este dormitorio.

Maldita hora de perder nuevamente la memoria. 

Este dormitorio no era el mío, ni de Ethan. ¿Dónde carajos estábamos?

Trate de sentarme, pero mi cabeza seguía doliendo y pulsando por cada leve movimiento del resto de mi cuerpo.

De repente sobre mi espalda sentí el calor de las caricias de él. 

-Sigue durmiendo, Lis- murmuró y se dio vuelta para seguir durmiendo, sin que las luces que se colaban por los ventanales de la habitación lo molestaran.

¿Por qué me llamó de Lis? Su prometida se llama Isadora y mi nombre no es ese.

Por más que intenté recordar y masajear mis cienes en busca de las desgraciadas razones por la que desperté desnuda al lado de uno de mis mejores amigos, no lograba unir razones coherentes y lógicas. 

Me levanté de la cama y a gatas junté algo de ropa que estaba esparcida por el suelo. Traté de vestirme y fui hasta el baño.

¿Quién carajo es Lis? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿por qué no me siento culpable de tener sexo casual con mi mejor amigo? 

Sonreí ante esa gran posibilidad, porque no hay culpa si no hay recuerdos, ¿Verdad?

Mariana, definitivamente este pinta ser un inolvidable mal comienzo en el día de tu cumpleaños.