XX
Algo solía pasarle muy a menudo a Sehun y es que la mayoría del tiempo se desconectaba a propósito de la realidad. Era como un interruptor en su cerebro al cual recurría desde que era pequeño; lo que sucedía cuando lo encendía era conveniente pues, solía perder casi por completo su sensibilidad, sus respuestas en general solían ser automatizadas e indiferentes, nada le importaba lo suficiente como para alterarse.
Odiaba alterarse. Odiaba sentir de más cuando todo se le iba de las manos.
Había situaciones en las cuales debía vivir en ese estado de desentendimiento de la realidad, ciertas lo ameritaban y otras no. Como por ejemplo pasar el tiempo con adolescentes inadaptados y fuera de lugar. Él estaba fuera de lugar en todos lados, al menos tenían algo en común. Le gustaba estar con ellos porque entonces podía olvidar su vida y todo lo que no hacía, todo lo que esperaban de él y no cumplía por no sentirse capaz de muchas cosas... De nada en definitiva. Quizás si pasaba el tiempo suficiente se volviera uno de ellos y las cosas supuestamente importantes dejarían de existir, borrándose de a poco frente a sus ojos como cuando en los días de frío los vidrios se empañan tras el aliento templado.
-¡Miren!
La exclamación lo trajo de vuelta al mundo terrenal tras su ensimismamiento. Cuando levantó la mirada estaba ante un acto de vandalismo para nada sorpresivo: uno de los chicos más jóvenes que había comenzado a pasar el tiempo con ellos hacía poco estaba lanzando bombas de pintura hacia la ventana del segundo piso. Comenzó a fruncir el ceño hasta que aquello hizo clic dentro de su cabeza y la inexpresividad gobernó su semblante.
-¿Por qué es esto?- Preguntó a nadie en especial.
Le respondió Jae Yong a un lado, sonriendo ante la escena mientras los demás alentaban la actitud. -Al niño lo reprobaron y se está vengando.
Al cabo de algunos segundos más comenzaron a movilizarse con rapidez y de la nada, al parecer alguien estaba de camino a la escena y a pesar de eso la mayoría sólo se carcajeaba con más fuerza. La adrenalina de ser atrapados, castigados y expulsados les producía euforia al parecer. Como sea, jamás los entendería a pesar de estar todo el rato con ellos. El chiquillo autor de la broma se acercó con un semblante preocupado a pesar de que un segundo antes había estado disfrutando de todo aquello.
-No me pueden castigar otra vez, mis padres se cabrearán como nunca.
-No hay problema, Sehun se ocupará esta vez, ¿no es así?- Dijo Jae Yong pasándole un brazo por los hombros.
Sehun lo miró a la cara, no dijo nada. El otro lo vio con algo de urgencia, parecía inquieto en serio, aunque en su opinión no tendría que hacer cosas así si luego se arrepentiría.
-Por favor, hombre, no me jodas así.
-¡Ahí vienen!- Dijo alguno.
-Lo hará, él es el menos jodido de nosotros este semestre.- Decidió Jae Yong por él.
En un parpadeo desaparecieron dejándolo solo en la escena del crimen y con dos profesores acercándose rabiosos. Los vio, observó las bombas de pintura restantes a sus pies y las ventanas y parte de la pared arruinadas, y se encogió con impasibilidad. ¿Qué más daba? Vivían regañándolo por cosas que nunca hacía de alguna u otra forma, una llamada de atención más no haría la diferencia y si la hacía tampoco le importaba ya.
No pensaba cargar contra nadie aunque se lo merecieran.
Terminó en detención con el mismo profesor que lo obligó a participar de aquel estúpido festival de primavera, sólo que esta vez este estaba completamente fuera de sí. Al parecer había terminado con su paciencia y a pesar de todos sus gritos incriminatorios, de sus cuestionamientos y golpes bajos, no dijo nada. No tenía nada para decir, no lo entenderían, ¿cómo podrían cuando ni él mismo comprendía las razones por las cuales actuaba como actuaba? Siempre se sentía perdido, la mayoría de las veces se quedaba callado porque prefería el silencio a una justificación estúpida que sólo le salvaría el trasero una vez.
Cuando volviera a casa seguiría siendo el mismo chico tonto sin aspiraciones ni nada importante en la vida.
-¡Se acabó!- Había dicho con cólera. -¡Esta es la última vez, Oh Sehun, la última! ¡Hoy estás fuera de este establecimiento!
-Aguarde.
La interrupción vino de parte de su profesora de literatura, no tenía ni idea de lo que hacía allí, pero se precipitó por la habitación hasta su colega iracundo dándole miradas de preocupación que seguía sin comprender.
-No es necesario llegar a tanto.
-¡Está perdido!- Exclamó. -¡Vive en detención, no podemos tolerar su rebeldía más tiempo! ¿Qué será lo próximo que haga?
-¿Qué fue lo que pasó ahora?
Suspiró y peinó sus cabellos hacia atrás, tranquilizándose un tanto. -Destruyó las instalaciones con bombas de pintura.
Ella miró a Sehun con algo muy similar a la pena. Él no entendía por qué esa profesora siempre lo defendía, pero allí estaba, queriendo negociar su estadía poco probable en aquella institución.
-¿Alguien lo vio a él específicamente haciéndolo?
Le frunció el ceño. -¿Qué quiere decir eso? Estaba allí y no se ha defendido, es lógico que fuera él, su historial lo respalda.
Ella lo vio con ironía. -Él nunca se inculpa, sea lo que sea nunca habla, ¿hasta ahora se da cuenta? En cualquier caso pudo haber sido otra persona y Sehun goon sólo pasaba por ahí.
-¿Qué tan probable puede ser eso?
-Créame, de verdad, este muchacho no es un delincuente.
-¿Está hablándome en serio? ¿Sabe ante quién estamos?
-Le aseguro que sí.- Continuó con firmeza. -¿Podría encargarme yo de él, por favor?- Pidió. -Le prometo que recompondré todo.
El profesor pareció muy poco convencido, se lo pensó un largo rato, pero al final suspiró con pesadez y, después de darle una mirada de enojo a Sehun, accedió de mala gana con un asentimiento.
-Le daremos una última oportunidad, una sola.- Hizo énfasis con seriedad. -A la próxima llamada de atención se va de aquí, será responsabilidad de sus tutores y de otra escuela.
La otra sonrió triunfante. -Eso está perfecto, tenemos un acuerdo.
-Esto no se trata de negocios, señorita Kwon.- Terció con dureza antes de irse.
Ella intercambió su sonrisa por un gesto de malhumor y miró a Sehun de la misma manera.
-¡Ay!- Exclamó con frustración. -¡Si pudiera te daría un gran golpe en esa cabezota que tienes!
Él, desde ya, no dijo nada, pero sí tuvo que admitir que las reacciones de aquella joven docente lo sorprendían y le llamaban la atención. Ella suspiró con fuerza y se apoyó sobre el escritorio, observándolo con una mezcla de pesar y confusión.
-¿Qué haré contigo?
Se encogió. -No es asunto mío.
-Bueno, al menos hablas.- Ironizó dando la vuelta al escritorio y ojeando algunos papeles sobre la mesa. -Tengo que darte un castigo.
Hubo silencio en lo que se pensaba un tanto las cosas.
-Habrá una muestra de talentos dentro de poco, es para recaudar fondos para un orfanato.
-Oh, no.- Sehun pareció reaccionar con eso. -No, no, otra vez no.
Ella lo enfocó con curiosidad. -¿Por qué no?
-No pienso quedarme hasta tarde dentro de este lugar ayudando en eventos estúpidos, no lo haré.
Suspiró de nuevo. -¿Prefieres que te expulsen?
-La verdad sí, ya me da muy igual.
Lo miró con seriedad. -¿Qué va a decir tu abuela cuando se entere, Sehun goon?
Él pareció tensarse de pies a cabeza. -No meta a mi abuela en esto, que sepa sobre ella no le da derecho a nombrarla.
La señorita Kwon alzó las cejas y asintió en consideración. -Okay, tienes razón, pero yo también la tengo, ¿o no?- No dijo nada y lo tomó como una confirmación. -Lo han intentado todo contigo, la última vez te derivaron al gabinete psicológico, ¿por qué no te presentaste?
Sehun se rehusó a volver a hablar.
-Deberías intentarlo, Yixing ssi es genial.
Nada.
-Bien, ven conmigo, te llevaré al auditorio en el ala norte.- Se resignó.
Sehun hizo algo muy parecido a un gemido lastimero, pero no protestó y la siguió en silencio. Cuando surcaron casi toda la escuela y llegaron al dichoso auditorio se sintió como en un maldito déjà vu con toda aquella gente trabajando, yendo de aquí para allá con cosas y recados, pero lo peor de todo no era lo molesto de obligarse a hacer cosas que no quería y que no le interesaban, lo peor recaía sin dudas sobre una sola persona que justamente se encontraba sobre el escenario dando órdenes a diestro y siniestro con un sujetapapeles de referencia para sus tareas.
La profesora lo llamó y Luhan frenó lo que hacía para verla, cuando lo vio a él más atrás se dio la vuelta inmediatamente y maldijo en cien idiomas distintos, luego se volvió a la mayor con la más grande de las sonrisas falsas. Bajó del escenario y la saludó con amabilidad antes de fulminarlo fugazmente con la mirada.
-¿Cómo estás, Lu?- Pareció apenada de hablarle. -Espero que todo esto no te cause problemas.
-No más de los imaginados.- Respondió regalando otro vistazo a Sehun. -¿Pasó algo?
-Te traigo a este otra vez.- Se explicó cortamente tomándolo de un brazo y trayéndolo hacia delante.
Luhan resistió las ganas de suspirar pesado y rodar los ojos hacia el cielo, en su lugar vio a la docente con intriga.
-¿Ayudará con la organización?
-Hará lo que sea que le ordenes al igual que la última vez.
Sehun reprodujo un sonido gutural muy similar al gruñido de un animal enojado, Luhan lo escuchó, pero hizo como que no existía durante los segundos que la señorita Kwon le hablaba explicándole la situación.
-Quizás tú puedas ayudarlo también.- Aventuró.
Luhan pintó una trémula sonrisa en el rostro. -Creo que no es mi ámbito los adolescentes violentos.
El menor ahora resopló ganándose unos ojos asesinos. La profesora intentó transmitirle más comprensión.
-Ustedes son completamente opuestos, podrías llegar a ser un gran ejemplo.
Él le sonrió con poco convencimiento. -Veremos qué pasa.
Ella le agradeció y se volvió hacia el otro. -Logré que te dieran otra oportunidad, pero a la próxima no creo que pueda salvarte, Sehun.- Expresó con sinceridad. -Piensa seriamente en cambiar el rumbo de las decisiones que estás tomando, tienes a un montón de personas que se preocupan por ti, no desperdicies eso.
Cuando se fue quedaron a solas y sólo bastó una mirada para que Luhan gruñera algo por lo bajo que no llegó a oír, pero que se asemejó mucho a "imbécil" y se le acercara para pincharle en el pecho con su puñetero sujetapapeles.
-Espero que no vuelva a ser como la última vez, niñito.
Alejó su brazo con brusquedad. -No molestes, ya la oíste, haré lo que sea.
Luhan entrecerró los ojos con amenaza. -Bien, porque no creo que quieras recibir otra humillación pública.
Sehun no le respondió, tuvo el impulso de rodar los ojos, pero intuyó que si lo hacía Luhan se volvería loco y honestamente estaba muy cansado. Estuvo días enteros acatando las órdenes despóticas del presidente del consejo, por fortuna aquel acto benéfico no necesitaba tanto trabajo y organización como el festival, pero a Sehun le encomendaban las cosas más molestas como cargar con objetos pesados o ir y venir mil veces por día de la sala de profesores al auditorio y viceversa, aun cuando ambos salones estaban a una distancia enorme el uno del otro. Luhan se encargaba de que cumpla obviamente, de hecho, era el único sobre el que estaba, prácticamente le respiraba en la nuca. Si algo era cierto era que no aplicaba su despotismo en los demás como sí lo hacía en él.
Uno de esos días la vicepresidenta, siempre al lado de Luhan más como una amiga que como una líder, notó a su compañero demasiado hastiado sin tener muy en claro el porqué. Luhan revolvía papeles sobre la mesa entre resoplidos frustrados y balbuceos malhumorados; se le acercó con una ceja alzada, en general no solía ser así ni siquiera bajo presión.
-¿Pasa algo?
Él dejó lo que hacía para apoyar una mano sobre la mesa y señalar algo con el ceño fruncido. -Eso pasa.
Ella enfocó a Sehun más allá ayudando a una muchacha un tanto atemorizada a cargar una caja. Miró a Luhan con bastante diversión a su pesar.
-¿Qué hizo de malo?
La encaró con un ceño fruncido. -Nada.
-¿Desobedeció alguna orden tuya?
-No...
-¿Entonces por qué te molesta?
Luhan pareció contrariado, pero era una de las personas más tercas que había conocido alguna vez, así que nunca daría el brazo a torcer tan fácil. Si sentía que algo estaba mal de alguna manera, entonces estaba mal. Chasqueó la lengua y se volvió a sus asuntos.
-Es un mocoso.
-¿Sabes? No creo que sea tan mal muchacho como dicen.
Volvió a verla aunque su mirar reflejaba más intriga que otra cosa. -¿Por qué lo dices?
Ella se encogió. -Lo he visto un par de veces antes de irse a casa, siempre se queda limpiando cuando nadie más lo hace o se hace cargo de las tareas que los demás dejan.
-¿Cómo qué?
Resistió el impulso de sonreír, cuando a Luhan algo le interesaba investigaba sobre eso a más no poder y con profundidad. Era un hecho que le estaba dando curiosidad lo que decía y no pararía hasta saber todos los detalles.
-Cuando reparten las tareas de limpieza la mayoría siempre se escaquea, lo sabes, cuando he cruzado frente a su salón siempre está él solo borrando la pizarra y tirando la basura.- Sonrió un poco mientras lo veía hacer más allá. -Una vez le pregunté y me dijo que todos se habían ido.
Luhan frunció el ceño y volvió a mirar a Sehun más allá, estirando sus brazos al cielo con pereza después de terminar con lo que debía. En el momento sólo negó un tanto con la cabeza, dejando de lado aquella información y continuando con sus cosas, pero en su mente todo tuvo relevancia de alguna forma. Inconscientemente comenzó a seguirlo con la mirada incluso fuera de las horas extra que cumplían para organizar el espectáculo, casi nunca lo encontraba, se preguntaba a dónde rayos iría cuando no había clases, suponía que pasaría el rato con sus amigos inadaptados. Algunas veces lo encontraba junto a Minseok y los demás, allí parecía siempre un chico común y corriente, no un delincuente como todos decían.
Comenzaba a cuestionarse con seriedad quién era realmente Oh Sehun.
Otro de esos días iba de camino junto a Gin hacia la sala de conferencias para un encuentro con los delegados de curso. Siempre tomaban la misma ruta, pero en esa ocasión había algo nuevo y diferente complementando el paisaje. Cuando volteó por casualidad para ver a través de las ventanas al campo de béisbol más abajo, distinguió la figura de Sehun en un milisegundo incluso a pesar de la distancia. Se frenó en seco de la nada para verlo mejor, notando que juntaba los envoltorios de comida vacíos y las botellas de plástico usadas que los estudiantes habían dejado regados por todas las gradas, era consciente de que más temprano se había celebrado otro popular encuentro entre el equipo escolar y otro de afuera. Gin, curiosa a su lado, notó exactamente lo mismo y sonrió sin poder evitarlo.
-¿Lo ves?- Señaló.
Luhan se encontró frunciendo el ceño. -Los encargados de limpieza siempre se encargan, no tiene obligación de hacer eso.
-Quizás él sí crea que la tiene.
Sehun se quedaba después de clases limpiando y ordenando lo que los demás siempre arruinaban, por eso odiaba que su tiempo estuviera ocupado con cosas como el festival o el espectáculo de talentos. Nadie sabía que lo hacía en realidad, nunca había dicho una sola palabra, tampoco lo necesitaba. Encontraba un poco de satisfacción y paz mental ayudando en cosas pequeñas como esas, después de todo el dolor de cabeza que debía significar para los mayores y directivos, no podía quedarse sin resarcir sus males.
Luhan había dejado dicho a la gente que ayudaba en la organización del evento que sin importar nada debían dejar el auditorio impecable para esa tarde puesto que al otro día el director pasaría a verificar que todo estuviera en orden. Algunos protestaron un poco puesto que ya habían cumplido con sus horas extras y dijeron que aquello era algo que se podía hacer al día siguiente antes de que pasaran a hacer la revisión. Luhan les respondió que cualquier imprevisto podía suceder y que por eso era necesario actuar rápido y con eficiencia.
"No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy", había citado.
Ni él ni la vicepresidenta pudieron quedarse a supervisar y colaborar puesto que tenían una reunión corta, pero importante, así que los dejaron terminando el trabajo. Sehun había comenzado a juntar parte de las herramientas que habían utilizado para armar la escenografía cuando oyó a la mayoría hablando entre sí con malicia.
-No quiero hacer esto, tengo que llegar a tiempo al trabajo.
-Hoy es el cumpleaños de mi madre, no puedo tardarme, debo recoger su pastel antes de las seis.
-Luhan es un mandón de mierda, vayámonos de aquí.
Sehun se había erguido con una ceja alzada ante semejantes comentarios, notó que todos se habían arremolinado con intenciones claras de un motín.
-Es verdad, de todas formas el horario acabó. Yo me largo.
-¡Que le den!
Al cabo de un "¡sí!" unísono caminaron hacia la salida y se fueron. Así sin más. Irónicamente sólo él se quedó, el único obligado a contribuir era el único que no se había escapado en medio de una situación apremiante. Tiró su cabeza hacia atrás con frustración, observando el techo alto y lejano de aquel auditorio que no había visitado nunca sino hasta hace unos días. No podía irse ahora, no sería correcto y a Luhan le daría un ACV si llegaba y veía todo sin terminar, así que al final se giró y continuó con el trabajo que le correspondía no sólo a él, sino a todo un grupo de jóvenes.
A fin de cuentas no era muy diferente a lo que usualmente hacía.
Luhan y Gin llegaron después de un rato, habían acabado con la reunión y ya podían irse a casa, pero querían asegurarse de que todo estaba orden antes de partir. Grande fue la sorpresa cuando encontraron el trabajo a la mitad y a una sola persona encargándose de todo en general. El presidente posó de forma dramática una mano sobre su pecho mientras se acercaba a la escena con horror, observó en silencio y por largos segundos a Sehun. Gin a su lado estaba inquieta, pero no pudo emitir una sola palabra.
-¿Qué estás haciendo?- Le cuestionó quedamente.
-¿Qué te parece?- Respondió Sehun con las mangas de su camisa arremangada mientras intentaba acomodar el pesado equipo de sonido.
-¿Dónde se fueron todos?- Preguntó Gin viendo su alrededor con preocupación.
-Se fueron.- Dijo con un encogimiento, dejó de lado lo que hacía para verlos y suspirar agotado. -Al parecer no les cae que seas tan mangonero, hyung.
Luhan parpadeó, un poquito fuera de sí con todo lo que estaba pasando... Sólo un poquito. Observó el orden que había en general, las cosas en su lugar asignado, la basura lista para desecharse y otro cúmulo de herramientas juntas para ser devueltas.
-¿Lo hiciste todo tú solo?
-Sip.- Se encogió con desinterés. -Nadie más lo haría así que...
Luhan encaró a Sehun viéndolo a la cara por primera vez en todo el rato; Gin miró con recelo a su amigo a un lado, esperando un ataque de histeria por su parte como esta clase de situaciones siempre provocaba, pero en su lugar lo observó largar un poco de aire contenido y bajar sus brazos con malogro.
-Puedes irte.- Murmuró.
Sehun alzó las cejas. -Puedo hacerlo, no será nada, sólo debo llevar eso de ahí y...
-En serio, puedes irte ya.- Luhan no parecía molesto, en realidad a Sehun le sorprendió bastante su tono suave.
Lo vio un momento antes de encogerse y bajarse del escenario de un salto. -Como quieras.- Contestó sacudiendo sus manos y tomando su mochila para caminar hacia la salida.
Cuando Gin lo perdió de vista dirigió su atención nuevamente a su compañero, notando una expresión extraña en su rostro mientras mordía sus labios con un sentimiento muy similar a la ansiedad.
******
-¿Se puede saber por qué rayos me miras tanto?
Minseok al parecer había sobrepasado el límite en aquella ocasión.
Iba a aceptarlo, en el último tiempo se había estado comportando malditamente extraño y tenían razón en recalcárselo si querían, en especial Jongdae. Él era su punto, él era el centro, la cuestión de todo. De alguna absurda manera su atención siempre se focalizaba en él. No importaba que tuviera exámenes que tratar, tarea para hacer, bocetos que acabar, cosas que hablar con su editor, no importaba, sólo aquel tonto tenía relevancia en su cabeza cada vez más loca. Después de que Lee Ohn había confesado estar enamorada de su mejor amigo algo de su cordura se había perdido en el infinito para nunca más volver. Que no le preguntaran por qué porque no sabría qué responder.
Honestamente no entendía el escándalo para nada, pero su mente seguía siendo tan jodida como el primer día que ingresó a ese instituto.
No hablaba, si abría la boca temía dejar escapar cosas que no debían saberse por nada del mundo, por eso lo único a lo cual se dedicaba era a observar. Observar a Jongdae, claro. Lo veía con detenimiento durante las clases, durante el almuerzo, durante los descansos, todo el rato. Sabía que estaba siendo cansino, pero no podía evitarlo, algo en su interior se estaba cocinando, a esas alturas lo sentía bullir y en cualquier momento herviría con rabia.
Su mirada transmitía rencor. Lo sabía, no era algo que pudiera manejar.
Jongdae en aquel último almuerzo había explotado, venía sintiendo su escrutinio como dardos filosos en la nuca desde hacía días.
Lo enfocó con el ceño fruncido. -Si tienes algún problema dilo, superbobo.
Minseok le entrecerró los ojos. -No me busques.- Advirtió.
-¿O qué?- Siguió provocando el otro porque, obvio, era Jongdae y no podía con sí mismo.
-Me gustaría saber qué pasó con...
Se lo quedaron viendo todos cuando dejó la frase inacabada, dándose cuenta a mitad de la misma que si seguía podía meter la pata en serio. Chasqueó la lengua con una negación y lo miró con molestia, ¿por qué tenía que ser así? ¿Por qué tenían que pasarle cosas que no comprendía?
Le hastiaba.
-Olvídalo.- Se puso de pie.
-Dilo, ¿qué pasa?- Le insistió. -¿Vas a escapar ahora?
Minseok se fue de allí porque si continuaba oyéndolo le metería su almuerzo por la garganta hasta hacerlo atragantarse y que dejara de hablar por toda la vida. Cerró las puertas de la cafetería sin ver atrás, pero fue tomado por sorpresa por una mano que alcanzó su muñeca con destreza. Cuando se volteó con los ojos bien abiertos dio de lleno con el rostro preocupado de Jongdae.
-Oye.- Su voz era grave y seria, ya no parecía altanero como antes.
-¿Q-qué?- Deshizo su agarre sintiendo un nerviosismo estúpido, nunca imaginó que lo seguiría.
-¿Sigues molesto por lo de la última vez?
Minseok frunció el ceño, ¿qué fue lo de la última vez? Las palabras de Lee Ohn gobernaron sus pensamientos desde que las había oído, cualquier otra cosa había quedado en un segundo plano.
-No fue mi intención ser malo, ya sabes cómo soy de bruto.
Negó ligeramente con la cabeza. -No... No es nada, Jongdae.- Comenzó a irse, pero esta vez lo cogió de una mano impidiendo su huida.
-¿En serio no es nada? No seas deshonesto, no conmigo.
Minseok estaba comenzando a sentirse mareado. ¿Por qué su voz diciendo semejantes cosas y su mano tibia rodeándolo le hacían sentirse como drogado? No tenía un puto sentido, ¿qué le estaba pasando? Comenzó a experimentar miedo de la nada. Quería irse de su lado, necesitaba hacerlo.
-Olvídalo, te lo dije antes.- Intentó zafarse. -No me importa, está todo bien.
No, no estaba todo bien. Quería preguntárselo, quería saber qué había pasado con Lee Ohn en el pasado, de dónde se conocían tanto como para que ella terminara enamorada, pero no podía. No podía sacar las palabras, no podía sacar el valor. Quería saber la verdad, pero a la vez le daba pánico. Muchos escenarios habían comenzado a armarse en su cabeza y le consternaba darse cuenta de que ninguno le agradaba.
En todos había una historia de amor en el medio.
Al final logró huir con éxito, pero su lado más sarcástico y realista se rio de él porque sabía en su fuero interno que mañana tendría que volver a enfrentarlo. Y si no era mañana entonces sería al día siguiente.
Durante la cena estuvo en las nubes, le preguntaron si algo le sucedía, pero evadió todas las preguntas como un campeón y alegó querer retirarse para seguir trabajando. Subió las escaleras con los pies pesados como el plomo y se echó sobre su sillón giratorio como si este fuera lo único capaz de sostener todo su cuerpo, todo su mundo. Intentó focalizare en sus guiones, ya los tenía preparados, estaban allí escritos sólo debía seguirlos y proseguir con los bocetos, pero su mano se había quedado quieta sobre el papel sosteniendo el lápiz.
Nada estaba funcionando.
Al final ocupó sus pijamas y se perdió entre los confines reconfortantes de su cama, dentro de las sábanas todo parecía más tibio y alentador... Hasta cierto punto. Cuando inducían el sueño plácido y el jodido inconsciente salía a relucir las locuras más ocultas del corazón, ahí todo se iba al carajo definitivamente.
Le pasó cuando de la nada se vio cruzando la escuela corriendo, a pesar de que estaba agitado y de que no podía parar no tenía la más mínima idea de a dónde iba... O de lo que buscaba. Sí, estaba buscando algo, pero no sabía qué. Una voz desde la lejanía exclamó algo que no llegó a entender, creyó haberse volteado en más de una ocasión con intriga, pero era imposible, no comprendía... ¿Un nombre? ¿De quién? En un parpadeo se vio frente a las ventanas del segundo piso, recordaba ese lugar, había descubierto una hermosa vista hacia el patio más bonito de la escuela, aquel que poseía árboles altos y canteros con flores que siempre estaban cuidadas. Lo había encontrado durante los días que solía rondar la escuela a solas, aquella época en la que nadie lo buscaba ni estaba a su lado, cuando ni Dan Bi, Sei Ah, Sehun o Jongdae existían...
Jongdae.
Estaba a su lado. ¿Siempre había estado ahí? No lo había notado, quizás debido a la abstracción que le produjo aquella bonita vista. Cuando lo miró también estaba enfocado en ello, tenía una pequeña sonrisa en los labios y era extraño, Jongdae nunca solía sonreír de esa manera, una manera más suave y relajada, como si nada le importara realmente. Era de mañana, lo supo por el sol que se colaba por el vidrio e inundaba de luz toda la galería, iluminaba sus caras. De alguna manera su intensidad aumentó y lo cegó un tanto, de repente se vieron más cerca y antes de que pudiera reaccionar tenía su rostro a un escaso centímetro, estaba a un respiro de su boca.
Sus labios se rozaron mínimamente, fue algo efímero y con sentido...
Jongdae...
Un fuerte golpe lo devolvió de regreso a la Tierra de sopetón y cuando abrió los ojos como platos se encontró con medio torso en el suelo mientras sus piernas todavía reposaban sobre el colchón, las sábanas estaban revueltas y el sonido agudo y repetitivo de la alarma resonaba sin parar. No acababa de reaccionar cuando vio más allá y descubrió que su hermana menor estaba de cuclillas frente a él, viéndolo con diversión y una sonrisa enorme que no llegaba a comprender del todo.
-¿Quién es Jongdae?- Le preguntó.
Él parpadeó, cayendo en cuenta de absolutamente todo y la miró con unos ojos desorbitados, estaba entrando en un pequeño (enorme, gigantesco) estado de shock y Minju era testigo en primera fila.
-Nadie. Literalmente nadie.
Ella volvió su sonrisa más grande y traviesa si es que eso era posible, comenzó a abrir la boca, pero él se removió de forma ridícula logrando caer por completo de la cama.
-¡Fuera!- Chilló con histeria.
Creyó que le dijo algo mientras la empujaba hacia el pasillo y le cerraba la puerta en la cara, pero nunca la oyó, su cerebro no funcionaba conectado a la realidad y no por haberse despertado hacía unos pocos segundos, sino por algo mucho más apremiante.
Aquel día, Minseok le dijo adiós para siempre a su sanidad mental.
*
Cada vez que alguien vea una foto tuya, recuerde tu sonrisa, oiga alguna canción de las tantas que creaste o en las cuales tu voz hermosa tuvo participación, vas a volver a nacer como lo que siempre fuiste: luz. Nuestra luz, la de todxs.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top