34

Feliz fin de semana, gente :D



BIENVENIDA, AUDREY


El domingo por la tarde fui al cine con los ánimos por el cielo. Estaba ansiosa, sabía que me llevaría una advertencia de la gerente del lugar después a haber «robado» —palabras de ella, no míos— el uniforme y dejado una fila de compradores esperando. Sin embargo, sus instrucciones fueron claras: la última oportunidad, hacerlo bien o adiós para siempre. Quise ironizar sobre que, de no quedar, me prohibirían entrar al cine pero supuse que no era el momento. Solo me dediqué a asentir y sonreír.

Al contrario de la vez pasada, me encargaron limpiar las salas después de cada función. Una trabajo bastante arduo cuando solo me acompañaba Camille. Las salas eran enormes, oscuras y en algunos sitios el piso estaba pegajoso. Ni hablar de todo lo que encontré; por muy anglosajón que fuera la zona del cine, los modales de las personas no cambiaban.

—Odio cuando tiran la bebida —se quejaba Camille desde el otro lado de la sala—, el piso queda pegajoso y es un suplicio pasar el trapero.

—¿Qué es lo más asqueroso que te has encontrado? —curioseé, solo para hacer del silencio proyectado en la enorme sala un espacio más cercano. (Y también para prepararme mentalmente.)

—Un condón usado.

Imaginarlo me provocó una mueca de asco.

—¿En serio?

—No daré mayores detalles..., pero sí, fue asqueroso y traumático. Desde ese momento que decidí usar guantes.

Miré mis manos desnudas.

—Si quedo, los usaré también.

—Es lo recomendable, hay personas que no tienen escrúpulo alguno y nosotros somos los que pagan las consecuencias de sus imprudencias. Pero bueno... —suspiró con agotamiento—, todo sea para pagar la bendita universidad.

Agradecí para mis adentros tener una beca en LeGroix, aunque eso no me eximía de tener que trabajar para ganar mi propio dinero para otros gastos.

—¿Qué estudias?

—Voy en cuarto año de Derecho.

Derecho y sus derivados no iban conmigo, yo no tenía la cabeza para estar frente a un juzgado defendiendo a alguien o investigando la veracidad de las pruebas, mucho menos para aprenderme tantos artículos y leyes, con suerte me había aprendido las reglas de los dormitorios, por eso admiraba a quien tenía las agallas de estudiar una carrera tan abrumante.

Media hora tardamos en limpiar toda una sala, un tiempo que tomé como récord, estaba convencida de que pasaríamos metidas ahí más tiempo. Lo siguiente que tuvimos que hacer fue limpiar el hall principal, donde las personas esperaban los estrenos y podían pasarse por diferentes tiendas para comprar bebestibles o comidas. La alfombra azul con estrellas doradas había perdido todo su encanto con tantas pisadas, pero seguía siendo un lugar absorbente y de mejor aspecto que los cines del centro.

De vez en cuando, la jefa salía de su oficina para observar lo que hacía, toda su atención la depositaba en mí, deliberando en su cabeza la decisión final. No se veía como alguien muy convencida, lo que me hizo cuestionar por qué me había dado una nueva oportunidad.

Mi siguiente trabajo fue limpiar los baños. Me pidieron que fuera primero a la bodega en busca de los útiles de aseo. A diferencia de la buena apariencia del cine, la parte de la bodega se presentaba en una paleta de colores grises y luces que no iluminaban lo suficiente, tuberías y la ventilación a un costado del techo que emitían sonidos extraños y el ambiente frío.

Quedarse a solas en allí sería un desafío para valientes.

La puerta estaba cerrada, lo que no solo retrasaría mi turno, también me bajaría puntos.

Miré hacia ambos lados del pasillo sin saber qué hacer hasta que logré divisar a una persona vestida con el uniforme del cine.

—¿Disculpa? —le llamé. Al voltearse me percaté de que ese rostro ya me era familiar: Raziel Elm. Su apellido era fácil memorizarlo, haber visto Pesadilla en la calle Elm ayudó con ello. El nombre lo recordé luego—. ¿Sabes dónde puedo encontrar la llave del cuarto de limpieza?

Raziel me había oído, no tenía dudas. Sus enormes ojos azules, sin embargo, chispearon en un atractivo dirigido a una interrogante diferente.

—Ya estás aquí —me dijo sin demostrar una pizca de sorpresa como lo habían hecho sus compañeros al verme.

—Sí, me han dado una segunda oportunidad.

Sonrió. Ya entendía por qué en mi primera práctica muchas personas quedaban prendidas de Raziel; su rostro se transformaba completamente cuando lo hacía.

—Lo sé. Bienvenida de vuelta.

Me tendió su mano para estrecharla a modo de saludo. Llevaba las mangas recogidas en la mitad del antebrazo, lo que exponía parte de su tatuaje. Le correspondí el saludo antes de verme embobada en la complejidad de este o en cómo sería de divertido contornear con pintura sus venas sobresalientes. Noté que su mano era mucho más grande que la mía, más áspera que la textura de un bodegón y más cálida que una taza de chocolate caliente en invierno.

—Gracias.

—Por cierto... —me soltó para llevar sus manos a un costado de su cinturón—, la llave la tengo yo. —Sacó manojo de llaves de diferentes colores y tamaños. Los agitó para enseñármelos, provocando que el ruido chocara en todas las paredes del pasillo.

Una vez abierta la puerta, buscó en el cuarto un pequeño carro con una trapeadora y me las entregó dándome indicaciones. Raziel actuaba servicial igual que la primera vez, y eso me agradaba.

Agradecí su gesto por poco yendo a los baños en una maratón. Su «eh» fue lo que me detuvo a medio camino.

—Que no se te olvide esto. —Me pasó una señalética amarilla para el piso húmedo—. No queremos causar ningún accidente, ¿verdad? —Pretendía marcharme el momento que volvió a detenerme—. Ah, escucha, como estrategia, puedes secar el piso más rápido si lo agitas.

Imité su gesto para seguirle el ritmo.

—Gracias —le dije, con los nervios de vuelta—. Espero tener el trabajo.

—Te lo dará, eso tenlo por seguro.

Él sonaba demasiado convencido. De hecho, muchísimo más que yo.

—¿Cómo lo sabes? —interrogué con el ceño arrugado.

Se inclinó hacia mí y anchó su peculiar sonrisa.

—Porque soy adivino —dijo en una tonada divertida—. Ahora ve a limpiar esos baños.

Asentí sin darle demasiada importancia a su respuesta, que me echara ánimos y apurara era suficiente para tener en la cabeza otras interrogantes.

Limpiar los baños resultó en un desastre, por supuesto. No porque hiciera mal mi trabajo, sino porque lo consideré una pérdida de tiempo teniendo en cuenta que en cada momento entraba alguien a ensuciarlo. Eso me agotó de todas las formas posibles.

Al terminar, me encontré a la jefa en la entrada. Había estado observando en silencio todas las veces que pasaba el trapero y secaba con la señalética tal cual había indicado Raziel.

—Ven a mi oficina —ordenó apenas me volteé.

Dejé las cosas a un lado y la seguí. Me habló un par de cosas, advirtió que me dejaría firmar el contrato pero que me tendría en la mira, que era una afortunada. ¿Afortunada? Le pregunté a qué se refería con eso, pero se negó a responderme. Dentro de su oficina me ordenó leer bien las cláusulas del contrato y firmar. Nos repartimos las copias y luego me indicó que anotara los turnos que deseaba tomar en la semana en los vestidores.

Ya eran pasadas las once de la noche, mi turno había terminado.

Me dirigí a los vestidores y en una enorme pizarra con una tabla de horarios coloqué mis turnos. En tres de ellos coincidía con Camille, lo que me sentó de maravilla. Busqué el casillero donde había guardado mis cosas personales y lo abrí, entonces, al igual que pasaba en la academia, una nota cayó al piso.

Creí estar alucinando a causa del cansancio o que estaba demasiado paranoica como para imaginar que la persona anónima de los mensajes se encontraba cerca.

Pero no.

La nota estaba en el piso. Ahí, tirada, con sus letras apuntando directamente a mí.

Bienvenida, Audrey.

No podía ser posible...

La tomé con cuidado para verla con detalle. La caligrafía era la misma de las notas anteriores, había pasado tanto tiempo observándolas que podía reconocerla con facilidad. Incluso conocía el trazo, reconocía la tinta y el papel.

Me cambié rápido y tomé todas mis cosas. No estaba dispuesta a quedarme más tiempo sin saber quién era su remitente. Si para saberlo tenía que preguntarle a cada uno de los trabajadores, lo haría.

Salí al pasillo con la nota entre mis manos, todavía incrédula por el descaro de meterla en mi casillero incluso en el trabajo, sin percatarme que alguien más caminaba en el sentido contrario. Choqué con su pecho arrugando parte de la hoja y, cuando me digné a levantar poco a poco mi cabeza, me encontré con la credencial que declaraba su nombre, un detalle que antes no había captado.

Raziel Elm.

Dos palabras cortas que bastaron para serme habituales.

La misma letra de las notas.

La misma letra de la nota arrugada que sostenía en mis manos.

Quedé perpleja mirando la credencial, quería estar segura de que no era una simple coincidencia.

No lo parecía.

Y si algo había aprendido durante este tiempo, era que las casualidades no existían.

Entonces Raziel habló:

—¿Qué pasa?—Se oyó divertido— ¿Te gusta mi nombre o te gusta mi letra?

El tono sarcástico resultó una sutil insinuación, mas fue su sonrisa, ancha y torcida, lo que me esclareció todas mis dudas.

Raziel Elm era la persona que me había invitado a acabar con Dhaxton y Seth.



_______________________

Jelooooooooooussss!!!!!!1!

Bueno, ya sabemos quién le envía las notas a Drey, pero todavía no sabemos cómo o por qué :0 Este extracto era del capítulo anterior. Al final no lo puse porque se me hizo raro ponerlo. Además que el capítulo sería demasiado largo para mi propio bienestar, así que aquí lo tienen.

Todavía no me convence mucho este capítulo, capaz cuando edite la historia le haga sus cambios xD Y debo admitir que sobre Raziel no había pistas jeje 

¿Estás listas para saber más del personaje? :)

Una chama en el capítulo anterior del anterior (?) dijo que yo no ponía personajes de relleno y, querida mía, si estás leyendo esto, tienes toda la bendita razón. Dato curioso: si ven que un escritor describe o se enfoca mucho en un personaje que sale de la nada y parece un extra, es porque algo hará en la trama. Por eso yo traté de no mostrar mucho de Raziel.

Nos leemos el miércoles <3

PD: El miércoles no fue mi cumple jajaja siempre caen en eso >:)

PD2: Igual les agradezco los saludos y los tendré presentes para cuando sea mi cumple real :3 besis

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top