XXIV

El auditorio nuevamente se encontró disponible para continuar con la organización del show a beneficio, Luhan estaba completamente abocado a sus tareas como presidente del consejo estudiantil, gracias a su diligencia y poder de organización impecable todo marchaba sobre ruedas. Debido a que el lugar era bastante utilizado por algunos clubes el director había decidido comenzar temprano con la realización previa del evento, así que tenían bastante tiempo aún y lo que debía estar en su lugar estaba en su lugar. Era su deber después de todo.

Aunque por dentro estuviera más inquieto que nunca.

Odiaba con toda su alma admitir que la desaparición repentina de Oh Sehun le estaba afectando sobremanera, pero era una realidad que su cabeza había comenzado a funcionar extraño desde que lo había conocido y aunque su poder de concentración era increíble y podía enfocarse en lo que debía sin que sus alteraciones emocionales graves obstruyeran sus deberes, su corazón le obligaba de alguna manera a sentirse preocupado por no poder verlo. Todo era demasiado confuso y eso le molestaba. Había creído que sólo era un muchacho incomprendido, luego lo había visto junto a aquellos delincuentes aun y cuando habían acordado que eso ya no sucedería, después acabaron matándolo a golpes... ¿Qué debía pensar? Y allí estaba, anotando de forma automatizada sobre el organizador cuántas sillas más harían falta mientras se preguntaba al mismo tiempo dónde estaría en esos momentos.

Tendría que haberlo escuchado antes cuando le dijo que deseaba aclarar las cosas, de esa forma ahora no estaría siendo tan estúpido.

No lo había visto en los pasillos, mucho menos se había presentado a ayudar como tenía por obligación hasta que su castigo terminase. Le había preguntado a Minseok en varias ocasiones si sabía algo de él, pero este le había dicho con la misma inquietud que ninguno tenía idea de dónde estaba.

-Es un crío problemático y egoísta, eso pasa.- Se dijo a sí mismo con los dientes apretados, el trazo de su bolígrafo estaba siendo bastante duro, podría traspasar el sujetapapeles si seguía así.

-Creo que iré al baño un momento y luego recogeré las formas para las modificaciones en el menú.- Dijo Gin entre un bostezo mientras se estiraba.

Él no le prestó mucha atención, trabajaba con eficiencia, pero estaba decididamente más lento que de costumbre. La vicepresidenta se le acercó y ladeó el rostro para verlo con curiosidad.

-¿Me has oído, Luhan?

-¿Mm? Ah, sí, puedes ir.- La despachó con un ademán.

Ella arqueó una ceja. -Estás demasiado raro.

-Estoy agotado, sólo es eso.- Mencionó sumando la cantidad de presupuesto que habían utilizado en decoración.

Si se mantenía haciendo cosas, entonces no tenía que pensar en otras.

Gin al final lo dejó porque consideró que tratar con él en esos momentos era algo imposible. Muy bien hecho porque era cierto. Luhan arregló un par de asuntos más con algunos estudiantes y también los envió a casa, eran los últimos que quedaban puesto que por esa tarde había concluido la organización. Hizo un par de cálculos más sobre la hoja y acabó por el día con un suspiro también, lo único que deseaba en esos momentos era irse a casa, tomar un baño caliente y dormir hasta el año dos mil cien.

-¿Hyung?

Bueno, quizás no podría hacerlo tan pronto.

Se giró sorprendido ante el sonido de aquella voz e inesperadamente encontró al motivo de sus distracciones. Sehun llevaba el uniforme aunque estaba segurísimo que por la mañana no había asistido y lo veía con una pequeña y sosegada sonrisa. El primer testeo que hizo fue para verificar que no habían quedado secuelas de los golpes que le habían dado, por suerte más que un pómulo morado y un par de cortes a punto de finalizar la cicatrización no tenía. Estaba de pie y se veía normal, eso también fue un alivio.

Por más loco que sonara, ni siquiera quería regañarlo, que estuviera bien era suficiente.

Se quedó tan anonadado por verlo después de tantos días que sólo lo miró sin poder decirle nada. Sehun pareció un tanto apenado.

-¿Podríamos hablar un momento?

Eso le hizo reaccionar. Acomodó el sujetapapeles bajo su brazo y se irguió para verlo con el ceño fruncido.

-¿Se puede saber dónde has estado todos estos días? ¿Por qué no te presentaste a clases?

Sehun suspiró. -Si me dejas te lo explico.

-Habla entonces.

El menor no le prestó demasiada atención a eso y caminó con parsimonia para sentarse sobre del escenario, dejando sus piernas colgando del borde. Apoyó las manos sobre la superficie y lo vio con una sonrisita tan infantil que en su rostro bordeaba lo adorable.

-¿Estuviste preocupado?

-No.- Contestó con rapidez. -Pero se supone que estás a mi cargo, ¿sabes cómo tuve que evadir a los docentes que venían a verificar si estabas cumpliendo con tu castigo? Y no es bueno que faltes a la escuela.

Ahora se rio de forma contagiosa. -Eres mucho peor que mi hermano, hyung.

A Luhan le mosqueó que dejara en evidencia de forma tan simple que en realidad sí se había preocupado... Aunque pensándolo bien, tal vez él solito había cavado su propia tumba.

-Lo siento mucho.- Expresó con sinceridad. -No fue mi intención causarte problemas, nunca lo fue aunque creas lo contrario.

Chasqueó la lengua. -Da igual.

-No, no lo hace.- Negó Sehun. -Creo que desde el comienzo has tenido una idea equivocada sobre mí, y también creo que tengo derecho a defenderme.

Luhan guardó un prudencial silencio reflexivo antes de asentir, mucho más conciliador. Dejó el sujetapapeles a un costado y, considerando que no podía cometer el mismo error dos veces, se acercó de brazos cruzados. Tenía que dejar de ser tan pertinaz y sentarse a oír a Sehun de una buena vez.

-Por supuesto.- Concedió más relajado.

Sehun lo miró un largo rato aunque por dentro lo que hacía era analizar por dónde debería empezar para convencer a este hyung de que no era igual a los demás chicos malos. Lo había sabido desde el principio: si aclaró las cosas con sus amigos también debía aclararlas con él... Más allá de no saber muy bien por qué.

-Cuando era niño mi padre me obligó a matar una gallina.

Luhan alzó las cejas con sorpresa, no se esperaba algo como eso.

-Creo que nos había llevado a una granja a mí y a mi hermano, no recuerdo bien, sólo... En mi mente sólo está el preciso momento en el que puso un cuchillo en mis manos y me obligó a terminar el trabajo.- Sus ojos parecían grises mientras relataba un hecho de su infancia que siempre odió y le atemorizó. -Era muy débil, mi hermano ya sabía disparar y yo sólo lloraba. Supongo que quiso "endurecerme" o algo así, no lo sé.

Estaba completamente abocado a lo que le estaban contando, de hecho se sentía horrorizado, ¿quién obliga a un niño a matar un animal? Sehun estaba algo cabizbajo mientras se sinceraba, no podía apartar su mirada apenada de él, en esos momentos le resultaba un chico indefenso. Justo como si sostuviera un cuchillo en la mano.

-Puede parecer una tontería, pero lo odié tanto... Con toda mi alma.- Cerró los ojos, torturado. -Después de eso prometí que nunca más atentaría contra nadie, jamás levantaría una mano, jamás desearía acabar con alguien. Mis padres siempre fueron muy violentos en sus formas, no quería lo mismo para mí, me aterrorizaba la idea de acabar como ellos.- Pudo recomponerse un poco. -He acabado el libro ¿sabes?

-¿Ah, sí?- La voz de Luhan sonó afectada sin quererlo.

Asintió. -Me ha costado un poco, pero era corto y he pedido ayuda a mi hermano y mi abuela que saben más.- Dijo con pena. -He aprendido algo importante y es que quien decide llevar adelante la no violencia necesita mucho coraje. Eso no es algo que surge de la noche a la mañana, es algo que hay que trabajar todos los días un poco más... Creo que en todos estos años he logrado muchísimo coraje, Luhan, pero perdí de vista mis principios. Mis verdaderos principios, esos que me enseñó mi halmeoni.- Destensó sus hombros cuando le sonrió de medio lado. -Una vez que los encuentras debes ser fiel a ellos.

Luhan había estado acercándose cada vez más a él sin darse cuenta al punto de acabar casi entre sus piernas, viéndolo desde abajo con unos ojos completamente nuevos. Desde allí arriba Sehun parecía... Grande. Grandísimo.

-¿Y cuáles son los tuyos?

-No tienen nada que ver con todo lo que he hecho hasta ahora, eso seguro.- Expresó con una risilla contagiosa, casi infantil.

Luhan se sintió extrañamente perdido y no en el mal sentido.

-¿Sabías que Gandhi aceptaba la violencia como autodefensa?- Le dijo con entusiasmo. -Aguarda, creo que recuerdo esto...- Posó un dedo sobre su frente y cerró los ojos con concentración. -"Prefiero la lucha del violento a la cobardía del sumiso".

-¿Eso dijo?- A esas instancias Luhan sonreía como un idiota sin saberlo.

-Y él era un hombre pequeño y muy, muy delgado.- Siguió contándole con pasión. -Y a pesar de recibir insultos y golpes siguió luchando porque creía que podrían matar su cuerpo, pero nunca sus convicciones.

Pegó un salto desde donde estaba y suspiró relajado, parecía honestamente distendido y feliz a pesar de todo lo que había pasado. Volvió a sonreírle.

-No voy a ser el nuevo Gandhi, no soy tan asombroso, pero al menos quiero ser sincero conmigo mismo.- Se encogió un poco. -Él creía que vivir como ejemplo de lo que deseas para el mundo era lo adecuado, y de verdad no quiero que nadie vuelva a matarse a golpes a la salida de la escuela por una tontería.

Luhan entreabrió sus labios para decir algo, pero en el momento no le salió nada coherente. Frunció ligeramente el ceño y por primera vez en su vida se sintió la persona más estúpida del universo, lo sintió ni más ni menos frente a Sehun.

Meneó la cabeza. -Te he subestimado como a nadie nunca.- Expresó con bastante bochorno a decir verdad, pero tenía que decirlo.

Sehun volvió a reírse como si nada. -Mientras ya no creas que soy un loquito que anda por ahí pegándole a la gente y destruyendo cosas está bien.- Fregó los cabellos de su nuca y lo miró con un poquito más de timidez. -Quería pedirte un favor también.

-Después de todo lo que he hecho creo que no puedo negarme.- Se encogió.

-¿Me acompañarías a hablar con el director?- Preguntó. -Creo que contigo de respaldo me creerán más cuando les diga toda la verdad.

Asintió. -No hay problema, Sehun.

-Y, ah... Me preguntaba si no podrías ayudarme a estudiar para los exámenes de verano.- Parpadeó con algo de temor. -Sólo si quieres y puedes.

Luhan quiso reírse, ¿qué era esa actitud tan inocente de la nada?

-Tampoco me molesta.

Y fue recompensado con otra sonrisa de genuina felicidad, seguido de un "¡gracias!" que entibió todo su interior.

******

Hacía calor... Hacía mucho, mucho calor, y eso no ayudaba para nada a que el humor de Minseok mejorara.

Tirado a sus anchas sobre el sillón del salón de su casa, disfrutaba del aire acondicionado que le permitía por lo menos respirar; aquel verano estaba siendo devastador y para colmo sus nervios habían estado muy sensibles últimamente debido al revuelo que había en su cabeza, así que prácticamente era una bomba a punto de detonar. Debía aceptar que ese día estaba bastante tranquilo a pesar de todo, descansaba con los ojos cerrados mientras pretendía no saber que Minju le hacía cosquillas en la nariz con una hoja. Se la quitaría de encima usualmente, pero tenía tanta flojera.

Su madre pasó por ahí con un cesto de ropa sucia y se frenó para verlos con el ceño fruncido.

-Ustedes dos, ¿no deberían estar estudiando para los exámenes?

-Minseok me distrae.

-Yo tengo calor...

La mayor gruñó algo justo cuando tocaron el timbre. Minju se precipitó hacia la puerta con un "¡yo atiendo!" y Minseok no se movió ni un solo milímetro. Su madre se alejó hacia el cuarto de lavado vociferando como un monstruo todo lo que pasaría si llegaban con malas notas ese semestre, su hijo mayor siguió en su lugar disfrutando del fresco. No estaba dispuesto a quebrantar la tranquilidad que había logrado, su mente tenía paz por primera vez en semanas, el estudio podía esperar.

-¡Minseok!- Fue su hermana quien gritó en esa ocasión.

No le prestó atención, obviamente, hasta que ella apareció en la arcada del salón y le dio las buenas nuevas.

-Hay un chico que te busca.

Se sentó en un parpadeo sobre el sillón. La vio a ella con los ojos gigantes y luego a la puerta semiabierta más allá. Se puso de pie sin perder el tiempo y se precipitó hacia la entrada con el corazón en la boca.

Por favor, por favor que sea Sehun o Luhan, o cualquier otro, por favor.

Pero claro que no. Del otro lado estaba Jongdae y ¡boom! Algo explotó en los confines de su mente como siempre que lo veía y adiós tranquilidad.

-Jongdae.- Susurró como si acabara de ver a un fantasma.

Minju a su lado frunció el ceño. -¿Jongdae?- Ambos hermanos se vieron a los ojos, ella alzó las cejas y una sonrisa lenta se pintó sobre su rostro al caer en cuenta. -¡Jongdae!

-¡Vete, enano, vete!- Chilló Minseok empujándola.

-¡Es un gusto, Jongdae oppa!- Fue su último comentario burlón antes de desaparecer tras la puerta de la cocina.

Minseok suspiró con ambas manos sobre la madera y vio desde el pasillo al meollo de toda la cuestión todavía en el recibidor. Este le alzó una ceja.

-¿Puedo pasar ya o...?

Volvió a suspirar. Temía perder toda la respiración de esa forma y acabar muriendo.

-Pasa.

Jongdae se sacó los zapatos y pasó portando una enorme sonrisita jactanciosa que le revolvió el estómago, no supo si por el desagrado que le despertó o por la estúpida alegría que le provocó.

-No me agradezcas aún aunque sé que te mueres por hacerlo.

Lo vio con recelo, viniendo de él eso no parecía algo demasiado alentador a decir verdad.

-He venido en plan héroe hoy.

-¿Por qué?

-Porque voy a ayudarte a ti, tontito.- Se le acercó y lo golpeó en la frente de forma juguetona. Minseok se retrajo con el corazón latiéndole fuerte y Jongdae se precipitó escaleras arriba sin permiso. -¡Perdón por la intrusión!- Exclamó con su voz escandalosa.

Minseok tragó saliva con dificultad y lo siguió con un muy mal presentimiento. Cuando lo vio parado en medio de su habitación como si nada, supo que aquello no terminaría bien... Nada bien. Jongdae se sentó en el suelo frente a la mesa ratona y comenzó a volcar el contenido de su mochila sobre esta, libros, apuntes, tarea con puros dieces y varios lápices y bolígrafos. Él por su parte se quedó clavado en donde estaba, viéndolo hacer sin ápice de reacción.

-Ven aquí, superbobo.- Rodó sus ojos con fastidio. -No permitiré que ningún amigo mío termine en recuperación durante las vacaciones, menos tú.

Tuvo que llenar de aire completamente sus pulmones y luego expulsarlo de forma lenta antes de avanzar abatido y sentarse a su lado sin fuerza alguna de voluntad. Este tipo no sólo estaba consumiendo toda su cordura, también le quitaba las fuerzas... Y lo volvía un idiota de pies a cabeza. ¿Qué podía hacer contra Kim Jongdae? ¿Existía alguien capaz de seguirle el ritmo? ¿De resistírsele? Era un bastardo entrador, debía aceptarlo, al final terminaba logrando todo lo que quería.

O quizás él permitía que lo hiciera...

-Ugh...- Hundió el rostro entre sus brazos, sintiéndose más débil que nunca.

-Ya, arriba, empecemos con matemáticas.- Lo golpeó en un brazo de forma enérgica después de acomodar un par de cosas.

Lo vio de soslayo, bastante resentido a decir verdad. -¿Por qué estás tan alegre? Me molestas.

Se encogió. -Es divertido ayudar a alguien a estudiar, Dan Bi siempre tuvo buenas notas así que nunca pude intentarlo.

Lo dijo con un entusiasmo tal que se obligó a erguirse para prestarle atención a regañadientes, ¿quién era para negarle algo tan nimio como eso? Al final quizás le sirviera en serio y terminara aprendiendo buenas cosas, Jongdae era una luz cuando se trataba de la escuela y con él como tutor seguramente podría pasar los exámenes en un parpadeo y con facilidad.

Después de quince minutos, no estaba funcionando.

Matemática requería que le mostrase cómo llevar a cabo los ejercicios y para eso tenía que inclinarse más cerca. No tenía problemas cuando le explicaba desde lejos, pero cuando necesitaba escribir sobre su hoja y se apoyaba distraídamente sobre su hombro y sus muslos se tocaban bajo la mesa, se perdía de todo lo que decía. Para Jongdae estar tan cerca y rozarse de esa manera no era nada, lo notaba en la poca importancia que le daba, pero él se quedaba sin respiración y sentía el pulso sanguíneo en sus oídos, estaba tenso y con la mente llena de ideas poco convenientes. Cuando ya no pudo soportarlo se deslizó disimuladamente hacia la punta de la mesa, Jongdae ni siquiera le prestó atención y tan sólo se sentó más cerca para continuar enseñándole.

No estaba tan próximo como antes, pero ahora podía verlo mejor. Su rostro nunca solía estar tan relajado, siempre llevaba un ceño fruncido o una mueca de desprecio o directamente no tenía expresión, mientras explicaba su voz era calma y paciente y sus párpados estaban caídos y su aroma... Lo recordaba, era el mismo de la camisa que le había prestado aquella primera vez, ¿cómo podría olvidarlo? Era el perfume que más lo había tranquilizado y que le hacía feliz por el simple hecho de llenarlo de buenos recuerdos.

Se puso de pie abruptamente y rodeó la mesa para sentarse sobre su cama.

-Qué calor hace...- Murmuró agitando el cuello de su camiseta.

Jongdae lo vio con intriga desde su lugar y recomendó dejar matemáticas para después, concordando con el hecho de lo caluroso que estaba. En su lugar le extendió para leer un libro de historia que según él era muy sintético y fácil de entender, le dijo que mientras tanto haría un poco de tarea y que podría preguntarle cualquier cosa que no entendiera. Minseok le dio gracias a todos los santos porque no se le acercara una vez más, todos sus sentidos se hubieran ido a la mierda sino. A pesar de estar lejos lo que menos hizo fue aprender historia, se la pasó observándolo sobre el borde del libro abierto y pensando tonterías como que su espalda era muy ancha o que su nuca se veía bonita... Si es que eso tenía algún sentido.

Jongdae pegó un saltito desde donde estaba y estuvo otra vez sentado a su lado, el hundimiento en el colchón que provocaban sus pesos provocó que sus cuerpos estuvieran incluso más pegados que antes. Minseok abrió los ojos como platos y ahogó una bocanada de aire cuando Jongdae se inclinó para mostrarle un trabajo en el cual había sacado diez, lógicamente.

-Mira esta respuesta, es de las mejores justificaciones que logré y la hice basándome en un capítulo de Star Trek.- Rio con entusiasmo. -Sólo tú podrás entenderla y apreciarla.

Minseok intentó concentrarse, en serio lo hizo, pero simplemente no pudo. Jongdae ignoró por completo ese hecho y ojeó lo que había estado "leyendo".

-¿Todavía vas por esa página?- Resopló. -Qué lento. Mira, te explicaré algo interesante.- Dijo sacándole el libro de las manos y reacomodándose sobre él como si fuera un cómodo sillón.

Minseok estaba más tenso que nunca.

-Ah... ¿Podrías alejarte un poco?- Pidió de la forma más amable posible.

-No voy a darte clases desde la otra punta de la habitación, no seas idiota.

Cuándo no.

Le habló de un par de cosas más y en cierto punto notó que no le estaba prestando nada de atención, así que suspiró con hastío y se sentó mejor sobre la cama.

-Estás siendo muy desagradecido, ¿sabías?

-Lo siento.- Balbuceó frustrado.

-No se puede estudiar cuando no tienes ganas, me lo hubieras dicho antes.- Visualizó su teléfono celular conectado a los auriculares sobre la mesa y se estiró para cogerlos. -A ver qué tienes aquí.

Su cerebro había viajado al ciberespacio en el momento en el que lo vio en el rellano de la puerta así que ni siquiera reaccionó. Se lo quedó viendo hacer con completa libertad, a esas instancias Jongdae tenía toda la que quisiera con él.

Eso lo asustó muchísimo.

El otro se puso los auriculares y navegó por su lista de música.

-¡Oh! Me gusta esta canción.- Tocó la pantalla para reproducirla.

Minseok ya no se sentía con las fuerzas suficientes para disimular, quería observarlo, quería detallarlo sin reservas, fijamente y con libertad, y eso fue exactamente lo que hizo. Jongdae tarareaba por lo bajo con una pequeña sonrisa cincelando sus labios, movía su cabeza ligeramente al compas de la melodía, era toda una escena de la cual no deseaba perderse por nada del mundo. Repentinamente se creyó dentro de una burbuja junto a él, el mundo dejó de existir, nunca importó en realidad. Sólo estaba este chico tan brusco, directo y algo duro al que no le costaba decir las cosas como creía que eran, pero que tenía uno de los corazones más preciosos que había conocido alguna vez.

Y luego estaba él, totalmente perdido por esa hostilidad y ese corazón a la misma vez.

Escuchó su voz entonando de forma suave y baja, aunque fue claro para sus oídos.

-Look at the stars, look how they shine for you... And everything you do...

Lo miró a los ojos y le sonrió.

-Yeah they were all yellow...

Bien, ya estaban.

-Vete.

Jongdae se sacó un auricular. -¿Cómo?

-Debes irte. Ahora.

-¿Eh?

Se puso de pie y en un parpadeo lo tomó de la mano, tiró con fuerza y lo puso de pie, lo empujó por toda la habitación y una vez estuvo fuera le cerró la puerta en la cara. Era una obvia falta de educación y consideración, pero sintiendo lo que en esos momentos recorría todo su cuerpo como un rayo no tuvo muchas otras opciones. Si seguía al lado de Jongdae, se largaría a llorar.

De hecho, en esos momentos mientras sostenía la puerta lo estaba haciendo.

-¡Minseok! ¡Abre la jodida puerta!- Le exclamó el otro furibundo.

-No puedo.- Le respondió con la nariz congestionada. En serio no podía.

-¡Bien!- Espetó ofendido. -Me iré como tanto quieres, pero al menos dame mis cosas, imbécil de mierda.

Cubrió su rostro con ambas manos. Tomó el pañuelo que estaba sobre su mesa de trabajo y secó sus mejillas un poco, creía poder retener las lágrimas por un momento. Guardó todas las cosas de Jongdae en la mochila, corrió hacia la puerta, la abrió y se las lanzó sin mirarlo, luego volvió a encerrarse. Lo escuchó despotricar un poco más, pero al final se fue tras el sonido de la puerta de abajo cerrándose y él terminó sentado en el suelo.

-Lo siento.- Murmuró agotado.

Estuvo un largo tiempo lamentándose como un niñito allí tirado, vio su celular sobre la cama y recordó las cosas que le había hecho notar el psicólogo escolar. En esos momentos estaba consumiéndose y no quería hacerlo solo, definitivamente no. Corrió a cogerlo y por primera vez llamó a todos sus amigos, necesitaba a hablar.

Y con bastante urgencia.

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