Susurros en el viento

Un suspiro de alivio dejó sus labios y miró nuevamente a aquella muchacha que siguía aferrada a su brazo. Su respiración se entrecortaba entre sollozos con las lágrimas que dejaban sus ojos. Ella no sabía ni por qué lloraba. Había sido demasiado que procesar, y si, estaba contenta, era libre pero tenía mucho en su cabeza como para verlo con claridad. Los sentimientos son raros, nunca se presentan uno a la vez, en ocasiones se ocultan y superponen unos con los otros.

—¿Estás bien?— dijo Marcus rompiendo el silencio.

Ella lentamente se separó dejando libre su brazo y cuando le miró a los ojos un sentimiento familiar le despejó el miedo. No sabía porqué pero algo le decía que si podía confiar en él —Si...— dijo ella finalmente —estoy bien.

El silencio volvió pero no era para nada incómodo, era de esos donde hay tanto que pensar que es mejor no compartirlo. Tan distraído estaba el chico que no había notado que ya podía ver, que la oscuridad no era un manto ante sus ojos, seguía siendo infinita pero al menos podía detallar las cosas que tenía en frente.

—Mi nombre es Helen— intervino ella mientras se echaba el cabello hacia un lado.

—El mío es Marcus.

El frío comenzó a cobrar factura a sus cuerpos desnudos y con la claridad de la vista solo se podía notar que no había nada más que un suelo duro y gris alrededor. Ella pronto dejó de llorar y sin más opción que caminar, eso hicieron. Alejarse de ahí era su primera prioridad o al menos la única en la que podían pensar.

Mientras sus pasos descalzos hacían eco en todo el lugar, una clara tensión crecía entre ambos. Los dos tenían muchas preguntas que hacer. Luego de caminar un rato notaron que el terreno no era tan monótono y regular como él había pensado en un inicio, había pequeños arbustos, desniveles en el suelo y rocas que iban desde tan pequeñas como un diente hasta algunas tan grandes como dos veces su tamaño. Frente a su vista se erigió un denso bosque. Ambos se miraron y ella busco una respuesta de él, pero no llegó. Él estaba sorprendido, tal vez incluso más que ella.

—¿Deberíamos entrar?—pensó y la pregunta quedó en el aire.

Un crujido se escuchó a sus espaldas y se voltearon asustados, no se podía ver nada. De nuevo algo hizo un raro sonido en la dirección en la que miraban. Él le sujetaba fuertemente la mano mientras la arrastraba por entre los troncos en una huida imprevista. Él reconocía ese sonido, no era la primera vez que lo escuchaba, y las pocas veces que había tenido esa desgracia pasaba algo malo. Llegaron a un pequeño claro y se detuvieron. Inspeccionaron rápidamente los alrededores y no escuchaban ni veían nada raro.

—Deberíamos tomar una siesta— sugirió Marcus al ver cómo la muchacha prácticamente no podía sujetarse sobre sus pies.

Ella lo miró y asintió con la cabeza. Abultó con sus manos unas cuantas hojas del suelo y se recostó. Ella estaba demasiado lastimada para seguir, pero el peligro no había pasado, en la oscuridad nunca se está a salvó. Si ella dormía él tenía que estar despierto, ya había tomado esa decisión. Se sentó sobre una roca a un lado de la joven y dispuso esperar hasta que ella hubiese descansado lo suficiente.

—Ese viejo...¿Qué diablos estaba planeando hacerle?— le echó un pequeño vistazo y no podía pensar en cómo alguien podría querer hacerle daño a un ser tan carente de maldad.

—¡N...no...no...suéltame!—el indefenso cuerpo en el suelo comenzó a retorcerse. Marcus saltó asustado y se le acercó. Parecía aún estar dormida.

—No te preocupes ya todo está bien—le susurró estás palabras al oído y parecieron funcionar porque los quejidos cesaron.

Su piel parecía tan suave que daban deseos de acariciarla. Su pelo castaño oscuro tenía un cierto brillo inexplicable que lo hacía simplemente un espectáculo para los ojos. Ciertamente quería protejerla pero un cierto magnetismo lo invitaba a mirarla. Un ruido raro sonó desde dentro de los árboles y su encanto de sirena perdió su efecto. El chico tomó posición defensiva inmediatamente y la miró sin saber si despertarla sería la desición correcta.

—Holaaaa Marcus—susurraron a sus espaldas. Se volteó rápidamente mientras su respiración se entrecortada y su corazón palpitaba cada vez más rápido, pero no se encontró con nada.

—¿No me recuerdas?—nuevamente giró buscando la voz pero tuvo el mismo resultado—Estoy aquí...—el sonido cada vez procedía de un lugar diferente. Su rostro comenzo a dejar correr el sudor y los nervios a mantener la piel de gallina, en estado de alerta máxima, o lo que sería lo mismo, atormentado por el miedo más ancestral y antiguo de todos, el temor a lo desconocido.

Unas profundas y secas carcajadas hicieron eco por todo el bosque, su tono ascendía y descendía, se traslada súbitamente de un lugar al otro. Claramente sus intenciones de burla se dejaron ver para el joven pero cargaban más que solo eso. Había algo macabro en esa risa que le helaba hasta el último de sus huesos.

—Bhu— sonó justo en sus espaldas dejándolo sentir el calor de su aliento en la nuca. No pudo evitar voltearse y retroceder por la impresión. Una roca se lo interpuso y cayó al suelo mientras la voz seguía riéndose, humillándolo, pero cada vez más distante, hasta que se volvió parte del propio viento dejando tras de si olor a muerte.

Buscó la ubicación de Helen para ver si estaba a salvo y sus ojos se toparon con ella a escasos centímetros de dónde él había caído. Esa voz ya la había escuchado, estaba casi seguro de que era la misma que lo había hecho entrar en la oscuridad, la misma que lo tenía huyendo y la última con la que quería encontrarse. Tenía deseos de llorar, de salir corriendo como siempre pero ya no solo cargaba consigo mismo, ahora tenía algo que proteger.

El cuerpo inserte de la chica se giró en el lugar y se recostó sobre su espalda dejando todo su cuerpo por vez primera al descubierto. Si antes ella había ejercido un magnetismo sobre él ahora mismo lo tenía hechizado mirando sus delineadas y delicadas curvas. Quería tocarla, era algo nuevo para él pero inquietante a la vez. Con una mano tocó delicadamente su cintura y al encontrarse con una cicatriz retrocedió bruscamente al ver que se había moviendo. Lo primero que le vino a la mente fue que le había de alguna forma hecho daño. Avergonzado de su accionar se alejo y se sentó en la roca a seguir vigilando. Mientras tanto ella sonreía ante su inocencia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top