Prólogo
Era el primer día en la preparatoria de Meyansbuld. Ann se encontraba frente al muro decidiendo si escribir su nombre en la lista de candidatos para convertirse en la directora del periódico escolar. Como siempre le sucedía su mente voló, mientras sostenía la pluma entre sus dedos.
—Esto será muy bueno para todos Ann. Te prometo que mi pueblo natal te encantará. Podré cuidar de mi papá después de su delicada operación. Tu padre tendrá un mejor puesto al realizar el traslado. Estaré más relajada a causa del campo, lo que me ayudará a que mi embarazo sea más armonioso y en comunión con la naturaleza. Tu mi cielo ve esto igual que a un nuevo comienzo, talvez un lugar tranquilo como este te vuelva una chica más audaz. Puedes invitar a Samuel cuando salga de vacaciones de la universidad.
En cuanto Ann escuchó el nombre de su ex sus recuerdos viajaron a un suceso vergonzoso.
—Te lo digo con amor. No creo que sea prudente que te postules como directora del periódico escolar en tu primer año de preparatoria. Y menos después de que ahora estamos enterados de tu condición. Es importante que no te agregues más presión. Me postularé yo y así tomaré en cuenta tus opiniones. Y quizás...
Una voz gruesa hablándole al oído la hizo brincar. Al voltear descubrió unos hermosos ojos color avellana que la veían fijamente. Era tan guapo que se quedó pasmada.
—Entonces ¿Vas a postularte? O eres una enviada secreta de Tobías para evitar que alguien más pueda competir contra él como director del periódico —al terminar de interrogarla, se recargó en la pared, muy cerca de la muchacha.
—En realidad no sé si sea una buena idea apuntarme. —Soltó la pluma, esperando que la hiciera a un lado con intención de colocar su nombre.
—Siendo sincero, creo que tienes toda la finta de directora de periódico. —Le sonrió y se giró para ver la lista con el único renglón lleno—. No te conozco, pero me atrevo asegurar que tu trabajo periodístico es mil veces mejor que el de Tobi. Es más, te reto. Si colocas tu nombre y te eligen, entonces me comprarás un helado. Pero si él gana en ese caso yo te lo compro.
—¿Y tú que ganas con eso, sin no estás interesado en postularte? —Lo miró extrañada.
El muchacho se inclinó hacia ella y le contestó en un susurro.
—En realidad muchas cosas; lo primero es que me voy a enterar de cómo te llamas. Lo segundo es que voy a salir contigo de cualquier forma.
El muchacho la hizo tomar la pluma para que se postulara. Como un zombi Ann escribió su nombre, tratando de mantener su pulso bajo control, pues tenerlo tan cerca le provocaba que su corazón bombeara más rápido de lo que lo solía hacer.
—Entonces nos vemos el viernes a la salida de la escuela para celebrar —aseguró seductor.
—Claro —respondió sorprendida, ya que pensó que todo el tiempo había estado tonteando con ella.
Mientras el chico lindo se alejaba por el pasillo, empezaron a rodearlo un grupo de muchachos. Terminaron saludándose efusivamente entre bromas y gritos.
—Es guapo, ¿verdad? —preguntó Luz al acercarse a la nueva.
—Mucho —suspiró Ann al contestar—. ¿Sabes cómo se llama?
—Max, es el chico más popular de la escuela. Por cierto, mi nombre es Luz y oficialmente te doy la bienvenida a este hermoso lugar. —Se sonrió juguetonamente después de presentarse.
—Perdón, soy una grosera. Es solo que nunca me pasó nada como esto en mi anterior escuela. Mi nombre es Ann y te agradezco por la información.
—Quién lo diría. Juré que serías de esas chicas que todo lo tienen a sus pies.
—Gracias, creo. La verdad es que nunca me imaginé que dejar de vivir en la ciudad para venir aquí me transformaría de tal forma. Quizás mi madre no estaba del todo equivocada y este puede ser un lugar para ser quién realmente siempre he querido ser.
—Eso sería genial, sobre todo si yo soy tu amiga. En automático me convertiría en popular, como tú.
—Pues no se diga más Luz. De ahora en adelante seremos amigas y los chicos caerán a nuestros pies.
Las dos muchachas se carcajearon y se dirigieron a su salón de clases.
A lo largo de la semana todo se desenvolvió como lo había imaginado Ann. Ahora era una chica más segura de sí misma y se enfocaba más en sus estudios. Su medicina la podía tomar sin miradas morbosas departe de sus compañeros. En pocas palabras nadie la veía igual que a un bicho raro, como pasaba en su otra prepa. A Max lo había visto entre recesos y en las clases compartidas. Se dirigían miradas y saludos, sin embargo, no entablaron conversación alguna. Luz, tenía la teoría de que se estaba haciendo el interesante para llamar su atención.
El viernes por la mañana bocearon por el micrófono mientras se encontraban en clases que la nueva directora del periódico escolar era Ann. Todos los del salón le aplaudieron y felicitaron de forma animada. Max se acercó, la hizo parar y la abrazó emocionado.
—¡Muchas felicidades Ann, sabía que lo lograrías! Ahora me debes un helado a la salida. Ya puedo imaginar lo bien que lo vas a hacer. Por cierto, al ser el que te impulsó, espero que me asignes un tema interesante. —Le guiñó el ojo y se fue a su lugar.
—Gracias —respondió escuetamente. Pues desde que conoció a Max no dejó de compararlo con Sam su ex. Había tenido la relación perfecta con él, era tan buena que nunca se pelearon. Aunque tampoco la hizo sentir las mismas sensaciones y emociones que Max le producía con tan solo acercarse a ella.
En cuanto entró al aula en la que se hacía el periódico. Ann, quedó encantada con todo lo que la rodeaba. Tenían una vieja imprenta y en el centro del lugar una mesa larga. En la cabecera de esta estaba sentado el maestro Darren. El profesor que la había entrevistado cuando le presentó sus trabajos previos de su desempeño en la antigua escuela. Iba a tomar asiento a un lado de él, pero Max la agarró de los hombros y la guio hasta la otra orilla de la mesa.
—Este es su nuevo lugar, mi querida presidenta. —Le dio una media sonrisa y se sentó aún lado de ella.
Todos la observaban con fijeza, sin embargo, el chico que estaba a la derecha del maestro destilaba furia a través de sus ojos. A la muchacha le pareció que si la pudiera liquidar con la mirada. En ese instante caería muerta.
El maestro les pidió que todos se presentaran y comentaran cuál era el papel que desempeñaban en el periódico. Sin poder evitarlo, la mente de Ann comenzó a divagar como era su costumbre. Hasta que escuchó la voz hostil del muchacho.
—Mi nombre es Tobías y soy el editor de todo el periódico, por lo que les pido que tengan su trabajo a tiempo para evitar retrasos en la impresión y no dilatar a Heidi.
—Soy David y me encargo de cubrir todos los reportajes de deportes, con la excepción del baloncesto, pues tenemos que ganar. ¡O no hermano! —Se paró y chocó las palmas con Max—. ¡Juntos los llevaremos al campeonato!
—¡Ni como negarlo hermano! Yo soy Max y me encargo de los eventos políticos o religiosos. O para lo que se le antoje a la nueva directora.
—Pues yo soy Ann y ya les dijeron a todos el cargo que tengo en el periódico. Y ya saben que también escribiré artículos y cubriré los juegos de baloncesto. Sobre todo, quiero que sientan total libertad de comentarme cualquier idea.
—Bien jovencitos, pues ahora ya se hizo formal la presentación de este nuevo equipo. Antes que nada, Ann, necesito que me des tu número de celular para poder agregarte al grupo del periódico.
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