Frio
La noticia rompió la burbuja que se había creado.
Cocinar y charlar ya no alegraba a Hestia.
Dedalus quedaba durante horas mirando el fuego de la chimenea.
Hasta el mismo Vernon había perdido sus ganas de quejarse. No recordaba a ese mago que murió, pero según los susurros que oyó entre los magos.El loco ese fue uno muy poderoso, posiblemente el más fuerte que quedaba en su organización.
El joven Dursley en cambio, seguía sin bajar de su habitación. Ya le pidió a Petunia averiguar que le pasaba, pero ella solo volvió con una noticia aun más impactante.
-Solo esta leyendo, cariño- le sonrió y volvió a la cocina.
-"¿Leyendo?"- se pregunto el regordete hombre- "¿Desde cuando mi hijo lee?".
La preocupación de un posible shock emocional, lo hizo subir apresuradamente las escaleras. Corrió hacia el dormitorio de su hijo y abrió la puerta de un golpe.
Allí, sentado en su cama, estaba su hijo. El cual guardo el libro con apuro bajo los cobertores.
-¿Que tienes ahí, muchacho?- lo miró con desconfianza.
-Nada...solo una historieta que tenia en casa- respondió nerviosamente.
La ceja de Vernon se elevo y un repentino pensamiento pasó por su mente- "Ese mocoso estará leyendo revistas sucias".
Una sonrisa burlona apareció en su faz, miró a su hijo y le dijo- No te preocupes hijo, te daré privacidad- y retrocediendo con esa tétrica sonrisa, cerró la puerta y se fue silbando.
-"¿Que le pasa a ese viejo?"- se preguntó Dudley- "Nose que habrá pasado, pero me salvé"
Sacó el libro de su escondite- Me pregunto si podré hacer alguna de estas pociones- murmuro.
.
.
.
En el silencio de la cena, Vernon se animó a preguntar.
-Mi sobrino ya esta seguro, no es así?- la pregunta hizo a Dedalus levantar la vista de su plato.
-...por el momento así es...-respondió decaído.
-...por el momento?- repitió la señora Dursley
-Si nuestras sospechas son correctas, El Innombrable tiene a mortifagos infiltrados en el Ministerio de Magia...y no tardaran mucho en asesinar o controlar a Scrimgeour, el actual ministro- explico Hestia.
-Y cuando eso ocurra, no habrá un lugar seguro en Europa donde esconderse- termino el mago, mientras revolvía su comida con un tenedor.
-No deberíamos irnos a otro continente entonces?- se unió el joven Dudley
-Me temo que es el mismo problema de siempre- continuo el mago- los pasos mágicos están custodiados, y los muggles son inseguros- miro por la ventana que daba al patio trasero- El problema de la magia es que no te da muchas opciones seguras, saben?...nunca sabes quien esta mintiendo, con quien estas hablando, o si esa persona esta siendo controlada.
-Y nos estamos quedando sin formas de contacto- agregó la bruja- Para evitar ser traicionados o encontrados, los miembros de la Orden cortamos casi todas nuestras vías de comunicación...solo los Weasley y Ojo Loco sabían donde los traeríamos...y ahora uno ya no esta...
El silencio volvió a reinar en la sala. Y solo se escuchaba el ocasional ruido de los cubiertos.
.
.
.
A medida que pasaban los días el clima parecía empeorar cada vez más, el frió calaba en los huesos y ni el fuego de la chimenea parecía calentar el ambiente.
Un frió que no solo se sentía en la piel, sino que también en el alma. Todo se sentía más triste y , sin novedades del mundo, más solitario.
Los magos escuchaban la radio, que habían logrado sintonizar en una rara frecuencia, un programa que se autodenominaba como mensajero del Ministerio.
Dicho programa mencionaba brujas y magos que desaparecían a diario, algunos de los cuales lograban sacar un gemido lastimero de alguno de sus guardianes, y diferentes ¨accidentes¨ que ocurrían en el mundo muggle.
Saber que todo eso era culpa de un mago que iba detrás de su sobrino, hacia al señor Dursley estremecerse del miedo.
Queriendo olvidar todo ese mundo mágico por unos minutos, el gordinflón hombre decidió darle una visita a su hijo.
Subió las escaleras hasta su habitación y, a medida que se acercaba, escuchó las voces de su esposa e hijo.
-No parece funcionar - se quejaba su hijo- Pensé que con tu ayuda si lo íbamos a lograr- su voz sonaba un tanto decepcionada.
-No entiendo que es lo que ocurre!- la voz chillona de Petunia casi le atraviesa el oído cuando apoyo uno contra la puerta- Sigo las instrucciones al pie de la letra...pero nada ocurre como aquí dice!- parecía ofendida por algo.
-Por eso te llame...eres buena cocinera, se me ocurrió que serias buena también para esto- un grito ahogado salio de la mujer.
-Mi bebé!- gritó emocionada- Tu déjaselo todo a tu madre!- su voz parecía más decidida- Encontraré como hacer esta ¨poción del jubilo¨ de alguna manera.
-¨Poción!¨- pensó alarmado el hombre e intento abrir la puerta...solo para darse cuenta que estaba cerrada con llave.
Escuchó apurados movimiento del otro lado, e intentó girar la perilla con más fuerza- Que están haciendo ahí?!
-Nada cariño!- se apresuro a contestar Petunia- Ahí te abro.
La puerta se abrió lentamente y la nerviosa sonrisa de su esposa apareció por el umbral.
-Lo lamento querida, estábamos hablando con Dudlisito y no te oímos subir- El señor Vernon interpuso su gran mano contra la puerta y la abrió con fuerza.
Del otro lado solo se encontró a su hijo sentado de piernas cruzada sobre la cama con un libro titulado ¨101 recetas de pan¨ en su mano.
Entrecerró sus ojos con sospechas y se retiro de la habitación.
Cuando escucharon las pesadas pisadas del hombre en el piso inferior, se permitieron respirar aliviados y sacar el pequeño caldero que tenían escondido bajo la cama.
-Debemos tener mas cuidado con esto- le dijo Petunia a su hijo- Deja esto en la habitación donde encontraste los ingredientes por ahora.
Dudley asintió y llevo el caldero y una bolsa llena de los ingredientes a una habitación detrás de su armario que encontró por casualidad.
-Todavía no entiendo porque no podemos hacer pociones- murmuro- ¿Acaso se necesitara magia también para eso? .
.
.
.
Era la noche del primero de Agosto cuando recibieron un nuevo mensaje de la comadreja plateada.
¨El ministerio ha caído...El innombrable ha asesinado a Rufus Scrimgeour ¨ fue la noticia que les llego, confirmando sus peores temores.
Si creían que el ambiente gélido del hogar no podía empeorar...estaban terriblemente equivocados.
A la noticia de la caída del Ministerio, se sumó los anuncios hechos por la radio oficial. Anunciando a Harry Potter como el indeseable numero uno, junto con las nuevas medidas que se tomaría con los magos mestizos y de padres muggles.
También comenzaron a circular los nombres de algunos miembros del la Orden del Fénix, exhortando a los ciudadanos a entregarlos a las autoridades.
Hestia se había puesto sumamente nerviosa, ella había recordado que ese día era el casamiento de Fleur Delacour y Bill Weasley. Muchos miembros de la Orden iban a estar presentes.
Y ahora que el Innombrable tenia control sobre el Ministerio, seguramente había atacado ese lugar.
El patronus de Arthur no les pudo detallar nada del ataque. Y la posibilidad de haber perdido tantos amigos y aliados una misma noche aterraba a la bruja.
Necesitaba ir a alguna casa se seguridad de la Orden a comprobar las bajas.
Pero era muy arriesgado ir sola. Si la atrapaban iban a conocer el paradero de los tíos de Harry Potter.
Solo se le ocurrió una solución...
.
.
.
-Escúchenme bien, solo lo repetiré una vez más- habló Hestia en tono autoritario, con la varita en mano para evitar protestas de Vernon,- Dedalus y yo nos ausentaremos unas horas, debemos ir a comprobar algo.
Los magos ya estaban vestidos con sus "atuendos más muggles", con ayuda de la señora Dursley habían escogido la mejor ropa para despistar. Ambos iban de abrigos largos, el de Hestia era negro, mientras que Dedalus llevaba uno café. La bruja llevaba una pequeña boina a juego, y el mago se tuvo que deshacer de su llamativa galera.
-En ese tiempo deben permanecer en la casa- "como siempre" se escuchó murmurar a Vernon- si, "como siempre"- le repitió para aclarar su punto.
-No debería ser necesario salir, ya que tienen todas sus necesidades satisfechas aquí-la trato de calmar el mago- vamonos, no hay tiempo que perder.
Con un suspiro la bruja asintió y ofreció su mano a Dedalus.
Ante los, ya no tan sorprendidos ojos de la familia, vieron como el mago tocó la mano y ambos se desvanecieron en el aire.
-Se fueron?- se atrevió a preguntar el menor.
-Eso parece...-contestó su padre...y su bigote se levantó en una sonrisa malvada.
.
.
-Querido, realmente no creo que debemos hacer esto- susurraba Petunia mientras iba acompañada del brazo por el señor Dursley.
-No voy a quedarme en esa casa como un prisionero- contesto raudamente el hombre, mientras miraba que nadie los haya oído.
Los tres Dursley se encontraban en el pequeño pueblo que había pasado de camino a la cabaña. Luego de tanto tiempo con los magos, el señor Dursley declaró que necesitaban "un poco de normalidad" y debían ir al pueblo o enloquecería.
El muchacho se mostró reacio a salir de la casa y eso lo espantó aun más. ¡Su niño estaba de acuerdo con esos fenómenos!
Medio a los empujones lo tuvo que subir al auto.
Lo que Vernon no se esperaba era encontrarse con semejante panorama.
Cuando habían pasado por ahí se notaba un pueblo pequeño pero los vecinos transitaban las calles y se saludaban, los negocios estaban abiertos y sus dueños atendian con una sonrisa educada. La panadería en la calle principal aromatizaba todo el ambiente y te causaba salivar.
Pero eso no fue lo que encontró. No había ni un alma en la calle, muchos negocios estaban cerrados, y los que estaban abiertos eran atendidos por personas con semblantes cansados. La panadería había cerrado sus puertas alegando la repentina muerte del dueño.
Una niebla cubría la ciudad y el frió se sentía aún más intenso allí. Hasta las plantas del lugar parecían perecer en soledad.
-Quiero volver- concluyó Dusley.
-No hay nada normal aquí- susurró Petunia.
El señor Dursley quiso contradecirlos pero una profunda tristeza lo embargó. Su miedo a lo desconocido se disparó más fuerte que nunca.
Miró aterrado hacia todos lados, las puertas de los negocios se habían cerrado. Pero no notó a nadie que desate esa paranoia en él.
Sin embargo la sensación pareció aumentar más y más, como si se estuviera ahogando en el mismo aire.
Escuchó sollozar a su esposa y la vio con lagrimas recorriendo su faz. La tomó entre sus brazos.
-Que nos esta ocurriendo Petunia?- preguntó mirándola con suplica.
-Por favor...quiero irme- escuchó a su hijo- Ya conozco esta sensación...
Vio al grandote muchacho mirarlo con el más puro terror en los ojos.
-De donde la conoces?- preguntó temiendo la respuesta.
-De hace dos años...cuando me atacaron los dementores.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
*Debo decir que esto me esta costando cada vez más xD. Escribo el capitulo pero siempre me parece corto y rápido, lo lamento. Intento tomar cada suceso del libro y añadirlo a mi fic de la forma más canon posible...y esta dificil jajaja.
Si notan algún error en mis tiempos o algún suceso que no ocurrió así, por favor haganmelo saber.
Estoy acostumbrado a escribir one-shot y hacer un long fic me estresa jaja. Tengo varios borradores de one-shot escritos y creo que algún día los voy a terminar todos de golpe y recibirán una cascada de nuevos fics xD.
Si molestarlos más, me despido y espero que les este gustando mi historia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top