Capítulo 4 pt.2 : La falacia del héroe
En una sala común todos los jóvenes estaban reunidos en conjunto a las dos sirvientas que siempre los acompañan y un par de guardias, el silencio reinaba en dicha sala, era un sentimiento agobiante debido a que por más que quisieran sacar alguna palabra dentro de su ser, dichas palabras no podían ser dichas debido a los nervios que les creo el acontecimiento que acababan de presenciar.
No había pasado más de una hora desde que cierto pelinegro partiera en lágrimas mientras que anunciaba la trágica muerte de uno de sus compañeros, desde que Aldheleid y Shun ayudaron a aliviar su dolor, el resto de compañeros comenzaron a dialogar con Riku y a convencerlo de que dicho evento de seguro fue solo un malentendido y que seguramente había contraído alguna especie de enfermedad de dicho mundo, estas palabras abrieron un enorme debate interno en cada uno de ellos, y más en el pelinegro debido a que por más que quisiera creer en esa posible realidad, algo en su interior se lo impedía y conducía a su conciencia en un abismo sin fin.
La razón por la que estaban todos sentados en dicha sala común es sencilla, ellos esperaban a que Persival y Albert volviesen ya que habían partido hace un tiempo con el cuerpo de Yuzu sin decir explicación alguna a los demás; ellos se quedaron en dicha sala solo para recibir alguna noticia del rey con la esperanza de que su compañero vuelva a su lado.
-Y~ya se están tardando, ¿no creen?- los nervios de la única chica rubia del grupo sonaron muy obvios para todos en dicha sala.
Nadie respondió a la pregunta de la rubia, lo único que se quería era silencio para poder aliviar el miedo que se albergaba en el interior de cada uno.
Riku se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala común, de un color rojo brillante debido a la tela fina que da una sensación de suavidad al mínimo tacto, mientras que el color dorado de los acabados de madera que lo sujetaba.
En dicho sillón tenía a Shun a su izquierda y Aldheleid a su derecha, mientras que Shun miraba con preocupación un extraño reloj que marcaba un total de 28 horas, cosa que era comprensible debido a la presencia de dos lunas en aquel mundo, su semblante era casi inexpresivo pero en el fondo estaba deseando con todas sus fuerzas que todo fuese un malentendido; mientras que ella sujetaba con firmeza la mano derecha de su amigo al mismo tiempo que miraba con una terrible preocupación la puerta que conectaba con el pasillo que daba con el camino a las escaleras, y raramente llevando su mirada al pelinegro al cual le sujetaba la mano.
Riku estaba desecho totalmente esperando lo peor y abrazando toda esperanza posible, mientras que Aldhelied sujetaba su mano derecha, el con la otra tapaba su boca mientras llevaba una mirada completamente impactada en la que un rojo intenso se marcaba en sus ojos debido a las lágrimas que había derramado, debido a la ansiedad del momento subía y bajaba su pie rápidamente.
Por otra parte, sus compañeros estaban reducidos a solo mirar lo que sea con el fin de espera, realizando cualquier acción mínima para no perturbar a los demás.
Alexander miraba detenidamente al suelo con sus ojos que llevaban grande ojeras por el cansancio, se encontraba sentado en el suelo cruzado de brazos mientras trataba de distraer su mente, todo para mantener su mente ocupada debido a la ansiedad que se generaba en su corazón; Baron, Elena y Hans estaban tendidos sobre otro sillón, Elena trataba de ahogar sus nervios mientras con sus temblorosas manos jugaba con un dije que llevaba en su cuello, Hans miraba con apuros al reloj que ya hacía en la sala, mientras que Baron solo revolvía sus manos con mucha rapidez debido al estrés; Loyd estaba apartado del grupo mientras se recargaba sobre una pared, aunque pareciese que nada le afectase o se lo tomaba a la ligera, la realidad era que el miraba con nerviosismo a todo el grupo, la sensación de una fractura era fácil de percibir para él y eso lo alteraba demasiado como para morderse los labios dejando ver unas pequeñas partes rojas en ellos; Joseph se mantenía caminando de lado a lado sin rumbo alguno; Cristopher y Elizabeth se mantenían en el tercer sillón largo de la sala, Cristopher estaba bastante cabizbajo que no se podían notar ni sus ojos, pero se movía de tal manera en la que pareciese que seguía llorando, mientras que Elizabeth estando a su izquierda lo envolvía en un abrazo reconfortante, pero el rostro de Elizabeth reflejaba una triste mueca que miraba a Cristopher con unos ojos llenos de compasión. Todo esto mientras que las sirvientas se mantenían mirando de manera preocupada al grupo mientras que estaban paradas enfrente de dos puertas que formaban una de las 3 entradas a esa sala común; y los guardias conversaban entre si con un tono bastante serio estando enfrente de otra de las puertas, dejando solo una entrada completamente descubierta y dispuesta a ser usada.
La hora en aquel cuarto se había cumplido y con esto los murmullos comenzaron a originarse entre cada uno de los presentes en aquella sala, unos hablando con sumo cuidado debido al estado delicado de sus compañeros, mientras que otros comenzaban a sentir que todo no fue más que un malentendido.
-Seguramente el chico se alteró- sin cuidado alguno, un guardia se dirigió a su compañero con un tono algo burlón.
Con esas palabras el corazón de Riku emitió un dolor bastante fuerte, ¿acaso él se había equivocado?... ¿todo esto fue producto de su inestabilidad emocional?... ¿realmente su amigo estaba muerto?... las dudas en el corazón del chico se mezclaban con sus recientes recuerdos del como su compañero había dejado de irradiar calor y su corazón se había detenido. Ese sentimiento lo apresaba y lo mantenía aún más nervioso, y nuevamente al borde de las lágrimas.
*¡Boom!*
Al parecer dicho caballero había atravesado la puerta debido a un ataque de fuego originado por Loyd, el humo predominaba sobre la armadura de dicho caballero en conjunto a varios fragmentos de aquella madera blanca que ahora se chamuscaban lentamente ganando un color negro y desprendiendo algunas cenizas, acompañado de varios quejidos a los cuales su compañero reaccionó y prosiguió a ayudarlo.
-¡Eres un caballero basura!- sus palabras tenían un gran dolor a la hora de ser audibles para los demás, las sirvientas intentaron acercarse al rubio, sin embargo él se había dirigido hacía el sillón donde estaba Riku -nerd... lo que tenga que pasar... pasará- mientras seguía de pie colocó su mano en el hombro del pelinegro intentando calmar el dolor de ambos -no nos queda nada más que...-
La única puerta libre se abrió interrumpiendo el habla del rubio. De ella entraron Persival y Albert, ambos con un semblante serio que acompañado con su lento caminar, volvían la situación más tensa de lo que ya era.
De un acto inmediato todos los jóvenes en la sala pegaron un brinco y se acercaron a los nuevos ingresados en la habitación.
Rodeado por todos los chicos de aquella sala, el rostro de Persival se tornó en una amarga mueca, reflejando culpa y un gran pesar; en ese momento los jóvenes sintieron un escalofrió escalar por todo su ser, sus peores temores se habían hecho realidad.
-¡¿Dónde esta?!- Aldheleid perdió los estribos, se podía ver como en un acto veloz intento tomar por la capa a Persival, la desesperación la había consumido.
Persival remarcó aún más su triste mirar, apretó los dientes y manos levemente, se dio la media vuelta y se dirigió hacia la puerta, deteniéndose en esta y mirando levemente al suelo dijo.
-Lo siento... chicos- regreso su mirada al pasillo y camino lentamente hasta ser perdido por las miradas de los demás en aquella sala.
Albert se acercó a Riku y mientras que ponía ambas manos en sus hombros, se agacho y le sonrió tristemente.
-Lo siento mucho... ya era demasiado tarde- dejo caer su cabeza y apretó con fuerza los hombros del joven, todo mientras dejaba caer un par de lágrimas sobre el suelo de la habitación.
Todos los jóvenes tardaron en reaccionar ante el impacto de dicha noticia, el mar de lágrimas que correría no empezó sino hasta que Aldheleid cayera sobre sí misma y de rodillas pronunciara -Yu~zu... ¿por~ qué?... ¡¿POR QUÉ?!- pego su cabeza al suelo para ocultar como sus lágrimas brotaban sin parar.
Después de ella, cada joven de la sala incluyendo a las sirvientas comenzaron a derrumbarse y abrazarse entre sí mientras que las lágrimas empapaban sus ropas y rostros.
Fue a partir de aquí donde las cosas cambiarían para el grupo.
+Dos años después+
Nadie fue a los entrenamientos o sesiones en un lapso de un mes aproximadamente, todos estaban tan desechos como para pelear entre sí.
Al joven se le dio una despedida en un lugar apartado del castillo, y seguramente fue la única ocasión en la que los chicos pudieron salir del castillo. Solo que, en contraste, no pudieron contemplar bien los alrededores u otras zonas, puesto que llegaron a dicho lugar gracias a la magia de Persival.
El lugar era extenso compuesto por caminos de piedra que eran delimitados por banquetas que daban lugar a grandes extensiones de áreas verdes donde se hallaban un gran número de lapidas y monumentos blancos colocados simétricamente, dando lugar a filas completamente ordenadas de dichas estructuras; cada camino se conectaba dando lugar a múltiples cruces que daban como origen a una estructura en forma de domo hundido en el suelo que ya hacía en el centro de todo el lugar al que rápidamente asociaron con un cementerio. El lugar estaba curiosamente vacío, solo se hallaban los chicos, las sirvientas, Persival y Albert. En el lugar se podía contemplar el nombre de Yuzu escrito en su idioma de origen, japones.
Cada chico se paró al frente de la lápida donde en el fondo de aquel hoyo se hallaba el ataúd con el cuerpo de su difunto amigo, todos dejaban caer una flor parecida a una rosa solo que esta tenía dos lianas de color amarillo caer de sus costados, entonces le tocaba al último chico, se trataba de Riku. Cuando se acercó a la lápida expuesta extendió su mano y dejo caer una flor, la cual no era exactamente de la misma clase que sus amigos, debido a que esta era de un color rojo intenso con lianas negras...
El pelinegro se despertó mientras abría sus ojos como platos, se talló los ojos con pesadez y miró a su costado de la cama donde encontró con una tabla luminosa extraña de color azul, la cual llevaba un par de inscripciones de color blanco plasmadas como letras en una pantalla digital, cosa que se le hacía muy similar a las antiguas tabletas electrónicas de su mundo de origen.
Riku se vistió y tomó la tabla luminosa y la coloco en uno de los bolsillos de su pantalón.
Su forma de vestir no había cambiado mucho, la diferencia fue su tamaño crecido tanto en talla de camisa y botas, al igual de que ahora acostumbraba a usar pantalones más holgados que disponían de varios bolsillos.
Al salir de su habitación no se topó con nadie, supuso que todos ya se habían dirigido para las sesiones en las catacumbas.
Caminó por el amplio pasillo hasta dar con las escaleras, su mirada era casi inexpresiva, debido a que llevaba siempre consigo una mueca seria.
Al llegar a las escaleras sintió como alguien corría hacía la dirección donde él se hallaba. Al girar su cabeza para divisar de quien se trataba, contemplo como Aldheleid frenaba a su lado mientras le daba una gran sonrisa al pelinegro.
-Buenos días, Riku- la chica irradiaba una gran sonrisa que hacía sentir iluminado al pelinegro.
-Buenas Leid- el pelinegro se contagió de la felicidad de la chica que fue inevitable darle una sonrisa de oreja a oreja mientras cerraba sus ojos.
El caminar juntos hacía las practicas se había vuelto rutina para ambos, puesto que después de la muerte de Yuzu, Aldheleid fue la más afectada, no hablaba con nadie, no comía, no salía de su cuarto para nada más que ir al baño; sin embargo el mismo pelinegro que la acompaña fue uno de los primeros en intentar animarla, y aun por más que ella rechazaba su ayuda, a la fecha de 2 meses y medio desde el fallecimiento, ella volvió a ser casi la misma, solo que con la diferencia en la que ahora era más apegada a Riku y Elena.
Riku no podía decir lo mismo del como supero lo de su amigo, aún tenía sueños en los que el visitaba su tumba y dejaba aquella flor carmesí, pero fue un buen progreso a diferencia de los primeros días pues estos se los pasó llorando por su amigo; no obstante al pasar la semana, misteriosamente él había dejado ese hábito de llorar por su amigo, y se dedicó a reanudar sus actividades en la biblioteca, aunque eso no significo volver a practicar magia por un tiempo.
-Te ves demacrado... ¿sigues con esa cosa?- señaló directamente al bolsillo donde estaba aquella tabla luminosa.
-Si...- la sacó de su bolsillo y la sostuvo en frente de sí mismo mientras contemplaba su brillo -yo... aun no sé cómo usarla, ni siquiera sé que es para empezar-
+La semana pasada+
Todos los jóvenes fueron citados a la sala del trono que ya hacía en el final del 3er piso del castillo.
-Todos has desempeñado un magnífico trabajo mis queridos héroes- Persival se levantó del trono y comenzó a descender las escaleras para pararse a una distancia relativamente lejana de la fila de jóvenes que ya hacía frente a el -sin embargo... me he percatado que solo algunos de ustedes están listos para el siguiente nivel- siguió con su elevado tono de voz mientras chasqueaba los dedos.
En eso, 2 personas de la iglesia se colocaron a los costados de Persival; dichas personas llevaban cajas relucientes de color blanco con acabados dorados.
-Joven Loyd.... un paso al frente- el rubio obedeció y se plantó en frente de Persival -tu determinación y tu fuerza me han hecho buscar este tesoro- el miembro del clero que estaba a su izquierda abrió la caja, dejando ver una tabla de color rojo intenso que brillaba sin parar con glifos cambiantes de color amarillo y anaranjado -este tesoro te ayudara a desarrollar una fuerza inmensurable e indomable, perfecta para el atributo fuego, averigua su secreto y todo su conocimiento se someterá ante tus ordenes... como el mayor del grupo confió en que tu crecimiento sea arrollador y que todos puedan depender de tu fuerza-
Loyd tomó con cuidado la tabla mientras que volvía a su lugar.
Cuando Loyd volvió a su lugar en la fila de chicos, cierto pelinegro se pudo percatar de como una sensación cálida provenía desde Loyd, pudo sentir como aquel brillo de la tabla estaba sincronizado al palpitar constante que su centro mágico estaba haciendo, era casi como si Loyd estuviera aumentando sus fuerzas con solo tocar la tabla.
-Joven Riku... un paso al frente- automáticamente al pronunciar su nombre cada parte del pelinegro se tensó ¿acaso Shun no era el más fuerte del grupo?, ¿por qué no lo llamaron a él?, con cada paso que daba al frente sentía como los ojos de sus compañeros se clavaban en su espalda como si lo juzgaran -comprendo el desconcierto de todos... quizá su compañero no tenga la mayor fuerza en combate, y sea catalogado como el más débil entre ustedes... sin embargo, su aptitud de percibir el mana como parte de sí mismo y comprender los centros mágicos de todos a su alrededor, es lo que le abrirá la puerta a convertirse en el nexo que unirá a este gran grupo de héroes a la victoria... sin mencionar que supiste mucho antes sobre el percance en Yuzu que nadie más en esta sala- lo último lo dijo con una mirada melancólica y dejo a nuestro pelinegro pensar, ¿cómo es que él sabía de sus percepciones?, mientras que sus compañeros se miraban ligeramente sorprendidos ya que esta afirmación nunca había sido explicada a los demás, ni siquiera Riku les había dicho -has demostrado que puedes comprender a los individuos y relacionarlos con el todo, tu eres apto para heredar los conocimientos de un sabio de la magia neutral- con estas palabras la caja restante se abrió y dejo ver una tabla luminosa celeste con múltiples glifos blancos -úsenlas bien... úsenlas sabiamente-
+De vuelta al presente+
-Vaya tarea que les ha dado nuestro querido rey- con un tono de burla cubrió su boca y miro al pelinegro con una mirada divertida.
-Ni que lo digas...- guardó la tabla nuevamente -pero... es extraño decir esto, pero cuando estoy cerca de ella... siento que mi poder aumentar... y ese mismo presentimiento es el que puedo percibir en Loyd cuando raramente se encierra en la biblioteca conmigo para averiguar sobre esta cosa-
-Entonces lo que dices es...- miro a Riku sin comprender muy bien lo que había dicho.
-Si las rompemos... Persival nos romperá las piernas- su boca formó una apenada risa.
Los chicos bajaron a la planta baja y ya estando ahí se dispusieron a ir al jardín para llegar a dicha estatua que les da el pase a las catacumbas.
"Aun con todo lo que ha pasado... ¡¿nos siguen trayendo a este maldito lugar?!", fue la pregunta que Riku siempre se planeaba cuando les tocaba descender a aquel lugar dueño de sus peores pesadillas de hace dos años.
-¡Oh!... llegan justo a tiempo mis estimados alumnos- Albert les sonrió a los chicos que acababan de llegar a la planta de las catacumbas -ya saben a dónde ir- se giró y contempló un gran espejo que al parecer le daba una imagen actual de los entrenamientos de los demás.
Albert no había cambiado mucho, puesto que lo único que había cambiado en el fueron un par de mechones blancos cayendo de su cabello azul en el cual se podían ver unas pequeñas coletas en su parte trasera y una notable sobre su lado izquierdo; un cambio físico insignificante a comparación de su trato a los jóvenes, el cual se había hecho menos como un diligente y más como el de un maestro preocupado por sus alumnos.
Los chicos se separaron, Aldheleid tomó una bocanada de aire al estar en frente de su puerta y miro de reojo al pelinegro que pasaba a su lado.
-Cuídate, Leid- sus palabras captaron la atención de la chica.
-Tienes que preocuparte más por ti, ¿sabes?- le guiño el ojo tratando de hacerle notar una sonrisa de la cual destacaba su lengua salida, sin embargo aquel chico ya había pasado de largo, pues su puerta era casi una de las ultimas en el pasillo.
Riku entro en su respectiva puerta, contemplo el techo durante un instante y luego volvió a bajar su mirada y prosiguió caminando hacia el centro de la habitación.
Ya estando en el centro de la habitación, Riku contemplo como un rayo de color morado trato de darle de lleno, pero a duras penas logro activar magia neutral y empezó a rebotar por los pilares que tenía cerca.
-*fuuuu* Estuvo cerca...- suspiro mientras miraba como el humo se dispersaba de donde hace rato el solía estar parado -bueno... empecemos- Riku corrió hacía el centro e intentó dar un golpe a algo, sin embargo, ese algo se movió a tal velocidad que ahora sobrevolaba al joven y casi chocaba con el techo de la sala.
Esa cosa era una esfera de cristal que se iluminaba constantemente con una amplia gama de colores morados.
Las practicas cambiaron algo desde que cierto castaño abandono el mundo de los vivos.
Lo que pasaba era que los lobos y las constantes descargar hacía los chicos fueron remplazados por un entrenamiento en contra a dicha esfera. Dicha esfera seguía con la habilidad de petrificar y neutralizar durante minutos a los jóvenes, solo que ahora los chicos tenían la opción de darle un combate digno a su contrincante, en conjunto a embestidas y a su característica descarga, ahora la esfera tenía la habilidad de desbordar y suprimir los centros mágicos de los jóvenes con un pulso extraño que era emitido en toda la sala.
Los jóvenes ya no recibían tantas descargas como antes, pero la cosa más extraña era que ahora las descargas eran emitidas con una gran fuerza a la anterior, que llegaba a chamuscar la ropa de los chicos y raramente ocasionaba desgarres en su piel.
"Te hubiera encantado esto... Yuzu"
Fue el extraño presentimiento que todos los jóvenes tuvieron al estar dicha práctica por primera vez.
Las nuevas prácticas eran más sencillas que las anteriores debido a que el único desgaste ahora era el físico, ya no tenían por qué preocuparse tanto por el desgaste mental.
Riku rebotaba sin cesar por los pilares de la sala y de vez en cuando por el techo, claramente su centro mágico ahora se había desarrollado adecuadamente y podía mantener dicha agilidad por unos diez minutos aproximadamente, solo para luego caer y revolcarse por el suelo para recargar fuerzas y aliento, se hizo con mucho aguante, más no era invencible. Cada vez que la esfera atacaba, él se dedicaba a esquivar y acercarse lo más rápido para proporcionar un golpe a la esfera, lo conseguía varias veces, pero siempre la potencia de sus golpes era reducida debido a que el pulso de la esfera hacía estragos en la magia del chico, propinándole unos dolores de cabeza proporcionales a la cercanía que tenga a la esfera, era confuso, pues sentía que entre más tiempo pasara, el cada vez se volvía más loco de alguna manera.
Los minutos pasaron y la esfera del chico se apagó de pronto y se elevó en lo alto para dejarlo solo en aquella sala, el sabía que eso significaba que era el fin por ese día, miro sus ropas y contemplo que estaba sudando demasiado y que el polvo cubría varias partes de su cuerpo, el miraba con una gran determinación su puño que tenía múltiples raspones.
El salió de la sala para encontrarse con varios de los chicos conversando entre ellos mientras se dirigían a las escaleras, todos parecían cansados, pero aun así nadie les quitaba esas energéticas personalidades, Riku miró con mucha calma y creyó por primera vez parecían chicos de instituto como debió haber sido en su mundo.
Su mirada pasó de lado a lado buscando a cada uno de sus compañeros, pero su vista fue captada por una chica pelirroja que estaba recargada en una de las paredes del pasillo, el pelinegro se acercó a ella con mucha paciencia y una sonrisa pequeña en su mirar.
-¿Sigue adentro?- se paró enfrente de la chica y está por una milésima de segundo pareció salir de un trance, ¿en qué pensaba?.
-Si... el chico no sabe rendirse fácilmente- volteó la mirada hacía la puerta que tenía a lado de ella con una sonrisa ladina.
-Je, je... tú lo conoces mejor que nadie, ¿no es ver...*¡Pum!*- sus palabras fueron cortadas al ver como la puerta era abierta de golpe y de ella salía disparado un chico de cabello castaño fuerte.
-¡Cris!- la pelirroja corrió rápidamente hasta acercarse al chico que ya hacía en el suelo.
-Cu~cui... ¡cuidado!- el chico alzó la mirada para ver la entrada de su sala donde se podía ver que su esfera iluminada de color gris y negro intentó embestirlo a gran velocidad; pero de una manera veloz, un metal de color gris bloqueo la puerta por completo, impidiendo el paso de la esfera.
-¡¿Están bi...- Albert miró con mucha confusión a los chicos en frente de la puerta de plata que se había creado, sin embargo sus palabras fueron cortadas al ver como el chico castaño se retorcía mientras una pelirroja le daba palmadas en la espalda.
-Y~yo...*blergh*- el chico busco las palabras para describir lo que estaba pasando, pero de la nada el joven comenzó a vomitar sin previo aviso.
El chico fue atendido con cuidado y llevado a su cuarto de manera inmediata, varias personas del clero se encerraron junto al chico en su cuarto, con el pasar del tiempo los jóvenes se reunieron afuera de la puerta de su amigo, todos reflejaban una gran angustia en su ser, no querían que el evento de hace dos años se repitiera nuevamente. Caminaban de lado a lado, revolvían sus manos y algunos buscaban alguna suposición o teoría por parte de su único mago neutral, el cual solo se quedaba callado paralelamente que miraba al suelo con mucha impotencia.
-"Maldita sea Yuzu... te prometí que estarían bien... entonces, ¿por qué sucede esto?"- el pelinegro miro con impotencia su mano derecha mientras esta temblaba sin más y al mismo tiempo sentía un inmenso asco por sí mismo.
+Una semana después+
Su amigo pareció contraer una pequeña enfermedad durante las practicas, dicho anuncio fue hecho por Albert que consiguió calmar los corazones de los chicos, su amigo estaba a salvo, bueno... casi.
Su amigo no salía de su cuarto, debido a que sus palabras describían sentirse bastante débil, no podía pararse, y constantemente vomitaba, aun cuando él no comía nada.
Las sirvientas se encargaban de ayudarlo en todo lo que pudieran en conjunto a Elizabeth que al parecer era la que más pasaba tiempo con él, hasta el punto de quedarse a dormir en la misma habitación, ¿por qué eran tan cercanos? era la duda que se reflejaba en los rostros de sus compañeros y también en los otros residentes del castillo.
-La madurita tiene mucho valor para quedarse a su lado- Loyd se recargo en una de las sillas de la biblioteca -por cierto... ¿me recuerdan que mierda de enfermedad tiene?-.
-El rey y el maestro Albert no dijeron mucho del tema...- Shun sostuvo su mandíbula pensativo -pero según ellos, esto es una enfermedad estacional que pudo deberse a algo que consumió recientemente- su tono serio y su apariencia lo hacía parecer a un chico de 16 o 17 años, aunque este solo tenía 14 -¿qué opinas Riku?- miro a su amigo que al parecer estaba perdido en la tabla celeste que sostenía con ambas manos.
-¿Eh?... ah sí, pues... no sabría que decir- apretó con fuerza la tabla.
-Uh, al parecer nuestro sabio neutral tiene problemas de percepción, o ¿me equivoco?- Persival apareció detrás de los jóvenes sentados en fila en la mesa central de la biblioteca.
-¡Maldita sea rey bobalicón!, ¡deja eso!- Loyd salto de su asiento exaltado por la sorpresa.
-¡Loyd!, la base de un héroe es el respeto, ¿no es verdad Riku?- se paró a la misma altura de Loyd, sorprendentemente ambos eran de los más altos del grupo, siempre estando por detrás de Hans.
-Ah, si... tienes razón- hablo sin ganas en su voz, mientras fingía no tener sorpresa por la aparición del rey -¿cómo sabe de mis fallos de percepción?- miro con intriga al castaño de coleta y lentes.
La razón de su intriga se daba porque las palabras del rey eran verdad, desde el incidente con Cristopher, el trato de ver a través de su centro mágico para verificar que no se marchite o le pase algo similar que al fallecido del grupo. Sin embargo, incluso al acercarse a el chico o usando el poco poder que le brindaba la tabla, no obtuvo una mínima visión o presentimiento. En conjunto solo sentía como su propio centro mágico se silenciaba, tanto hasta el punto en el que, en una práctica, este dejo de brindarle magia, y lo dejo a merced de la esfera; algo lo estaba bloqueando a propósito.
-Pues la verdad... solo es un presentimiento, mis estimados héroes- se golpeó la cabeza mientras hacía una mirada boba sacando la lengua, cosa que dejo extraños y con pena ajena a los chicos -aunque si buscan mi preciada guía...- camino hacia la puerta, sostuvo su marco y miro ligeramente para atrás -a veces el mayor bloqueo siempre está al alcance de sus manos- ensombreció la mirada y causando que en sus corazones se albergara el miedo.
Los chicos se quedaron en silencio mientras trataban de ajustar sus sentidos, la piel se les erizó por la manera de hablar de Persival en conjunto con su mirada, sin duda alguna, volvió el ambiente tenso con solo una frase.
-Es todo... matare al imbécil para que hable, no me gustan los rodeos- el rubio trono sus nudillos.
-Te das cuenta de que eso no tiene sentido- Riku tranquilizo su respiración mientras miraba con pesadez al rubio.
-No si lo revivo con "magia negra", y lo hago hablar- hizo unas comillas claras en esa palabra -además... alguien debe enseñarle que poner así el ambiente me pone los nervios, ya vera ese bobalicón-
Ambos chicos miraron con mucha confusión los disparates de su colega, sin duda alguna su reputación de genio era manchada por su carácter.
-Es todo... es hora de enseñarte respeto, Loyd- Shun le plantó cara al rubio -afuera... ahora- remarco con fuerza su última palabra sin perder su tono serio y tranquilo.
-*Tch* si, si... como digas rarito- se colocó las manos atrás de la cabeza y paso a lado del otro pelinegro -no eres el único con un bloqueo- con un susurro fugaz atrajo la atención de Riku.
Los chicos al salir de la habitación dejaron atrás a un confundido Riku, las palabras de Loyd en ese susurro parecían ir con mucha seriedad, casi como si estas fueran una advertencia a futuro; pero al ser solo suposiciones, decidió ir a ver el mismo, el "bloqueo" al que se refería Loyd.
Salió de la habitación tras colocar en su lugar los libros que habían usado para averiguar acerca de las tablas, sin embargo, la naturaleza de estas seguía siendo un misterio. En pleno camino para ir al patio principal para ver la pelea de sus compañeros, una pelirroja capto su atención.
La chica llevaba una charola con múltiples platos, parecía llevar una expresión algo cansada. "¿Qué habrá pasado?", se cuestionaba Riku al ver así a su amiga.
La siguió hasta que esta llego al comedor del castillo, pero justo en el momento que la encontró dejando la charola encima de la mesa. El, la tomó por sorpresa con un saludo.
-Eh, buenas tardes Elizabeth- se recargó en la puerta del comedor -¿puedo adivinar?- señaló la charola donde se encontraban los platos.
-Eres muy perceptivo, ¿no?- bajo la mirada un poco con su típico rostro serio -no ha mejorado mucho... y por lo que veo no tienes idea de lo que sucede... en fin... iré a ver como esta... con permiso- camino intentando dejar de lado al pelinegro.
-¡Ahí estas!- el moreno del grupo apareció corriendo adentro del comedor -esta vez no te escaparas, recuerda que me prometiste un combate de agua contra fuego- hablo con su característico tono energético mientras que se acercaba a Elizabeth para insistirle más.
-Lo lamento, pero no tengo tiempo para esto... por favor pídele a Loyd que...- cerro los ojos y hablo con resignación, ella quería volver a lado de su compañero en mal estado.
-Yo cuidare a Cristopher en lo que tu entrenas- Riku interrumpió a su compañera sin dudarlo -además... tengo el presentimiento que él se pondrá feliz si te vuelves más fuerte, ¿no crees?- dijo mientras se acercaba a su compañera y le ponía su mano en uno de sus hombros.
La chica miro impactada y con mucha sorpresa al pelinegro, pero casi en una fracción de segundo su mirada cambió por una sonrisa que reflejaba un poco de burla.
-Es tal y como ese castaño dijo... tu hipocresía es tan interesante- su habla parecía como un susurro que solo buscaba como objetivo al pelinegro -ok, ok... pero no te enojes si te apago las luces de un ataque- hablo resignada mientras se encaminaba junto con el moreno fuera del lugar.
En cuanto los chicos dejaron solo al pelinegro, este se encamino para el cuarto de su amigo enfermo.
-*Tch* ¿con quién más abriste la boca, enano?- el pelinegro sudo en frio y tenía la piel de gallina incluso mientras subía las escaleras, le asusto el hecho que alguien más supiera sus verdaderas intenciones con el grupo y a su vez le molestaba el hecho que alguien pudiera ver a través de él.
Era claro que su preocupación por su compañero era evidente, sin embargo, eso le importaba menos, pues él pensaba que una enfermedad como esta solo sería algo pasajero, aun así, lo que más le importaba al chico era probar de una vez por todas que tantos fallos tenía su magia ahora mismo, conocer el motivo de su bloqueo, dejar de ser inútil. Quería superar su bloqueo de una u otra manera.
-*Toc, toc, toc* ¡Cristopher!... Elizabeth tuvo que ir a entrenar... ¿puedo pasar?- toco la puerta con delicadeza mientras hablaba de lo más natural posible.
No recibió respuesta alguna, así que por las ansias de entrar decidió abrir la puerta sin previo aviso.
-Ey, Cris, es de mala educa... ¿q~qué sucedió?- contemplo la habitación completamente boquiabierto, todo estaba en ruinas, pedazos de un espejo con muchos rastros de gotas de sangre cubrían el suelo; la mesa y silla del cuarto estaban totalmente rotas; las cortinas estaban completamente rasgadas, dejando entrar la luz del sol; varias sabanas estaban regadas por el suelo con rastros de ese líquido escarlata; Riku miro atónito la escena mientras sentía un miedo debido a que sus nervios sentían como si una bestia hubiera arrasado por el lugar.
-C~Cris~¡Cristopher!- grito a todo pulmón mientras notaba como un bulto en la cama se retorcía -¡Cris!- corrió hacía el bulto en la cama y lo destapo sin dudarlo dos veces.
Tras destapar ese bulto con rapidez pudo contemplar con sus propios ojos como su compañero se encontraba en posición fetal mientras lloraba sin más sujetando sus manos que denotaban múltiples cortes de los cuales se apreciaban notables hemorragias que manchaban la cama de color blanco de una manera horrenda.
-P~*snif*por~favor.... *snif* no le digas a Eli- giro su mirada hacía su compañero que lo miraba horrorizado -¿qué...*snif* me está sucediendo?- pregunto completamente asustado mientras se cubría uno de sus ojos dejándose manchar completamente por la sangre de sus manos, pero lo más impactante fue notar como la parte frontal de su cabello ahora era de un color tan gris que podía confundirse con blanco.
-No lo se... ¡no lo se!- el pelinegro sintió un ardor proveniente de su pecho mientras podía notar como su tabla se iluminaba, esto sumado por el impacto de ver a su amigo así lo hizo desear que todo fuese una pesadilla -¡¿qué demonios sucede conmigo?!- se sujetó la cabeza para luego hincarse enfrente de su amigo.
Riku reacciono segundos después y se levantó de su posición, todo para correr con todas sus ganas hacía la oficina de Persival, donde solo encontró a Albert hojeando un libro; y tras decirle con tanta euforia el nombre de su compañero y sumando con su cara de profundo horror Albert se tensó como hace unos años con esa misma cara de desesperación. Y de esta manera no tardó mucho para que Albert llegara al cuarto del chico en conjunto con Riku, solo para su sorpresa que el joven ya no se encontraba en su cuarto.
Recorrieron el castillo entero con mucha velocidad alimentada por su deseo de encontrarlo para tratarlo, llego hasta un punto en el que se toparon con Persival entrando del jardín trasero, tras explicarle la situación cambió su expresión despreocupada por una muy seria y desplegó con mucha severidad un gran número de caballeros en el castillo para encontrar al joven, en lo que Persival y Albert conversaban sobre el caso, la tabla de Riku emitió un gran brillo, y aunque solo fue por un instante, el chico volvió a sentir el mana a su alrededor, pero esto era raro, pues parecía que esa emisión era muy desesperada, pues de una manera fugaz ese brillo desapareció y dejo a Riku con una mirada algo confusa.
El ambiente se volvió tenso y pesado de golpe, mientras unos pasos resonaban por toda la sala.
-¿Y bien?... ¿dónde está?- el rey le plantó cara al joven con mucha severidad mientras de sus palabras y mirada expresaban una gran irritación.
-C~creo q~que en el patio principal... rey- agacho la cabeza mientras los dos adultos pasaban de el con mucha velocidad, se sujetó el corazón con mucha fuerza mientras relajaba su respiración -"¿qué sucede con el?... su presencia... ¿por qué tengo miedo?"- su respiración agitada empeoraba mientras daba cada paso para dirigirse para el patio principal.
Con pesadez y unas manos temblorosas se acercó paso a paso a la puerta principal, cada paso realmente era una batalla entre sus nervios y su extrema curiosidad acerca de aquella mirada que había hecho Persival hace unos momentos, era casi como si el joven hubiese hecho algo imperdonable o al menos haber hecho algo demasiado tarde, el rey sin duda era un misterio cuando se trataba de cambiar sus expresiones, cosa que ya era difícil de ver para variar.
Al estar ya con ambos pies fuera del castillo, pudo contemplar como todos sus compañeros, Albert y Persival; rodeaban por completo a una pelirroja que estaba completamente hincada mientras un chico con parte del cabello gris lloraba desconsoladamente y ocultaba su rostro en el hombro de su amiga.
La confusión por su cabello era evidente, el miedo por sus heridas también lo era; pero ese sentimiento de impotencia era el que sin duda alguna rondaba por los corazones de los jóvenes.
Persival se abrió paso entre los chicos y se acercó a la pelirroja con el chico en brazos, se hincó y los contemplo con una mirada completamente comprensiva, el ambiente para ellos se tornó calmado y pacífico, la calidez que brindaba el rey era sumamente relajante; en contraste de cierto pelinegro que veía la escena con mucha confusión mientras que su respiración seguía agitada con su corazón en las manos, fue ahí donde Riku se percató de la gran capacidad de cambiar el ambiente del rey, su sola presencia puede ser estimulante, y a su vez también puede traer consigo el infierno mismo. Su mirada fue directamente hacía el rey mientras este tomaba en brazos a su amigo y se disponía a subir las escaleras mientras el pelinegro lo veía impresionado.
-Lo siento Riku, me preocupe demasiado en esta situación... espero no haberte presionado tanto- sonrió amablemente mientras pasaba a su lado, el corazón de Riku se tensó nuevamente mientras que miraba sin expresión al suelo.
-¿Qué eres, Persival?- habló para sí mismo mientras veía como los otros chicos subían por las escaleras hasta él.
Los chicos siguieron al rey hasta una habitación sin huésped alguno, tendió al chico en la cama y con un solo ademan, Albert y otros miembros del clero se encerraron con el joven para inspeccionar detenidamente su nuevo aspecto y buscar una razón para ello.
Los jóvenes se distribuyeron en distintos grupos, unos fueron al comedor para recargar energías, otros decidieron caminar por el castillo hasta saber alguna noticia, unos fueron a la biblioteca y otros se quedaron a esperar fuera de la habitación.
-El rey se hará cargo... creo que todos pueden sentirlo, no perderemos a nadie más- Shun posó su mano en el hombro de la chica pelirroja mientras esperaban alguna noticia afuera de la habitación. Shun habló con gran seriedad mientras apaciguaba la angustia de su amiga.
-"El ambiente esta calmado... a comparación con Yuzu... y todo por esa tranquilidad... Persival... usualmente no haría esto, pero... al menos te estoy agradecido que todos estén tranquilos..."- pensó detenidamente Riku mientras Joseph lo abrazaba por el hombro y se iban al comedor junto con Alexander y Baron -"al menos así... estos estúpidos no me causaran irritación y podrán dormir con tranquilidad hoy al igual que yo... no quisiera que enterraran a otro de ellos"- sonreía con gran euforia ante sus compañeros mientras este chico seguía teniendo en la cabeza esa sensación que le brindó Persival y la promesa que le hizo a su amigo castaño, los detestaba aunque ahora ya de manera reducida que hace dos años; sin embargo, él no quería quedarse solo... ese era su miedo.
Los minutos y las horas pasaron, todos los chicos se reunieron afuera de la habitación donde cuidaban al joven ahora peligris.
Para cuando el reloj sonó marcando la hora número 20 del día, el atardecer era visible por las ventanas, el sol comenzaba a ocultarse, y la puerta de esa habitación se abrió sin previo aviso.
De ella salieron varias personas del clero bastante fatigados, murmuraban palabras que los chicos no oían por mera falta de importancia, solo querían ver a su amigo. Aunque algo curioso fue que la tabla de Riku comenzó a brillar como si no hubiese brillado antes y de la habitación salió una de esas esferas con las que entrenaba, esta se acercó ligeramente a Riku hasta que el brillo en su tabla se había desvanecido en conjunto a la esfera que se desvaneció en un destello amarillo.
-"¿Qué hacía una de esas cosas acá?"- se interrogó el pelinegro con una mueca llena de intriga, en contrariedad a la de los demás que solo querían entrar a ver a su compañero, -"¿acaso no vieron esa esfera?"- la irritación en sus pensamientos comenzó a picarle la cabeza, era justificable que solo se centraran en su amigo, pero ¿nadie va a cuestionar eso?
Dentro de la habitación, Persival se encontraba sin su abrigo y lentes, la impresión que daba era la de un joven de no más de 20 años de un rostro bastante joven con proporciones simétricas, era atractivo por definición. Dirigió su mirada de color avellana hacía los jóvenes mientras se recomponía las mangas de su camisa blanca que estaba arremangada, se colocó nuevamente sus lentes mientras miraba exhausto el cuerpo dormido del joven Cristopher. Amarró la coleta que sostenía su cabello en la parte posterior y dirigió una mirada amable a los chicos mientras un suspiro se colaba por su boca.
-Fue difícil, pero conseguimos estabilizarlo... lamentablemente, lo que queda aquí en adelante no será un camino de rosas- habló con tranquilidad hasta su última frase con la cual ajusto la mirada hacía los chicos y se sentó en la silla que estaba al lado de la cama, mientras que por la espalda de los jóvenes Albert cerraba la puerta delicadamente, se avecinaba algo serio -el joven Cristopher acaba de ser infectado con un patógeno muy peligroso... su cuerpo débil, su decoloración de piel y cabello, la falta de apetito, los vómitos constantes... presenta síntomas de un patógeno misteriosos como peligroso que se acaba de descubrir... y debe ser tratado de inmediato... fuera del castillo- su manera propia de hablar volvió el ambiente completamente serio y sin pisca alguna de esperanza, muy pocas cosas ponían así al pacífico rey, y esas situaciones daban miedo.
-¿Cómo pudo ser eso posible?, nadie ha dejado el castillo... por lo tanto es imposible que alguien se contagiase antes, si viene del exterior no lo veo...- Hans tomó la batuta y se acercó a Persival, siendo detenido por el brazo de Shun.
-Magia... quien le haya hecho esto a nuestro compañero es usuario de magia, ¿o me equivoco?- el ojiverde miro con suma severidad al rey, el cual abrió los ojos de la impresión por el razonamiento del joven.
Persival rió levemente. -Tus razonamientos nunca dejan de sorprenderme... tengo que confirmárselos de una vez... el origen de este percance y puede que el de su compañero Yuzu, fue provocado por el mismo mago que posee la capacidad de propagar este patógeno-.
Dicha confesión dio en el clavo de los jóvenes, por fin sabían más detalles tras la muerte de su amigo, todos comenzaban a hervir en cólera mientras juraban muerte al asesino que se volvía a aparecer después de tanto; sin embargo dos jóvenes de entre todos ellos pensaban diferente, su rabia era evidente, pero no por la misma razón que los demás, tanto así que sus pensamiento en ese momento fue uno mismo: "¿Y hasta ahora nos lo dicen?", un resentimiento nació contra el rey que ya hacía enfrente de todos.
-¡¿A dónde lo llevaran?!- un grito sorpresivo de la pelirroja del grupo tomó por sorpresa a todos en la habitación -sea donde sea, le ruego que me lleve con el... por favor- se acercó hacía Persival con una mano en el pecho -quiero estar a su lado, se lo pido con mucha devoción- culmino con una reverencia demostrando una súplica desesperada.
-Lo lamento señorita Elizabeth, pero no podríamos garantizar su seguridad fuera del castillo... aún no sabemos si este patógeno es contagioso... valore su vida y los sentimientos del joven Cristopher, el no quisiera que usted corriese peligro por el- habló amablemente mientras postraba sus manos en los hombros de la joven.
-Entonces le diré que no hago esto por él, lo haré por la familia que lo esperara acá... lo haré por una promesa que reina en mi voluntad- miró decidida a su majestad mientras tomaba la mano del joven que descansaba en aquella cama -saldare mi deuda... esa promesa es la que debo cumplir a su lado- un brillo de la magnitud de la magia de Persival se hizo presente en las manos de los jóvenes, era leve pero daba la sensación de dar tanto tranquilidad como un escalofrió en la espalda.
Persival tomó la mano de la chica mientras sonreía pacíficamente. -Iras, cumplirás y volverás si pasara lo peor... y no lo harás si terminas con un destino similar a el- soltó su mano y se dirigió a la puerta con Albert -y sobre el mago... Shun... ven conmigo- su tono tranquilo era pacificador, sin embargo, al llamar así al joven sin ningún honorario era una señal que algo serio estaba a punto de pasar.
El joven mencionado y los adultos salieron de la habitación lentamente, dejando al grupo con carta libre para debatir sobre lo anteriormente hablado.
-Elizabeth... ¿estas segura de esto?- habló Elena con un hilo en su voz, el nerviosismo era evidente. Dicha frase obtuvo como respuesta un gesto afirmativo por parte de la chica pelirroja.
-Buena suerte, madurita... vuelvan con vida... tenemos a un malnacido por quemar- Loyd habló mientras se cruzaba de brazos y miraba levemente la tabla que tenía en la palma de su mano.
Shun entró por la puerta con su típico rostro serio, todos supusieron que eso se debió por una llamada de atención por la pelea que tuvo Loyd hace poco.
-Partirán por la mañana dejemos que descansen adecuadamente... y por órdenes del rey, nadie dormirá solo a partir de ahora, debemos de cuidarnos las espaldas, elijan compañero y vayan a sus habitaciones- Shun se fue tan rápido como llego dando una noticia algo rara pero comprensible.
Todos salían de la habitación mientras conversaban y se proponían ser compañeros, eran nueve chicos y uno se quedaría solo, cosa que le tocó vivir a Loyd puesto que después de salir de la habitación se fue a su dormitorio para descansar por la pelea que había tenido con Shun, la cual no creo muchos estragos en sus cuerpos, sino una gran humillación hacía el rubio... su magia también había dejado de responderle.
Riku estaba en su cuarto arreglando sus libros y pocas pertenencias debido a que su compañero que había elegido estaba por llegar. Su compañero hubiese sido Aldheleid, pero eso hubiese creado ideas divididas en el grupo, cosa que le irrito con solo pensarlo, la chica era una de las pocas personas que podía tolerar y tratar como un amigo de manera honesta, y una de esas otras estaba entrando por la puerta de su cuarto.
-Ignorando el hecho que estamos en peligro de morir a manos de un asesino... esto sería como en los viejo tiempos... a que sí, Shun- miro con una sonrisa honesta de oreja a oreja a su compañero mientras el otro solo contestaba con una sonrisa ladina.
+Un mes después+
Los jóvenes recibían cartas provenientes de la joven fuera del castillo, en dichas cartas les reportaba que la situación era algo complicada, pues su amigo no mejoraba mucho. Narraba breves descripciones del nuevo lugar donde se hallaba, la describía como una ciudad completamente hecha con muchas estructuras de oro de aspecto religioso, sin embargo, no había podido salir del "hospital" donde se hallaba. Dicha ciudad la narró con un solo nombre, "Ciudad Catedral".
Los chicos leían ansiosamente las cartas que les enviaban diariamente, cosa curiosa, pues según Albert, el lugar estaba algo lejos. El tema del asesino no fue vuelto a tocar con el pasar de los días, nada era completamente raro. Las practicas, las sesiones, las comidas, todo era igual a como estaba, aunque con las diferencias de ausencia de sus compañeros y por otra parte, Shun se mostraba más abierto y comunicativo con todo el mundo durante la última semana; Riku miraba el acto con gracia, "finalmente rompiste tu burbuja" pensaba entre burlas, él no lo veía tan raro pues él siempre era más comunicativo con el que con las otras personas, al fin y al cabo vivían bajo el mismo techo antes de llegar a ese mundo.
El día estaba tranquilo, Riku se levantó y tomó su tabla con algo de esa pesadez que le caracterizaba en las mañanas, tras levantarse Riku notó la ausencia de su compañero en la habitación.
-Otra vez madrugo, esa ave- se vistió y salió de la habitación -creo que lo llamare "Avemaru" si sigue así, es la cuarta vez en... ¿la semana?- dirigió su mirar al pasillo donde notó como Shun salía del cuarto de Loyd mientras hacía una mueca de cansancio e irritación, el chico se acercó al joven serio con mucha despreocupación -buenos días, Avemaru, ¿qué haces en el cuarto de...- no pudo terminar la frase debido que el ojiverde le dio una mirada tan afilada que pudo sentir como apuñalaban peligrosamente su calmado ser -¿a~así de mal te recibió?- Shun solo suspiro y guardo unos papeles tras su espalda.
-Ha sido una larga mañana, Riku... no molestes...- pasó de largo de su amigo con su típico tono serio -y empieza a preocuparte por ti- agrego mientras seguía en su camino.
El cerebro de Riku trató de procesar esas palabras y las relaciono con las sesiones y deberes del día; dicho razonamiento lo hizo correr a toda prisa hacía las catacumbas, donde halló saliendo a sus compañeros con un semblante sombrío e inexpresivo, al igual que no se atrevían a cruzar miradas con Riku, era casi como si lo evitaran.
-"¿Sin habla?... phm, mejor para mi"- pensó con gracia disimulando su alegría por evitarlos en ese momento en el que no estaba completamente despierto y cualquier cosa podría alterarlo. -Cielos... ellos están así también... digo, incluso el cielo esta así- contemplo el cielo, estaba completamente gris -¿ya estamos en esa época?... no... seguramente lloverá más tarde y yo que creí que era mi cumpleaños- miro con gracia el cielo para luego caminar hacia el interior de las catacumbas, dejo esa sonrisa burlona desde que se introdujo en las escaleras miro hacia adelante con gran irritación mientras su cabeza comenzaba a pensar en algo que no había pensado antes -¿qué estaban haciendo aquí tan temprano?... no es propio de ellos-
El joven notó como sus amigos y Albert no se encontraban en dichas catacumbas, no escuchaba fragmentos de peleas, solo un silencio que le hacía estremecer debido a la sombría vista que tenía enfrente suyo. Por una parte, se tranquilizó por la idea que no tendría que ver a sus compañeros, pero, por otra parte, un presentimiento le decía que no era prudente estar solo, quizá debería volver... pero en cuanto pensó en retirarse, su tabla emano un brillo singular mientras vibraba sin parar, sujeto la tabla con fuerza y los nervios empezaron a recorrer su cuerpo, "¿por qué ahora?", "¿qué está sucediendo?" ... dichas dudas comenzaban a alterar el corazón de Riku, mientras la tabla vibraba y vibraba con más intensidad cada vez; si algo era lo que lo ponía completamente vulnerable, era todo aquello que no comprendía... no era un cobarde, solo era que esas cosas alteraban sus nervios y lo mantenía alerta como un gato erizando la piel, era ese miedo el que le mantenía alerta.
*¡Pum!*
De pronto se escuchó como un sonido retumbante en una de las puertas del pasillo, ese sonido re repitió una y otra vez, hasta que el origen salió por la puerta correspondiente a Riku, su esfera de entrenamiento había salido irradiando una gran cantidad de rayos purpuras mientras se tambaleaba de lado a lado sin parar, y por primera vez, desprendía relámpagos negros que rompían el sonido con sus impactos variados con las paredes.
Las puertas detrás de Riku se cerraron de golpe, el trato de abrirlas por mero reflejo, intento repetidamente hasta el punto de empezar a embestirlas con su hombro, pero no funciono, estaba atrapado.
La esfera se dirigió a toda velocidad hacía el chico, mientras un manto oscuro la envolvía. Por mero reflejo, Riku uso magia neutral y salió disparado en la dirección opuesta a la de la esfera. Riku notó como la esfera había dejado un agujero amplio en la superficie de la puerta de piedra gris, fue ahí donde tuvo una idea de doble filo: usaría la esfera para que le hiciera una salida de emergencia, pero si esta llegase a impactar en Riku, podría perder algo más que aire; podría perder, una extremidad o dos. Considero esconderse, pero supuso que eso mismo le pasaría con las otras esferas, y después de ello, estaría completamente a merced de un gran número de esferas asesinas.
Trago saliva y empezó a desplazarse una y otra vez de un lado del pasillo a otro con brincos veloces que pareciese que rebotaba sobre hule, todo para llegar de una manera a la puerta que ya hacía en el otro lado del corredor. A duras penas y su mana le rendía para mantener el ritmo, ya que no podía hacer el recorrido de golpe, debía rebotar una y otra vez hasta la puerta.
Los raspones debido a los impactos de la grava y piedra eran evidentes con el pasar del tiempo, el poco mana que su centro le brindaba comenzaba a escasear, su respiración se volvía más y más pesada, y la idea de quedarse indefenso ante esa cosa solo le hacía sentir un gran vació en su interior, casi sentía como podía atravesarlo de una sola embestida; la puerta ya comenzaba a dar forma a un agujero que usaría para escapar, solo faltaba un impacto más, así que lo dio todo en esa última carrera.
Comenzó a correr en dirección a la esfera con el fin de llegar a la puerta, cuando se le acerco lo suficiente, se elevó en los aires con un salto y se plantó en una pared mientras concentraba sus fuerzas para dar el próximo brinco hacía la otra pared y hacerlo continuamente hasta llegar a la puerta; no obstante, eso no pudo suceder como él pensaba, pues de una manera inesperada como si se tratase de un látigo veloz, esa cosa despidió un rayo negro que tomo con fuerza el pie del chico que con solo el tacto de dicha esfera sobre él, sintió como su centro mágico le quemaba brutalmente, y con solo un giro sobre su eje, la esfera disparo al chico contra la robusta pared de piedra.
Riku solo se limitó a sentir como el dolor se apoderaba de su espalda para expandirse por el cuerpo, al mismo tiempo que su respiración pesada iba a la par con el ardor que le daba su centro mágico, apretó con fuerza su puño conteniendo múltiples rocas, estaba cansado, el miedo recorría su cuerpo y con ese miedo pudo sentir como su cuerpo era presionado por una abrumadora fuerza; sin embargo no pudo notar algo aplastándole la espalda, nuevamente pudo sentir el mana, y este mana denso provenía de esa cosa.
Se paro con pocas fuerzas, su cuerpo ya no daba para más, lo había gastado todo. Era el fin.
La esfera se dirigió contra el con velocidad mientras sus relámpagos negros buscaban atrapar nuevamente al chico, este ya podía verse despedazado o algo peor, una gota de sangre cayo de sus manos por la presión que hizo con las manos sobre las piedras que agarro, cuando volteó a ver abajo, miro su tabla y como esta despedía nuevamente su brillo. Fue ahí que con una absoluta velocidad tomo la tabla y esquivo la esfera con una voltereta, los relámpagos negros los había esquivado por poco sin ningún apoyo de magia, tuvo mucha suerte.
Tras tener la tabla entre manos, se sintió nuevamente cargado de energía, la tabla le estaba regresando su vitalidad como si se tratase de una batería, su plan ahora había cambiado completamente, la tabla había funcionado como una batería, pero ¿de qué se alimentaba?... ¿cómo se recargaba?, Riku recordó sus bloqueos. Su mana no se silenciaba, estaba siendo drenado, y cuando este mana se desbordaba la tabla irradiaba luz comprendiendo que Riku estaba tratando de sentir algo de manera instintiva y este presentimiento fue vuelto energía. Ahora mismo usaría esa desventaja, esa absorción, y la volvería su soporte.
Riku capto la atención de la esfera y cuando este lanzo sus látigos hacía el chico, este en acto de defensa puso la tabla entre él y uno de sus rayos, haciendo que la tabla lo recibiera de lleno. Un gran hormigueo y calor comenzó a emanar de sus manos y pecho, era como si esa esfera comenzara a afectar su centro mágico solo con el tacto, una sensación pesada comenzaba a emanar desde su interior como la esfera, sintió que se perdía en el dolor y la rabia. Era una sensación extraña, pero pudo comprender una sensación de algo queriendo acercarse a su interior.
-*Argh* así que... así se siente... cuando tu mana es borrado...- recordó brevemente unas páginas de un libro, en la cual narraba las características de un ente hecho de una piel parecida al hueso y cabeza con forma de cabra... la cual se describía capaz de borrar el centro mágico de alguien y traspasarle el suyo para de esta manera formar esclavos que le concedan alimento. Pero Riku se decidió a no ser esclavo de una esfera... eso sería patético.
El chico empezaba a perder fuerzas... quería desmallarse, el mana en la tabla ya no era suficiente.
-Te devolveré el favor... ¡BRAKE!- grito a todo pulmón y transfirió su magia hacía la tabla y esta al mismo tiempo comenzó a irradiar una potente luz celeste mientras el látigo negro empezaba a retorcerse como una interferencia eléctrica -después de tres años... ¡te venceré!, ¡BRAKE!- emitió un segundo pulso hasta la tabla y esta comenzaba a irradiar aún más energía que empezaba irrumpir más en el rayo y casi al mismo tiempo los otros látigos de la esfera empezaban a retorcerse también.
Con el pasar de los segundos, la magia de Riku volvía a su cuerpo mientras la tabla empezaba a irradiar más y más luz, los látigos empezaban a encogerse mientras se iluminaban con la misma luz de la magia de Riku, el encantamiento rápido estaba funcionando, "brake" inducia magia a una superficie dada y destruirla desde adentro, y si la esfera podía ¿por qué el no?
Los látigos brillantes de color azul empezaban a explotar uno por uno mientras un brillo azul era irradiado por dicha esfera que comenzaba a temblar sin parar, la tabla por otro lado empezaba a desvanecerse entre la luz en partículas pequeñas, y cuando esta dejo de existir, Riku se apresuró y tomo el tentáculo negro restante, lo sostuvo con fuerza mientras seguía induciendo su magia, y fue ahí donde lo sintió por primera vez, sintió la presencia de alguien más dentro de la esfera, dicha presencia solo se limitaba a gruñir y gritar, estaba siendo destrozada desde adentro por el "brake" del chico. La esfera emitió un pulso morado y se desplomo al mismo tiempo que su ultimo tentáculo se desvanecía en destellos azules, el pelinegro había ganado, podía escapar.
Riku miro sus manos y contemplo que la tabla ya no estaba, pero podía sentir como su mana ahora fluía con mayor fuerza, y como ahora sus sentidos eran capaces de percibir el mana como si se tratase de un halo de luz proveniente de los objetos, finalmente podía ver el mana, ya no eran presentimientos, podía verlo todo. Miro la esfera y noto como un pequeño vestigio ya hacía en su interior, por mera curiosidad se agacho al nivel de la esfera y la toco.
De una manera inmediata, en la cabeza del chico apareció una persona que al igual que el desbordaba magia neutral, pero esta era diferente, esa persona era diferente, tenía muchas costuras en su piel, con distintas tonalidades de piel, miro las manos de la persona y estaban completamente manchados de sangre, la presencia se acercó y Riku pudo ver atentamente su rostro hecho por múltiples partes de distintas personas. Riku se perturbo por la escena tanto que el asco llego a su estómago y garganta.
-G~gra~cias- una sola palabra fue dicha por múltiples personas a la vez, como si hubiese una agonía detrás de ello.
El chico se exalto a tal punto que por mero reflejo dejo caer su puño envuelto en magia neutral sobre dicha esfera. Rompiéndola en múltiples fragmentos, al perecer se había vuelto más fuerte o la esfera había perdido todo su poder.
Su corazón estaba palpitando como nunca lo había hecho, tomo una respiración profunda y volvió en sí. Abrió más el agujero en la puerta con sus puños envueltos en magia, y tras pasar por él, comenzó a subir las escaleras a duras penas pues el pie donde el látigo le toco estaba sangrando demasiado y le ardía como si le hubieran quitado toda la piel en dicha zona.
Sangrando por el pie, con lastimadas cubiertas por el polvo, con un gran dolor en la espalda, con un asco infinito en sus entrañas, camino adentro del castillo, mientras se hacía una pregunta que pronto llegaría a los oídos del rey... -"¿qué mierda está atrapada dentro de las esferas?"-.
Camino por el pasillo que daba a la amplia entrada donde estaban las escaleras, las subiría y hablaría con Persival y los demás acerca de su descubrimiento. Encontró las escaleras y con una gran pesadez empezó a subirlas.
"¡Lo tengo!", resonó en la cabeza de Riku, y casi de manera inmediata sintió como algo grande que trasmitía una presencia helada era lanzada hacía el, él se apartó de la trayectoria que sus sentidos le daban como un radar.
Tras saltar hacía atrás con magia neutral y llegar nuevamente al piso de la planta baja, una lanza de hielo se clavó velozmente donde hace unos segundos estaba el pelinegro.
La curiosidad reinaba la cabeza del chico, no solo porque pudo presentir un ataque de ese estilo y su origen, era el origen el que tenía alterado al chico.
-¡Casi me das Hans!... ¡Albert dijo que nada de magia dentro del castillo!- reclamó al aire mientras buscaba alguna señal de el en la planta posterior a la que él estaba.
Y con ese grito el joven antes mencionado se dejó ver por uno de los barandales de la primera planta, el rostro de Hans era usualmente fruncido y de pocos amigos, pero en ese momento él se encontraba igual de conmocionado que el joven pelinegro.
-Yo...- agacho la mirada con muchos nervios en su única palabra que fue casi inaudible para Riku, alzó nuevamente la mirada expresando mucha frustración en sus ojos -...falle-
-¿Perdón?- no escucho bien la última palabra del pelirrojo, trato de seguir subiendo las escaleras pero ese presentimiento había vuelto, su radar se había activado mientras su piel se erizaba -¿p~pero de don...- no termino la frase tras sentir que dos líneas de magia se dirigían hacia el por su espalda.
El joven en un acto veloz, espero hasta que dichas líneas se acercaran lo suficiente y cuando lo hicieron. Salto por los aires con dirección hacia atrás nuevamente quedando ya en la parte central de la gran entrada. Alzo la vista y miro dos látigos hechos de plantas, uno con espinas y otro con flores de color morado.
-Elena... Baron... ¿qué significa esto?- miro con sumo enojo hacia los costados de la habitación y pudo ver a sus compañeros nombrados que dirigían sus miradas al suelo con una cara de frustración y dolor, ambos sujetaban esos látigos con una de sus manos y con la otra denotaban una condensación extraña de magia sobre una semilla.
Nuevamente el chico trato de acomodar sus pensamientos... ¿qué estaba sucediendo ahí?... uno era coincidencia... dos o tres, ya es algo personal.
-¡¿Se les cayó un tornillo!, ¡dejen la practica ya!, ¡¿acaso no ven que estoy herido, idiotas?!- el no comprender que pasaba le volvía loco, tanto así que su enojo se hizo visible en todo su rostro ante sus compañeros que recién acababan de atacarle.
-Esto no es una práctica, Riku- la voz cansada de Alexander se hizo presente en la habitación y acto seguido apareció atrás de Riku y conecto un puño envuelto en partículas negras en el rostro del chico, pero Riku también había reaccionado y de una manera inmediata tomo el puño de su compañero y con mucha fuerza lo arrastro hacía el y lo sometió contra el suelo apuntándole con uno de sus puños mientras el otro le tomaba por la camisa
-¡¿A qué te refieres?!- la irritación en el rostro del chico fue mayor debido al impacto que ahora tiene rastros de esas partículas negras parecidas a la ceniza por todo su rostro, quitándole levemente la visión del ojo derecho, el cual recibió el impacto -respóndeme... ¡Alexander!- lo tomo del cuello mientras estaba sobre él y apunto su puño hacía su rostro.
-¡Apártate de el!- un gruñido de parte de Joseph dio entrada a que este apareciera por las escaleras, haciendo aparecer una tabla de surf hecha de agua en sus pies y lanzándose al rescate de su amigo. Su impulso fue tanto que rápidamente ya estaba cerca de su objetivo, fue ahí que el pelinegro se lanzó hacia Joseph y de una manera veloz este le propinó una merecida patada en el estómago que lo hizo derrapar por todo el suelo y llegar a un lado de Elena que miro con preocupación a su amigo.
Riku al caer al suelo miro con mucha confusión a sus colegas buscando algún indicio de su extraño comportamiento, sin embargo, lo que regresaron sus compañeros fueron unas miradas completamente llenas de rencor y asco por el pelinegro que ya hacía en el centro de todo. Dichas miradas lo hicieron retroceder y entrar en pánico en su cabeza, ¿por qué lo hacían?... el no hizo nada, los apoyo, se quedó a su lado, lucho con ellos, rio con ellos, incluso por encima de su odio... nunca hizo nada malo... él estaba sacrificando su cuerpo y vida futura para ser un "héroe" junto a ellos.... ¿qué sucedía?
Dicha confusión fue borrada nuevamente por un hormigueo por la piel del chico, su radar nuevamente se sentía activado, y esta vez pudo sentir como su piel se erizaba por la cercanía de dicho mana, miró hacía la planta alta y solo pudo hallar un relámpago amarillo que se plantó enfrente de él.
-¿A~Aldhe~leid?- cuestionó incrédulo a la chica que se plante enfrente de él.
-Lo siento...- la chica hablo con un sollozo de dolor atorado por la garganta, mientras miraba al chico con sus ojos irradiando una leve luz por el reflejo de las lágrimas que se originaban de estos. Pero esto fue solo una pantalla, ella tenía una gran concentración de electricidad en su puño derecho, pero esa magia estaba rara, estaba siendo reunida a la fuerza, casi como si se rehusara a pelear... pero aun así lo hacía, era una gran contradicción -esto es por ellas...- su suave voz se rompía por un sollozo, solo para que al terminar esa frase, el golpe fuese dirigido a la quijada del chico que salió disparado del suelo de una manera vertical.
Se elevo unos cinco o cuatro metros, solo para caer y regresar a sus pensamientos mientras su cuerpo era entumecido por la poderosa descarga y el impacto que acababa de recibir. Con pesadez se levantó mientras se tambaleaba, el impacto lo había aturdido, menos mal que en el instante que vio esa condensación de magia en su puño por mero instinto hizo una barrera de magia neutral alrededor de su cuerpo para reducir el impacto del golpe y la caída, fue rápido, pero no perfecto. El chico volvió en sus sentidos tras percibir como la chica se le acercaba lentamente con ambas manos envueltas en magia eléctrica, la volteo a ver mientras esta despedía un gran número de lágrimas por sus ojos con un rostro invadido por la tristeza.
-Y~yo... n~no...- miro con miedo al chico mientras este la miraba con un rostro completamente impactado y en blanco.
-P~p... ¿Por qué hacen esto?- estaba shockeado, pero con un cambio casi inmediato su rostro se volvió de un enojo profundo -¡yo no hice nada!- se sujetó con fuerza el pecho, la rabia lo hacía hervir, pero no tuvo el tiempo para que esta escapara... pues un tornado de viento se originó a su alrededor para alejar a todos del pelinegro.
Riku al percatarse del tornado sintió un ligero alivio en su pecho, eso significaba que su mejor amigo le ayudaría a calmar las cosas, giro sobre sí mismo y vio a su amigo que lo miraba con una sonrisa ladina.
-T~te tardaste un poco, Avemaru- hablo con pesadez en sus palabras, su energía estaba por los suelos, su mente ya no daba para más por el gran número de impactos que había sufrido hoy; su corazón le ardía por múltiples emociones encontradas en tan poco tiempo.
-Lo siento, tuve un asunto que resolver...- hablo con esa misma sonrisa mientras se le acerco y toco uno de sus hombros -tenía que haber sido yo quien iniciara con esto, chicos- hablo con su voz fría y decidida mientras colocaba un golpe en el estómago al pelinegro, con un cumulo de magia de viento -Air bomb- tras decir eso con mucha calma, el aire comprimido explotó y sacó del tornado a Riku a una gran velocidad, estrellándolo certeramente contra la puerta.
Tras caer nuevamente al suelo, Riku empezó a retorcerse por el dolor mientras daba múltiples quejidos al aire, ese golpe le dio de lleno, un golpe que transmitía furia. Un golpe traicionero. Se intento levantar, pero no podía debido al agotamiento físico y también porque un shock ahora mismo recorría su cuerpo.
Unos pasos se escucharon atrás de Riku, eran Joseph y Alexander quienes tomaron al pelinegro por los hombros y lo arrastraron hasta que quedara en medio de la sala. Tras haberlo arrojado al centro, los otros jóvenes lo rodearon en menos de un minuto. Todos a excepción de Aldheleid y Shun, lo miraban con un gran enojo; Aldheleid, lo miraba con arrepentimiento y horror; pero Shun, él lo miraba desde lo alto con un rostro que transmitía desprecio.
-P~p~por- el pelinegro hablo tambaleante mientras a duras penas sus brazos le hicieron elevarse como una flexión -¡¿POR QUÉ?!- sus ojos voltearon a ver a Shun con un profundo horror y miedo, sus ojos dejaron atrás esa furia para pasar a unos completamente miedosos, de los cuales sus lágrimas caían sin parar una y otra vez, su fuego en el corazón había sido apagado con el viento de la traición de sus amigos, de su mejor amigo.
-Llego la hora que afrontes la justicia por tus actos- el ojiverde hablo con severidad mientras miraba con un profundo desprecio al mismo tiempo que tomaba a Riku por la camisa con suma furia y lo elevaba hasta verle la cara -gente como tú, es despreciable... !te haremos pagar por lo que has hecho!- la furia desbordaba sus acciones, arrojo sin piedad al joven al suelo, el cual solo podía mirar completamente horrorizado a su mejor amigo, él no sabía de lo que hablaban, ¿por qué lo acusaban?.
+Hace un par de horas+
Todos los chicos habían sido citados por Shun en la biblioteca a la hora número siete del día, la oscuridad regía por el castillo, ningún ave se veía afuera, las estrellas estaban desapareciendo lentamente y el cielo levemente mostraba señales de ir amaneciendo.
-*Bua* ok, Shun, llevas rato hablándonos uno por uno de esta reunión durante toda la semana, ¿a qué se debe el honor?- habló Aldheleid algo somnolienta mientras se sentaba en la larga mesa de la biblioteca -además... ¿dónde están Riku y Loyd?- abrió levemente los ojos y miro uno por uno a sus compañeros -¿fueron al baño?- rio levemente mientras se tapaba la boca.
-Me temo que el señor Loyd será informado después sobre lo acordado en esta sala... y sobre el joven Riku...- Persival había entrado por la puerta de la biblioteca y tomado asiento acompañado por Albert y el coloso caballero de larga espada que no habían visto desde hace mucho tiempo.
-Iré al grano...- el ojiverde que era el único en parado en esa sala interrumpió a Persival debido a que presintió que diría algo apresurado -Elizabeth... falleció junto a Cristoher hace no más de una semana- apretó sus manos mientras hablaba con pesadez y tristeza en sus palabras.
-¡¿Cómo?!- Hans se había sobresaltado mientras los demás empezaban a ver a Shun con gran asombro -eso... no tiene... sentido... solo habíamos dejamos de recibir sus cartas diarias desde hace unos días- con un gran pesar se dejó caer en su silla y empezó a controlar sus emociones.
-No... otra vez... no...- Elena se lamentó desde su asiento.
Cada chico comenzó a lamentarse, ese mismo sentimiento de infinita tristeza y desesperación comenzaba a inundar sus corazones, y para rematar...
-Se confirmaron sus muertes hace cuatro días, el patógeno que poseía Cristopher empeoró e infectó a Elizabeth... llego a tal punto que... sus cuerpos se destruyeron poco a poco y para evitar una epidemia... fueron quemados en conjunto a otros infectados de Ciudad Catedral... lamento informar que esta vez... no se les podrá dar un entierro digno... el asesino... atacó con más fiereza y odio esta vez- Albert hablo cabizbajo y con mucha pena en sus palabras.
-Pero no todo es tristeza...- el rey hablo con mucha decisión y su mensaje atrajo la atención de todos en la sala -la señorita Elizabeth nos hizo un gran favor. Al parecer con el pasar de los días... pudo sacarle información a Cristopher que se encontraba en estado de shock y a su vez nos ahorró la información de las fases con las que actúa dicho patógeno- todos se sorprendieron ante tal afirmación -al parecer el patógeno se introduce al cuerpo mediante la inducción de magia, daña el cuerpo considerablemente, causa estragos en la mente provocando desordenes de personalidad y luego... lo debilita tanto que... destruye el centro mágico y para por completo el corazón de la persona- el rey se paró y nuevamente comenzó a hablar con su voz serena pero firme -el joven Yuzu no presento problemas con su salud... sin embargo... el resto de síntomas apuntan a él... puede ser que el asesino o mejor dicho traidor, ha estado jugando con su magia y la ha puesto a experimentar con los jóvenes héroes- se plantó por detrás de Shun y lo tomo por los hombros -y digo traidor porque...-
Shun dio un inmenso suspiro mientras miraba hacia abajo -el reporte de los estudios de Cristopher y Yuzu... indican que el patógeno se introdujo por medio de magia neutral-agacho la mirada y la devolvió hacia ellos con mucha ira acumulada sin cambiar su tono serio -Riku Kurosawa, nos ha traicionado y ha asesinado a sangre fría a tres de nosotros-
El silencio reino en la sala, un frio comenzaba a recorrer la espina de todos mientras un gran número de emociones comenzaban a recorrer las mentes de los chicos, pero todo fue para volver a diversos pensamientos: la negación, la inocencia de su amigo, la unidad de su familia.
-¡¿Te estas escuchando?!- Aldheleid explotó y escupió sin previo aviso -¡es tu mejor amigo!, ¡nuestro amigo!.... ¡NUNCA HARÍA ESO!- soltó para ver completamente impactada un cumulo de papeles que estaban sobre la mesa que apuntaba Shun con su dedo, Aldheleid intentó alcanzarlos pero... algo se lo impidió.
Los jóvenes empezaban a mirarse entre sí una y otra vez, nadie se atrevía a hojear los papeles en la mesa, hasta que Hans los tomó con suma decisión y firmeza. Entre más hojeaba más abría los ojos, los reportes no daban muchos datos, pero al parecer había diagramas con múltiples esquemas con la cantidad de magia que irradiaba el sujeto, así pudo notar que lo que decía su compañero era verdad... la magia neutral en el cuerpo lo delataba.
-F~fue... Riku lo hizo- su voz profunda y decidida se rompió por un segundo solo para volver a su tono firme, solo que esta vez lo hizo más profundo, conteniendo mucha rabia.
Los chicos lo miraron atónitos y comenzaron a mirar los documentos por su propia cuenta, la verdad ahí plasmada era evidente que su amigo lo había hecho.
-Pero... ¿por qué? ...- pregunto completamente shockeada Aldheleid con los papeles en mano mientras agachaba la cabeza en acto de desilusión.
-Riku... él ha estado ocultando su verdadera faceta en los últimos años... curiosamente desde el inició de las sesiones- agrego Albert con suma resignación -las sesiones fueron hechas para moldearlos y crear voluntades y cuerpos fuertes... sin embargo... ocurrió todo lo contrario en él, puesto que lo registrado por las esferas fueron múltiples pensamientos avariciosos y de rabia hacía ustedes... yo lo veía día con día... Shun se dio cuenta y también creemos que Yuzu lo hizo en su momento- agacho la mirada, y la frialdad tomo posesión de sus palabras y rostro -su esfera se ha corrompido tanto con su hambre de poder con cada sesión... que ya ha comenzado a afectar con las demás... ¿no olvidan como Cristopher fue atacado ferozmente por su esfera, aun estando fuera de la sala?-
Todos le tomaron sentido a la explicación impartida por el arzobispo, todos estaban con una gran decepción y rabia hacía su amigo, cada prueba apuntaba a él.
-Le pedí a Shun que lo vigilara este último mes discretamente, y él puede confirmar todo lo que dice el señor Albert- el chico inclino la cabeza indicando que todo era verdad -en fin, como rey, por haber sido yo quien lo ha invocado... usare mis recursos para erradicarlo y tomar acción para redimirme sobre las bajas en su grupo...- volteo a ver al gran caballero atrás de el -Mecanius, encárgate del traidor inmediatamente- hizo un ademan provocando que el caballero se tensara y comenzara a caminar hacía la puerta.
-¡Aguarde!- Shun grito con decisión y seriedad, cosa que hizo parar al caballero y captar la atención de todos -él fue nuestro colega, nuestro amigo, nuestra familia... y el mismo nos ha traicionado... nos ha arrebatado a tres de los nuestros... déjenos tomar justicia no como compañeros, sino como héroes- el rey miro orgullosamente al chico que le plantaba cara y asintió con la cabeza -chicos... sé que fue nuestro amigo y algunos les costara decidir... pero deberá ser una decisión de los que gusten... no los obligare... así que voten... ¿serán parte de esto... o no?- el chico miro con una profunda mueca seria a todos los chicos.
-¿Qué pasara con Loyd?- Alexander rompió rápidamente la tensión con una excelente pregunta.
-Yo hablare con él y le explicare... si le decimos ahora, quizá vaya a matar a Riku inmediatamente y todo el factor sorpresa se arruine... podría escapar si algo falla... debe ser después de su práctica de hoy, mientras más débil mejor... ahora, decidan... ¿van a hacerlo o no?-
El silencio reino por la habitación hasta unos minutos después... todos eligieron que su amigo, ahora traidor. Debía morir en sus manos.
+De vuelta al presente+
-¡Los asesinaste, malnacido!- con una súbita furia Joseph con una patada tumbo la cara de Riku en el suelo.
Al parecer Shun le había contado todo acerca de las pruebas y su dualidad, incluso lo de la corrupción de su magia a las esferas.
-¡V~va~vayan a las c~ca~catacumbas!, ¡y~yo también fui atacado!- el pelinegro se defendió con dolor en sus palabras.
-¡Cosechas lo que siembras, basura!- el pelirrojo creó un martillo de hielo y lo encajo en espalda del chico a gran velocidad y fuerza mientras trataba de levantarse.
-¡Aaaaarghhhhh!... y~yo... no... lo... hice- se comenzaba a levantar con mucho pesar, el impacto del martillo lo había dejado sin aire, su mente se mareaba mientras sus piernas se tambaleaban de lado a lado por sostener su propio peso, estaba en el límite.
-No más mentiras, Riku- Shun lo contempló con esa mirada de desprecio mientras en su mano derecha acumulaba viento que poco a poco se tornó verde, era su viento esmeralda -Emerald dance- dijo son sequedad para que unas cuchillas y flechas largas verdes con forma de ave empezaran a rodear a gran velocidad al chico, sus gritos eran equiparables al como rápidamente la piel del chico era cortada; el chico no podía defenderse, gritaba a todo pulmón mientras su piel era tajada -suficiente- cerro la palma de su mano y su viento esmeralda se condenso en un pequeño tornado de color verde.
El ojiverde miro por encima del pelinegro, lo asqueaba, lo detestaba, lo despreciaba, él lo había defraudado. Con estas emociones alentando su corazón hizo un tajo con su brazo con el tornado y este rápidamente se convirtió en una daga veloz que en un abrir y cerrar de ojos cercenó una de las manos del chico.
-¡Ahhhhhhhhhhhh!- el chico grito despavoridamente, el dolor indescriptible incrementaba considerablemente mientras que sentía como un gran número de dagas se clavaban en su cabeza dándole una terrible jaqueca, la desesperación se apoderaba de el cada vez que miraba abajo de sí mismo y miraba el mar de sangre que se estaba saliendo de su cuerpo.
La mayoría de sus compañeros no mostraban emoción alguna, miraban completamente ajenos al dolor que irradiaba y transmitía el pelinegro con gritos, estaban conscientes de lo que hacían, ya no había marcha atrás, debían acabarlo; ya no era su compañero. Aldheleid miro con horror mientras las lágrimas comenzaban a salir con más frecuencia que antes, mientras con una mano en su boca ahogaba múltiples sollozos.
Al pelinegro el olor a hierro le embriagaba, el frio comenzaba a invadir su cuerpo, las lágrimas salían sin parar de su rostro, la desesperación y el horror invadían su cabeza, el dolor no le dejaba pensar con claridad. Los recuerdos de esas prácticas con los lobos llegaron a su mente, recordó el dolor, recordó la desesperación, recordó la impotencia... y ahora todo era verdad. Deseo que todo fuera otra ilusión, pero no lo era, era su sangre, eran sus lágrimas, era el mismo siendo traicionado por su familia. Se lamentó, se lamentaba de no haber cumplido la promesa a Yuzu, se lamentaba... de haber vivido todo este tiempo siendo el mismo con de no quedarse solo, con tal de no tener ese sentimiento de abandono profundo que su corazón lentamente le inducia.
-Adiós... Riku- Shun levantó su mano, lo acabaría todo, él era quien había pasado más tiempo con el... él debía matarlo, era su responsabilidad como ex-mejor amigo y como héroe de dicho mundo.
Riku cerro los ojos fuertemente deseando que ese golpe nunca llegue, deseando que todo esto se resolviera, deseando que alguien lo salve de todo esto; su desesperación lo estaba destrozando internamente.
"Esto aún no se termina"
Un pensamiento recorrió su cabeza como si lo hubiese escuchado en el aire, fue ahí que enfrente de su cuerpo moribundo un proyectil de fuego hizo aparición y se mantuvo durante unos segundos. Y para cuando el fuego cesó, Loyd se hallaba enfrente de Riku plantándole cara al ojiverde. Riku había escuchado que una furia tremenda puede estar oculta detrás de un rostro decidido, ese era el caso de Loyd miraba seriamente con el ceño levemente fruncido a Shun, sin duda alguna.... estaba furioso de verdad.
-Creí haberte dicho que sino ayudabas te quitaras del camino- la voz de Shun fue de ultratumba, su irritación era demasiado notoria.
-Y yo te dije que esto es algo imperdonable...- no altero su rostro mientras que con gran velocidad se hinco y postro una mano en el suelo y con la otra sacaba su tabla roja que irradiaba un color carmesí sin igual. Fue así que el suelo comenzaba a romperse y de él salían grandes columnas de fuego, el fuego no era nada naranja, era de un rojo tan intenso que los chicos se apartaron con gran velocidad mientras sentían como de las grietas en el suelo empezaban a abrirse más, hasta formar una columna entera de fuego rojo que cubrió por completo al rubio y al pelinegro, dicha columna fácilmente había llegado poco más del segundo piso, pero de una manera súbita este se apagó y dejo ver a los chicos -¿a esto llaman ser héroes?, ¿a esto llaman ser familia?... todos ustedes me dan asco, ¡nunca le dieron una oportunidad!- Loyd se hallaba cargando por el hombro al pelinegro con la misma mirada severa con la que apareció.
Todos en la cámara se habían quedado callados, las palabras de Loyd hicieron dudar a todos en la habitación, era un silencio pesado, pues cualquier sonido, cualquier irrupción podría reanudar el conflicto. Sin embargo, unos aplausos resonaron por toda la habitación, en ellos no había sarcasmo, no expresaban ironía, expresaban felicitación.
Fue ahí que el rey se dejó ver como el causante de dicho aplauso, iba vestido con su habitual abrigo, posado sobre el final de las escaleras. El mirar del rey irradiaba una gran felicidad, su sonrisa era amable, sus ojos iban cerrados por detrás de aquellas gafas rojas, una calidez abrumadora invadía los corazones de los chicos que atacaron al pelinegro, en contraste Loyd y el miraban completamente impactados la aparición de aquella persona, las cosas acababan de complicarse aún más. Sus aplausos no cesaron mientras que abría los ojos y los dirigía a los jóvenes al centro de la sala.
-Mis felicitaciones, joven Loyd, usted y el joven Riku, han despertado el poder de sus runas elementales, enhorabuena, mis queridos chicos...- su tono era digno de un padre felicitando a su hijo, una felicidad abrumadora -pero lo que más me tiene sorprendido, es el hecho que aun con contarte todo lo que tu compañero hizo. Estas dispuesto a protegerlo a toda costa, a costa de tu familia... en lo personal, ¡me has sorprendido!- el rey alzó los brazos como si estuviera celebrando, hasta que los bajo y miro con esa misma sonrisa a los chicos -ahora mi pregunta deberá ser, ¿por qué?- su feliz semblante fue cambiado por una arrogante sonrisa.
-Eso es sencillo...- soltó el hombro de su amigo pues había notado que aún tenía fuerzas para quedarse de pie, de una manera inmediata apunto con su dedo a Persival mientras su mirada empezaba a cambiar por una más de desprecio -es irónico que nos llamemos "héroes" cuando ustedes solo lo acusaron, lo cazaron, lo torturaron, y todavía tienen planes para matarlo... ¡¿dónde está la justicia de un héroe ahí?!-
-Es un asesino, él debe...- Shun se limpiaba el polvo mientras que con una gran irritación se dirigió al rubio, sin embargo, este lo interrumpió.
-Si matas a un asesino, la misma cantidad habrá en el mundo... lo que hacen no es justicia... para mí la justicia tiene algo más que ver con recibir una orden o realizar una acción que se convierte en "justa" solo porque lo diga un estúpido título... ese es el error de un héroe. Un héroe debe salvar vidas, un héroe debe proteger vidas, no tomarlas sin importar lo que pase... por eso todos acá son mera basura... se dejaron engañar por la más grande ilusión que podría tener un héroe... y esa es... ¡la falacia del héroe!- su tono fue serio y sin perder los estribos, su severidad irradiaba un gran enojo que no podría ser mermado; sus llamas encendieron sus manos con ese color rojo que los hacía sentir en el infierno.
-Jo, jo, entonces si tu hablas así de los héroes... dime, ¿por qué eres un héroe? - el rey no se alteró por el gran discurso del joven a comparación de los demás, su tono fue más divertido que nunca, casi como si contuviera las ganas de reír.
-Para ser el más fuerte, para colocarme por encima de todos... para protegerlos... cuando llegamos a este mundo nos quedamos sin nada, fue ahí donde jure que no dejaría que nada les pasara a mis compañeros, protegeré a esta familia si tengo la oportunidad... además tú lo dijiste... soy el mayor, y debo protegerlos por tener ese gran honor- todos los chicos comenzaban a sentir remordimiento en sus corazones, mientras que el pelinegro lo miraba con sus ojos como platos, ¿enserio ese era Loyd?.
-Ja, me estás diciendo, que ¿protegerás al asesino de tu familia?, eso no te contradice un poco- el ojiverde miro con algo de burla a Loyd buscando alterarle los nervios.
-Lo único que veo acá es un chico estúpido que nunca pudo ser honesto por su propio bien... y por el bien de un castaño escuálido que tiempo atrás encontró su destino apoyado en su hombro- miro al pelinegro con una sonrisa confiada, ¿él sabía sobre la promesa?
-¿C~comó lo...-intento cuestionar el pelinegro.
-No fuiste el único que buscó al escuálido esa tarde- dijo tras tomar el brazo que carecía de mano, posó una de sus manos en la herida y la calentó tanto que cauterizo la herida evitando que la sangre siguiera cayendo, cosa que hizo ahogar un tremendo grito al pelinegro -¿podrás pelear con eso?- el pelinegro asintió con mucha decisión mientras Loyd se tronaba los nudillos y miraba con mucha confianza al rey encima de las escaleras -sino entienden palabras... les mostraremos tu inocencia después de masacrarlos... ¡vamos, Riku!- sus palmas se encendieron con ese brillo carmesí.
Los chicos habían tomado posiciones de combate, y con esto, Riku utilizó su hechizo insignia en el suelo y provoco que este se quebrajara y levantara un gran número de hollín creado por la magia de Loyd. Tras esto, los chicos fuera del polvo tomaron posiciones y se preparaban para atacar a la primera señal de los chicos que los habían desafiado, pero de una manera inmediata múltiples destellos azules salieron despedidos de la humareda y dieron de lleno en cada uno de los chicos que ya hacían ahí. Estos proyectiles más que causar daño, provocaron que todos los chicos se paralizaran lo suficiente para que múltiples esferas de fuego rojo salieran disparadas hacía ellos, aunque estas no explotaron, se habían quedado estáticas a unos centímetros de estos.
-Esto es algo nuevo... un ataque muy pausado... pero sin duda, los mandara a volar, !Magma boomer!- la voz presumida de Loyd irradiaba una gran confianza y desprecio a sus compañeros.
Tras finalizar su grito, las esferas de luz roja que dejo enfrente de cada uno de sus compañeros explotaron en un solo estruendo que rompió las ventanas de los vidrios de la sala de la entrada de la planta baja. Ninguno pudo defenderse, todo había sido perfectamente coordinado, los demás chicos se desmayaron por el impacto.
-Es más fácil cuando ya sé que piensas- el pelinegro hablo con una voz pesada mientras se limpiaba el polvo de su ropa -solo nos queda el... necesitaremos más que un ataque combinado- la seriedad en su voz fue notoria tras contemplar como Shun seguía algo ileso mientras múltiples partículas verdes salían de su cuerpo.
-Se acabo la diversión, chicos- Persival hablo como si hubiese disfrutado del combate, mientras que con un solo chasquido hizo desaparecer a todos los chicos desmallados y Shun -aunque fue entretenido verlos luchar... me temo que ya me sé el final de este conflicto- su alegría ponía nerviosos a los jóvenes -así que aceleremos las cosas...- dio un pequeño paso al frente y un gran cumulo de humo se levantó, acompañado de un destello amarillo que cegó momentáneamente a Loyd y Riku.
Pero fue en menos de un parpadeo que el humo se dispersó de golpe, y se hizo visible una imagen que perturbo al rubio tanto que, entre lágrimas y quejidos, no supo hallar las palabras para sacar ese sentimiento horrible que presionaba contra su osado ser.
El rey se hallaba poco más de un metro del pelinegro, este sostenía una masiva espada de luz que estaba encajada por completo en el pecho del pelinegro.
-...Riku- la voz de Persival fue juguetona, muy contradictoria a la situación en la que estaba. La sangre del chico comenzaba a desbordarse por su boca de manera involuntaria, su rostro estaba en blanco, sin una pisca de otros sentimientos además de la sorpresa. Persival lo miraba con esa sonrisa tranquila mientras que la espada de desintegro en un parpadeo, dejando el cuerpo del pelinegro caer completamente de frente y a sus pies, no tardo mucho para que la sangre comenzase a brotar, manchando así completamente toda la ropa del chico y hasta las botas del rey. El chico lentamente dejaba de sentir su propio cuerpo, un frio indescriptible empezaba a recorrer su pecho entero, su rostro estaba totalmente impactado sin saber que es lo que había ocurrido, comandaba su cuerpo, pero este ya no le respondía, estaba totalmente petrificado contemplando como su existencia se apagaba lentamente.
-¡¡¡PERSIVAL!!!- Loyd se lanzó entre lágrimas contra el rey con una gran velocidad, pero este solo se limitó a apuntarle con su dedo índice y una flecha de luz atravesó la cabeza del rubio sin derramar una gota de sangre y este solo se desplomo de espaldas.
Persival suspiró mientras miraba a Loyd en el suelo -rayos... el si era prometedor- hablo con un reproche infantil -bueno... da igual... supongo que todo marchara bien a partir de ahora...- el rey sonaba muy divertido al mismo tiempo que con su pie giraba de posición al chico para ver directamente su rostro agonizante y sin habla -te agradezco por todo lo que has hecho... me hiciste tenerte tanto cariño como un hijo, eso lo agradezco mucho, sin embargo...- alzó la mano derecha mientras materializaba una espada de luz en esta, tras haber formado la espada, la acerco al rostro del pelinegro. Todo era borroso para el chico, pero él pudo contemplar el ultimo rostro que vería, el rostro de un castaño con una voz alegre que le miraba con una tremenda felicidad, el rostro de un verdadero monstruo -ibas a ser un gran estorbo en mis planes futuros... tus amigos estarán bien, te doy mi palabra... au revoir, Riku- el pelinegro vio descender la espada en dirección a su rostro, fue ahí donde comprendió una última cosa: "Los héroes... son una vil farsa". Tras ese pensamiento fugaz la espada atravesó el rostro del chico, asesinándolo al instante. La vida de Riku Kurosawa, había llegado a su fin.
+En un lugar desconocido invadido por la oscuridad+
Un chico se hundía en un mar negro, mientras su conciencia solo se relajaba con los segundos. No respiraba, pero no moría. Veía, aunque solo fuese negro y una tenue luz en la superficie de ese mar. Trataba de moverse, pero estaba cansado. Cerraba los ojos, sin querer hacerlo.
"Tu cuerpo ya no me será útil"
Una voz profunda y molesta resonó en su cabeza.
"Duerme"
"Muere"
El chico obedeció, cerro los ojos y se dejo llevar por ese abismo, finalmente podría descansar...
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