Capitulo 11

En cuanto estuvieron solos, Bruno "volvió" Mirabel le explicó lo que está pasando. Este se sentó a orilla de la cama, cubriendo su rostro con sus manos.

— Tranquilo, todo estará bien

— ¿Cómo estás tan segura? Esto se está saliendo de control, Hernando no se va a rendir, lo mejor será que tú y yo...

— No vamos a terminar, te amo

— Y sabes que yo también te amo, pero él nos va a impedir vivir nuestro amor en paz, además de que en cuanto la familia se entere será peor

— No dejaremos que nos separen, ni Hernando ni nadie lo harán — Lo besó y sin resistirse más comenzó a desvestirlo — Enfoquémonos en nosotros por ahora ¿Ok?

Sonrió coquetamente, la tomó de la cintura y recostó sobre la cama con algo de brusquedad, pero que para Mirabel aquello le pareció sumamente excitante. El momento sé volvió aún más demandante y pasional que el hombre no le importó rasgar las prendas de su amada e incluso dejarle marcas en sus pechos y clavícula. 

De repente ella lo miró a los ojos y se dió cuenta de que era Hernando. Intentó irse pero este se subió encima suyo y empezó a besarle el cuello.

— Déjame ir

— No

— Hernando por favor

— Mírame a los ojos y dime que no te excito

Tragó saliva, lo miró con detenimiento y se dió cuenta de una cosa, que en realidad si le atraía.

— Dime que no estas usando tu poder para que deseé estar contigo ahora

— No linda, no lo estoy usando — La besó

Sin esperar a más entró en ella y comenzó con estocadas algo fuertes que la hicieron gemir alto y pidiéndole más, se aferraba a su espalda y lo arañó un poco, cosa que para el pelinegro le encantó.

— ¡Ahh estoy por... — Dijo ella justo después de que la puso en 4 — ¡Más rápido!

— Como tu lo desees

Un par de estocadas más y la chica llegó al clímax, él poco después y salió justo a tiempo. Mirabel se quedó dormida de inmediato.

Horas más tarde, ella despertó, le dolía todo el cuerpo, pero debía de admitir que le había facinado. Le sorprendió bastante que este estuviera fumando.

Hizo un gesto de disgusto — Ese habito es algo asqueroso

 — Es la única forma para calmarme

— ¿Por qué haces eso?

— No lo entenderías

— ¿Acaso te gusta sentir que tienes el poder?

— Exactamente

— No puedes hacerle eso a tu familia

— Ellos no son mi familia, me parecen tan patéticos

— ¿Y también te parezco patética?

La tomó de la barbilla y besó su frente con ternura — Tu eres una mujer tan maravillosa, Mirabel. Desde que descubriste a Bruno entre los muros me cautivaste, debo de admitir que te amo, que me preocupas

— No parece

— Se que no soy bueno demostradolo, pero te juro que es verdad

— No me gusta que le hagas esto a los demás. Prometeme que dejaras en paz a todos, estas haciendo mucho daño

Suspiró — Será mejor que te vayas ya, tu madre se preocupara sino te ve en tu habitación

— Por favor, Hernando, hazlo por mi. Deja de infundir temor

— Está bien, te haré caso

— Prometemelo

— Te lo prometo, no te preocupes

En cuanto ella se volvió a vestir y se fue. Le dió unas últimas caladas a su cigarro y lo apagó soltó otro suspiró.

— Ay Mirabel, quisiera hacerte caso, pero no puedo... Lo siento





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