27
UNA LLAMADA DE ALIENTO Y LA NOTICIA QUE LO ARREBATÓ
Una voz me llamó. Se oía distante, como si me hablara desde lo profundo de un pozo oscuro y profundo. Quería hablar, responder algo a sus palabras ilegibles, pero no podía hacer más que balbucear oraciones sin sentido. No sentía el cuerpo, era solo una masa de carne y huesos tirada en el frío piso y con el agua cayéndome encima.
En un segundo que se me hizo eterno, fui cubierta por lo que supuse era una toalla, entonces la voz que antes no entendía, me dijo algo y luego sentí dos enormes manos en mi espalda tratando de levantarme. Empecé a llorar, pues el dolor del que había estado ajena se volvió real. Levantarme fue un error, me vi en medio de una marea violenta que me hizo perder el equilibrio.
—Te tengo... —murmuró la voz. La comprendía, pero continuaba siendo difícil de apreciar lo demás.
Mi cuerpo, que se enfriaba, guardó algo de calor bajo lo que supuse era mi bata.
Mientras la voz me hablaba, sentí que una brazo rodeaba mi espalda y otro recorría la parte trasera de mis muslos para así levantarme del suelo.
Más mareos.
Llevé temblorosa mano hacia mi cabeza, justo hacia ese sitio donde más me dolía.
Pasos.
Con una delicadeza admirable, fui puesta sobre la cama. Una figura borrosa se presentó ante mi vista.
—Necesito que estés despierta —pidió.
No recuerdo que dije.
—Tienes qué —murmuró.
Lo último que recuerdo es su mano acariciando mi mejilla.
Todo se convirtió en oscuridad otra vez.
La caída en la ducha me costó una inflamación en el lado izquierdo de mi mollera y un dolor terrible de cabeza. Por suerte, nada más grave. En mi segundo despertar, ya más repuesta, sentí que estaba sumergida bajo el agua y de primeras todo a mi alrededor dio vueltas. Mi estómago, el cual ya estaba bastante descompuesto por la imagen de Agnes cortándose las muñecas, se revolvió como si dentro creara una asqueante sopa.
Me encontraba recostada en mi cama, cubierta por el edredón y con el blanco de la habitación tan brillante que, por un segundo, creí estar en el cielo. Luego apareció Sol. Vi su rostro borroso hasta que mi vista volvió a la normalidad.
—¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?
—Me duele la cabeza —respondí con voz áspera y cortante. Me moví para sentarme, pero fue la peor decisión; mi hombro también dolía y solté un quejido que puso en alerta a mi amiga.
—No te muevas, mantente así —dijo con rapidez, acomodándome el cabello que todavía tenía mojado—. Santo Dios, Drey, te caíste de la ducha... cuando Dhaxton me lo dijo yo pensé lo peor.
De todas sus palabras solo permaneció «Dhaxton».
—¿Él me encontró?
El hilo de voz con el que emití la pregunta dejaba claro lo terrible que me parecía el solo pensamiento de que Dhaxton me haya visto desnuda. Lo peor es que Sol, por mucho que intentara mentir sobre esa realidad, no podía esconder su expresión.
—Sí —soltó—. Ay, Dios, Drey, él te trajo hasta aquí e incluso te puso esa bata que traes puesta.
Con dificultad miré mi pecho y vi la «V» que formaba la unión de la bata, el collar de la abuela y la curva descubierta entre mis pechos. Deseé taparme con el edredón entera y desaparecer para siempre. Sol me retuvo.
—Oye, cálmate, no creo que seas la primera chica que ve desnuda o algo así.
Eso no me consolaba demasiado.
—Además, no creo que Dhaxton sea un depravado que se propasó contigo estando, ya sabes, inconsciente —añadió como remate. ¡Pensar en eso me hacía sentir mucho peor!— Debes pensar bien y vislumbrarlo como un hombre amable que te salvó la vida.
—Solange, guarda silencio, por favor.
—Okey, sí, lo haré. Lo siento. —Rezongó y formó un puchero que arrugó su barbilla—. Solo trato de animarte.
Tomé su mano y le sonreí.
—¿Qué haces aquí? ¿Ya te sientes mejor?
—Vivian me dio de tomar una cosa rara que alivió mi resaca. Entonces recordé que me hablaste en la mañana diciendo que ibas al departamento y me preocupé. Te llamé cinco veces. ¡Cinco! —Me enseñó sus dedos, como si necesitara una gráfica para poder contar—. Espera... ¿cuántos dedos ves?
—Uno, dos, tres... veinte —respondí, provocando que casi se le salieran los ojos de sus cuencas—. ¡Madre mía!
Mi sarcasmo le sacó un gruñido. Ya la veía tratando de asfixiarme con una almohada en venganza.
—En fin, al grano —continuó—. Me asusté y vine a verte, Dhaxton me abrió, estaba con la camisa mojada. Pensé que se le marcaría los abdominales, pero... —se inclinó hacia mí— no tiene.
Blanqueé los ojos.
—No me digas.
—Cancelado total —se quejó, llena de desaprobación.
—Ridícula.
Sol llevó una mano a su pecho llena de un drama muy particular. A continuación, como si su apreciación nunca hubiese sido dicha, siguió hablando.
—Me abrió y me dijo que, cuando se percató de que no respondías el celular, se preocupó. Entró, se dio cuenta de que te estabas duchando y cuando pasó el rato y no pasaba nada, forzó la puerta.
—Y me encontró ahí.
Ya me veía ahí, tirada, desnuda, con todos mis atributos a la vista. Odié a mi imaginación.
—Ajá. Eso dijo. Se veía muy serio. No dijo más ni hizo descripciones abundantes.
—¿Cómo hacerlas? Dios...
No sé qué me dolía más, si el golpe que tenía en la cabeza o que un hombre me haya visto por primera vez desnuda.
—¿Qué hora es?
—Son las 10:34 de la noche.
—¿¡Noche?! —Casi salgo de la cama disparada.
—Es broma —rio con culpa—. De la mañana.
Las clases en la academia ya debían haber empezado.
—Estás faltando a clases.
—Da igual. Tengo mi primera media resaca y tú estás malita. —Uso parecía ser suficientes motivos para faltar, pero Sol era más entusiasta de lo que demostraba—. Además, esto me da más tiempo en este departamento. ¿Prometes regalármelo cuando lo heredes?
—Lo prometo por el meñique.
Cruzamos nuestros dedos para sellar la promesa y luego nos sentamos a hablar sobre lo cómoda que parecía la cama. Tener a Sol junto a mí en esa situación me trajo algo de consuelo y valía mucho para mí. Me ayudó a cambiarme de ropa y también secó con cuidado mi cabello. Después disfrutamos del tiempo a solas en el departamento.
Planeábamos el almuerzo cuando un correo electrónico me llegó.
Casi salgo disparada por la ventana.
—Oh, Dios, me han pedido hacer una entrevista de trabajo —le informé a Sol, cuando ella ya estaba con sus garras encima de mi celular para chismear qué me había alterado tanto—. Necesito arreglarme ¡pero ya!
—¿Quéééé? —Me detuvo antes de que pudiera dar dos pasos hacia mi habitación— ¿El golpe te dañó la cabezota más de lo que aparenta? Ve otro día.
—No puedo, tengo clases. El sábado voy a coro y el domingo a la iglesia.
—Puedes faltar un día a eso.
Esa era una posibilidad. En realidad, viéndolo desde una perspectiva clara, resultaba lo mejor, pues tendría todo el tiempo del mundo. Lo que me impedía hacerlo era que el departamento ya no me acomodaba y necesitaba una buena distracción.
—Ahora tengo todo el tiempo del mundo.
—Pero... pero... puede ser peligroso —insistió, sin soltarme. Sol lucía dispuesta a pegar mi trasero en el sofá de ser posible—. ¿Y si te desmayas? O... no sé, te golpeas en la cabeza de nuevo o algo así. —La miré con los párpados caídos—. ¡Puede pasar! —se defendió.
—No me siento mal, solo debo tener cuidado y ya, no es como si me fuera a desmayar otra vez. Además, el dolor de cabeza casi ni lo siento.
Persistía, sí, pero no lo describiría con la palabra «insoportable».
—Eres terca —acusó, empezando a exasperarse—. Voy a acompañarte.
Sonreí.
—Esperaba que dijeras eso.
No me soltó hasta que llegamos al cuarto. Quería asegurarse de que no diera un paso que pudiese perjudicarme. El trato de enfermera sobreprotectora me estaba poniendo los pelos en punta.
Así, con ella a mi lado, colgada de mi brazo, llegué a la que sería mi primera entrevista de trabajo.
Tuve que esperar unos cuarenta minutos para entrar a la entrevista, ya que no era la única que esperaba por ser entrevistada. Estar sentada sola en una silla solo colaboró en el sucio juego de mi nerviosismo y la paranoia de mi cabeza que decía: «no voy a quedar». En silencio me confronté a mi misma, cuestioné si de verdad necesitaba el trabajo y, finalmente, para apartar todo pensamiento impuro, levanté una silenciosa oración. Recordar que no estaba sola me ayudó para traer la calma y confianza que había se había escondido de mí. El instante en que mi nombre fue pronunciado solicitando que entrara a la oficina mi corazón dio un enorme vuelco, mas logré permanecer firme.
Fue más fácil de lo que creí. La mujer tras el escritorio, una chica de aspecto joven pero serio, resultó ser bastante amigable, muy lejos de lo que mis enredados pensamientos suponían. Hablamos y me hizo un par de preguntas, contó que no le interesaba mucho la experiencia, que prefería a alguien de aprendizaje rápido y disposición. Orgullosa de mis méritos, le dije que tenía eso y más. Se lo pensó, explicó otra vez de qué trataba el trabajo y luego me dijo que aceptaría tenerme en el cine, pero que antes de firmar el domingo por la tarde debía ir a aprender. De hacerlo, firmaría el contrato.
Salí a encontrarme con Sol con una sonrisa.
—El domingo tengo que venir para que me enseñen y luego firmaré —le conté—. Si todo resulta bien, entraré a trabajar oficialmente la próxima semana.
—¡Geniaaaal! —Me abrazó y empezamos a caminar— ¿Cómo será?
—Ocho dólares la hora, cuatro horas al día y cinco días a la semana. Nada mal para ser mi primer trabajo.
Había ganado dinero ayudando a otros, pero era eso: ayuda. No me atrevía a llamarlo trabajo puesto que lo hacía por voluntad.
—¿Qué días trabajarás?
—El horario flexible, puedo tomar los turnos que desee. —Eso era lo que más me fascinaba—. Creo que tomaré los lunes, miércoles, jueves, sábado y domingo por la tarde.
Sol soltó un gruñido salido desde lo más profundo de su perezoso ser.
—Vas a estar llena de cosas. ¿No que vas a concursar en un premio?
Detuve el paso como si me hubiera topado de frente con una pared invisible.
¡El concurso!
Mi cabeza estaba llena de cosas que dejé de lado algo tan importante. El dolor constante en mi sien compensó mi descuido.
—Por un instante lo había olvidado—murmuré, con la voz casi perdida en mi boca—. Mientras no den la información oficial sobre lo que tratará el concepto de este año nada puedo hacer.
—¿Y la academia? ¿No tienes alguna prueba o algo así?
Parecía que Sol estaba convencida en que trabajar era una mala idea.
—Los ramos más complejos son los teóricos, que nos piden investigar y hacer trabajos. Los demás son pura práctica y las evaluaciones son las clases —respondí, poniéndole mala cara.
—No sé cómo haces para distribuir todo tu tiempo y no colapsar, ¿sabes? A mí me mandan un trabajo y entro en crisis.
—Eso es porque tú eres una exagerada —reprendí—. La técnica es darle un poco de tu tiempo a todo.
—Hablando de tiempo, podríamos ver una película sobre viajes en el tiempo. Tiene muy buena crítica.
Llegamos al hall del cine, donde la cartelera y la boletería estaba casi vacía por el mal tiempo que se había presentado en estos días. Me parecía un lugar genial, con el piso alfombrado, afiches sobre los estrenos iluminados como obras de arte en un museo y un olor a caramelo enloquecedor.
—¿Cuál?
—Es... esa —apuntó la cartelera de una joven en primer plano con un fondo apocalíptica detrás—. Anonimatrix, la mujer que viajó en el tiempo.
—¿Será de acción?
—El nombre sugiere que sí.
No quería saber sobre nada que tuviera ver con el amor romántico. Lamentablemente, la película trataba sobre una joven que podía viajar en el tiempo y trataba salvar al amor de si vida de todas las formas posibles. Sol y yo salimos del cine llorando, con un sentimiento de pérdida horrible. Tuvimos que meternos al baño para limpiar nuestras narices y actuar como si nada hubiese ocurrido.
Mis ganas de llorar no me abandonaron. Mi lado sensible se había aferrado a mí como una contagiosa idea que no se marchaba hasta que estuviera bien plasmada en mis bodegones. El corazón se me apretujaba de solo pensar en que, a veces, hacíamos demasiado por otros cuando ya todo estaba escrito para que ocurriera como debía. Tener que despedirme de Sol en las puertas del edificio se sintió horrible y por mucho que tratara de no calentarme la cabeza —o de lo contrario terminaría con una punzada peor de la que ya me acongojaba— estuve al borde del llanto.
Sola, como no deseaba estar, entré al departamento.
—¡Drey!
Mamá me recibió tan pronto me vio. Tenerla frente a mí y poder abrazarla se sintió bien. No me había percatado de lo mucho que la necesitaba.
Me dije: «no llores, no llores, no llores» tantas veces que logré el efecto contrario. No quería hacerlo, porque mamá se veía demasiado feliz tras su viaje. Pero yo era una bomba, sabía tantas cosas, que solo quería estallar. Pese a desearlo, preferí callar.
—Te eché de menos —hablé entre sollozos.
«Es muy pronto», pensé y quise hacerlo un mantra.
—Aw, mi pequeña —dijo mamá, secando mis lágrimas en un gesto fraternal—. Yo también. Tengo mucho que contarte... Hay buenas noticias.
La miré interrogante.
Levantó y vi que en su dedo anular llevaba un hermoso anillo.
—¡Devon me propuso matrimonio!
—Eso significa que...
«¿Dhaxton será algo así como mi tío político?», interrogué para mis adentros, estaba demasiado pasmada para hablar.
—¡Sí, me voy a casar! —malinterpretó.
Por la cabeza de mi madre no se cruzaba la idea de que Dhaxton y yo pudiésemos tener algo. Ella no sabía que nos habíamos besado, que marcó la piel de mi cuello, que me había provocado un montón de sensaciones nuevas y que, por primera vez, me había tocado pensando en él.
Un matrimonio lo complicaba todo.
—¿No es algo... pronto?
Cuestionarla tuvo como resultado el quiebre de su ancha sonrisa. Puedo recordar como poco a poco desapareció a una mueca nada más, la misma que ponía cuando papá se alteraba de repente y ella era la víctima de sus descargos de ira.
—Algo, sí —murmuró con dificultad. La distancia que era nula hacía unos segundos, se agrandó—. Puede ser una decisión apresurada, pero siento que es la correcta... —Su voz debilitó aún más y creí, por un segundo, que se pondría a llorar—. ¿Por qué no estás feliz?
—Lo estoy, ¡me emociona mucho! —dije, aunque mi voz era de una tonada pesimista—. Es solo que todavía no lo proceso.
Mamá formó una sonrisa falsa que trataba de esconder su tristeza en vano.
¿Por qué sentía que estaba a un paso más de ella?
Cuando entré al baño y vi el collar de la abuela a través del espejo, comprendí que se debía a que ella, mi madre, no era la abuela.
Y otra vez me sentí sola.
Un capítulo medio sad :(
Les quiero decir que haré todo lo posible para empezar a actualizar dos veces por semana, así que, tal vez, los capítulo no sean tan extensos.
¡Ya hay grupo de wsp! Una chama lo creó :D Antes de que se unan, quiero pedirles el favor de:
1. que no digan la palabra SPAM o se las verán conmigo y todo mi luv 7u7
2. que eviten pasar PDF. Yo estoy en contra de ellos. Si van a hacerlo, plis, por pv así evitan llenar la memoria de celulares. Y eviten que sean PDF sobre historias de wattpad o autores de aquí, es muy difícil publicar y sobre todo vender siendo escritor hispano.
3. suban stickers wenardos
4. no suban nopor (bueh, yo no tengo dramas con esto, la verdad, pero hay pipol que ps no le gusta)
5. sea cortes, ande con cuidado, respete para que lo respeten
El enlace estará vinculado para los que leen desde la gueb y pueden encontrarlo en la info de mi perfil, abajo de mis redes sociales.
El próximo capítulo se llamará TREGUA 7u7 Y aparecerá mi bebote bonito pechocho mío mío
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