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Holi :D Les vengo a pedir un favorsh. En vista de las notis de la historia no están llegando a todos (llevo dos semanas en que ni yo ni mi friend las recibe), les quería pedir que compartieran, así nadie se pierde de nada.
TRATADOS CON EL ENEMIGO - PARTE 2
Mi primera noche sola, sabiendo que mamá estaba a kilómetros de casa, fue más intranquila de lo que esperado. Afrontar la soledad en un barrio que limitaba con lo peligroso era un reto que me mantuvo en vela toda la noche. Ante cualquier ruido me tensaba al punto que una ráfaga fría recorría mi espalda. Necesité aferrarme a varios pasajes bíblicos para reconfortar el temor persistente en mi pecho.
El clima no ayudó mucho. El cielo condensado de nubes grises presagiaban fuertes lluvias, lo que me hizo temer por mamá y su vuelo. No por nada la lluvia ya causaba estragos en otras regiones.
Al día siguiente, el clima empeoró, por lo que tuve que usar uno de los buses de la academia para llegar pronto a la primera clase. El camino transcurrió tranquilo, pude pasar el rato dibujando. Llegar a la academia fue un desastre.
Mi libreta de dibujos era enorme, casi del tamaño de mi torso, lo que hacía difícil manipularla en espacios estrechos. Para dibujar entre los asientos del bus fue fácil, su largo me permitió ponerla en diagonal como en una mesa de dibujo; lo complicado fue cerrarla y ordenar mis cosas. Me levanté del asiento de las últimas, con el impaciente conductor apurándome. Bajo la presión de que lo retrasaría, mis movimientos un chiste. Apenas coloqué un pie en tierra resbalé y algunos de mis hojas sueltas cayeron al suelo. Nerviosa los recogí deprisa y caminé hacia la entrada de la academia con mi libreta bajo el brazo mientras revisaba mis dibujos. La falta de interés por mi entornó llevó a que chocara con la espalda de uno de los atletas de la academia, a quien pude reconocer de algunos afiches colgados en los murales del pasillo; el chico en cuestión poseía el porte de una muralla, perfecto para el deporte que lo hizo famoso: el rugby.
—¡Maldita sea! —rugió, volviéndose hacia mí. Vi que cargaba una bebida isotónica, y parte de ella se había derramado sobre su ropa—. Fíjate por dónde caminas.
—Lo lamento, fue casualidad.
—¿Casualidad? ¡Me has mojado toda la jodida ropa!
—No era mi intención.
—Si derramo bebida sobre tus putos dibujos será con toda mi intención, me has manchado toda la playera, zorra.
No exageraba, aunque eso no era justificativo para la amenaza.
Inspiré hondo y exhalé con rapidez. Me estaba molestando, ¿es que tendría que soportar todos los días lo mismo? Desde que había llegado a la academia tuve que soportar el acoso, las burlas, y me estaba hartando. Estaba cansada de ser la estúpida pasiva a la que todos tenían como saco de boxeo y querían pasar a llevar. No porque mi aspecto era tranquilo y mis creencias se apegaban al perdón, debía pasar de largo el mal rato que me hacían pasar.
—¿De verdad estás llorando por una manchita? —Una risotada socarrona nació desde mi interior más ácido—. Estás bastante grandecito para saber que la ropa se lava.
Sus ojos se inyectaron en sangre, su semblante proyectaba una furia iracunda. Agarró la botella con fuerza, al punto de que sus dedos se tornaron rosas y blancos. Vi su brazo hacer un movimiento, agitaría la botella para manchar mis dibujos. Lo detuve con un gesto rápido, desparramando más bebida sobre él. Algunos estudiantes que pasaban se rieron por su fallido intento, lo que enfureció todavía más.
Tiró la botella a un lado.
—Fredd, vamos. —Amphora, una de las chicas pertenecientes al grupo de Seth y Dhaxton, trató de calmarlo—. No vale la pena, ella tiene razón, es una mancha que puedes lavar.
El tal Fredd la ignoró por completo, se apartó de las manos de la chica en un gesto brusco. Con sus enormes manos agarró mis dibujos; forcejeamos, él quería arrebatármelos a toda costa, y su fuerza le daba una ventaja abismal. Por poco me rendía, los dedos ya no aguantaban, entonces pasó que un puñetazo limpió en la mejilla del deportista le dio vuelta la cara. El golpe fue certero y se oyó como el final de una sinfonía de Beethoven: maravilloso.
La fuerza se hizo nula, Fredd soltó mis dibujos y del forcejeo me desequilibré hacia atrás. Dos manos evitaron que mi trasero reventara contra el pavimento. Bastó sentir su perfume para darme cuenta de que se trataba de Dhaxton. Mi estómago se revolvió, una especie de energía recorrió todo mi cuerpo. Sus manos estaban en mi hombro, era un contacto insignificante, sin embargo, había sido capaz de alterarme en profundidad. Dio un paso al costado y miró a su amigo. Seth se encargaba en ese momento del grandulón.
—Si le pones un dedo encima a ella, o a cualquiera de sus pertenencias, incluso si es una mierda insignificante, te las verás conmigo —le habló de frente, sin quitarle los ojos de encima, incluso cuando Fredd era media cabeza más alto de él—. Yo no doy segundas advertencias ni perdono dos veces, ¿entendido? ¿¡Entendido!?
Freed asintió.
—¡Para ustedes va lo mismo! —se dirigió hacia los demás. Ni siquiera me había dado cuenta de que se había formado un círculo de curiosos a nuestro alrededor.
El ambiente era tenso.
Todo el mundo estaba tenso.
Fredd apretó los puños a los costados, parecía querer enfrentarse a Seth, y él lo notó, dispuesto a darle otro golpe de ser necesario. Finalmente, tras unos segundos, el grandulón se marchó pasando a llevar a todo aquel que se interpuso en su camino.
Amphora destacó del resto siendo la única que no retomé el camino a clases.
—Seth, lo siento tanto —dio un paso hacia él con una mueca de arrepentimiento—. Le dije que no se metiera. Shawn ha estado bastante tenso y... Perdónalo, ¿sí? Cuando se acercan los partidos se pone muy explosivo.
Lo estaba excusando.
No, mejor dicho, pedía clemencia para Fredd.
Amphora hablaba, sus labios se movían con rapidez, sus ojos vibraban, su mirada era de preocupación, su cara era del color de mis hojas.
Miré mis dibujos, las hojas arrugadas y rasgadas indicaban que no había salido invicta del todo.
—Qué lástima —murmuró Dhaxton.
¿Lástima? Apuesto a que él no la sentía lo más mínimo.
—No quiero escucharte más —dijo Seth, dándole la espalda a Amphora.
En cuanto sus ojos marrones me encontraron, entendí que no me había defendido por simple caridad. Claro que no, Seth me había defendido porque así se lo había propuesto en el baño.
Acomodé mis dibujos y entré a clases.
🌧
—Faltaste.
Tan pronto me senté en mi asiento, Dhaxton me recriminó por no asistir a la sesión de dibujo el martes. Con lo que había pasado el sábado y lo del domingo, contando además lo mal que me sentía por la página Happy Little Tea, mis deseos por soportar a Dhaxton eran nulos. Llegué a casa, abracé a Francis y me quedé un rato en la cama, tratando de pensar en nada.
La falta de consideración de Dhaxton recargó mi mal humor.
—No te vas a morir solo por no verme un día.
Me tomó del brazo para que volteara.
—Te recuerdo que tú y yo tenemos un trato.
Sentí la necesidad de esquivarlo, de apartar la mirada para evitar la confrontación. Sus ojos grises me intimidaban, eran demasiado profundos y cambiantes para permanecer tanto tiempo enlazados a ellos. El vacío en mi pecho se agrandó al recordar, una vez más, las palabras de Seth. Estamos jugando contigo, me repetí y los deseos de huir me invadieron de nuevo.
«No esta vez», pensé.
—Ya me dibujaste una vez, ya terminamos.
Contraatacar le fue fácil.
—Un simple dibujo no pagará los costos de un auto.
—Me pregunto si jugar conmigo sí —disparé sin pensarlo.
Guardó silencio, su mandíbula se tensó y noté cómo su manzana de adán subió y bajó con rapidez tras tragar saliva.
—Eso solo satisface mi molestia, no mi bolsillo.
—¿Y de qué forma llenan de dinero tus dibujos?
—Vendiéndolos.
—¿O pegándolos en las paredes de tu estudio?
—Lo que ves en mi estudio, no es todo lo que ha salido de él. —No supe si tomármelo como una amenaza o una respuesta vaga—. No me tomes por alguien mediocre.
—Me lo dejas fácil cuando resulta que te sumas a los juegos que haría un adolescente de quince años.
—Veo que insistes mucho con eso. —Apoyó su codo en la mesa y luego su mejilla en la mano. Su aspecto severo, ese que su vestimenta y actitud le daban, había quedado distante; ahora parecía más relajado, su gesto era casi indiferente—. ¿Cuál es el problema?
Creí que era más inteligente como para formular una pregunta así, luego entendí por qué la hizo.
—Sentirme usada —respondí—, ese es el problema.
—No estás siendo usada si formas parte del juego, después de todo, estás eligiendo entre Seth y yo.
Ahí estaba... Su pregunta con trampa para manipularme. Lo que Dhaxton buscara era ponerme a mí como la mala de la historia, la que tendría que tomar una decisión final entre los dos y que en el juego, ellos no eran los jugadores principales, sino que el mando lo llevaba yo.
—¿Que estoy eligiendo? —inquirí, ya a la defensiva— No, yo no voy a participar...
—Ya lo estás haciendo —zanjó con una voz más alta que la mía—. Y tu inclinación es clara.
Mi pecho dolió.
Quise esconderme, sentía que Dhaxton veía a través de mí.
—Y-yo no estoy...
—Puedes ocultarlo de los demás, puedes tratar de engañarte a ti misma, puedes evitar pensar en ello, pero no puedes esconder lo que tu cuerpo desea. Por más que intentes, los sentimientos y las emociones siempre te terminarás delatando.
—¿Lo dices por experiencia propia?
—Lo digo porque así lo demuestras tú.
—Tienes que revisar un poco tu juicio, porque estás equivocado.
Apoyó su mano en el bordillo de la mesa y se inclinó hacia mí. Cerca, muy cerca, se mantuvo quieto a unos escasos centímetros de tocar mis labios. Me encogí de hombros, mi cuerpo se alejó por instinto y el calor me abrazó al punto de la asfixia. Tomó mi barbilla y enrojecí. Un gesto quiso asomarse en una de sus comisuras.
—Buen intento —susurró con la sonrisa bailando en sus labios.
—Si haces eso intimidas a cualquiera.
—Puede ser..., pero no a cualquiera lo haría sonrojar. Ya te lo dije: el cuerpo siempre hablará por ti.
El profesor entró a la sala para impartir la clase, lo que no me dio tiempo a responder. Un modelo vistiendo una especie de traje romano le seguía el paso. Nos formamos en torno a la pequeña tarima donde el modelo posaba bajo las indicaciones del profesor Banes. Cuando las clases eran prácticas, teníamos más libertad de hacer lo que quisiéramos, por lo que mientras dibujaba me di cuenta de que Grey, quien estaba al otro lado de la sala, me había mandado un mensaje.
¿Drey, viste lo de Happy Little Tea?
Busqué a Grey entre todos los caballetes y negué con la cabeza.
Eliminaron todos las publicaciones sobre ti, incluyendo el video, y subieron un video sobre una profesora de matemáticas enrollándose con un alumno.
¿Una profesora y su alumno?
Tomé mi celular y fui corriendo al baño.
Me encerré en el último cubículo e ingresé a la página. La primera publicación que aparecía era la que pronto estaría en boca de todos.
[Era de esperarse que a la profesora Christina le gusta por detrás y gemir cerdo. Oing, oing, cerda. 🐷]
Un título demasiado inapropiado.
El video se reprodujo en automático, pero pasé de él hacia las publicaciones antiguas. Seth lo había logrado, en ninguna de las publicaciones se me mencionaba o hacía burla. Era como si en Happy Little Tea nunca se me hubiera mencionado.
Subí al video. La reproducción automática inició otra vez. Pensé en evitarlo y no meterme en los asuntos de otros, pero me ganó la curiosidad por saber qué tanto mostraba.
La grabación me resultó extraña, oscura y algo difusa; el exceso de pixeles saturados no ayudaba en la calidad, aunque se lograba ver algunos detalles importantes, como los rostros, manos y prendas. Se notaba que era un video casero, hecho por puro placer. El delantal blanco de la profesora estaba recogido hasta su cintura, arrugado. La mano de su alumno se encargaba de que todo quedaba explicito y grabado. Gemidos y jadeos por todos sitios; piel contra piel. La profesora estaba con su pecho contra la mesa, moviéndose al compás de las embestidas, agitada, pidiendo más. La cámara se movió, hizo un rápido recorrido al entorno de la grabación y me percaté de que se trataba de la bodega del cuarto piso. De pronto, el recorrido se detuvo en un rostro confuso, algo deforme, que se fue aclarando poco a poco. Pude reconocer las facciones, esa mueca de placer que rozaba la picardía y una sonrisa maliciosa, misma que pude ver cuando le tendía aquella bebida rosa y burbujeante a Seth la noche de su cumpleaños.
El de la grabación era Noah, no Seth.
Bajé a los comentario. No eran muchos, ya que el video era reciente, pero la mayoría hablaba de la profesora y se burlaban del miembro de Noah.
Lo siguiente constó en saber si la repercusión del video me mantendría a mí al margen.
Cuando regresé a la sala de clases, los chicos lucían inquietos, murmuraban desconcentrados, y el motivo se debía al video. El timbre para el almuerzo sonó, en cuanto todos salimos al pasillo, los gemidos y jadeos de la profesora de matemáticas se escucharon. Las risas, burlas y comentarios se centraban en el video. Era de esperarse, el morbo y el sexo han atraído a las personas desde tiempos inmemorables.
La atención hacia el video se desvió el momento en que avisaron que se había armado una pelea.
—¡Seth y Noah están peleando! —gritó alguien y todos fueron a ver qué pasaba. Se suponía que ellos eran amigos, formaban parte de un grupo, nadie quería quedarse sin la primicia.
Grey y Logan prácticamente me arrastraron hacia el lugar de la disputa. Había muchos estudiantes, poco podía ver. Uno de los inspectores llegó al lugar casi al mismo tiempo que nosotros y se inmiscuyó entre la multitud. Conseguí ver a los dos protagonistas de la pelea agarrados; Seth tenía el puño en alto tentando con estrellarlo en Noah.
—¡Se acabó, a inspectoría los dos! —gritó el viejo—. Y ustedes vayan a hacerlo suyo.
En cuanto los demás se separaron para abrirle paso al inspector en compañía de Seth y Noah, me di cuenta de que Seth tenía una ceja hinchada y el labio sangrando, pero aún así, al pasar frente a nosotros, me guiñó un ojo y susurró: «Hecho».
Después de la primera clase de la tarde, los rumores decían que las grandes mentes de la academia se habían reunido para llegar a una conciliación. Según me comentó Sol, quien era la que se mantenía al vilo de todos chismes, años atrás hubo un escándalo que involucró a un profesor y una alumna que todavía no cumplía la mayoría de edad; el escándalo casi ensucia la reputación reluciente de la academia, pero los altos mandos consiguieron mantenerla limpia. Por ese error del pasado, las relaciones interpersonales entre docentes y estudiantes estaban prohibidas, así también tachadas como actos deleznables.
—¿Qué crees que ocurra con Seth? —pregunté, vacilante
—Seguro lo suspenden un par de días por perturbar el orden del establecimiento o algo así.
—Detrás de la filtración del video estaba él, si esto llega a saberse seguro que lo expulsan también.
—¿Expulsarlo? —dijo Grey con incredulidad— Pff, no, ni de broma. Su abuela tiene demasiada pasta como para que la academia lo deje ir.
Logan asintió.
—En eso tienes razón. Entre todos los estudiantes, quienes ya ustedes saben siempre se librarán.
—Las ventajas de ser millonario —murmuré en medio de un resoplido—. ¿Saben dónde está él?
—En la enfermería —respondió Sol sin apartar los ojos de su celular—. O eso me comentó Brind.
Logan blanqueó los ojos.
—No me digas que ahora eres amiga de ese tipo —recriminó con desdés.
Las cejas de Solange se arquearon y sus labios formaron una O con sorpresa. No esperaba que Logan le hablase así.
—¿Hay algo de malo?
—Sí, que lo pones celoso —intervino Grey con burla. Logan se sonrojó de golpe y, como consecuencia, Sol también.
—N-no me pongo celoso, es solo que Brind me parece un idiota —se defendió, o eso intentaba, porque mientras más hablaba, más se hundía.
Para no pasar por la humillación de Logan, me fui a darle una pequeña visita a Seth en la enfermería. Fue fácil entrar, la puerta estaba medio abierta y las dos enfermeras ocupadas con un paciente. Aproveché que ambas me daban la espalda para inspeccionar las otras camas. En ninguna pude dar con Seth, más bien, él dio conmigo.
—Las hurtadillas no son lo tuyo.
Di un grito ahogado con la mano en el pecho. Mi corazón ya no resistiría tantos sustos.
Seth paso por mi lado y se recostó en la cama. Su labio estaba hinchado, rojo, con la comisura amoratada. En la ceja que tenía hinchada, tenía restos de sangre. Todo su rostro era pálido, casi verdoso. ¿Tan mal le había sentado la pelea?
—¿Cómo me veo? —preguntó en un volumen bajo, por lo que deduje que no quería llamar la atención de las dos enfermeras.
—Como un salvaje.
—Salvaje, como me gusta el sexo. —Herido y todo no dejaba de lado sus comentarios obscenos—. ¿Viniste porque te he preocupado.
—Vine por lo de la página.
—Estoy decepcionado —balbuceó formando un puchero—. Te dije que desviaría la atención.
—Pensé que el del video serías tú.
—Lo viste, ¿ah? —Una sonrisa torcida falló de su parte, la herida en el labio se lo impidió—. Eres una traviesa.
—Solo quería saber de qué trataba.
—Pues del puto Noah y Chris.
Se notaba que mencionarlos a ambos le era un fastidio. Sus ojos expresaban odio y su boca rabia.
—La metiste en todo esto.
No hacía falta mencionar su nombre para saber que hablaba de la profesora, a quien hace unos pocos días la mantenía como alguien por encima del resto.
—Creo que me aburrí de tener que soportarla aquí y pretender que es la única mujer en la tierra.
—¿Ella y Noah tenían una aventura también?
—Ella y Noah, ella y Fredd, ella y todos los hombres que se les cruzaba. Yo fui lo suficientemente tonto para fingir que no —las palabras las pronunció con aflicción. Le molestaba, por mucho que intentara mostrar que no—. Me tenía aquí —abrió la palma de su mano y señaló el centro—, aquí, pero no pudo cerrar el puño. Creyó que podía jugar conmigo, que me tenía a sus pies. Y el jodido Noah... Fue él quien grabó tu video; el hijo de perra creyó que no lo iba a descubrir.
Ayudarme con lo de la página había sido para favorecerse a sí mismo, contar los lazos con sus traidores.
Seth había matado dos pájaros con un solo tiro.
Se removió en su lugar. Su mal aspecto me provocó cierta lástima, y el sudor en su frente asco.
—¿Y los que están detrás de la página?
—No sé quiénes son, lo siento, por más que insistí no me lo dijeron, solo pidieron llegar a un acuerdo.
Qué conveniente.
—Se me hace extraño que tus manos estés limpias.
—Acabo de lavármelas —pronunció, llevando una de sus manos a mi mejilla—. Mira, huele.
Su tacto fue frío, todo su cuerpo estaba muerto, mas en su frente había sudor. Algo andaba mal con él. Tomé su mano con cuidado y la aparté.
—Sabes que lo digo en sentido figurado. Tú estás libre de dos personas que te molestaban, les entregaste un video a la página ¿y ellos no han hablado de ti?
—¿Me crees tan idiota como para hablar con ellos desde mi cuenta personal? Le he pedido a alguien más que hable con ellos. Alégrate, ya ninguno de los hijos de puta de afuera hablará de ti.
Su mirada se volvió perdida, casi delirante. Se veía tan vulnerable acostado en una cama, con los ojos apagados y todo su cuerpo compungido. Toqué su frente; estaba ardiendo.
—¿Puedo saber por qué me ayudaste?
—Ayudar al prójimo es uno de mis pasatiempos favoritos, me acerca la santidad. Estar cerca de Dios.
Por muy enfermo que estuviera, él no cambiaba en nada. Acomodé en su frente algunos cabellos.
—Creo que vas por buen camino —murmuré. Seth sonrió—. Ya me voy.
Me detuvo.
—Quédate, necesito compañía.
Su agarre débil permitió que me soltara fácil. Salí del cuartito que formaba la unión de los biombos y agité mi mano para llamar la atención de las enfermeras.
—Él no se siente bien —señalé a Seth.
Con una maldición entre dientes y su dedo del medio levantado en todo su esplendor, me despedí de Seth y salí de la enfermería con los ánimos más repuestos.
Hubiera deseado que la página cayera, mi sed de justicia lo anhelaba con fuerza, pero supuse que, por ese momento, lo mejor era dejar las cosas como estaban ahora que todos habían desviado la mirada hacia otras personas.
🌧
La pronosticada lluvia se convirtió en una pesadilla. Mamá había escogido el peor momento para viajar porque sin ella no sabía qué decisiones tomar en la casa. Me asustaba la idea de pasar la noche solo bajo una tormenta, de que todo empeorara y se convirtiera en desastre. Para colmo de males, parte de nuestro tejado se había derrumbado y la humedad indicaba que, de seguir cayendo agua, nuestro techo caería en medio de la sala. Con la ayuda de un vecino logré poner bolsas plásticas de basura —de esas enormes— para evitar que el agua se colara.
Terminé empapada y con la frustración de una noche inquieta por venir.
Llamé a mamá.
—No creo que las bolsas de basura aguanten demasiado. La casa es un desastre y Francis no quiere salir de debajo del sofá.
—Sabía que no podía dejar para otro año la remodelación del tejado. Drey, lo siento tanto...
Había llamado para que me diera soluciones, pero desde miles de kilómetros eso era imposible.
Suspiré y me recosté en mi cama, con la vista en el techo blanco. Una mancha de color opaco se unía poco a poco para que una gota gruesa de agua cayera justo sobre mi almohada.
—No aquí, no aquí —repetí.
—¿Qué pasa, Drey? ¡No me asustes!
—Hay una gotera justo en mi cama. Hay goteras por toda la casa —repetí con frustración—. Creo que me iré a dormir al sillón.
—La sala no, nena, ahí está el hoyo del techo.
—Cierto.
—¿Y mi cuarto?
—Allí hay cinco goteras más.
—Tenemos que mudarnos de allí.
—Ni siquiera has terminado de pagarla —soné decepcionada. Qué difícil era comprar una casa y pagarla cuando debías impuestos más altos que un edificio—. Le preguntaré a Sol si me da alojo por hoy.
—Devon dice que mejor te quedes en su departamento?
¿De su novio? No existía la confianza suficiente como para ir a quedarme a su departamento.
—Ah... mamá, dile que gracias, pero no quiero ser imprudente.
Escuché ruido desde la otra línea. Devon había cogido el celular.
—Hola, Drey.
—Hola... —contuve la respiración—. Devon, de verdad, no me sentiría cómoda estando allí...
—¿Cómo puedes saber eso si ni siquiera has estado? Vamos, Drey, es mejor que quedarse en un hotel. Mi departamento es cómodo, cálido y seguro, casi no lo uso.
—Pero Francis...
—¿Tu gato? —Devon se echó a reír con voz ronca y yo, aunque no me viese, también reír para liberar tensiones—. No habrá problemas, dejan tener mascotas. Lleva lo necesario y te quedas ahí a dormir. Hay tres habitaciones, una cocina, comida en la nevera... Ve al edificio The High, avenida Gustav D., en Holly Brandon, piso 11, departamento 45. La contraseña de la puerta es 0613. Siéntete como en casa.
—No sé qué decir...
—No digas gracias, ve a preparar las cosas para no preocupar a tu madre.
—Gracias, Devon.
Pese a que pasaría una noche en el departamento de Devon, empaqué cosas como si fuese a quedarme para toda la vida. En una maleta llevaba mi ropa y cosas necesarias para pasar la noche —libretas de dibujo, mi laptop, mi biblia, objetos de valor en caso de que algo pasara y comida—. En mi otra maleta llevaba la comida y platos para comida de Francis, incluyendo media bolsa de arena para que orinara. En un bolso hecho para su medida, metí a Francis luego de una ardua lucha por sacarlo del sofá. Junto a todo lo que llevaba, tenía que añadir la tapa de una caja de zapatos para la arena de gatos y el paraguas.
Casi no doy abasto.
Mi salvación golpeó la puerta antes de que me preguntara cómo llegaría a la parada.
—Tu madre me dijo que necesitarías ayuda.
Encontrar a Dhaxton en la puerta de mi casa, vistiendo ropa acolchada y bajo un paraguas es una imagen que jamás borraré de mi cabeza. Se veía adorable, sacado de alguna película romántica. Mi corazón se desenfrenó.
De no haber sido porque las gotas de lluvia me golpearon en la cara no habría despabilado. Con eso volví a mis cabales, enterré mis pies en tierra y recordé que Dhaxton Crusoe era una farsante.
—Pues se equivocó... —Iba a cerrarle la puerta en la cara pero se apresuró en agarrar una de mis maletas— ¡Oye!
—No te morirás si te llevo la maleta al auto.
Apenas pude salir a detenerlo. Mi pobre Francis iba bajo mi brazo maullando como un desquiciado.
Resignada, le entregué mi otra maleta para que la echara al auto. Su lujoso auto en una calle tan normal como la nuestra. Dejé un par de cosas en el asiento trasero y me subí al asiento de copiloto con Francis en mi regazo. Dhaxton no tardó en subir y echar a andar.
—¿A qué hora llamó mamá?
—Hace media hora.
No dijo más.
Me volteé en busca de más información. Dhaxton mantuvo su perfil al frente, ni siquiera giró para mirarlo o hacer alguna interacción, su objetivo era llevarme al departamento de su hermano. Me recordó a algunos conductores de autos que no soltaban ni pio y yo necesitaba sacarles alguna plática para sentirme más segura. Con Dhaxton esto era diferente, con él los temas de conversación me parecían escasos, tanto así como sus respuestas eran limitadas de palabras.
El único gesto que hizo en todo el camino fue sacudir la cabeza para que las traviesas gotas de lluvia no le hicieran cosquillas. Gracias a una que cayó en mi mano, no té que su cabello estaba mojado y parte de su ropa también, sobre todo en la curva de su cuello, esa parte escondida por su camisa.
Me mordí el labio.
Para nuestra suerte, bajar del auto resultó más simple que subir. Dhaxton estacionó su auto en el aparcadero subterráneo y solo tuvimos que entrar a un ascensor para dar con el piso once. Como si se tratara de su edificio, Dhaxton avanzó hasta con la puerta 45. Ingresó la contraseña y entramos.
Quedé maravillada, no solo por el ambiente minimalista, sino también por la vista. Era la clase de departamento que deseaba tener cuando abría las revistas de moda y los encontraba a la venta.
Demasiado bueno para ser verdad.
—Voy a darme un baño.
Las palabras de Dhaxton me trajeron de regreso al mundo crear.
—¿Qué?
No respondió. Caminó hacia una de las puerta y se metió ahí.
Un baño.
¡Un baño!
—Dios, líbrame de la tentación...
Me quedé sola en la sala de estar, con Francis pidiendo que lo bajara y un millón de preguntas en mi cabeza.
¿Había algo peor que escoger entre dos males? Sí, tener que vivir bajo el mismo techo que uno de ellos.
holaaaaaaaaaaaaaaaa
y chau, porque me tengo que ir a secar el pelo T-T
Para los que se preguntan, sep, ese Fredd es el mismo Fredd de UBBLL :0
para los que se preguntan x2: sep, me baño okno
Quieren un mini spoiler del siguiente capítulo? Pues bajen 7u7r
Más abajo...
Un poco más...
Spoiler: en el capítulo siguiente, los personajes respiran :0
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