XLVIII
Jongdae quedó viendo la hoja entre sus dedos por lo que parecieron eternidades.
Tan sólo un pedazo rectangular y burdo, fino como cualquier papel y de un blanco impoluto, le robó todos los suspiros porque no tenía fuerzas ni para respirar, y también la última cuota de tranquilidad que había aportado a su mente. Impresas allí no había más que unas cuantas líneas y frases simples que para él eran tan complejas como el problema matemático más largo y confuso. De tan quieto que se mantuvo y tan poco que sus globos oculares se desplazaron, desaparecieron tales trazos en negro, simplemente se perdieron... O él se volvió ciego. El blanco de la hoja era demasiado brillante, demasiado cegador al punto de volverlo todo del mismo color. De repente se vio sumido en mitad de un mundo inexplorado, en donde no había nada ni a la izquierda ni a la derecha, ni arriba ni abajo, sólo extensiones sin color que podrían ser teñidas con lo que fuera.
Cualquier textura, cualquier palabra, cualquier decisión.
-¿Qué pasa?
Ante la pesada mano sobre su hombro y la voz de Minseok a un lado, ocultó la hoja bajo el banco con rapidez. Miró a su novio a los ojos, parpadeando sin parar, intentando acostumbrarse al mundo real, entonces le regaló una pequeña sonrisa.
-Nada.
Minseok ladeó su rostro y adelantó sus labios en un gesto analítico, obviamente sabía que le estaba mintiendo, pero no preguntaría nada más porque de seguro esperaría a que le hable por su cuenta. Y lo agradecía, no quería conversar de ello con él, no tenía idea de cómo explicarle sin tener que pasar por temas espinosos y para nada complacientes. Desde que Minseok estaba a su lado no sabía cómo desempeñarse en lo cotidiano de su vida, ni estaba seguro de nada de todo lo que creyó correcto hasta el momento.
¿Debería sentirse bien por eso? Redescubrirse era complicado.
-Minseok, ¿qué pusiste en tu hoja de carrera?
-¿Yo? Bueno, eso es obvio, ni siquiera tuve que pensarlo.- Se tensó ante la respuesta de su novio hacia sus amigos más atrás. -Seguiré dibujando, no importa lo que me digan.
Dan Bi sonrió enorme. -Amo lo firme que eres cuando se trata de lo que quieres.
Sus dedos arrugaron su propia hoja de carrera, todavía escondida como una criminal sobre sus piernas. Otra vez ese asqueroso sentimiento, esa sensación de estar siendo disminuido y aplastado como una cucaracha inservible.
-¿No te molestaron durante la entrevista? Hicieron que casi me lance por la ventana.-Protestó Sehun sentado sobre uno de los escritorios.
-Eso es porque les dijiste que no seguirías estudiando.
Él se encogió. -Nunca pensé en la universidad, no es para mí, prefiero trabajar. Además, los profesores saben que soy idiota, así que no siguieron insistiendo.- Sonrió con su mejor sonrisa despreocupada y de sinvergüenza.
-Tú tienes suerte, Sei, como eres la capitana del club de baloncesto y lo haces genial, nadie te cuestionó por elegir continuar con el deporte.- Dan Bi frunció el ceño con un pequeño suspiro. -Cuando leyeron que trabajaría para ir a las nacionales de patinaje artístico, pusieron el grito en el cielo.
Minseok resopló. -Lo mismo conmigo, supongo que nuestras elecciones no son del todo "serias".- Rodó los ojos con fastidio.
-No vamos a rendirnos.- Aseguró ella con resolución estirando un puño en su dirección, Minseok sonrió y lo estrelló con el suyo.
Jongdae se encogió más sobre sí mismo en el afán de volverse todavía más invisible. No deseaba que le preguntaran qué es lo que había hablado en su entrevista sobre el futuro con el profesor titular del curso, volvía a temblar como un niñito de sólo recordar lo aterrorizado que había estado a la hora de cruzar la puerta para encontrarse a solas con él. Siempre creyó saber qué era lo mejor, creyó tener muy en claro sus aspiraciones y su lugar en el mundo, y sin embargo cuando el docente le cuestionó por qué había dejado su hoja de carrera incompleta, su boca reprodujo el sonido de las palabras más insólitas: "no decidí nada porque no sé qué hacer", dijo para sorpresa de ambos.
-Tus notas son brillantes, Jongdae goon.- Había contestado la voz del mayor. -Eres de los pocos estudiantes que podrían aspirar a cualquier universidad de élite, piénsalo bien, ¿sí? Sería una lástima desperdiciar tal potencial.
¿Potencial? ¿De qué potencial le hablaban? Lo único que invadía su mente en esos momentos eran los rostros de sus padres y el de su hermano. Refunfuñó sonidos sin sentido por lo bajo y agitó su cabello con violencia, tenía que dejar de dar vueltas sobre los mismos asuntos una y otra vez, pero no sabía cómo hacerlo cuando había vivido así por tanto tiempo. Apoyó la quijada sobre el banco y vagó la mirada por el resto del salón, había tan sólo un puñado de sus compañeros más Sei y Sehun que eran de otras divisiones, durante el descanso la mayoría solía retirarse. Sus ojos se fijaron en el banco de adelante, el banco de Minseok, su hoja de carrera, a diferencia de la suya, estaba correctamente contestada, sus trazos le parecieron absurdamente firmes y decisivos, como si no hubiera dudado ni un instante en sus respuestas.
Pero lo que captó su atención fueron los números ubicados al lado de las palabras "fecha de nacimiento". Frunció el ceño cuando se irguió repentinamente, se precipitó como un resorte sobre su propio escritorio y tomó el papel para leerlo más de cerca. Su gesto se crispó mientras su novio reía junto a los demás como si no tuviera ni una preocupación en el mundo.
-Minseok.- Pronunció con voz grave, él no le prestó mucha atención. -¿Tu cumpleaños es este fin de semana?
Ah, ahora sí pareció oírlo muy bien. Se quedó en silencio de una forma tan abrupta, que hizo que los demás también se callaran, volteó lentamente y pasó su mirada de la hoja que sostenía a su rostro, pudo oírse claramente cómo pasaba saliva con dificultad.
-Hum, sí.- Respondió, ya no había lugar para vacilaciones.
Jongdae le sonrió de forma peligrosa. -¿Por qué el año pasado nos dijiste que era en otra fecha?
-Creo que iré a coger algo para beber, el descanso ya está por terminar, también iré al baño de paso, luego será complicado durante las clases, ya saben.- Minseok habló rápido mientras se iba, pero la garra de un demonio se prendió de su hombro con fuerza y le impidió escapar.
-Ven aquí, pequeña rata mentirosa.- Jongdae seguía con esa sonrisa tan perturbadora. -Cuando Dan Bi te preguntó por estas épocas cuándo cumplías años, tú dijiste que este ya había pasado, ¿me equivoco o no?- Como respuesta sólo recibió la risa nerviosa de Minseok.
-¿¡Qué!?- Chilló Dan Bi a un lado. -¿Min mintió a posta? ¿Por qué?
Quiso sortear el problema dando una explicación simple y desinteresada que quitara importancia al asunto, pero los ojos enfadados de su amiga pudieron con él. Además, si daba a entender que no era nada, Jongdae se molestaría aún más y era un riesgo que no quería correr.
-No me gusta.- Refunfuñó, cruzándose de brazos como un niño enojado. -Odio festejar mi cumpleaños.
-¡Pero si es genial! Todo el mundo te entrega regalos y te llena de atenciones.
-En mi cumpleaños mi abuelita cocina todos mis platos preferidos y hyung me compra lo que quiera aunque sea caro.- Declaró Sehun con satisfacción.
-Pues yo lo odio.- Siguió en sus trece. -Nunca tuve amigos y mi familia sabe que me disgusta, así que no lo festejo. Además...
-¿Además?
-Nunca sé qué hacer mientras me cantan la canción de feliz cumpleaños.- Murmuró. -Estar ahí con cara de idiota sólo me hace sentir más idiota.
-Pero eso no tiene nada que ver con el hecho en sí de festejarlo, ¿verdad? ¿Por qué lo odias tanto?
Jongdae dirigió una rápida mirada de inquietud a sus amigos, ¿fue el único que pudo percibir en los ojos de Minseok su reticencia a hablar del tema? Ese tipo de preguntas debían ser evitadas todo lo posible. Redirigió la atención a su novio, tenía los labios sellados y estaba muy quieto, parecía indiferente a simple vista, pero sus ojos se achicaron un segundo antes de volver a hablar, y era evidente la gran mecánica que llevaba adelante su cerebro para tal acción. Se mordisqueó los labios con ansiedad, sintiendo esa extrema necesidad de posicionarse delante de él y protegerlo de todo, mas no debía subestimarlo, Minseok era alguien fuerte, podía encargarse de las cosas por sí mismo.
-Cuando cumplí nueve organicé una fiesta de cumpleaños con la esperanza de que mis compañeros fueran y poder hacer algunos amigos.- Un corto silencio. -Nadie fue.
Jongdae cerró los ojos. Ah... Ahí estaban otra vez, las ganas de romper algo o de buscar uno a uno a los excompañeros de clase de Minseok y hacerlos sufrir mucho. Nadie dijo nada después de eso, usó esos segundos para calmarse y dar por zanjado el tema antes de que sus amigos procedieran de forma errónea. Lo peor que podían hacerle a Minseok en esos momentos era...
-Bueno, ¿qué se le va a hacer, hombre?- Sei le palmeó la espalda con brusquedad y restó importancia al tema con un tono de voz impasible.
...tenerle lástima.
-Supongo que estamos todos malditos o algo así, nunca pude invitar a nadie tampoco porque nunca tuve amigos de verdad.- Comentó Sehun reposando su nuca en ambas manos con una gran sonrisa. -Los únicos eran los miembros de la pandilla, no creo que les quede cantar el feliz cumpleaños alrededor de un pastel, son más de regalarte un navajazo o algo así.
Minseok sonrió con diversión y pudo relajarse con un suspiro, lo ideal era no olvidar nunca lo imprevisibles que podían ser estas personas.
-Este de aquí tampoco puede alardear.- Le susurró Dan Bi a modo de confidencia con una mano a un lado de su boca, aunque al señalar abiertamente a Jongdae la discreción no sirvió de mucho. -Siempre fuimos sólo nosotros dos, ¡pero nuestros cumpleaños nunca se sintieron solitarios! Si hay al menos una persona que te quiere y festeja que existas en este mundo, es suficiente.
Seguidamente continuaron hablando de muchas cosas diferentes, todos a la vez y sin inmutarse para anda, algo muy común tratándose de ellos. Un tema tan gris pasó a segundo plano así de fácil y Minseok se vio tremendamente aliviado, se alejaron hacia la salida exclamando cosas como que volverían pronto después de encargarse de algo, y junto a su novio se los quedaron viendo desaparecer en silencio.
Suspiró. -Vendrán a visitarme el fin de semana, ¿no es así?
-¿Qué comes que adivinas, guapura?- Le contestó Jongdae.
Lo vio con diversión, no dijo nada, no tenía palabras en realidad, dijera lo que dijera sus amigos harían lo que les viniera en gana y eso era... Bastante agradable a decir a verdad, al menos se lo parecía en esos momentos. Dicho y hecho, ese mismo sábado al caer la tarde después de responder al timbre de casa, encontró a cuatro adolescentes tras la puerta aguardando con sonrisas enormes y desvergonzadas. Se sintió un poco nervioso al saludarlos, sólo era un día como otro cualquiera junto a ellos, así que no tenía por qué perder la cabeza. Pasaron uno a uno después de descalzarse en el recibidor, cargaban bolsas de todo tipo y se adentraron vociferando saludos y disculpas por la intrusión. El último fue Jongdae, literalmente se le abalanzó justo después de cerrar.
Se vio repentinamente empujado contra la puerta mientras un par de labios aterrizaban sobre los suyos miles de veces sin descanso.
-Feliz cumpleaños, tontito.
Le sonrió como un imbécil perdido, porque esa era la mejor forma de describirse, y posó ambas manos sobre su cintura al mirarlo a los ojos. -Están mis padres, ¿sabes?
Jongdae le respondió con otro largo y delicioso beso. -Lo sé, los otros idiotas hacen demasiado lío, deben estar distraídos. De todas formas, tenía ganas de besarte y ya lo hice.- Se separó con una adorable sonrisa y le extendió una mano que tomó para despegarse de la puerta, antes de adentrarse en el salón se soltaron.
Las expresiones de sus padres ante los sorpresivos invitados no tuvieron precio, si hubiera tenido una cámara a mano hubiera retratado el momento para la posteridad. Normal después de tantos años viendo a su hijo siendo el ser más solitario del planeta. Minju tenía una expresión aburrida, incluso bostezó, después de conocer a los chicos ya no le causaba ninguna conmoción verlo rodeado de gente. Su madre, como era predecible, se sentó en el suelo junto a ellos y comenzó a hablar de millones de cosas sin parar; siempre tuvo ese tipo de personalidad y ninguno de los chicos se amilanó ante su capacidad de abarcar cientos de temas en una cuantas frases. Sehun se acopló a ella con completa naturalidad (quizás hasta hablaba más que su madre) y Dan Bi continuó cada una de las conversaciones con el mismo entusiasmo, Sei Ah y Jongdae largaban algún que otro comentario de vez en cuando, pero estaba bien desde que eran menos participativos.
Él colaboró junto a su padre llevando té y sirviendo un poco del pastel que se había cocinado más temprano; toda la imagen le resultaba algo tan surrealista que no era capaz de participar en la charla, se mantuvo en un extremo escuchándolos con una queda sonrisa, sintiéndose verdaderamente feliz. Creía que era el primer cumpleaños de su vida en donde no se sentía miserable y más solo que nunca.
-Yo en realidad quiero saber si Seokkie tiene alguna novia.
Las palabras inesperadas de su madre le hicieron escupir parte del sorbo de té que se había llevado a la boca. Sus amigos parecieron divertidos, pero callaron prudentemente.
-O novio.- Señaló su padre como si estuviera hablando del clima mientras recogía un plato vacío.
A él le agarró un ataque de tos preocupante, vio de reojo a Jongdae a su lado que parecía estar viajando por el ciberespacio ante lo que oía. Mientras intentaba recuperarse, los mayores siguieron en lo suyo como si nada.
-Es cierto, pero eso no me interesa.- Chasqueó su madre con un ademán. -Si hay alguien quiero saber, ¡Seokkie nunca me cuenta nada!
-¡Mamá!- Gimió al borde de largarse a llorar de la vergüenza.
-¡Pero es verdad!- Ella estuvo a punto de proferir alguna otra cosa abochornante más, pero se frenó ante el sonido del timbre.
-¡Yo voy!- Exclamó Minseok con euforia, jamás sintió deseos de rendirle culto de adoración al timbre de casa, pero siempre había una primera vez para todo.
De camino a la puerta se preguntó con curiosidad de quién podría tratarse, todos sus conocidos estaban allí salvo Lee Ohn, también le había mentido sobre su fecha de cumpleaños: nota mental de disculparse con ella más adelante. ¿Sería alguna visita para sus padres o su hermana? Al abrir sus dudas se esfumaron, ante sus ojos apareció una rebelde cabellera corta de color castaño claro en forma de rulos.
Nika parpadeó con un par de ojos enormes cuando lo vio. -Hum... Buenas noches, sunbae-nim.- Hizo una reverencia. -¿Se encontraría Minju?
-Claro, pasa.- La recibió con una sonrisa.
Mientras se descalzaba en silencio, Minju apareció corriendo tan desaforada como de costumbre para colgarse de sus hombros y darle la bienvenida entre exclamaciones, Nika pareció avergonzaba, pero sonreía de igual manera. Al ingresar al salón se mantuvo prudentemente alejado de ella, no tanto para ser evidente, pero cuando volvió a ocupar su sitio alrededor de la mesa lo hizo lo más cerca de Jongdae que pudo estando sus padres presentes. Ni bien sus hombros se rozaron lo sintió relajarse y sonrió, lo que menos quería era que se sintiera intranquilo en vano.
Sus padres recibieron a Nika con alegría, dando cuenta de la cantidad de veces que la chica había pisado su casa ya, Minju era absurdamente hábil a la hora de generar confianza y ganarse amigos. Al cabo de un rato más, los mayores se retiraron a su habitación alegando sentirse cansados, supo que era una excusa para dejarlos solos puesto que era fin de semana y al día siguiente no tendrían que trabajar, pero no se quejó cuando su madre le dio un vergonzoso beso en la frente antes de retirarse, en su lugar le sonrió. Cuando escucharon la puerta de arriba cerrándose, sus amigos lo vieron con sonrisas brillantes.
Dejó lentamente su taza sobre la mesa. -¿Debería salir corriendo ahora?
-¡Regalos!- Exclamaron de la nada antes de comenzar a dejarle obsequios frente las narices.
La primera fue Dan Bi, le entregó una adorable cajita de cartón, al deshacer el vistoso moño rosado que la cerraba descubrió apetitosos muffins dentro.
-¡Les hice cobertura de color morado!- Señaló con una enorme sonrisa y sus pequeñas manos unidas al frente.
-Pero ese es tu color favorito...- Murmuró Jongdae.
-¡Y toma!- Sacó de su bolsa una maceta de yeso con forma de cerdito que tenía plantada un cactus pequeño. -Los cactus son geniales porque no necesitan mucho cuidado.- Dijo con un dedo índice en alto, Minseok recibió la planta divertido sin saber por qué le estaban obsequiando un cactus, pero agradecido de todas formas. -Y si quieres también puedo darte un perrito o un gatito abandonado, esta semana llegaron cuatro a casa.
Jongdae suspiró por lo bajo. -Pobre eomeonim...
-Te lo agradezco, Bi.
-¡Yo, yo, ahora sigo yo!- Sehun casi tira todo lo que estaba sobre la mesa cuando arrastró una bolsa ruidosa en su dirección.
De adentró sacó varias copas de ramen instantáneo de diversos sabores, paquetes de algas nori en rebaja y demás snacks. Observó todo en silencio y vio a Sehun con una ceja alzada, estaba a tan sólo un segundo de comenzar a reírse como subnormal ante la sonrisa resplandeciente de su amigo.
-Sei y Nika seguro no lo entenderán, pero como pobre debes saber lo importante que son estas cosas.- Explicó con seriedad, asintiendo varias veces y cruzado de brazos. -La comida rápida ahorra tiempo que puedes pasar trabajando, cultivando arroz o fabricando sandalias de paja.
Jongdae lo observó como si estuviera viendo a Pie Grande bebiendo té inglés. -¿En qué planeta vive este hombre?
Minseok cubrió su boca con una mano y comenzó a temblar en el intento por contener su risa. -Cielos, esto es... wow... Gracias, Sehun.
-Olvida al pobre, aquí tienes uno de mi parte, Minseok.- Sei le extendió un objeto envuelto que tenía la forma de una taza.
-Oh, genial.- La recibió con entusiasmo y comenzó a desenvolverla para ver su diseño, sabía que Sei le regalaría algo práctico y...
Se quedó en silencio ante el objeto que sostenían sus dedos. Era una taza, sí, podría beber su café diario en ella de forma cómoda, pero su forma era extraña, estaba como torcida a posta hacia la derecha. Quizás fuera algún toque artístico loco, eso pensó, pero cuando la volteó leyó la frase escrita en el frente y todo tuvo sentido: I'm so gay I can't even drink straight.
Pegó un respingo cuando Jongdae explotó en estruendosas carcajadas y comenzó a aporrear la mesa frente a él con histeria. Dejó lentamente el recipiente a un lado y cubrió su rostro con ambas manos mientras los demás rompían en tonterías exclamadas y más carcajadas imposibles de reprimir. Sentía muchas ganas de llorar, no sabía si era por lo difícil que se le estaba volviendo no reír, o por la emoción que le causó verse rodeado de gente tan maravillosa y querida en un día que antes había significado sólo oscuridad y deseos de desaparecer.
-Lo siento, Minseok, no pude evitarlo.- Se oyó la voz monótona de Sei que, en esos instantes, contrastaba por completo con el regalo que acababa de hacerle. -La vi y pensé que era el tipo de regalo irónico que iría contigo. Además no me diste tiempo para planear algo más.
-No, es... Está perfecto.- Se descubrió y los miró con una sonrisilla temblorosa y los ojos acuosos, casi a punto de desbordarse. -Se los agradezco... Dios, cuánto se los agradezco.- Se volvió cabizbajo para que no lo vieran lloriquear.
Jongdae volvió a alzarle el rostro y lo giró en su dirección, comenzó a secarle las mejillas de forma delicada. Ya no se reía, pero una hermosa sonrisa de satisfacción adornaba su cara como si el cumpleaños fuera el suyo. Minseok se dejó hacer entre hipidos y con los ojos cerrados como un niño mimado, le gustaba que su novio lo tratara así de vez en cuando, nadie más lo hacía.
-Esto...- La voz tímida de Nika se hizo oír a través del alboroto. -Yo también tengo algo para ti, sunbae.
La miró con ambas cejas alzadas. -¿Sabías que hoy era mi cumpleaños?
-Minju me lo dijo.- Murmuró en lo que rodeaba la mesa rápidamente para sentarse a su lado de rodillas en una posición formal, acomodó un rulo molesto detrás de su oreja que volvió a salirse cuando deslizó una caja pulcramente forrada en su dirección. -Por favor, ábrelo.
Minseok se sintió bastante ansioso mientras deshacía la envoltura, el silencio se había extendido sobre el salón demostrando el interés y la expectativa de todos. Sobre la mesa y ante sus ojos reposó un pedazo rectangular de madera oscura, pasó una mano sobre su superficie y se deleitó con la textura, se notaba que era de excelente calidad aunque lo de valor venía dentro; luego de desprender los broches de color plata, se develaron dos largas hileras de pomos de acuarelas. Sus ojos brillaron mientras observaba la amplia gama de colores y su mente instantáneamente comenzó a generar cientos de bocetos en los cuales podría usarlas. Observó las inscripciones en estas y no entendió nada, estaban escritas en ruso, pero intuyó que sostenía productos bastante caros.
-Es la misma marca que usaba mi abuela.- Explicó Nika con una pequeña sonrisa. -Y... Lo siento mucho, la mayoría ya fueron usadas, pero aún sirven, hum...- Rascó su nuca, un tanto incómoda. -Me enteré hace un par de días sobre tu cumpleaños, así que no tuve tiempo de encargar unas nuevas desde Rusia, me disculpo.- Le hizo otra reverencia, pero Minseok se encontraba embobado viendo su nuevo regalo.
-Yo... No sé qué decir en realidad.- Balbuceó con torpeza antes de carraspear.
Ella mordisqueó sus labios, parecía inquieta. -¿Ha estado mal? Quizás fue demasiado, ¿no?- Habló más para sí misma que otra cosa. -Tengo entendido que sueles pintar a mano tú mismo las portadas ilustradas que diseñas, así que pensé...
-Es increíble.- La cortó con murmullos quedos, tomó una gran respiración y la vio con una sonrisa enorme y emocionada. -¡Es increíble! ¡Gracias, Nika!
Ella pareció tremendamente aliviada mientras la felicidad de Minseok se triplicaba, haciéndolo sentir el muchacho más afortunado del universo. Ya no podía lamentar sus años pasados, toda aquella tortura había valido la pena si al final tenía esto como premio: una fiesta de cumpleaños que iba más allá de cualquier expectativa, todo era perfecto a sus ojos. El ánimo no tardó en reavivarse, de un momento a otro acabaron ocupando los sillones frente a la televisión mientras compartían paquetes y paquetes de snacks, bebidas en lata y demás bocadillos. Mientras estaban enfocados de lleno en la película que transmitían, Minseok se escabulló unos minutos para recoger los trastos sucios y lavarlos en la cocina, ni bien encendió la llave de agua caliente y se arremangó, oyó la voz de su novio a sus espaldas.
-Ese fue un regalo excesivamente genial para un personaje secundario, ¿no crees?
Se lo quedó viendo un rato mientras el agua todavía corría. -Todos fueron geniales.- Respondió enjabonando los primeros platos, el otro se adentró y se apoyó de espaldas contra la mesada. -Me hubieras dado uno igual de extraordinario entonces.
Jongdae sorbió por la nariz y compuso un gesto de malhumor. -Tenía uno, pero no puedo entregártelo después de todo lo que recibiste.
Lo vio con sorpresa. -¿Tenías? ¿Y dónde está?
-¿De verdad lo quieres? No es para nada genial, te lo aseguro.
-¿Eres tonto? Claro que lo quiero, es el único que he estado esperando todo el día, cerebro de nuez.- Cerró el grifo y secó sus manos, entonces abrió y cerró una palma extendida con el ceño fruncido. -Vamos, quiero que aparezca en este mismo instante.
Jongdae gruñó algo inentendible mientras rebuscaba en los bolsillos de su pantalón, no lo miró a la cara cuando le entregó un pedazo rectangular de papel. Leyó con curiosidad lo que ponía con bolígrafo color rojo: "vale por un viaje a donde quieras". Parpadeó y lo miró en silencio, Jongdae otra vez tenía esa cara que demostraba que se sentía ridículo y estúpido, pero aun así insistía con meterse en ese tipo de situaciones sólo para consentirlo.
-¿Qué es esto?
-Un cupón.- Le espetó brusco, se relajó un poco más cuando siguió explicando. -Tengo muchos ahorros, ¿sabes? Y no están destinados a nada, pensé...- Fregó su nuca con incomodidad, insistía en negarle la mirada. -Que sería una buena idea gastarlos en un viaje contigo a cualquier sitio... Puede que sea demasiado pronto porque recién estamos empezando, por eso te dejo a ti la opción de decidir cuándo lo haremos. Ni bien sientas ganas, entrégame ese cupón y yo me ocuparé de todo, es tu obsequio.
-Ay...- Minseok se cubrió el rostro con ambas manos aún sosteniendo el bendito cupón, temblaba por contener sus chillidos de emoción, podría salir despedido hacia el espacio con el subidón de energía que le estaba dando.
El otro enrojeció hasta la raíz de su cabello. -¡N-no soy bueno con estas cosas! ¿Entiendes? ¡Nunca sé qué regalarle a nadie, no es lo mío!
-Ven aquí, cabeza hueca.- Se lanzó sobre él en un abrazo apretado y le llenó la boca de besos. -Eres tan lindo y tonto, ¿cómo haces para gustarme cada día más? Tramposo, imbécil.
Jongdae entrecerró los ojos. -No acabo de captar si te gustó o no.
Minseok se rio y cerró los ojos con placidez a un centímetro de sus labios. -Es mi favorito, gracias.
Entonces se olvidó del bochorno y le devolvió la sonrisa antes de besarlo. -Bien.
-Ugh, cuánta dulzura, moriré antes de llegar a los veinte por esto.- Minju llegó hasta donde estaban y encendió la llave del agua otra vez. -Migren con su ritual del amor a otra parte.
Minseok la vio divertido, pero no se alejó ni un milímetro de su novio. -Iba a limpiarlo yo.
Ella chasqueó la lengua y los echó con un ademán. -Puedo encargarme hoy, ve a tontear por ahí, es tu cumpleaños.
Soltó a Jongdae para rodearle los hombros por detrás a su hermanita menor y estamparle un beso ruidoso en la mejilla; Minju exclamó con horror que ahora tenía "gérmenes de bollo" e intentó amenazarlo de muerte con una espátula, pero huyó rápidamente antes de que se sucediera el crimen. Si hasta Minju se sentía propensa a ser agradable, eso quería decir que las personas importantes alrededor ponían a funcionar un extraño mecanismo de sucesos en dominó... ¿Cuál sería la siguiente ficha en caer?
De cualquier manera, era un buen momento para estar vivo.
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