¿Solucionado todo?
Narra Autora:
Sintiendo la brisa acariciar su cabello, bebía la arqueóloga con total calma la batida de frutas que el cocinero preparó a petición suya.
Son cuatro días a la mar que la arqueóloga y el espadachín no se comparten miradas, aunque la situación con Luffy y Nami no va mejorando. Han sido tres discusiones ya las que han tenido, alertando a la arqueóloga de hacer algo para solucionarlo. Pero sucedía lo mismo, Nami no cooperaba ni quería escuchar a nadie, bueno, habían excepciones, pero a ninguno de los dos les tranquilizaba esa excepción.
La pelinegra sentía una felicidad indescriptible, tal vez el hecho de que no haya aparecido ningún almirante en busca de su cabeza o las de sus nakamas le ha mantenido tranquila.
—¡Robin, Robin, mírame!— expresó el reno, cuando la mayor alzó la vista, pudo divisar al pequeño balancearse de las katanas, con ayuda de Usopp, Luffy y Brook.
Por lo que se veía, Zoro no estaba al tanto de aquello, y preferiría evitar problemas, por lo menos, con Chopper.
—Vaya, impresionante. Pero deberías bajarte, podrías lastimarte.— fue acercarse a Chopper para sacarlo de las katanas.
—¡Soy grande!— usando las katanas como zanco, Chopper giraba y, con leves desbalances, daba saltos de emoción.
—Me has alcanzado.— al ver el tamaño de su compañero, tuvo que elevar su cuello un poco, para poder verlo a la cara.
—¡Yo quiero, yo quiero!— gritaba el capitán entusiasmado.
—¡Yohohoho, aún sigues más bajo que yo Chopper-san!— murmuró Brook, provocando las risas, y por el ambiente tan fresco que había, haciendo olvidar a Robin lo que había a su alrededor.
—¡Robin, hazme más grande que Chopper y Brook con tú habilidad!— ordena Luffy alterado, aunque podría interpretarse mejor como: humillado por su pequeña estatura.
—A sus órdenes, capitán.— Robin les siguió la corriente, empezando una divertida escena en el patio.
Robin entendió varias manos al aire, agarrando a su capitán de los pies. El moreno gritaba de alegría, mientras que los que se encontraban en el suelo, pedían a gritos la ayuda de la arqueóloga. Ella estaba de buen humor hoy, así que cumplió con sus caprichos y todos estaban en aire.
Muchas más ingeniosas ideas cruzaron por sus mentes, pero cosas que no estaban ni en la imaginación de la navegante cuando los vio.
—Luffy, ¿qué haces?— la pregunta de Nami hizo que el aludido cayera de frente al suelo, dejándolo mal herido, y con un Brook y Usopp muertos de risa junto a un Chopper alterado.
—Shishishi, me encuentro bien, Chopper.— decía sonriente, verla por segunda vez en el día era pura suerte, y si no venía enojada: un privilegio.
—Luffy sólo jugaba con Usopp, Chopper y Brook.— contestó Robin por el otro, cuando Chopper interrumpió.
—¡Tú también jugabas, Robin!
—Es cierto, Chopper.— acarició su cabeza con una sonrisa.
—Oh, está bien.— dijo sin darle importancia.—Voy a estar en el cuarto, cualquier cosa que pase, toquen la puerta, estaré leyendo libros.
—Ya sabemos que estarás ahí, nunca sales.— bromeó Usopp, sin creerse que Nami reaccionaría de forma grosera a sus usuales bromas.
—Deberías cerrar la boca, tonto.— suelta de la nada, tomando lugar el desconcierto y asombro a sus cabezas.
—Oe, Nami-san, tranquila, ¿te pasa algo?— Brook intentó dejar a un lado el aire que se formaría, pero sería inevitable.
—No me pasa nada, gracias por preguntar.— responde con cierta irritación en su tono de voz, aumentando las posibilidades de una discusión.
—No tienes que reaccionar así, Nami, sólo fue un chiste.— aclarando la cosas, Usopp empezaba a coger cólera.—No sé qué te ha pasado últimamente, pero tú no eras así.
—En lugar de razonar estúpidamente que he cambiado, mejor deberías preguntarte quiénes lo han hecho.
—Nosotros, lo entendimos, pero tú decidiste ser pirata y según tu hermana, cambiaste para bien. Así que no somos culpables de tu rebeldía, ahora mismo.— ambos se miraban frenéticos, la actitud de la pelinaranja le era intolerable al francotirador, y si nadie se atrevía a decir algo, él lo haría.
Luffy observaba todo callado desde el suelo.
—¿Qué sabe mi hermana de mí? Siempre estuvo en Cocoyashi preocupándose más bien por si su pinta labios no se le secara mientras yo arriesgaba mi vida en pagar una deuda que no era mía, llevando esa carga desde pequeña. ¿Qué demonios sabe ella de mí?— cuestionaba dejando con la boca abierta a los que allí se encontraban, y a los que, por el alboroto, venían a verificar que todo estuviera bien cuando la tripulación entera sabía que algo les resultaba diferente.
—¡NAMI!— dijo en grito el capitán bajo su flequillo, ocultando su rostro.
El silencio abundaba el barco, el aire les faltaba en los pulmones a más de uno y parecían que éstos ya no hacían su trabajo inicial.
—Vamos al cuarto, tenemos que hablar.— se levantó del suelo, se dirigió hasta ella, pero la navegante no estaba dispuesta a quedar en ridículo.
—No.
—No es una pregunta, es una orden.— tomó a la joven del brazo, obligándola a irse con él.
—¡Luffy!— la entró al cuarto de las féminas y la dejó en la cama.—¿Qué haces? ¡Déjame en paz!
—Nami, tengo miedo. Tengo miedo, ¿si?— habló rápidamente, aquella confesión calló de una vez por todas a la navegante.—Simplemente no puedo seguir así, creo que no me amas, como dijiste, más que nakamas. Y si es así...yo...no sé.— se sentó de golpe en la cama de Robin, cubrió su cara con las manos frustrado, Nami lo observó con cierta pena en su mirada.
—Luffy...— dijo, sin poder decir exactamente lo que quisiera.
—No sé qué siento, es nuevo y raro. Sólo quiero que me abraces y estés conmigo, pero siempre estás ocupada, por lo que la carne tuvo que sustituir tu ausencia...¡pero te juro que no he hecho nada malo!— la mirada de Nami se llenó de ternura, su inocencia era una de las cosas que más le gustaban de él, aunque no pudiera decírselo en estos momentos.—¿Puedo juntar tus labios con los míos? E-Es que quisiera saber cómo se siente de nuevo, lo lamento.
—Luffy, ignórame, no me hagas caso.— soltó de la nada.
La joven carcajeó dejando un poco pasmado y confundido al capitán, pero no pasaron mucho tiempo distanciados.
—¿Es lo que querías?— cuestionó luego de estampar sus labios con los del pelinegro y disfrutarlos en cada movida inexperta y tímida de su parte, el contrario sonrió más que satisfecho.
—Shishishi, creo que me siento mejor ahora.
[•••]
—¡Una isla a dos horas, desembarcaremos pronto!— anunciaba la navegante observando aquel terreno extenso, habitado y con muchas luces, parecía ser una ciudad serena y pacífica.
—Se nombra como Odéon, he leído que es muy famosa por la humildad y generosidad con la que tratan los invitados. Dejan a las visitas una semana en un establecimiento lujoso y con todo incluido, es más bien, un lugar turístico. Hay de todo un poco, y por esas simplicidades se ha vuelto popular estos últimos años.— informa Robin alejándose de su té de manzanilla, el cual estaba en una silla a un lado de Franky junto al timón.
—Por ahora se ve que es seguro, así que estoy comenzando a sentirme relajado.— comentó Usopp suspirando con una sonrisa.
—¡Yupi!— un salto de alegría por parte de Chopper fue acompañado junto a la palabra.
—¡Nueva isla!— el grito entusiasmado del capitán animó a todos.
La infelicidad estaba en la cabeza del espadachín malhumorado, y eso se notaba.
—No me hagan caso, ignórenme.— susurró bajo, como si fuera un secreto, pareció querer decir más, pero parecía costarle.—Robin...lo siento.
Y aunque después de eso, sólo hubo gruñidos, bufidos y bostezos de su parte, Chopper no pasaba por desapercibido sus acciones y palabras.
O ¿por qué intentaba pincharle?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top